martes, 20 de marzo de 2018

Brian W. Aldiss: Bang, Bang


Idioma original: inglés
Título original: Brothers of the head
Traducción: Víctor Conill
Año de publicación: 1977
Valoración: Está bien

Díganme ustedes cuántas veces ocurre algo como esto: en apariencia un libro plantea algo interesante, lo que sea; su arranque parece confirmar esa impresión, la cosa promete. Pero continuamos adelante y el asunto parece desinflarse, el enfoque pierde vigor, o por algún motivo el texto se aleja de nuestras expectativas. Uno piensa: jo, era buena idea, se le podía haber sacado partido, se ha quedado a medias (claro, se me dirá: qué fácil es decirlo si no eres escritor. Pues sí). Lo han adivinado, eso es a grandes rasgos lo que pasa con Bang, Bang.

Brian Aldiss es un autor prolífico en materia de ciencia-ficción y literatura fantástica, y uno de sus relatos inspiró la relativamente famosa película A.I., rodada por Spielberg sobre un guión de Stanley Kubrick. En esta ocasión sin embargo se aleja claramente de esos ámbitos. Presenta Aldiss a un personaje poderoso que seguramente tendrá pocos parentescos en el mundo de la ficción; o mejor, dos personajes, o hasta tres: los siameses Tom y Barry Howe, en el hombro del último de los cuales emerge una tercera cabeza, aparentemente inerte. Los encontramos como dos fornidos muchachotes de aspecto y maneras salvajes que viven en un desolado paraje de la costa inglesa, un lugar cenagoso y batido por el viento que no parece muy lejano de los Fens, donde Graham Swift ubicaba la historia de El país del agua, si no recuerdo mal.

No se podrá negar que la cosa tiene un tono punk de cierta entidad, muy atractivo. Al lector casi le recorre un escalofrío solo de pensar en semejante fenómeno, algo que evoca violencia y aberraciones sin cuento, una existencia unos cuantos pasos más allá del límite de lo humano. Más aún cuando el libro arranca con una primera declaración, sincera y teñida de pesadumbre y horror retrospectivo, de la muy sensata hermana de los siameses. El padre de las criaturas es un tipo solitario, absorto en su trabajo con la fauna de la región, y que pasa bastante del panorama que tiene en casa, lo cual tampoco es para sorprenderse.

Como el relato está construido sobre testimonios de distintas personas que tuvieron relación con la pareja protagonista, el siguiente documento marca un cambio de rumbo en relación a lo que inicialmente esperábamos: el abogado Henry Couling es comisionado por un promotor musical para sacar a los Howe del páramo y hacer de ellos un buen negocio, explotando desde luego el morbo. Aquí el asunto toma un derrotero un tanto tópico que, en mi opinión, estropea el impacto inicial y, con los hermanos ya como grupo musical Bang, Bang, se inicia una serie bastante previsible de broncas y excesos, teñida de cierta moralina –tampoco muy definida- sobre la utilización del monstruo como gancho publicitario. Yo creo que Aldiss se mete en un terreno que no domina y la historia resulta un poco deslavazada. Entre los nuevos testimonios se puede destacar el personaje, algo más complejo, del compositor Paul Day y, sobre todo, de Laura Ashworth, convertida en una especie de groupie, cuyo personaje sirve para introducir el muy espinoso tema de las relaciones sexuales de los siameses. La cuestión hubiera dado pie a un buen abanico de escabrosidades, y hay que reconocer que Aldiss no lo rehúye pero tampoco se empacha, lo que es de agradecer.

Tratándose, como decía antes, de relatos parciales a cargo de los distintos personajes que giran alrededor de los Howe, se echa de menos un poco más de trabajo literario, todos hablan prácticamente igual, aunque sí hay que reconocer que el reparto de papeles –cada testimonio ocupa una determinada secuencia en la aventura de los hermanos- está bastante bien trenzado.

En definitiva, la sensación es de que Aldiss se queda un poco a medio camino, o mejor, que quizá le ha faltado atrevimiento (o recursos) para convertir la brutalidad de la idea inicial en una historia realmente potente. Sólo la parte final nos devuelve hasta cierto punto al desasosiego del principio, para lo cual parece determinante mantener a la criatura en ese enfermizo entorno natural que el autor presenta -en este caso sí- con solvencia . Ah, bueno, ¿y la tercera cabeza? Pues sólo adquiere algún protagonismo en ese tramo final, de forma bastante forzada y tal vez llamada a interpretaciones más metafóricas del relato, que sinceramente me interesan poco.

El volumen se completa con el más breve 'Donde las líneas convergen’, un curioso relato, con la tensión bien dosificada y de nuevo un buen escenario desolado, sobre cierta anomalía en la teoría de la evolución de Darwin.

P.D: Me he permitido poner la portada (a medio camino entre Dalí y Escher) de la edición en inglés, porque la única que creo que existe en español (la de Ultramar) es tan infantil y abominable que espantaría a cualquier posible lector de la reseña (pero mira lo que lee este tío, y tal).

11 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé qué decirte, yo creo que la portada que has puesto es más fea que la otra.

Carlos Andia dijo...

No creo que eso sea posible, Anónimo. Pero hay que reconocer que esta es también espantosa, y además equívoca, porque sugiere algún tipo de orgía sexual, lejos del tono general del libro. Hay que ver qué poco en serio se han tomado el libro todos los editores que ha tenido.

Gracias por tu comentario

Juan G. B. dijo...

Hola: yo estoy entre los dos: la otra portada es fea pero tiene ese aspecto de comic que la hace tener cierto gancho, mientras que esta aprece de un libro de psicoterapia sexual setentera... Bueno, sí,son horribles las dos.
Por cierto, deberíamos organizar alguna vez un concurso de portadas feas, porque incluso hoy en día hay algunas que ponen los pelos como alcayatas...; )

Carlos Andia dijo...

Juan, si hiciéramos ese concurso, como mucho podríamos dar el segundo premio, porque el primero ya lo tiene asignado el pobre Aldiss, en cualquiera de sus versiones.

lion dijo...

hay que leerlo

Carlos Andia dijo...

No sé si es a eso a lo que te refieres, pero desde luego lo de la portada no deja de ser una anécdota. El libro merece una lectura? Pues hombre, creo que decía Plinio que ningún libro es tan malo que no llegue a aportar nada, o algo así. Este en concreto tampoco es malo, prescindible sí, pero también curioso, porque no se ven cosas así muy s menudo.

Igual me he montado demasiada película con tu comentario, pero de todas formas gracias por participar.

Lupita dijo...

No sé si las portadas de la Nothomb con su jeta no dan tambien miedito..tienen algo muy perturbador.
Saludos

Oriol dijo...

Pues no sé qué decir. A mí, ambas portadas (tanto la que está en la reseña como la que no) me parecen decentes.

Hace poco leí La imagen de la bestia, de Philip José Farmer. Menudo horror de cubierta; salida del Anagrama más pulp. Letras que parecen hechas con el Wordart, una ilustración malísima en dibujo y color... No soy el mismo después de ver eso.

Para quien quiera comparar mi sufrimiento con el de Carlos: https://www.todocoleccion.net/libros-segunda-mano-ciencia-ficcion-fantasia/la-imagen-bestia-philio-jose-farmer-ed-anagrama-col-contrasenas-n-38-buen-estado-1981~x43864652

Un abrazo :P

Carlos Andia dijo...

Hay que reconocer que son terribles, si. Al final va a haber que hacer el concurso que dice Juan.

Juan G. B. dijo...

Estos días, en twitter se ha comentado mucho esta portada (entre gente aficionada alos libros, claro). No es la más horrorosa que existe pero también tiene lo suyo:
https://www.planetadelibros.com/libro-el-sueno-de-humboldt-y-sagan/263077

Carlos Andia dijo...

Jajajaja... El supuesto Sagan me recuerda a un personaje de cuento que creo que se llamaba la vieja madre Escarcha o algo así.