Idioma original: portugués
Traducción: Roser Vilagrassa
Año de publicación: 2012 (en castellano, 2019)
Valoración: Se deja leer
Reconozco que tengo una idea muy limitada acerca de la obra de Fernando Pessoa, aunque tengo entendido que la mayor parte fue publicada después de su muerte. Así que, a la vista de este librito publicado por Acantilado el año pasado, me arriesgaré a decir que me parece por encima de todo un trabajo de bibliógrafo, el rescate de textos perdidos con los que satisfacer a completistas y estudiosos. Un trabajo, eso sí, muy bien hecho y editado con pulcritud, con la firma de Ana Maria Freitas, también responsable de otros volúmenes de Pessoa publicados por la misma editorial. Como es natural, Freitas debe ser experta en este autor sobre parte de cuya obra nos ilustra en el prólogo, explicando el conocido uso que Pessoa hace de los heterónimos, la conexión entre distintos textos y parte de la labor investigadora que dio lugar al libro del que hablamos hoy. Se trata en su mayor parte, nos cuenta Freitas, de esbozos, fragmentos o relatos inconclusos que tienen en común poco más que el aspecto exterior de un material narrativo y una extensión casi siempre escasa. Alguno de ellos fue escrito en el reverso de varios sobres, una cosa bien romántica y muy literaria, desde luego.
Hay que agradecer también a la editora y prologuista que nos ponga en antecedentes sobre algunas singularidades de los relatos. Se refiere a varios de ellos como ‘cuentos estáticos’, es decir, en los que no hay acción alguna, sino una corriente de reflexiones de diversa índole que un personaje (normalmente un individuo solitario más o menos misterioso: el mendigo, un ermitaño, un borracho) comunica a otro sin solución de continuidad. Gracias a la advertencia el shock del pobre lector queda un poquito atenuado, porque justamente son los tres o cuatro ‘relatos’ iniciales los que más decididamente muestran este formato. Aparece ese hombre peculiar y en dos líneas ya está lanzando su perorata sobre la vida y la muerte, la existencia, los placeres… pido disculpas porque sinceramente no me he detenido mucho en los detalles, pero las disertaciones suenan alguna vez a Coelho (con perdón), unas cuantas más a Cioran, y en ocasiones tienen un cierto tinte esotérico que se explica por algunas aficiones del poeta portugués. Vamos, que serán textos muy interesantes para quienes deseen profundizar en el pensamiento de Pessoa, pero seguramente para nadie más. Así que no sé cuál es el criterio para haber colocado los cuentos en ese orden, pero parece hecho a propósito para que el lector abandone cuanto antes.
Porque un poco más adelante las cosas mejoran hasta cierto punto. La afición de Pessoa hacia el ocultismo y cosas de esas se deja ver en El peregrino, el relato más largo y más elaborado, aunque también está inconcluso. Si bien nuevamente se inicia con la aparición de un misterioso hombre de negro, aquí sí que encontramos desarrollo, aunque también muy peculiar. El cuento tiene un indudable aroma a Las bodas alquímicas de Andreade por lo que es también un viaje iniciático; pero puede verse igualmente como una larga parábola en la que se van desgranando las virtudes que deben adornar al ser humano, y que el protagonista va encontrando en las sucesivas mujeres de las que se va enamorando. Una vez más el contenido responde con claridad a las reflexiones filosóficas de Pessoa, pero resulta mucho más gratificante para el lector. Incluso cuando se interrumpe la narración y se completa con unas notas rápidas sobre su posible continuación el texto adquiere una mayor agilidad que hace más fácil la comprensión del conjunto.
Lamento no tener el libro a mano (y no tener costumbre de tomar notas), porque hay algunos relatos más que tienen cierto interés. Uno es el titulado Maridos, en que la voz la tiene una mujer que se ha cargado al suyo, y hace un alegato muy pasional durante su juicio. Es una mujer asqueada de su vida de esposa hasta el fondo de su existencia, y es el suyo un muy duro discurso que podría definirse como feminista avant la lettre, una pieza rompedora que, lejos de quedarse en la superficie de hechos cotidianos, escarba en el derrumbe de toda una vida de una forma realmente sorprendente. Lo que podría parecer la otra cara de la moneda es el titulado (creo) El papagayo, donde se confiesa un hombre cuya personalidad va quedando borrada de forma inexorable por su pareja, otro ejemplo de esas existencias consumidas por las circunstancias, por una elección errónea o por el destino mismo.
Otros cuentos son apenas inicios truncados, asomos de historias sin continuidad, que hacen pensar hasta qué punto Pessoa pudo haberles dado desarrollo y convertirlas en historias más o menos poderosas. Nos quedamos con las ganas de saberlo, pero es lo que tienen este tipo de ediciones de material inédito o disperso, que al erudito le resultarán apasionantes, pero al lector estándar, aun cuando pueda encontrar destellos de verdadero interés, le dejan un tanto descolocado.
Otras obras de Fernando Pessoa en ULAD: Libro del desasosiego, Quaresma, descifrador, El banquero anarquista
9 comentarios:
Sucede que Pessoa (palabra que, por cierto, en portugués significa "persona") era un creador muy especial, y de él puede decirse (como de Kafka o de Proust) que su "persona" (su personalidad real) es mucho más fascinante que cualquiera de los personajes por él inventados (y también de muchos personajes ficticios concebidos por otros).
Desde niño Pessoa creó infinidad de pseudónimos (o, como él les llamaba, heterónimos). Pero no es simplemente que escribiera textos y luego los firmase con un pseudónimo, sino que cada heterónimo tenía una personalidad propia y singular, de modo que escribía los textos según un temperamento y un estilo particulares propios de ese heterónimo concreto.
La lista de heterónimos de Pessoa es inagotable, pero entre los más conocidos y prolíficos están Álvaro de Campos, Bernardo Soares, Alberto Caeiro y otros. Con el heterónimo Rafael Baldaya escribió textos de parapsicología, lo cual era una curiosa afición de Pessoa. También tiene poemas escritos en inglés (Pessoa, pese a ser portugués, vivió su infancia en Sudáfrica, por lo que hablaba inglés perfectamente) con autoría firmada por otros heterónimos como Alexander Search.
Aunque Pessoa nunca dejó de escribir, en su vida publicó pocos textos, la mayoría de ellos poemas autoeditados en la revista Orphéu, que publicaba junto a unos amigos poetas de Lisboa.
Al morir, con 47 años, se encontró en su habitación, dentro de un baúl, una enorme cantidad de manuscritos, desordenados y anotados con letra no siempre legible. El hallazgo fue sorprendente, pues casi todo lo que había guardado en ese baúl superaba en calidad a lo publicado en vida, y gran parte de ello era realmente portentoso.
Hilando múltiples escritos de ese baúl se publicó el "Libro del desasosiego", su obra en prosa más leída.
Los relatos a que se refiere la entrada son textos en prosa, en su mayor parte fragmentarios e inacabados, o sea, borradores de cuentos. Para los seguidores de Pessoa, que son/somos muchos, la lectura de estos textos es un festín. Para quienes no sean "fans" del autor, es probable que no tengan mucho interés.
Sandra Suárez
Muy interesante comentario, Sandra. Otro heterónimo importante de Pessoa es Ricardo Reis. Saramago tiene una novela ("El año de la muerte de Ricardo Reis") que alude a él. Gracias a tod@s los que hacéis ULAD.
Pues está claro que todo lo de este librito ha salido de ese baúl. Así que, como dice Sandra, seguro que resulta muy interesante para los fans de Pessoa; para los demás, pues eso, que hay cosas rescatables y otras bastante prescindibles.
Gracias a los dos por vuestras opiniones.
Al leer la entrada y los comentarios me he acordado de este texto (poema?) de Saiz de Marco titulado REUNIDOS :
Coincidieron en el mundo a la vez
así que podrían haberse reunido
y Machado diría
-yo soy triste desde que murió mi mujer
de tuberculosis con 18 años
y Kafka explicaría
-yo soy triste a causa de mi padre
era tan despótico y despreciativo
y Proust por su parte
-yo creo que soy triste por culpa del asma
y entonces Pessoa
-pues yo no soy triste por nada en concreto
nací triste, eso es todo
Y luego se habrían despedido
-adiós, Fernando
-Marcel, buenas noches
-hasta más ver, Franz
-fue un placer, Antonio
se habría marchado cada uno a su hotel
y en la soledad, con una hoja en blanco
se aplicarían a escribir
sin reparar en sus ojos de pronto encendidos
sin atisbar ese extraño rictus de alegría
sin entrever su propia
felicidad
Hola,Carlos:
No encontré el libro que reseñas hoy pero me has despertado una impaciente ansiedad por leer a Pessoa, pero el Libro del desasosiego.
Lo leí hace años, deprisa y mal, y me enteré de poco. Solo saqué la imagen de un hombre triste y solitario que se queja de que nadie le quiere y de que sus historias ni siquiera las escucha el camarero que le sirve las copas. Me dió pena; le sentí pequeño, blando, suave, “saudoso”. Hace ya tiempo me interesan más los autores que las obras que escriben.
Tiempo después me contó un amigo, muy fan de Pessoa, que treinta o cuarenta años más tarde de su muerte, los portugueses enterraban a un insigne en los Jerónimos y pensaron trasladar también allí los restos de Pessoa, que había adquirido ya relevancia internacional, a un cuadrado que abrieron al efecto. Cuando fueron a exhumar su cadaver,en el cementerio en el que estuviera, lo encontraron incorrupto. Y como no cabía en el nicho le rompieron las piernas. Digo: Pobre hombre, hasta de muerto.
Asi que ya me pongo a ello.
Saludos
Muy interesante.. Mayor Thompson
Interesantes aportaciones las que hacéis. Muy curioso el poema, menudo ramillete de primeros espadas teñidos de melancolía (bueno, Machado quizá no tanto). Y la anécdota del pobre Pessoa, Beatriz, qué fuerte!
Muchas gracias a todos por estar siempre ahí, acompañándonos.
Machado fue un enorme poeta, primer espada por supuesto. Su poesía destila melancolía y nostalgia, por lo que está muy bien traído.
Puede estar a la altura de cualquiera de los otros citados, no nos dejemos deslumbrar por el prestigio extranjero, los campos de Castilla pueden ser tan hermosos y poéticos como cualquier paisaje de la obra de Proust.
Últimamente parece que no me explico demasiado bien. Pero por favor! Claro que Machado es un grande de la literatura! Quería decir que quizá su obra no está tan definida por el rasgo de la melancolía como en los otros autores que se citan, no qué sea inferior a ellos de ninguna manera.
Gracias por el comentario, porque me ha permitido aclarar la cuestión.
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