jueves, 26 de septiembre de 2013

Christopher Isherwood: Un hombre soltero

Idioma original: inglés
Título original: A Single Man
Año de publicación: 1964
Valoración: Recomendable   



Este autor inglés, nacido a principios del s. XX, que vivió cuatro años en Alemania abandonándola en el preciso momento en que Hitler ascendió al poder, narra en esta su última novela las veinticuatro horas más decisivas de la vida de un profesor inglés residente en California, dónde el mismo vivió desde 1945.

No voy a interpretar la novela (que Tom Ford llevó en 2009 al cine) como un testimonio de la homosexualidad de su autor pues las reseñas lo repiten una y otra vez dando lugar a que los lectores obtengan una idea equivocada. Entre personaje y novelista se da esa coincidencia, pero Isherwood no se limita a abordar esa faceta suya en sus escritos, sus intereses la trascienden tal como demuestra el conjunto de su obra, en la que encontramos, por ejemplo, tanto la novela como el guión que dieron lugar a Cabaret. Más allá de la anécdota –llámese homosexualidad, edad, alcoholismo, condición de profesor– se nos muestra a una persona en una etapa crucial de su vida, haciendo uso de su experiencia, dejándose llevar por sus debilidades, intentando superar sus traumas, sin demasiada consideración hacia sí mismo pero con la sabiduría justa para decidir su destino más cercano. No obstante, esa faceta autobiográfica otorga al protagonista una evidente autenticidad.

Lo que se plantea son cuestiones comunes, como la forma de encarar el futuro tras haber perdido a su compañero de repente, las dificultades para superar esa fase depresiva y continuar viviendo con dignidad, la necesidad de redibujar el mapa de los afectos y de planificar el futuro a partir de entonces. Pero la vida cotidiana viene empujando y el día a día condiciona más de lo que parece, nada sucede en abstracto, se producen desafíos, se plantea el dilema entre el impulso de encerrarse a llorar y la natural exigencia de afecto. En este caso, el reto consiste en acceder a las demandas de amistad, personificada en Charlotte, y sobre todo en enfrentarse a un alumnado adulto que analiza con lupa cada gesto. No falta esa ambigüedad de posturas, esa tierra de nadie, en la que simpatía, adulación y la dosificación del binomio cercanía-autoridad convierte la camaradería con los alumnos en una encrucijada sutil.

Todo transcurre en poco menos de veinticuatro horas, sin embargo, y con la mayor naturalidad, vamos conociendo el pasado del personaje, su carácter, la angustia, dudas y pensamientos así como el ambiente que le rodea y su forma de interpretarlo. Cambiando detalles y reacciones, podría tratarse del día a día de cualquiera.

El otro eje sobre el que gira la novela, junto con la pérdida, es la ideología. Al principio nos encontramos con un George que se cree espiado y diseccionado por unos vecinos bastante convencionales y, a su parecer, hostiles. Se siente distinto, pero esa es una sensación motivada sobre todo por su reciente condición de solitario y por su forma de pensar, que, a pesar de sus aprensiones, nadie puede conocer. A no ser que se sincere, y esto es lo que hace en el aula cediendo a un arranque momentáneo, ante la indiferencia y apatía de la mayor parte de su auditorio. Al plantear la cuestión de las minorías, George no solo está hablando de sí mismo. Sí, puede que sea un bicho raro, pero pertenece a un hábitat que le respeta e incluso le permite excentricidades, su extrañamiento radica, sobre todo, en su manera de verse.

Un protagonista que lo invade todo sin dejar de sorprendernos e intrigarnos, que inspira una simpatía algo compasiva, que desprende ironía y sinceridad, a quien podemos entender perfectamente y cuyo humor ácido nos retendrá durante ciento cincuenta páginas que resultarán cortas, probablemente.

Como colofón, se añade una entrevista realizada a Isherwood en 1973 por la publicación norteamericana Gay Sunshine Journal. 

3 comentarios:

Cities: Moving dijo...

Creo que etiquetar como anécdota a la homosexualidad del personaje principal en una novela de 1964 indica muy poca perspectiva histórica por tu parte. Me parece muy bien que abstrayendo se pueda ver que la trama expone problemas universales, que aplican independientemente de la orientación sexual del lector, pero quitarle relevancia al hecho de que el protagonista es gay es pretender que 'los lectores obtengan una idea equivocada'.

Montuenga dijo...

Cities, con la expresión "anécdota" no me refiero a la vida real sino al elemento narrativo que sea, en este caso un carácter, rasgo del personaje o como quieras llamarlo. Naturalmente, la orientación sexual es mucho más que una anécdota en la vida de las personas si es que consideras la palabra como una banalización.

Pretendo trasladar lo que el autor manifiesta en la novela, que es referirse a las minorías en el aula, partiendo del antisemitismo, y sin referirse a la homosexualidad para nada. Traslado: "Y os voy a decir otra cosa. Una minoría ejerce su propio sistema de agresión. Desafía a la mayoría a que la ataque. Odia a la mayoría (no sin motivo, lo confieso) incluso odia a las otras minorías porque todas compiten entre sí..."

Y en la entrevista dice: "Me gustaría bastante escribir una novela sobre la vida gay pero es muy difícil hacerlo. Nunca he escrito sobre relaciones homosexuales, solo algunas referencias en El mundo al atardecer y Un hombre soltero..."

Pero esa ha sido mi forma de interpretarlo. Estaría bien que leyeses la novela (mejor una edición que contenga la entrevista) y luego des tu opinión aquí mismo.

Cities: Moving dijo...

La verdad es que la tengo en la wish-list desde hace tiempo, así que tarde o temprano caerá. Saludos.