viernes, 4 de octubre de 2019

Jonathan Franzen: El fin del fin de la tierra


Idioma original: inglés
Título original: The end of the end of the Earth
Año de publicación: 2019
Traducción: Enrique de Hériz, Patricia Antón de Vez
Valoración: Bastante recomendable

Voy calando a Franzen. Lo digo amistosamente, es lo que tiene empaparse (aunque sus dos primeras novelas, las anteriores al boom de Las correcciones sigo sin decidirme a tomarlas algún día) de la obra de un escritor. Lo vas considerando alguien cercano, le tomas cierto aprecio en lo personal, perdonas sus defectos, comprendes alguna metedura de pata, en términos generales, digamos eso tan cursi de "empatizar".
Entonces, como le he calado, ya le aviso. Que está muy bien mantener viva la llama de la atención de sus incondicionales, masa notable que parece que Pureza hizo menguar algo (sin ser el desastre que algunos exagerados proclamaron), que los libros donde se recopilan artículos publicados previamente cumplen esa función, que sí sabemos que ya son casi cuatro años desde esa otra novelaza (me refiero sobre todo al tamaño) y que las editoriales necesitan ir viviendo y pagando sueldos mientras sus primeras figuras deciden presentar algo que justifique el correspondiente adelanto. Ignorando como ignoro cuál es el plazo estimado para la entrega de su próxima novela y si esta será otra radiografía de una familia norteamericana.
O sea, El fin del fin de la tierra es como ponerte un plato de olivas en la mesa antes de una cena de tres platos. Se agradece, pero no querrás que aguante con eso. Más: si fuera estadounidense y hubiera leído esos artículos en sus momentos y medios correspondientes, de los cuales aquí se elude informar, igual diría qué tomadura de pelo es esta. Bueno, ni me haría falta ser estadounidense, simplemente haber estado atento a las ediciones on-line de esos medios, sin esperar a la traducción, atento porque Franzen no tiene perfiles en redes sociales así que habría que haber estado bastante atento.
Así que Salamandra, gracias por el esfuerzo, pero y ahora qué.
Porque algo así como la mitad de estas páginas están dedicadas a los avatares de Franzen a la búsqueda del avistamiento de especies de pájaros. No exagero un ápice. A continuación del índice de los artículos hay un listado alfabético de las especies mencionadas en el libro. Esto. Completamente respetable que Franzen haga uso de su repercusión como escritor célebre, de los que Oprah Winfrey habla y tal, ya sabemos, para concienciar a la gente de el enorme desastre que la humanidad, empezando por sus compatriotas, está perpetrando al planeta. Y muy loable que el primer ensayo lo dedique a describir lo cariacontecido que le dejó la victoria de Trump. cuestión que marca el tempo del libro y que revela a las claras el posicionamiento ideológico de Franzen.
Pero la ecología no debería ser una ideología. Perdonad el ripio. Franzen llena esas páginas de experiencias personales en viajes dedicados a su afición ornitológica, hasta un extremo que podría poner de los nervios a aquel que tome este libro de cualquier librería, diga me suena este tío, busque algo parecido a Las correcciones (porque Libertad ya lucía un pajarico en la portada) y se encuentre con experiencias en distintos lugares del orbe buscando especies de curiosos nombres, con las correspondientes explicaciones de sus usos y costumbres y cifras y datos muy preocupantes sobre su futuro en este planeta que se calienta.
Franzen tiene todo el derecho a emplear los pingües beneficios de sus brillantes novelas en esos viajes, a cultivar su afición, a hacer de esta el centro de su existencia e incluso a usarla como trampolín para reivindicarse en una faceta más militante. Por suerte, los párrafos sobre pájaros los ha escrito en su lenguaje cercano, dinámico y confidente. Cuando el foco se desplaza, artículos dedicados a Wharton, a Vollmann, Franzen es simplemente incisivo como un escalpelo. Sus diez normas para el novelista deberían ser de aplicación para tanto pesado que publica cualquier cosa. Pero echo en falta más de estos artículos, menos crónicas de viajes a Egipto, al Antártico, a Jamaica, crónicas que siempre, insisto, están escritas desde la solvencia y la sabiduría, pero que me dejan insatisfecho. Necesitamos a Franzen y a sus personajes actuales y contradictorios. Sus mayores en regresión y sus jóvenes que no progresan. Leer El fin del fin de la tierra es, desde luego, una experiencia grata, pero es como si un amigo te escribe una carta de dos hojas y pierdes la segunda. Vamos bien, pero ahora qué.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena reseña. Franzen me flipa, sus ensayos suelen ser muy buenos (más afuera, una historia personal) pero este libro, por alguna razón, parece de nivel inferior. Un saludo y gracias por la sinceridad

Gabriel Diz dijo...

Hola Francesc: empecé a leer a Franzen por las reseñas de ULAD. Es uno de mis escritores norteamericanos favoritos y le he tomado cariño.

Felicitaciones por la reseña.

Pepe Pótamos dijo...

A mi también me encanta Franzen y no estaría mal que sacara una nueva novela pronto, aunque supongo que sus proyectos son tan ambiciosos que la cosa se puede prolongar bastante. Siempre me he preguntado cómo será el método de trabajo de Franzen para contar sus historias con tanto personaje y tanto salto temporal y que sin embargo lo haga de tal forma que la narración parezca algo sencillo, casi como si siguiera una línea improvisada. ¿Tendrá un corcho en la pared con notas pegadas con chinchetas, o una pizarra con el típico diagrama con flechas yendo y viniendo de los personajes, para no perder el hilo?
Aprovecharé y me animaré con algo suyo de no ficción, éste que comentas o los que recomienda Anónimo, aunque el ensayo que escribió sobre Peanuts (La zona templada) me pareció prescindible.
Saludos!

Tuli Márquez dijo...

pobre enrique de heriz

Unknown dijo...

He leído las correcciones y libertad perdonadme si me equivoco. Yme gustaron. Esta a la que os refeids más, bien poco