martes, 27 de marzo de 2018

Christiane V. Felscherinow y Sonja Vukovic: Yo, Christiane F. Mi segunda vida

Idioma original: alemán
Título original: Christiane F., Mein zweites Leben
Traducción: Regina López Muñoz
Año de publicación: 2015
Valoración: Recomendable


Han pasado más de treinta y cinco años desde que Christiane Vera Felscherinow conmocionara al mundo con el relato de su experiencia en Yo, Christiane F. Hijos de la droga. Al libro le siguió la película y el éxito de ambos convirtió a su joven protagonista en la primera (y tal vez la única) «yonki-star» de la historia. Pero justo antes de que estallara el boom mediático, Christiane —con apenas dieciséis años— logró desintoxicarse de la heroína. De ese modo el final de esta insólita bildungsroman dejaba una puerta abierta a la esperanza. 

Resumen resumido: las vivencias de Christiane desde los dieciséis años hasta el momento actual en el que —ya pasada la cincuentena—, sigue un programa de terapia con metadona, padece cirrosis crónica y vive sola con su perro desde que los servicios sociales le retiraran la custodia de su único hijo.

De nuevo nos hallamos ante la crónica biográfica alrededor de este personaje de gran magnetismo; la Christiane adulta revalida su sensibilidad, complejidad y lucidez, pero aunque su voz continua siendo igual de poderosa, su relato se ha debilitado respecto al primer libro:

  • Yo, Christiane F. Hijos de la droga tensaba el eje narrativo sobre la cuestión: ¿Cómo una menor que forma parte de una familia y de un «sistema» que deben protegerla acaba inmersa en la drogodependencia y la prostitución? La respuesta, aunque incómoda, no solo resultaba verosímil sino que, gracias al tratamiento de crónica periodística y a la voz directa y espontánea de la joven Christiane, se consolidaba en un relato abrumadoramente veraz, un puñetazo en la cara de la sociedad que insistía en mirar hacia otro lado.
  • En Yo, Christiane F. Mi segunda vida, la cuestión central es bastante similar: ¿Cómo una mujer inteligente y con recursos económicos tropieza en la misma piedra y arruina su vida y la de aquellos que la rodean? Sin embargo la respuesta no es sencilla (como no es fácil explicar la drogodependencia en el primer mundo) y además, al lector le cuesta aceptar que la protagonista —una mujer adulta con una lección supuestamente aprendida— sea una víctima.

Una vez se inicia la narración y Christiane va dando sus primeros tropiezos se hace evidente que, treinta y cinco años después, sus conflictos internos son los mismos sin que ella haga —en apariencia, al menos— nada por resolverlos; la empatía hacia Christiane se resiente y eso provoca que el interés por la historia decaiga. Es todo un reto leer algunos pasajes sin caer en juicios:
«Por las noches en el RipOff nos dedicábamos a empaquetar los envíos que hacíamos a las grandes tiendas de discos (…) pronto me vi superada por el trabajo en la librería y el empleo nocturno: casi no dormía, y empecé a meterme coca para mantenerme espabilada. Muchos de mis amigos consumían cocaína, pero la heroína no circulaba. No querían ni oír hablar de ella. En cambio, la coca era el pan nuestro de cada día. También fumábamos canutos, pero en aquella época estaba limpia en lo que a heroína se refiere».
A medida que las malas decisiones de Christiane desinflan la narración, va tomando protagonismo otra cuestión que es, a mi parecer, el verdadero germen de estas memorias: ¿Por qué Christiane nos explica su vida? ¿Qué la mueve a airear las miserias de su existencia?. Ya en las primeras páginas encontramos algunas pistas disuasorias: Christiane F. sigue viviendo de los derechos de su primer libro (no necesita dinero) y lleva años apartada del foco mediático, hastiada de la repercusión sobre su vida privada (tampoco busca visibilidad). Sin embargo, la voz de Christiane muestra la necesidad imperiosa de apelar a la comprensión del lector, pero ¿confía el lector en ella? 

En 2011, la periodista Sonja Vukovic convenció a Christiane para que le concediera una entrevista que se convirtió en la primera de una serie de encuentros; de ellos surgieron estas memorias. La parte de crónica ocupa tres capítulos de la periodista dedicados a exponer los antecedentes vitales de Christiane (al principio), a hablar de la necesidad de integración de los drogodependientes en la sociedad empleando el ejemplo de Zúrich (en medio) y a aportar su visión personal sobre Christiane F (al final). Y el resto de la narración está totalmente monopolizada por Christiane y su afán por seducir al lector, por lograr que se ponga en su lugar. Sabe que no cuenta con su beneplácito y, tal vez por eso, el texto rezuma conflicto y una lucha constante contra sí misma, contra los hechos e, incluso diría —aunque es una sensación personal— que contra la propia Sonja. Christiane bombardea con sus anécdotas mito maníacas (sus encuentros con David Bowie, entre otras muchas, aunque la aportación de todos esos nombres del panorama musical y del ambiente del momento, más allá de dar intensidad, detiene el ritmo de la narración) y, ya hacia la segunda mitad del libro, la narración se desvirtúa en algunos momentos, se torna errática y recurrente con ciertos asuntos, llegando casi al flujo de conciencia. 

Y detrás de ese derroche desesperado de energía está el motivo por el cual Christiane ha decidido exponerse de nuevo con estas segundas memorias. Christiane es una mujer lista e intuitiva, está gravemente enferma y lo que más le importa en el mundo es su hijo, por eso me aventuro a decir que quiere dejarle su propia versión de lo que ha sido su vida. 


El libro se acaba y seguimos sin saber muy bien cómo una mujer inteligente y con recursos económicos tropieza en la misma piedra y blablablá... Pero, contra lo que pudiera parecer, la no respuesta ya es una respuesta. Porque aunque no comprendamos que el mundo esté lleno de Christianes, ellas y ellos son el producto de un sistema que alimentamos entre todos. 

Recomendable porque es de nuevo una historia genuina donde el contenido y la forma, incluso cuando se desvirtúan, forman parte del mensaje; porque nos empuja a reflexionar sobre lo vulnerables y estúpidos que somos y a darnos cuenta de que muchas veces cuando juzgamos de forma categórica el comportamiento autodestructivo de algunas personas, no pretendemos encontrar soluciones, tan solo sentirnos bien. 



Otros títulos de Christiane F. reseñados en ULAD: Yo,Christiane F. Hijos de la droga

2 comentarios:

Lisandro dijo...

Estimados: mi nombre es Lisandro, soy de Rosario, Argentina. Su blog es de referencia para mí. Muchas veces, antes de comprar un libro, paso por aquí para ver si ustedes lo han reseñado. Esa autoridad tienen para mí.
Se me ha dado por comenzar un blog con reseñas. Apenas está comenzado, tiene solo tres entradas. Les dejo la dirección:

https://muerdetelibro.blogspot.com.ar/

Si tienen tiempo pasen y vean. Salud!!

Beatriz Garza dijo...

C