martes, 20 de octubre de 2020

Elizabeth Duval: Reina

Idioma original: español

Año de publicación: 2020

Valoración: interesante, pero ingenuo

Declaro abiertamente que empecé a leer Reina con la mejor de las actitudes, cuestión que no negaré que pueda ser un paraguas protector: hay libros cuyo contexto parecen obligar a un pronunciamiento favorable a priori. Autora joven (creo que no mencionaba tal circunstancia desde que reseñé a Jenn Diaz, ha llovido mucho), perteneciente a ese pujante universo LGTB, notable activista y de popularidad ascendiente que se ha ganado a pulso con las más variopintas pinceladas de presencia mediática. Actualmente, estrenada la veintena, residente en París donde cursa un doble grado en esas carreras que, se dice aquí y lo considero muy triste, abocan al paro, una de ellas, claro, Filosofía.

Digamos que un escenario propicio para esperar cualquier cosa, incluyendo, por supuesto, descaro, osadía, prepotencia, contundencia, intimidad, sea en lo personal, sea en lo meramente intelectual, sea en lo estrictamente literario. Porque Reina es, primero de todo, un diario de una estudiante fuera de su ciudad natal (Alcalá de Henares), y ya sabemos, otro estereotipo, lo que es la vida de los estudiantes ubicados en las grandes ciudades europeas, cuajada de fiestas, de relaciones, de libertad de movimiento, etc. (a no ser, ejem, que se presente una pandemia). 

Todas estas cuestiones, por supuesto, posteriores al, para mí, desprendimiento necesario de la primera capa de la novela. Ya reseñando a Paul B. Preciado, al que se dedican algunas páginas de este libro, anoté la conveniente separación del proceso fisiológico de la adecuación de género como elemento temático, como manera de desnudar el hecho, despierte la lógica curiosidad a cierto lector, del núcleo literario, de la expresión artística pura del autor. Y agradezco a Duval que haya limitado la presencia de ese hecho a dos párrafos, casi gemelos, en los que enumera su toma periódica de fármacos que permiten su transición. Permiten evitar la elusión, ahuyentan a los morbosos que aquí no encontrarán carnaza, y encuentran su acomodo. Pero también, por contraste, aislan, de forma algo cruel, la falta de fuerza de algunos de los planteamientos. Reina pasa a ser, entonces, una especie de "bitácora de Erasmus", reducido a los vaivenes de una estudiante de primeros cursos de carrera en una ciudad fascinante, con sus devaneos emocionales, sus relaciones de amistad, sus escarceos sexuales resueltos, sorprendentemente, de forma algo pacata, desde luego muy poco lúbrica (para ser lectora confesa de Houellebecq), en general, demasiado cercano para mi comodidad crítica a una letanía de encuentros, diálogos y elucubraciones de aromas tardoadolescentes, que desprenden, demasiado a menudo, cierto aroma algo pretencioso, influencia segura de sus estudios en Filosofía y Literatura, con su oportuno namedropping y su lógica querencia por rematar párrafos con expresiones en francés, no siempre entendibles, no siempre necesarias.

¿Significa ello que el libro no me ha gustado? Pues no exactamente: significa que si Duval tiene la intención de que la literatura sea, digamos, su expresión artística o su ocupación principal, deberá, tiempo desde luego tiene por delante, desenfocar su obra de su mera existencia y de su experiencia propia. Dudo que tan pronto quiera encasillarse como alternativa de autoayuda a la comunidad trans. Desprenderse también de esa capa, la ligeramente narcisista por la cual se cuela esa percepción, la de que es una chica joven e intelectual que abandera un cierto activismo en el que encontrará curiosos y aduladores que van a aplaudirla por todo su envoltorio y quizás, siento decirlo así, prescindan de buscar mucha profundidad literaria.

Las veinte páginas finales, por cierto, en las que la autora se enfrasca en una suerte de ensayo de justificación/coartada de la concepción y desarrollo del libro, confirman, gracias S.P.I. por la oportuna asistencia en las sensaciones sobre la obra, que la novela no acaba de hilvanarse como tal: una mera yuxtaposición de 140 páginas de diario algo frívolo más 20 páginas de relativa (relativa: 20 años) empanada intelectual.

6 comentarios:

Santi dijo...

Pues sí, como comentas en el párrafo final, nuestras impresiones son bastante parecidas: me da la impresión de que es una obra que no ha conseguido resolver algunas de las tensiones que se le planteaban.

Por una parte, parece que Elizabeth Duval quiere desprenderse (así lo dice en el texto) de su responsabilidad como "representante del colectivo trans", que le correspondió desde muy joven, y pasar a escribir como estudiante-universitaria-de-Filosofía-que-vive-en-un-país-extranjero. Lo que pasa es que, realmente, ese diario de estudiante Erasmus (aunque en este caso no sea exactamente Erasmus) no consigue elevarse más allá de la narración de lo cotidiano.

Por otra parte, siendo Elizabeth Duval una estudiante de Filosofía, ensayista y pensadora ya con un cierto reconocimiento, resulta sorprendente que la obra no tenga más calado reflexivo, y sobre todo, como tú también dices, que la combinación de narración y reflexión sea tan poco fluida. Parece ser más una suma de elementos diferentes, pero sin converger ni apoyarse mutuamente.

Las comparaciones son odiosas, y no se trata de lanzar a una autora contra otra, pero por ejemplo cuando se lee la recién premiada Cambiar de idea de Aixa de la Cruz, lo que se encuentra es una narración autobiográfica o autoficcional (eso en realidad no es lo más importante), que va dando lugar, de forma natural y orgánica, a una reflexión más amplia y teórica sobre feminismo, compromiso, género, etc. Quizás se deba a que Aixa de la Cruz tiene ya un bagaje como narradora, y aplica esos conocimientos (quizás intuitivos) a su propia vida, mientras que Elizabeth Duval tiene por ahora menos experiencia en la narración...

Elena dijo...

Pues no lo hubiera podido reflejar mejor. Mi sensación de quiero más, más profundo menos superficial, menos tabaco y menos francés y más páginas como las últimas 20. Mientras llega la siguiente obra suya, me he enamorado de Cambiar de idea, Panza de burro o Cómica, entre otras muchas.

Santa Sade dijo...

Morralla pusilánime

Paula dijo...

Gracias por la reseña. Me interesan mucho los libros sobre feminismo, y gracias al foro he encontrado varios que he leído. Con el comentario de arriba me han dado ganas de leer Cambiar de idea de Aixa de la Cruz :).
Leí hace poco "La mujer molesta", del que hablasteis muy bien en el blog recientemente, y no me gustó mucho. Lo que la autora quería expresar me pareció brillante, pero en mi opinión se centraba más en un repaso de las posturas feministas a lo largo del siglo XX que en el verdadero mensaje que quería transmitir (para mí súper interesante).
De momento, con éste (Reina) no me animo. Creo que una autora de 20 años puede ser brillante, pero no experta en un tema tan complejo (pero es solo mi opinión). Pero seguro que escuchamos más de esta autora en el futuro.
¿Me recomendáis más libros sobre el feminismo?
Gracias :)

Lupita dijo...

Hola, Francesc:

Como sé que te gustan los comentarios largos, voy a explayarme plácidamente.

Hace algún tiempo que empecé a interesarme en comprender las teorías sobre género e identidad sexual, así como otras ideas rupturistas con la educación recibida por la generación a la que pertenezco (se supone que la X, vamos)

Esto es por dos razones:
1. Por afán de conocer, ya que aunque todo cambia muy rápido, quiero saber qué sucede.
2. Para entender a la generación que está creciendo con estos valores, con las formas de comunicación e información actuales y sus "representantes" (o personas en las que reflejarse)

Cuando salió tu reseña, y aprovechando que estoy aislada en una habitación de mi casa, empecé a buscar información de esta chica; una cosa me llevó a otra: de ella a Paul B. Preciado, a un cómic sobre Género Queer ,y a una gran variedad de temas y formatos.
Antes de empezar el libro, y habiendo leído tu reseña más bien de modo somero para que no me condicionara mucho, la primera impresión que tenía de lo que Elizabeth Duval contaba se puede resumir en: WTF?

Y empecé el libro. Empanada mental me parece muy acertado para un compendio de historias a medias, como si se las contara a sí misma, de citas de frases y nombres sin saber a cuento de qué vienen, y de algo que parece un corta y pega de notas tomadas en servilletas de cafeterías.

Me hubiera gustado leer algo más hilvanado, que no pareciera escrito para su yo del futuro. Al final el resultado queda entre mediocre y pretencioso, y es una pena. ¿Le ha faltado trabajarse los textos o es que aún no tiene rodaje para hacerlo mejor?

Esta es mi impresión, leyendo a ratos porque me resultaba confuso y aburrido. Interesante lo que cuenta, pero todo a medias.
Y soy una persona benévola. ¿Tiene potencial para hacer algo mucho mejor? Creo que sí.

Saludos

Francesc Bon dijo...

Bien, gracias por los comentarios y curiosas reacciones algo pendulares, pero creo que a una escritora de esa edad hay que darle oportunidades. No es que este libro sea un desperdicio de tiempo, y algunas de sus manifestaciones parecen insinuar que es un corte de cordón umbilical con ese universo reducido, pero igual esa mezcla desigual de reivindicación de cierta frivolidad normalizadora coloca al lector ante una cierta desazón. Me alegro, por eso, de que la gente se interese por su obra y se manifieste sobre ella, creo que le ayudará en su progresión, pero quizás también le ayude alejarse del foco mediático global.
Y Lupita, claro que me gustan los comentarios largos, solo espero que tu aislamiento se resuelva de la mejor manera.