viernes, 30 de agosto de 2024

Benito Pérez Galdós: Tristana

Idioma original:
español
Año de publicación: 1892
Valoración: Muy recomendable (aunque algo deprimente)
 
Las vacaciones siempre me han parecido un buen momento para (re)leer a los clásicos: con más tiempo para dedicar a la lectura, sin las habituales urgencias del día a día, sin la presión constante de las novedades literarias, es el momento ideal para desempolvar esos libros que dejamos en la balda o en la mesilla de cabecera "para más adelante". Hace unos años, durante unas vacaciones de verano me "tragué" Fortunata y Jacinta de Galdós, una novela que me pareció fascinante, impresionante, magnífica. Este año he escogido una obra más modesta, en extensión y ambición: la novela Tristana (famosamente adaptada, ochenta años más tarde, por Luis Buñuel), que me ha impactado menos que la gran novela galdosiana, pero que aun así muestra el dominio narrativo de un autor en plena madurez. 
 
(Aviso de que esta reseña, dado que Tristana es un clásico ampliamente conocido, será más spoilery de lo habitual. Quien no quiera leer detalles del argumento, hoy tendrá que conformarse con leer el Marca o la hoja parroquial)

Tristana es, en su estructura más esencial, la historia de un triángulo sentimental: el que componen el quijotesco y lazarinesco don Lope; la protagonista, la joven e inocente (al menos al comienzo) Tristana, y el pintor Horacio. Tristana, huérfana empujada por la vida a la casa y a los brazos (y a la cama) del rijoso don Lope, parece encontrar una vía de escape a sus opresivas circunstancias cuando, durante sus paseos dominicales, conoce a un joven igualmente huérfano y soñador, con quien inicia una relación inicialmente platónica, después carnal, y en cuya descripción Galdós no nos ahorra las cursilerías y la construcción de un lenguaje propio característicos de las parejas de enamorados, sobre todo en los primeros tiempos de fascinación e idealización. Este mundo de ensueño se rompe, infelizmente, cuando Horacio acepta acompañar a su tía a Alicante para una temporada de descanso, y cuando Tristana contrae una enfermedad que le provoca terribles dolores y que lleva a la amputación de una pierna. Desmejorada y recluida nuevamente en casa debido a su discapacidad, Tristana se resigna a perder el amor de Horacio y a casarse con un envejecido Lope. La frase final es un ejemplo de ironía y ambigüedad galdosiana: "¿Eran felices uno y otro? Tal vez".
 
Si creyésemos en la numerología podríamos decir que en esta novela el número fundamental es el tres: además del triángulo de personajes (al que volveré a continuación), la estructura de la novela también es claramente tripartita: unos primeros capítulos en los que Galdós muestra su absoluta maestría en la creación de situaciones y personajes; el núcleo central, compuesto por la relación amorosa entre Tristana y Horacio, en el que Tristana "sale de su capullo" y se convierte en una mujer culta, independiente y con una fuerte personalidad; y el tercer acto, antitético del segundo, que incluye la enfermedad de Tristana, su amputación, la desaparición del amor y ese final anticlimático con Tristana, la "mujer libre", casada con un vejestorio y cocinando dulces conventuales para él. 
 
Con esta estructura, es inevitable pensar que Galdós nos presenta una visión desencantada y escéptica del amor o de la liberación de la mujer. De hecho, una de las grandes cuestiones que plantea la lectura de esta novela es saber si estamos ante una ridiculización de la idea de mujer independiente y libre (esa Tristana que aprende idiomas, pinta, toca el piano, cita a los clásicos y sueña con vivir su vida sin ataduras ni convenciones), o si se trata, más bien, de una constatación de que esa "nueva mujer" todavía no tiene cabida en la España de finales del siglo XIX. Quizás sea relevante recordar que, aproximadamente en la misma época de composición de Tristana, Galdós mantenía una relación apasionada y epistolar con Emilia Pardo Bazán (de hecho Tristana está llena de cartas entre amantes que pueden reflejar las que ambos escritores se intercambiaban, algunas de ellas recientemente publicadas), quien era una de las principales defensoras, en aquel momento, de este modelo de mujer liberada, independiente y profesionalmente activa. 

También el personaje de don Lope resulta interesante (y es algo que Buñuel explotará en su adaptación cinematográfica, alejándose en cierto modo del original de Galdós): como la propia Tristana explica cuando habla de él con Horacio, no se trata de un personaje demoniaco o completamente repulsivo, sino una curiosa mezcla de hombre con un alto concepto del honor y de su propia valía (al estilo de Alonso Quijano o del escudero del Lazarillo), y de viejo verde libidinoso que no tiene reparos en aprovecharse de una jovencita inocente que ha quedado a su cargo. El tercer acto, cuando don Lope ha perdido ya todos sus encantos juveniles y también una buena parte de su hacienda, nos muestra a un hombre que se resiste a ser humillado pero que es capaz de tragarse su orgullo por Tristana (aunque lo haga, quizás, egoístamente, confiando en que ella acabe por resignarse a quedarse con él, lo que finalmente ocurre). 

En comparación con estos dos grandes personajes, el de Horacio parece bastante más desdibujado: podríamos identificarlo con el personaje del "falso aliado" feminista que aparece en otras novelas de la época, como Insolación de la propia Emilia Pardo Bazán (con la que Tristana me atrevería a decir que tiene ciertas conexiones) o Desgarrada de la escritora portuguesa Alice Pestana, que ya reseñé por aquí. Se trata de personajes masculinos que asumen de forma más o menos explícita el discurso y los planteamientos feministas de la llamada "primera ola", pero que acaban traicionándolos para refugiarse en el convencionalismo social.

Volviendo al inicio, no se puede decir que Tristana sea una obra maestra al nivel de ambición o de perfección de Fortunata y Jacinta, pero, dentro de su menor extensión y amplitud, sigue siendo una pequeña joya de la que cualquier escritor podrá aprender, en lo que se refiere a la construcción de personajes o a la estructuración de la trama. Puede ser ideológicamente problemática, por cuanto parece negar (o incluso ridiculizar) la posibilidad de emancipación de la mujer, pero es también, en cualquier caso, un estudio magistral de un triángulo amoroso entre personajes complejos e imperfectos, cada uno a su manera.

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