martes, 13 de agosto de 2024

David Jasso: La silla

Idioma original: Español
Año de publicación: 2006
Valoración: Recomendable (o no)

La editorial Apache Libros ha rescatado lo mejor de David Jasso, autor español de terror que llevaba tiempo en mi lista de pendientes. Aprovechando tan propicia ocasión leo La silla, novela de culto que llevaba algún tiempo descatalogada.

Y lo cierto es que esta experiencia literaria no me ha decepcionado lo más mínimo; a fin de cuentas, La silla se devora de una sentada y resulta tan entretenida como inquietante. Aunque entiendo que no guste a todo el mundo; ni siquiera la disfrutarán aquellos amantes del género que no estén dispuestos a enfrentarse a un argumento lleno de crueldad.

En efecto, La silla es extremadamente cruel. En estas páginas, Jasso se transforma en un sádico demiurgo que hace sufrir lo indecible a sus personajes. A quien más atormenta (tanto en lo físico como en lo psicológico) es a Daniel, el protagonista de la historia.

Escritor de terror de cierto renombre, Daniel pide a su esposa Irene que lo ate a una silla con tal de documentarse para su próxima novela. Esta decisión se revelará particularmente desadortunada cuando una serie de acontecimientos le dejen inmóvil y amordazado en una casa aislada, con Irene muerta y su hijo Víctor, un bebé que no puede valerse por sí mismo, totalmente indefenso.

«La cosa tenía su gracia, tantos esfuerzos, tantos dolores, ¿para qué? (...) Sí, todo era una broma. Una broma enorme y desproporcionada. (...) Pasó un minuto, dos. Y seguí carcajeándome. Sin humor, sin alegría, cada risotada era un reto, un lamento. Tumbado boca abajo en el suelo, atado a una silla medio plegada. En el límite de la degradación humana. ¡Ja, ja! Risas violentas y ruidosas. No podía detenerme. Con mi esposa corrompiéndose en la cocina. Más carcajadas histéricas. Sí, era muy gracioso. Qué broma tan buena me habían gastado. Y había caído en ella como un pardillo. ¡Pfff! ¡Ja, ha! Y el hijo sufriendo una terrible agonía en el salón, eso si todavía vivía.»

Así pues, angustia, desesperación y claustrofobia son algunas de las sensaciones que transmite la novela de Jasso. Porque estamos frente a una agónica carrera a contrareloj en la que Daniel debe salvarse a sí mismo y a su bebé; estamos frente a una historia de supervivencia y degradación humana, narrada con toda crudeza y visceralidad.

La silla recuerda (en más de un aspecto) a obras de Stephen King como Misery o El juego de Gerald. Y aunque no alcanza la calidad y tensión de éstas, sigue exhibiendo un envidiable nivel y cierta personalidad autoral. 

Entre sus muchas virtudes destacaría que:

  • No puedes dejar de leerla hasta terminarla.
  • Exprime correctamente a su limitados premisa, escenario y elenco.
  • Tiene pasajes "gore" o escatológicos bastante logrados.
  • Juega adecuadamente con las expectativas del lector (por ejemplo, al mostrar cómo muere Irene, quien era la mujer que esperaba fuera de la casa del protagonista al inicio de la historia y cómo actúa la desdichada madre cuyo hijo se suicidó presuntamente a causa de un relato de Daniel).

Por otro lado, de La silla no me han acabado de convencer:

  • Su duración. Las puntuales digresiones del argumento y el estilo recargado dilatan el conjunto.
  • Su ritmo. Pierde fuelle en el nudo y nunca logra reponerse del todo.
  • Su humor. Aunque bien integrado en determinadas ocasiones y deliciosamente cáustico en general, sabotea el tono de ciertas escenas y mengua la tensión o angustia que éstas evocan.
  • Su desenlace. En él, Jasso se decanta por un giro sobrenatural algo efectista. Éste no me convence ya que, dado que no había sido anticipado, se antoja gratuito y forzado; además, sus implicaciones restan crueldad al concepto global.

La edición de Apache Libros que he leído está hecha con reverencia, cariño y mimo por la obra de Jasso. Incluye, además de La silla, dos relatos bastante resultones de clara vocación abstracta ("La rueda del autobús", sobre el desencanto vital, y "Las palabras", sobre el bloqueo creativo); también presenta varios prólogos (demasiado entusiastas, a mi juicio, y que sólo cuentan batallitas de quienes lo firman con el autor), unos curiosos agradecimientos e incluso unas entrañables tomas falsas.

No hay comentarios: