domingo, 5 de agosto de 2018

Antonio Orejudo: Grandes éxitos

Idioma: español
Año de publicación: 2018
Valoración: recomendable

Pido disculpas por volver a comenzar una reseña hablando de mí y mis circunstancias (tengan en cuenta que mi familia no me hace el menor caso y amigos no tengo... de alguna forma tengo que desahogarme); el caso es que llevo desde hace tiempo despotricando contra esa tendencia literaria actual -ya casi mainstream, diría yo- que es la "autoficción", la "literatura del yo" o el "onanismo narcisista", como se le quiera llamar... Y, sin embargo, no hago más que toparme con libros que se adscriben a esta tendencia e incluso leo alguno que otro, porque a estas alturas de la vida ya me he dado cuenta de que pelear contra la marea que crece suele terminar de manera infructuosa. Para más inri, hasta los escritores a los que tengo más ley se han sumado al movimiento de la "literatura del yo y de la pelusa de mi ombligo": es el caso, para mi consternación, del gran Antonio Orejudo, un autor del que soy devoto desde el venturoso día en que descubría Fabulosas narraciones por historias (uno de los libros con los que más me he reído en mi vida). Lo cual me obliga a sopesar mi egolatrifobia, por un lado y mi orejudofilia, por otro... y claro, gana ésta última, no podía ser de otra manera.

De todos modos, tampoco hay que creerse todo lo que se lee, y menos de un tipo tan pillín como es Orejudo. El primer capítulo de estos Grandes éxitos -que resulta ser un curioso híbrido entre un ensayo informal sobre literatura y vida, y una serie de relatos publicados ya en anteriores ocasiones o desechos de tienta inéditos- constituye, en efecto, una loa a esta tendencia del YO que parece haber llegado  para quedarse (y que un servidor vaticina, en cambio, que será barrida antes que después por los caprichosos vientos de la moda); sin embargo, en el resto de capítulos, que alternan interesantes reflexiones literarias (me ha encantado el segundo capítulo, en el que se explica la génesis de Los Cinco y yo a partir de un sucinto microrrelato) con episodios autobiográficos, desmienten, en cierto modo, la declaración de intenciones que se hace al comienzo del libro: de hecho, en el capítulo 7 encontramos incluso una crítica a esta literatura en primera persona -bien que a través de la literatura picaresca "reivindicativa" del siglo XVI- y, en general, todo el libro se puede considerar una reivindicación indirecta de la imaginación al servicio de la ficción, aunque articulada por medio de unas supuestas memorias.

He escrito supuestas porque si bien parece que son los acontecimientos y vivencias que le han sucedido al autor los que dan origen a, sin ir más lejos, los cuentos que jalonan el libro a modo casi de parábolas -como se supone que Orejudo ha defendido en el primer capítulo-, no hace falta leer mucho para darse cuenta que sucede más bien al contrario: es la autobiografía la que refleja o incluso se ve condicionada por las ficciones que ha creado el escritor, conformando una suerte de magma narrativo en el que resulta difícil discernir lo que es "real" de lo "ficticio". Una dirección literaria (o un truco de trilero, si se prefiere) que Orejudo ya tomó en sus dos anteriores trabajos publicados: Un momento de descanso y el ya citado Los Cinco y yo.

Porque, por supuesto, no debemos olvidar que este Grandes éxitos de irónico título no es solo una autobiografía, sobre todo literaria, de su autor. también es una recopilación de relatos, por más que algunos sean restos de otros libros anteriores suyos -"Como los cocineros, nunca tiro nada. Con los restos del cocido hago ropa vieja", admite él-; todos, eso sí, son cuentos atravesados de parte a parte por el característico sentido del humor de su progenitor: encontramos así desde la crónica de una oposición universitaria a golpe de novela barata del oeste -The Oposición-, a un Mío Cid Guardián de la Galaxia, o un remedo de un texto con el estilo infumab... digo, inconfudible de Javier Marías (esto sin duda interesará a nuestros lectores más malévolos). Los cuentos más divertidos, sin embargo, son, en mi opinión, el irónico y certero Los intelectuales, el certero y tronchante) La nave, y el irónico, tronchante y certero Cómo escribo un artículo semanal en la prensa española (éste, particularmente revelador...). Por no olvidar el plus: el desasosiego de Las faldas largas vienen con fuerza.

¡Vamos, que no sé a qué están esperando para leerlo... ; ) !

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2 comentarios:

Lupita dijo...

Hola, Juan:
A mí me hace gracia que hagas una "reseña del yo", más cuando reniegas tanto de esa literatura, o de ese "subgénero" en la actualidad..jaja
Es muy difícil escribir distanciándose de uno mismo, creo que hay que tener bastante oficio.

Te voy a contar mi "batallita" particular. Hace no muchos meses me puse manos a la obra a terminar un poemario para un concurso. Llegado un momento, me di cuenta de que contaba mucho de mí (con personas implicadas y posibles enfados) Lo rehice y el resultado fue peor. Si escribía desde el "yo" era sincero y profundo, si lo hacía "distanciándome" salía algo totalmente forzado, sin alma.
Obviamente, no he escrito lo suficiente, o no tengo bastantes "méritos"

El gran literato para mí es el que con todo lo que ha vivido, y desde su visión personal y objetivos vitales, consigue crear un mundo propio.

Entiendo, por ello, que la literatura del yo que no te gusta es la que busca en la propia trsyectoria vital por falta de recusros o capacidad de salir de su propio mundo.

Orejudo parece muy interesante.

Juan G. B. dijo...

Hola Lupita:
¡Vaya, creía que nadie se habría dado cuenta! La verdad es que se me ocurrió lo de hacer una reseña contravla literatura del yo...hablando de mí mismo, precisamente, cono un guiño irónico (o una muestra de mi depkorable sentido del humo, si prefietes).
Sobre lo que comentas del poemsrio, entiendo que rs un género en el que resulta más difícil escindir la propua mirada de lo que se cuenta...pero en narrativa, yo lo que espero, justamente, es que me cuenten una historia bien contada y de la mejor manera pisible, no las vueltas del escritor alrededor de su ombligo, como suele pasar.
Ahora bien, si esas vueltas las dan tan bien como lo hace Orejudo o tienen tanto interés como la vida de Dovlatov, no pongo ninguns pega, claro...; )