sábado, 16 de junio de 2018

Emil Cioran: Breviario de podredumbre

Idioma original: francés
Título original: Précis de décomposition
Traducción: Fernando Savater
Año de publicación: 1949
Valoración: Inclasificable


Veamos. Emil Cioran, rumano, hijo de un sacerdote ortodoxo, nacido en un pequeño pueblo de Transilvania. En una época simpatiza con el nazismo, aunque tampoco está muy claro, y posteriormente parece que se arrepiente. Insomne perdido y seguidor lejano de Nietzsche, se le ve deambular solo, con una vieja gabardina y aspecto desgarbado, por el Barrio Latino de París. De joven tiene el aspecto (uuuhhh, ya estamos) de un peligroso fanático, aunque no es fácil determinar de qué tipo y, ya más entrado en años, adquiere rasgos soviéticos como de ideólogo del Gulag. Es autor de obras con títulos como En las cimas de la desesperación, Silogismos de la amargura, o Del inconveniente de haber nacido, además de este Breviario de podredumbre que intentaré comentar. Qué, ¿nos atrevemos? 

Desde el primer momento tuve claro que iba a ser muy difícil valorar este libro, ni tan siquiera situarlo correctamente. A lo que más se parece es a un libro de filosofía, pero carece de una estructura lógica y no se puede decir que defienda exactamente una hipótesis. Es decir, no es un ensayo en el que se quiera demostrar nada, sino una colección de aforismos, reflexiones que no pretenden constituir una argumento y, más que en torno a una idea, parecen girar sobre una especie de corriente formada por elementos tan reconfortantes como escepticismo, hastío, desesperanza, pereza, asco, cinismo, soledad, pesimismo, vacío, sufrimiento. Un buen cóctel. Pero, aunque Emil no parece tener intención alguna de formular ese pensamiento lineal y coherente, a efectos informativos intentaré extraer algunas de las ideas que expone.

Vaya, las ideas son justo el primer blanco hacia el que este peculiarísimo autor dirige sus flechas. No nos dejemos engañar por el epígrafe que abre el libro ‘Contra el fanatismo’: aunque parece que viene un alegato por la tolerancia y la democracia, Cioran juega en otra liga. El fanatismo es execrable porque (y quizá solo porque) las ideas lo son en sí, y especialmente si se formulan como una certeza. Toda idea es aborrecible, como lo son el pensamiento y la acción. La existencia resulta intolerable, partiendo del hecho mismo de haber nacido: ‘No avergonzarse de respirar es una canallada’, así de claro. Por tanto todo aquello que suponga una reafirmación de la existencia resulta tanto más repulsivo cuanto más intenso sea. De ahí el rechazo a todo lo que no sea la insignificancia, la duda, la enfermedad, dejar el planeta como estaba al llegar. Más o menos que lo que hacía el propio Emil: nada. Salvo escribir, claro.

Si con todo ello concluimos que la vida no tiene sentido, podemos sentirnos cerca de cierto existencialismo, pero Cioran van bastante más allá. Una de sus peculiaridades es que no ofrece ninguna salida, todo lo que no sea vegetar es en sí mismo rechazable, incluida la poesía o por supuesto la religión. De ahí que haya quien sostiene que Cioran fue promocionado para desactivar a los levantiscos de mayo del 68 (realmente, estuvo de moda en los 70 y parte de los 80). Vamos, me atrevo a asegurar que quien no haya leído a este señor no sabe lo que es de verdad el nihilismo.

Y cabe también preguntarse, si la existencia resulta así de insoportable, por qué este hombre se fue al otro barrio de muerte natural a los 84 años. ¿Y el suicidio? Pues resulta que es realmente el único consuelo, pero no su ejecución, sino la posibilidad de llevarlo a cabo. Mantener ese grado de libertad suprema para disponer de sí mismo en cualquier momento y de cualquier forma es el único y gran tesoro de que disponemos, lo que nos sostiene en medio de ese marasmo de corrupción y vergüenza.

Es bastante agotador ¿no? A lo largo de ese discurso en general bastante caótico, empapado en buenas dosis de erudición pero prácticamente sin apoyo en ninguna argumentación lógica, y cayendo en algunas notables contradicciones, a veces se desliza Cioran hacia un lenguaje ligeramente poético. Y en torno a la poesía aparece justamente una de esas contradicciones, porque a veces pondera su pureza frente a lo que es obra del pensamiento, es decir, la filosofía, de la que él mismo procede. Con lo cual se podría concluir que buena parte de sus reflexiones son una rebelión furiosa contra sus propios orígenes, o tal vez hacia ese mundo de la filosofía que nunca le aceptó de buen grado.

Ya bastante avanzado el libro, creo que es en la última de las seis partes en que se divide cuando el autor rumano parece abrirnos un poco el corazón, introduce sensaciones muy personales y llega, como sin pretenderlo, a un punto importante: el insomnio. Aquí muestra una especie de desesperación porque sus horas de vigilia parecen infinitas, y quiere enfatizar la profundidad de la noche como origen de muchas de sus reflexiones. Y uno –que en eso del insomnio tiene también cierta experiencia- se pregunta si toda la devastación que nos es presentada, repetida y reinterpretada no será sino la consecuencia de esas horas interminables que, sin quererlo y aun rechazándolo, se llenan de ideas casi siempre arrebatadas y muchas veces destructivas.  Y, en lo que parece la culminación de algún tipo de delirio, termina Cioran por decir algo bastante terrible: ‘Por haber querido ser un sabio como nunca hubo otro, sólo he sido un loco entre otros locos’. Ostras, hasta un poco de pena da el hombre ¿no hubiera sido mejor relajarse con unos somníferos? 

Con su explosividad y su desorden, el libro, aunque tiene pasajes más asequibles, resulta extremadamente denso. Al lector de a pie –categoría en la que por supuesto me incluyo- le llevaría horas incontables intentar desentrañar con mucho más detalle la mayoría de las afirmaciones de Cioran, y eso que el libro es bastante breve. Podría ser un interesante ejercicio intelectual pero, como lector, tampoco me atrevería a decir que merezca la pena.

24 comentarios:

Pepe Pótamos dijo...

Hace poco leí "Cioran: Manual de antiayuda" de Alberto Domínguez, que es una especie de resumen o introducción al pensamiento de Cioran. Me dejó bastante frío ese nihilismo que a veces mueve casi a la hilaridad (el personaje quejoso de su existencia me recordaba muy a menudo a los personajes que interpreta Woody Allen). Es cierto que la existencia a veces (a menudo) nos resulta un poco absurda, pero no entiendo la ventaja que obtienen los fans de Cioran (a Domínguez se le ve encantado con él) leyendo esa visión de la existencia tan descarnada que, como digo, roza a menudo lo cómico. Me parece clara (Cioran creo que tampoco la negaba) la relación que existía entre su pesimismo y sus circunstancias personales (insomnio, etc). Y lo contradictorio de su actitud ante la vida y ante sus congéneres también me pareció evidente (reniega de la humanidad pero parece que está gritando que le hagan caso, que se siente solo). Vamos, que yo no repetiré con este autor.
Saludos!

Carlos Andia dijo...

Pues me parece muy certero tu resumen, e igualmente ese título de 'Manual de antiayuda', que me ha hecho reír a gusto. Efectivamente, es lo que he intentado transmitir en la reseña: ese nihilismo es tan radical, tan abrumador, y seguramente tan estéril, que o termina uno harto de ese tremendo torrente de negatividad (estuvo a punto de pasarme), o acaba moviendo a risa (lo que tú apuntas), o tal vez a lástima (lo que me sugirieron las últimas páginas).

Aunque, bueno, he querido dejar abierta la opción a una lectura más profunda, que sea capaz de estructurar y racionalizar toda la toxicidad que transmite Cioran. Hay también personajes relevantes del pensamiento (Savater, por ejemplo), que tienen una alta estimación por este autor.

Pues nada, que encantado de contar con tu opìnión. Un saludo.

Sandra Suárez dijo...

Hay autores muy sobrevalorados sin que sepamos por qué, y Cioran es uno de ellos. Pessoa también es pesimista vital, sobre todo su heterónimo Álvaro de Campos, pero abre su corazón de forma literariamente mucho más sugestiva.

Carlos Andia dijo...

Yo también tengo la sospecha de que está sobrevalorado. Aunque estuvo bastante de moda en esos años 70-80, esa especie de obsesión por llegar al punto cero parece que se queda en una sucesión de aforismos sin que se termine de formular una hipótesis. Pero eso sí, da para llenar esos recetarios de 'frases célebres' que tanto se prodigan en internet.

Un saludo y gracias por comentar, Sandra.

Juan G. B. dijo...

Jo, qué fiestón, compañero: tú sí que sabes divertirte!
En serio: me ha encantado tu reseña, aunque no me ha dado ni la más mínima gana de leer el libro...
Eso sí, me ha recordado a cierto blog de reseñas que se publicaba hace unos años y que al final de cada reseña incluía una cita de Cioran, en principio relacionada con el tema del libro reseñado.
Venga, un saludo y ahora a por algo más alegre ;)

Lupita dijo...

Hola, Carlos:
Vaya tema , madre mía. La filosofía me gusta mucho, pero a Cioran no le he leído, a pesar de conocerle.
Vivimos en una sociedad llena de ruido y actividades, siempre hay que estar haciendo algo. Permitidme la tontería, pero si la Regenta hubiera tenido culebrones, Sálvame o whattsapp igual no se hubiera comido tanto la cabeza. Quiero decir que en la actualidad tenemos tantos medios de distracción y falta de concentración, que ni para ser un triste de verdad hay tiempo.
Esto que digo a modo de chorrada es más serio de lo que parece. ¿Cuántas personas no viven atontadas por la tele, internet, etc..sin pararse a pensar en su vida? La tristeza engancha, y mucho, y es más fácil malvivir dejando pasar un día tras otro que cambiar. El suicidio es una decisión, es un acto, y, como tal, también es absurdo según un nihilista.
Yo no hago apología de ello, que conste, sólo hago una reflexión sobre la vacuidad que también conlleva nuestra forma de vida.
¿Os imagináis a Ciran en El corte Inglés delante de los expositores de Mr. Wonderful?
Mmm..pues yo, por llevar la contraria a Juan igual sí le echo una leída.
Por cierto, no sé lo que es el insomnio. Debo ser muy afortunada.

Saludos

Carlos Andia dijo...

La verdad es que me he quedado un poco descolocado con el libro. Por una parte, me gustan más los textos estructurados, con una lógica, como si fueran para ser estudiados, y esto es un aluvión de reflexiones al que sólo se le encuentra la coherencia después de digerirse por completo y elaborar uno mismo las conclusiones (al menos, eso espero haber hecho). Así que por ese lado, me parece poco apetecible.

En cuanto al contenido, pues no, muy alegre no es que sea, la verdad. Pero el caso es que resulta tan aplastante, de una amargura tan absoluta, que más que deprimir provoca perplejidad, como apuntaba antes otro lector. De todas formas, me sigo quedando con la duda de si a este autor se le puede sacar algo más de lo que yo he sabido ver.

Es cuestión de sumergirse un poco en ese agua helada y negra, a ver qué se siente. Ni siquiera es necesario leer el libro entero, con un capítulo es suficiente, y bueno, es una experiencia que tampoco está mal tener.

Gracias a los dos por la charla.

ff dijo...

Hola! Creo que más que sobrevalorado,(como bien apunta Carlos) está descontextualizado en frases sueltas que hacen presuponer que detrás hay una potente filosofía. "El ocaso del pensamiento" es quizá una obra un poco más profunda, desarrolla un poco más los mismos conceptos. En filosofía se le hace el caso justo, lo interesante de Cioran es que nuestra mente puede concebir esos mismos pensamientos, es una faceta más de nuestra naturaleza, en diferentes grados, claro está. La mejor manera de asimilar este pesimismo es con ironía y humor. "Filosofía del insomnio" sería una buena descripción ;)
También se le reconoce cierta brillantez de estilo. Condensar una idea compleja en un aforismo tiene su mérito.
En mi humilde opinion, usar las mismas etiquetas de valoración para ensayos, obras literarias clásicas y novedades editoriales varias puede generar cierta ambigüedad o confusión, aunque también debate.
Por lo demás, gracias por el blog :)

Carlos Andia dijo...

Gracias a ti por tu comentario. Desde el ámbito de los filósofos parece que no se ve con buenos ojos a Cioran, que de hecho ni aparece en muchos textos, quizás por esa ausencia de un cuerpo teórico coherente. No sé si esto es justo o no, pero es así. Me ha gustado tu descripción como 'filosofía del insomnio', hay mucho de eso en el libro.

Sobre las valoraciones, pues efectivamente constriñen mucho la opinión, es inevitable. Pero se trata de tener un baremo general para encuadrar de alguna manera las obras en determinadas categorías. Como es lógico, esto resulta limitativo como toda simplificación, pero para corregirlo está la reseña en sí.

Un saludo y de nuevo gracias por tu aportación.

Anónimo dijo...

El mejor Cioran está en sus Cuadernos. Y para brebiarios buenos, El breviario del caos de Alberto Caraco. Saludos!

Carlos Andia dijo...

Pues no he leído ninguno de los libros que recomiendas, pero gracias por la información.

Un saludo.

Anónimo dijo...

"aunque tampoco está muy claro"

Pues...

“If I like something about Hitlerism, it is the cult of the irrational, the exultation of pure vitality, the virile expression of strength, without any critical spirit, restraint, or control.” Abusing a cliché much loved by the enemies of liberal democracy everywhere, Cioran pities here a “decadent” and “effeminate” Europe against a proudly “masculine” Germany, all muscles, noise, and fury. Hitler is conspicuously the man in charge, and Cioran is appropriately impressed. Several months later (July 1934), in another dispatch to the same periodical, he wasn’t shy at all about expressing his unbound admiration for the one with balls: “Of all politicians today, Hitler is the one I like and admire most.” And yet the worst is still to come.

Cioran is so smitten by the “virile” order established by Hitler in Germany that he can’t have enough of it, so he wants a version of it transplanted into his native country.

Eso del arrepentirse vale, pero no le faltaba claridad en su epoca de nazi fanboy.

Carlos Andia dijo...

Pues sí que hubo algo de esa trasposición del nazismo a Rumania, con aquel Antonescu, si no recuerdo mal.

Eso de que 'tampoco está muy claro', referido al filonazismo de Cioran, lo digo porque al parecer tiempo después el propio autor lo negó, o lo matizó, no sé muy bien. Era un comentario un poco de pasada para ilustrar la singularidad del personaje, sobre cuya vida o convicciones no tengo un conocimiento especialmente completo.

De forma que agradezco tu aportación, que ahí queda, por si alguien tiene otra opinión al respecto. Un cordial saludo.

Livio dijo...

Me parece muy ligero hacer una reseña acerca de la obra de un pensador del que apenas se ha leído un libro. Dejo a la consideración de quien guste, un alcance acerca de Cioran:

https://www.jornada.com.mx/2012/01/22/sem-agusto.html

Saludos cordiales

Anónimo dijo...

Acerca del artículo y de la mayoría de comentarios, sin comentarios

Anónimo dijo...

Sobrevalorado tienen el culo.

Celestina dijo...

Jajaja. Genial!!

Luis Manteiga Pousa dijo...

¿Es mejor haber nacido?¿Sería mejor no haberlo hecho?¿Quién sabe?

Carlos Andia dijo...

Bueno, por mi parte creo que prefiero haber nacido, pero para todo hay opiniones, claro.

Elena dijo...

Me extrañan estas opiniones tan unánimes, yo soy una lectora media, no leo tanto como vosotros...me encanta sobretodo la poesía. ¡¡Pero que sería de nosotros sin Cioran!! . ¡Dios Mío!. Aunque no sé que hubiera odiado él más si tanto comentario unánime... o mi apoyo , ja ja ja. Me gusta, aunque soy una optimista recalcitrante, porque nos enfrenta constantemente a nuestra propia mediocridad y sí, a algo que todos los seres humanos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas, la extrañeza del sinsentido de la vida de la que se nutren todos los grandes: Unamuno, Camus, Nietzsche, etc... quizás con Cioran hay un sarpullido constante al leerlo, es difícil que te caiga bien...pero ese cinismo suyo y esa falta de apego al lector y a la vida, es precisamente esa media sonrisa que me hace esbozar la que me inspira.Sus aforismos provocan la reflexión y cómo a Herman Hesse les agradezco que sean capaces de condensar en una píldora lo que otros tardan obras. Reivindico a Cioran aquí

Carlos Andia dijo...

Pues recogida queda tu reivindicación de Cioran, Elena. Yo creo que sin Cioran el mundo sería un poco más pobre (intelectualmente) y algo más aburrido, aunque igual a algunos lectores se nos hubiera ahorrado un pelín de amargura existencial. Pero tiene que haber para todos los gustos, claro. Y efectivamente, es tan extremo que a veces hasta nos arranca una sonrisa disimulada.

Así que ¡viva también Cioran y las charlas que provoca!

Un saludo y gracias por visitarnos.

Luis Manteiga Pousa dijo...

Creo que Ciorán, brillante por otra parte, se pasaba de pesimista. Pero cada uno es como es, no creo que fuese una pose intelectual. Por mi parte, por momentos prefiero haber nacido. En otros, pienso lo contrario. En otros, dudo. Quién sabe.

Carlos Andia dijo...

Bueno, desde luego sincero sí que parece nuestro Cioran. El problema para mí, como lector, es que tiene una carga tan bestial, tan excesiva, de negatividad, que uno pasa por sucesivas fases de asombro, depresión y finalmente de humor, y hasta se termina por pensar que, a fin de cuentas, por contraste, esto que tenemos tampoco parece tan malo. Pero original sí que es el caballero.

Gracias por visitarnos y comentar, Luis.

Luis Manteiga Pousa dijo...

Buena respuesta. Un saludo.