martes, 20 de agosto de 2024

Chris Frantz. Amor crónico


Idioma original: inglés .
Título original: Remain in love
Traducción: Iñigo García Ureta.
Año de publicación: 2020
Valoración: bastante recomendable.

Una puesta en contexto muy rápida: Chris Frantz formó, junto a su esposa Tina Weymouth, la base rítmica, él a la batería, ella al bajo, de los Talking Heads. Banda mítica en su época, influencia aún presente tanto en la mezcla entre rock y ritmos más bien funk como en cierta actitud intelectual. Eran estudiantes de arte tocando instrumentos y se valoraba más su actitud creativa y transgresora que su eficacia técnica. En lo sonoro, desde engendros como los Red Hot Chilli Peppers hasta bandas inquietas como Arcade Fire o Vampire Weekend tienen cierta deuda con el cuarteto neoyorquino.

Amor crónico se subtitula como Memorias de Chris Frantz y es, desde su portada en que recrea grafía y maquetación (incluso título, que la traducción traiciona) de su obra maestra Remain in light, una obvia apelación no solo al fan enfebrecido, alguno habrá aunque la proyección comercial no era una obsesión de la banda, si no hasta al mero interesado en una época (la del 77 al 85, más o menos) de efervescencia creativa, de cierto frenesí cultural que puso al eje Londres-Nueva York en el centro de las manifestaciones artísticas de vanguardia. Frantz me sorprende algo en la proporción. Más de la mitad de estas quinientas páginas largas están dedicadas a hablar de su niñez, su juventud y todas las vicisitudes de la banda previas a la publicación de su primer disco, 77, las vidas de sus miembros como - algo que a veces se ha criticado - hijos de clases medias o relativamente acomodadas que optan por dedicar su vida a actividades inciertas. El libro es particularmente fascinante, y se lee de forma voraz, entre esos primeros conciertos en el CBGB y la configuración del grupo, mientras Frantz detalla tanto la precariedad económica como los avances sonoros y el ascenso dentro de la escena local mientras salen de gira como teloneros de otros grupos. 

Por supuesto las menciones a otras bandas de la época (Ramones, Blondie, Television, Clash) sitúan en contexto la narración y nos damos cuenta del excitante momento en que todo tuvo lugar, de lo intenso y persistente que fue, y eso Frantz sabe ponerlo en palabras de manera eficaz, si bien he de decir que la perspectiva es subjetiva y hay dos cuestiones que surgen constantemente a lo largo del texto y que pueden llegar a condicionar al lector: la primera es el amor inconmensurable que Frantz manifiesta a lo largo de todo el libro por su esposa. Las menciones son constantes y el libro casi podría definirse - otra vez el título - como un homenaje a Tina Weymouth, lógico en todo caso para quien ha sido compañera de banda y de dormitorio, chocante en un mundo donde las relaciones de largo plazo no suelen producirse. La segunda cuestión, corriente de fondo constante, es el conflicto con David Byrne, vocalista y frontman de la banda, cuya figura recibe constantes reproches, desde su obsesivo control hasta la supuesta tendencia a decidir unilateralmente y apropiarse de forma personal de lo que, según Frantz, eran logros colectivos y productos de un esfuerzo conjunto. En este punto, y sin poder contar con el contrapunto de un Byrne siempre críptico y poco dado a los titulares, el libro parece demasiado una oportunidad para el ajuste de cuentas, algo que no deja de formar parte de la clásica lucha de egos presente en muchas bandas de rock, pero que quizás desluzca el conjunto y aleje la obra del clásico ejercicio de autoadulación ligeramente narcotizado que suelen ser estos libros y lo acerque al lanzamiento desafiante de guante que, de momento, no parece haber sido recogido.

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