Año de publicación: 2018
Valoración: recomendable
Entre el grupo de escritores, y sobre todo escritoras, que están sacudiendo y renovando la ciencia ficción escrita en español y/o en España (Elia Barceló, Sofia Rhei, Nieves Delgado...), Cristina Jurado ocupa un lugar destacado por derecho propio. No solo por su propia creación de relatos, novelas y novelas cortas, que la han llevado a ganar varios Premios Ignotus (los premios de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror), sino también por ser la editora de la revista Supersonic, igualmente premiada en varias ocasiones. Bionautas es su segunda novela, después de Del naranja al azul, con la que, porque lo que he podido averiguar, comparte universo, historia e incluso personajes (sin ser exactamente una precuela o secuela).
Bionautas es frecuentemente descrita como una "novela de primer encuentro", es decir, aquel género de narración o película que muestra el primer contacto entre series de diferentes civilizaciones o especies. En este caso, el encuentro entre los humanos y los "bionautas" del título: unos series que son física y genéticamente muy semejantes a nosotros, aunque con algunas diferencias esenciales. Por ejemplo, han renunciado casi totalmente al lenguaje oral; se comunican entre sí a través del neurotema, una especie de mente-colmena colectiva; han renunciado o perdido casi completamente la capacidad de sentir emociones... Los bionautas, exiliados de su planeta original, viajan por el espacio incansablemente en expediciones pacíficas de exploración - hasta que llegan a la Tierra.
Este es el universo de ficción de la novela; la trama, que tarda un poco en terminar de arrancar (porque el world building exige su tributo), se centra en una improbable familia compuesta por un bionauta, Elio, dos humanos, conocidos como Padre y Madre, y la hija de todos ellos (sí, eso es), Lily. De hecho, toda la novela está compuesta por el contenido de una narración que Elio graba para Lily, intentando explicar de dónde vienen esas visiones y esas voces que pueblan su cabeza. En un largo monólogo, Elio le cuenta su llegada a la Tierra, su primer contacto con el planeta y con los humanos, su encuentro con Padre y Madre...
Casi todas las reseñas que he leído para preparar esta se centran en uno de los grandes temas, no solo de esta novela, sino de buena parte de la ciencia ficción como género: qué es lo que nos hace humanos. ¿Es nuestra capacidad de sentir empatía? ¿Nuestra capacidad de comunicarnos? ¿O es una simple cuestión biológica o genética? El hecho de que Elio, y también otra bionauta llamada Siri, tengan una mayor predisposición para la empatía, ¿los hace más humanos? ¿Es eso lo que permite que se relacionen con los terrestres en un plano de igualdad, e incluso llegue a formar con ellos un nexo amoroso y familiar? También encontramos en Bionautas, aunque de forma menos explícita o amplia que en 36, de Nieves Delgado, la cuestión sobre los límites de lo masculino y lo femenino, la relación entre cuerpo, género y sexualidad.
Sin embargo, no eran esos los temas que más me resonaban mientras leía Bionautas, sino, precisamente, la del encuentro (o choque, como diría Huntington) entre civilizaciones. Quizás porque, como creo que ya he contado por aquí alguna vez, estos últimos años he enseñado una asignatura llamada "Viajes y encuentros culturales", en la que leíamos las cartas de Cristóbal Colón o de Pero Vaz de Caminha, o los relatorios de Hernán Cortés, a medida que leía Bionautas reconocía muchos de los elementos que comentaba con mis alumnos en esas clases: las diferencias culturales y sociales, las suspicacias y los intentos de aproximación, los engaños y sobornos... También la cuestión lingüística, que se ha convertido en un tema central de la ciencia ficción contemporánea (véase Arrival) o, cómo no, el problema de la introducción de infecciones y la transmisión de enfermedades.
Todo eso se encuentra en esta novela, y también, sospecho, en casi cualquier otro texto de "primer contacto", me pregunto si por contaminación consciente o por fuerza de la tradición. Y esta larga línea de "primeros encuentros", que atraviesa la historia de la Humanidad, lleva a plantearse si existe otra versión alternativa de estos encuentros; si es posible conocer sin colonizar, convivir sin imponerse, conocer sin destruir. Son naturalmente cuestiones sin respuesta clara, aunque la experiencia histórica parece indicar que no debemos ser demasiado optimistas a este respecto.
Tampoco Cristina Jurado parece serlo, al menos a gran escala; sin embargo, en escalas más pequeñas, de lo individual, lo íntimo, lo pequeño, se diría que la empatía, la compasión por el otro es capaz de atravesar las distancias lingüísticas, culturales o incluso biológicas. Es eso, creo, lo que puede intentar enseñarnos la historia de Elio, Padre, Madre y Lily. Si eso es suficiente para compensar los horrores anteriores -si las pesadillas de Lily van a desaparecer después de oír la narración de Elio- es una cuestión diferente, que tal vez Cristina Jurado explore en su siguiente novela...
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