miércoles, 21 de marzo de 2018

Harkaitz Cano: El puente desafinado

Idioma original: euskera
Título original: Piano gainean gosaltzen
Traductor: Harkaitz Cano
Año de publicación: 2000
Valoración: está bien

En el año 2000 Harkaitz Cano probablemente era un gran desconocido para quien no leyese literatura en euskera (no había publicado todavía Twist, quizás su novela más leída), pero ya era una figura reconocida de la literatura vasca, por libros como Kea behelainopean bezala (1994), Radiobiografiak (1995) o la novela Beluna jazz (1996). De ahí que cuando el escritor decidió irse a vivir unos meses a Nueva York en busca de inspiración para su siguiente novela, se llevase un encargo extra del editor del injustamente clausurado diario Euskaldunon Egunkaria, Martxelo Otamendi: escribir una serie de crónicas sobre la ciudad para publicar en su periódico.

Estas crónicas son, al menos en parte, el origen de El puente desafinado (en el original, Piano gainean gosaltzen, "desayunando encima del piano"), en algunos casos de forma directa, y en otros, cabe suponer, con alguna adaptación. Así, a lo largo de las páginas del libro asistimos a la vida diaria de Harkaitz Cano (los paseos, el cibercafé desde el que responde a los emails, las fiestas nocturnas, las sucesivas mudanzas de casa...) y también a algunas "digresiones" sobre la historia de la ciudad (por ejemplo, sobre la construcción del Puente de Brooklyn o sobre el Harlem) y sobre su actualidad, en particular sobre las tensiones raciales y la violencia policial bajo el mandato de Giuliani.

La visión que Harkaitz Cano da de la ciudad de Nueva York tiene, diría yo, dos características principales: primero, intenta escapar del estereotipo turístico, y segundo, está tamizada por la cultura literaria, cinematográfica y musical del autor. En relación con lo primero, es llamativo que Cano no cuente ninguna visita a ninguno de los numerosos museos de la ciudad, y que apenas mencione de pasada algunos de los más conocidos monumentos de Nueva York (el Empire State, las Torres Gemelas, entonces todavía en pie, o el Chrysler Building, por ejemplo). Los únicos atractivos turísticos que sí reciben la atención detallada del escritor son la Estatua de la Libertad (que inspiraría, al menos en parte, su futura novela Belarraren ahoa, El filo de la hierba); Ellis Island, por donde pasó un antepasado de Harkaitz Cano en su emigración a los Estados Unidos, o las misas de gospel del Harlem.

La segunda característica es casi inevitable para cualquier visitante de Nueva York: el texto está repleto de referencias musicales (al jazz, uno de los géneros favoritos del autor, pero también a la ópera, el soul, el rock...), cinematográficas (Woody Allen, Taxi driver, Lulu on the Bridge...) y sobre todo literarias, con Paul Auster ocupando un lugar muy destacado entre muchos otros escritores que habitaron, visitaron o mencionaron Nueva York en su obra.

Así, el Nueva York que Harkaitz Cano nos muestra en El puente desafinado podría calificarse como "centrífugo": aunque las primeras residencias del autor se sitúan en el centro de Manhattan, a partir de ahí su interés se concentra cada vez más en los márgenes, las periferias, los barrios con tradición conflictiva y creativa, y sobre todo los lugares intermedios: ríos, puentes y, en menor medida, túneles. El propio Cano reconoce tener una fijación con los puentes, que se traduce en capítulos dedicados al Brooklyn Bridge, Manhattan Bridge y Williamsburg Bridge.

No cabe duda de que muchos de los capítulos del libro son interesantes, curiosos, divertidos: Harkaitz Cano combina sensibilidad y humor para mostrarnos el paisaje y el paisanaje de la ciudad, mezclando lo histórico con lo trivial y lo grandioso con lo ridículo. Lo que le falta al libro para ser un gran libro, en mi opinión, es ofrecer una visión de conjunto, la impresión de una comprensión profunda de la ciudad o de sus habitantes, una visión que no sea tanto la de un visitante ocasional sino la de alguien que se ha integrado y entrelazado en un lugar. Al final del libro nos quedamos con unas cuantas anécdotas, unas cuantas horas bien pasadas, pero no con la sensación de haber aprendido nada esencial sobre una de las ciudades más representadas por el arte y la cultura popular en este inicio del siglo XXI

También de Harkaitz Cano en ULAD: Aquí

1 comentario:

Il Gatopando dijo...

De Harkaitz Cano sólo he leído El filo de la hierba. No me alimentó las ganas de bucear en su obra, la verdad.

Sobre la ciudad de Nueva York vista a través de los ojos de un español (o vasco) -prácticamente un género literario en sí dados sus numerosos ejemplos- me tomo la libertad de adjuntar una reseña sobre De paseo por la ciudad que murió de éxito. Un libro que escribí tras pasar una década residiendo en la ciudad de los rascacielos. Ruego se me disculpe el atrevimiento.

http://www.espacioluke.com/2014/Enero2014/telleria.html