Año de publicación: 2020
Valoración: está bastante bien
Sí, vale, de acuerdo, ya sé lo que estaréis pensando: "ya está otra vez este pesado que si los nazis y los fascistas y el rey que rabi... bueno, el rey mejor no, que encima nos soltará la chapa republicana. Total, si ya sabemos que no es más que una excusa para insultar a esa pobre gente, en vez de hablar de las cosas de la literatura que de verdad nos interesan, como el uso de la analepsis en la narrativa de William Gaddis..." Bueno, pues NO. O, mejor dicho, sí, pero no... Es cierto que éste de hoy es un librito sobre supuestos "nazis" y "fascistas", pero contado de una manera amena y hasta graciosa, ilustrado con unos dibujicos de los más salao... ¡Que todo no va a ser rechinar y crujir de dientes, concho! (Eso no significa, por otra parte, que sea menos riguroso que los sesudos ensayos que leen mis compañeros y que tanto agradan a nuestros seguidores).
Este libro, Todos nazis, que lleva el esclarecedor subtítulo Cómo España se llenó de "fascistas" hasta que llegaron los fascistas -atentos a las comillas y el subrayado-, es el último publicado por el dibujante/caricato (y creo que arquitecto de formación, pero tranquilos, que no se le nota) Aleix Saló, bastante conocido en la última década por publicar una serie de videos y libros humorístico-explicativos sobre la crisis económica y sus derivadas; de hecho, el término "Españistán", que aparecía en uno de ellos, llegó a sintetizar la percepción que mucha gente crítica con el statu quo tenía de España después, aunque también antes, del pinchazo de la burbuja económica. Por último, Saló también le puede sonar a alguien porue participa en una tertulia de humoristas gráficos que se lleva a cabo en un programa de la cadena SER.
Bien, pues presentado el autor, vamos al lío: Todos nazis no es una semblanza colectiva de los líderes de la NSDAP que consiguieron refugiarse en Españ... digooo Sudamérica y/o se convirtieron en colaboradores de las potencias vencedoras en la guerra mundial... Lo que hace Saló es un repaso a la evolución de la derecha y sus primos ultras durante los últimos 15 años, en España y otros países. El punto del que parte es la utilización del término "nazi" como invectiva contra sus adversarios de la izquierda y de los nacionalismos periféricos por parte del Partido Popular y aledaños, a raíz de su ¿inesperada? derrota en las elecciones de 2004, como parte de una estrategia de agitación continua, copiada no ya de la izquierda más o menos radical, sino de los propios grupos antisistema. Estrategia que se contagió, además a otros partidos más nuevos de la derecha, como Ciudadanos y UPyD (bueno, en este caso, sobre todo Rosa Díez, así que tampoco hay que tenérselo muy en cuenta...) e incluso a los miembros más adinosauriados del PSOE... mientras, por supuesto, se seguía utilizando tal epíteto tanto en la izquierda como algunos políticos independentistas. Este discurso de la derecha española continuó hasta que su versión a calzón quitao empezó a tener cierto éxito electoral a partir de 2018; entonces, los mismos partidos que habían llamado "nazis" y, en menos medida, "fascistas" (1) a todo quisque, dejaron de usar esos calificativos para poder así negociar con los verdaderos neofascistas, llegando para ellos a quiebros dialécticos bastante elaborados... Aunque lo más divertido no fue el cambio dialéctico llevado a cabo por los políticos, al fin y al cabo, en decir Diego donde habían dicho digo, sino entre los medios de comunicación afines, que en su momento habían ido mucho más allá y ahora se veían obligados a plegar velamen (2). Para encontrar, además, o al menos en un primer momento, el desprecio de esa misma extrema derecha a la que ponían paños calientes, que todo hay que decirlo.
Por supuesto, Aleix Saló también le da un repaso bastante esclarecedor a la ideología, líderes y votantes de ese partido que ha usurpado el honesto nombre de ciertos diccionarios. pero no se limita, por sabrosos que puedan resultar, a los despropósitos de la política española: en busca de una mirada más general, pone varios ejemplos de la fascinación, por no decir rendición -o huida hacia delante- de la derecha "tradicional" hacia el extremismo populista: al caso español, en el que insiste, añade el ejemplo de EEUU, con el Partido Republicano en manos de Trump y la alt-right; el del Reino Unido, con el Partido Conservador asumiendo e incluso liderando el Brexit (contra el que, en un principio, estaban sus dirigentes) y llegando a presentarse como "anti-establishment", y el caso catalán, con un partido moderado como era Convergència, devenido más independentista que los propios indepes de hace años, por mor del procés (en verdad, no sé si los casos del Brexit y, sobre todo, el de Cataluña, encajan tan bien en la tesis general del libro, aunque sí son ejemplos de partidos conservadores lanzados hacia el infinito y más allá... además de que el propio Saló es catalán, por lo que se entiende su interés). Por último, el libro también pone el foco en los colectivos que la actual extrema derecha ha tomado como objetivos a batir en su "batalla cultural", que tiene lugar, sobre todo, en las redes sociales (y cuya importancia quizá Saló sobrestima, como nos suele ocurrir a quienes las frecuentamos): los inmigrantes, las feministas -es decir, las "feminazis"...- y el colectivo LGTBI, grupos tradicionalmente desfavorecidos o con poco poder que los neofascistas se empeñan en presentar como poderosos lobbies que tratan de dominar y oprimir a las verdaderas víctimas: hombres, blancos, heterosexuales, ricos, conservadores... (si es que te tienes que reir).
Ya acabo: como se puede comprobar, este ensayo está ilustrado con viñetas del propio autor, con unos muñecotes sencillos pero divertidos -sobre todo, cuando retratan a alguien reconocible-; el humor que muestran no es descacharrante, pero sí suficiente para desengrasar la seriedad de los asuntos tratados... En definitiva, quizás resulte una lectura más ligera que, por ejemplo, el recientemente reseñado La estirpe del camaleón, pero, sin duda, también es un buen complementeo de libros como ése.
Este libro, Todos nazis, que lleva el esclarecedor subtítulo Cómo España se llenó de "fascistas" hasta que llegaron los fascistas -atentos a las comillas y el subrayado-, es el último publicado por el dibujante/caricato (y creo que arquitecto de formación, pero tranquilos, que no se le nota) Aleix Saló, bastante conocido en la última década por publicar una serie de videos y libros humorístico-explicativos sobre la crisis económica y sus derivadas; de hecho, el término "Españistán", que aparecía en uno de ellos, llegó a sintetizar la percepción que mucha gente crítica con el statu quo tenía de España después, aunque también antes, del pinchazo de la burbuja económica. Por último, Saló también le puede sonar a alguien porue participa en una tertulia de humoristas gráficos que se lleva a cabo en un programa de la cadena SER.
Bien, pues presentado el autor, vamos al lío: Todos nazis no es una semblanza colectiva de los líderes de la NSDAP que consiguieron refugiarse en Españ... digooo Sudamérica y/o se convirtieron en colaboradores de las potencias vencedoras en la guerra mundial... Lo que hace Saló es un repaso a la evolución de la derecha y sus primos ultras durante los últimos 15 años, en España y otros países. El punto del que parte es la utilización del término "nazi" como invectiva contra sus adversarios de la izquierda y de los nacionalismos periféricos por parte del Partido Popular y aledaños, a raíz de su ¿inesperada? derrota en las elecciones de 2004, como parte de una estrategia de agitación continua, copiada no ya de la izquierda más o menos radical, sino de los propios grupos antisistema. Estrategia que se contagió, además a otros partidos más nuevos de la derecha, como Ciudadanos y UPyD (bueno, en este caso, sobre todo Rosa Díez, así que tampoco hay que tenérselo muy en cuenta...) e incluso a los miembros más adinosauriados del PSOE... mientras, por supuesto, se seguía utilizando tal epíteto tanto en la izquierda como algunos políticos independentistas. Este discurso de la derecha española continuó hasta que su versión a calzón quitao empezó a tener cierto éxito electoral a partir de 2018; entonces, los mismos partidos que habían llamado "nazis" y, en menos medida, "fascistas" (1) a todo quisque, dejaron de usar esos calificativos para poder así negociar con los verdaderos neofascistas, llegando para ellos a quiebros dialécticos bastante elaborados... Aunque lo más divertido no fue el cambio dialéctico llevado a cabo por los políticos, al fin y al cabo, en decir Diego donde habían dicho digo, sino entre los medios de comunicación afines, que en su momento habían ido mucho más allá y ahora se veían obligados a plegar velamen (2). Para encontrar, además, o al menos en un primer momento, el desprecio de esa misma extrema derecha a la que ponían paños calientes, que todo hay que decirlo.
Ya acabo: como se puede comprobar, este ensayo está ilustrado con viñetas del propio autor, con unos muñecotes sencillos pero divertidos -sobre todo, cuando retratan a alguien reconocible-; el humor que muestran no es descacharrante, pero sí suficiente para desengrasar la seriedad de los asuntos tratados... En definitiva, quizás resulte una lectura más ligera que, por ejemplo, el recientemente reseñado La estirpe del camaleón, pero, sin duda, también es un buen complementeo de libros como ése.
(1) Según dice Saló, la derecha española se siente más cómoda utilizando como insulto "nazi" que "fascista" porque este último término les remite a su propia ascendencia política e incluso, en muchos casos, familiar.
(2) Resulta bastante jocoso que, entre los ejemplos sacados del diario El Mundo que expone el autor, esté una viñeta de Gallego & Rey, siendo uno de ellos compañero de Aleix Saló en la tertulia ya citada.
9 comentarios:
En las primeras cuatro palabras, pensé: Juan. Jeje
Divertidísimo leerte.
¿Y de esos que Gabriel Rufián llamaba "ratones" esta semana no habla?
Muy buena y divertida reseña, Juan, como siempre.
Saludos
Marc
Divertidisima reseña llena de humor. Gracias Juan... Kempes 19
Ay, Juan, que quieres ganar el récord de comentarios..
En serio, el libro apetece, pero me has conquistado con "concho", qué recórcholis.
Y para "adinosauriada" yo, que no entiendo de la mitad de lo que habláis.
Saludos
P.D: me pregunto si los que usan el término nazi tan a la ligera han conocido a alguno de los de verdad, de los que aún existen. Qué miedo dan.
En España se escondieron bastantes nazis después de 1945. Aunque por lo general preferían tomar océano de por medio y largarse a Sudamérica. El nazi más importante que se quedó en España fue León Degrelle, belga, colaboracionista y general de las SS. Era tan nazi que Hitler llegó a decir que de tener un hijo quisiera que fuera como Degrelle (sic). También dicen que Degrelle inspiró el personaje de Tintín de su compatriota Hergé. Degrelle, que era un fantasmón, llegó de manera espectacular a España: aterrizó con su avión en la playa de la Concha ante miles de espectadores boquiabiertos. Degrelle nunca fue extraditado y murió de viejo en Málaga en 1994. No se arrepintió, negaba el Holocausto y escribió libros panfletarios que falsificaban la historia. Degrelle es hoy un mito para los neonazis.
La palabra nazi se usa tanto para un roto como para un descosido. Es un insulto. Los etarras fueron calificados de nazis. Ellos consideraban fascistas de mierda a todos. La derecha llama nazi a los nacionalistas periféricos. Los nacionalistas periféricos consideran fascista o franquista a España en general. Algunos llaman a las feministas feminazis, término especialmente absurdo, porque los nazis eran radicalmente antifeministas. Incluso el estado de Israel ha sido declarado nazi (!!!). Cualquiera puede ser nazi en cualquier momento. Así que lo mejor es reírse.
Curiosamente, a los nazis de verdad no les gustaba que les llamaran nazis. Quedaba mejor lo de nacionalsocialistas. Pero para la izquierda lo de nacionalsocialista sonaba excesivamente socialista e izquierdista e inventaron el diminutivo nazi para ridiculizar a los nazis. A los nazis tampoco les gustaba que les llamaran fascistas. Así que, para fastidiar, los rusos nunca utilizaban la palabra nacionalsocialista ni tampoco nazi sino siempre el término fascista: los "fascistas alemanes." En fin.
Un cordial saludo.
Siempre la paja en el ojo ajeno...
Hola, compi:
No sé lo que habrá dicho Rufián últimamente, aunque me creo cualquier cosa... En todo caso, he de decir que él es uno de los políticos que Saló señala en el libro de los que han utilizado el término "fascista" con una alegría digna de la mejor causa.
Hola a todos:
Ante estos comentarios mañaneros sólo me queda agradecéroslos y saludar como el personaje de Robert Redford se despedía en "El soldado de invierno" (y perdón por el espoiler, si es el caso): Hail, Hydra!
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