viernes, 17 de enero de 2020

Antonio Basanta: Leer contra la nada


Idioma original: castellano
Año de publicación: 2017
Valoración: Algo empachoso

Esto puede ser una reseña, o puede también ser una metaentrada, ya saben, eso que traemos de vez en cuando, un poco como excusa para charlar sobre algún asunto. En esta ocasión hablamos sobre algo tan nuestro –de los modestos reseñistas y de nuestros imprescindibles amigos lectores y comentaristas- como el hecho mismo de leer. Ya, ya, de nuevo el mundillo lector mirándose al ombligo, quizá no de forma tan recurrente como ocurre en otras actividades, pero que cuando se desata de verdad puede resultar incluso más terrible.

En realidad ya he adelantado bastante en lo que se refiere al libro. Leer contra la nada es un ensayo sobre la lectura, cuyo título lo dice casi todo. Pero prefiero empezar por apuntar algunos aspectos notables del libro. Por una parte (porque es lo que primero da al ojo), la primorosa presentación, en formato muy pequeño, 10x15, a dos tintas y con divisiones encabezadas por las letras del alfabeto sobre bella tipografía. O sea, guiños varios a La historia interminable, con el habitual buen gusto de Siruela que tal vez el libro no merecía del todo. El segundo, ya en el cuerpo del texto, son varios apartados dedicados más al libro en sí que a la lectura: el nacimiento de la escritura, la poética variante de las bodas de Cadmo y Harmonía con entrega del alfabeto, una pequeña historia de la imprenta de Gutenberg, y un excursus algo más largo sobre la irrupción de internet, sus amenazas y oportunidades. Bastante interesante todo ello.

El resto, ya se pueden ustedes suponer, es un gran panegírico sobre el hecho de leer, una apología desenfrenada, desbordante de entusiasmo, en la que apenas se consigue disimular una prosa algo rancia. Miremos por donde miremos nos encontramos con cosas como estas:
  • Quizá no hay días de nuestra infancia que hayamos vivido con tanta plenitud como aquellos que creímos dejar sin vivir, aquellos que pasamos con un libro preferido (Proust, y que me perdone Koldo). 
  • La utopía –el deber cívico de alcanzar un mundo plenamente lector- ha de seguir animando nuestros pasos.
  • Preguntar a una persona si lee es como preguntarle si respira. Ambas actitudes son inseparables de nuestra naturaleza humana. (La primera parte es calcadita de lo que decía De Quincey sobre el consumo del opio, comentado aquí no hace mucho)
No se busque en mí  voluntad de ridiculizar el libro. Tiene una indudable intención didáctica, y está hecho a conciencia, reuniendo algunas reflexiones interesantes y decenas de citas de autoridad (además de varias de León Felipe, tenía que decirlo). Lo que pretendo es poner de manifiesto el nivel de hipérbole que alcanza, como esos subtítulos bajo los que va desgranando: Leer es detenerse, observar, escuchar. Leer es interpretar. Leer es comprender. Leer es cosechar. Leer es tejer. Y así unos cuantos más. Leer articula todas las virtudes, agita las conciencias, pone paz en el espíritu, alimenta, derriba barreras, nos hace mejores (¿mejores que antes, o mejores que los que no leen?), nos hace viajar, nos eleva, nos fortalece. Podríamos seguir línea tras línea, probablemente sin límite.

Bien, esa es un poco la postura de Antonio Basanta que, en mi opinión, nos presenta el hecho de leer como algo abrumador, imperativo. Lo cual, a lo mejor, lejos de estimular a la lectura puede empalagar y terminar por suscitar rechazo.

Personalmente, es obvio que a mí me gusta leer. Leo desde hace muchos años, cada día, no con la dedicación que sería necesaria para satisfacer a este blog insaciable, pero sí con cierta hambre, con la expectación de ver cuál será el próximo título sin haber terminado el actual, con interés (casi siempre) por desentrañar lo bueno que puede aportar el libro y también, por qué no, por buscarle un poco las cosquillas. Además de ser (casi siempre) un placer, creo que es importante, saludable, muchas cosas. Pero tampoco nos volvamos locos ni se nos llene demasiado la boca de elogios desmedidos y metáforas estratosféricas. Leer no es una religión, es una forma de llenar el tiempo, que puede ser tan gratificante como subir al monte, escuchar música, ir al cine o charlar en un bar.

Yo creo que leer nos ayuda a vivir, que no es poco. Para algunos es imprescindible, para otros en absoluto, pero no deja de ser una actividad más, no queramos convertirlo en otra obligación, que ya tenemos muchas, ni hacer de ello algo tan inmenso que intimide, no sé si a los lectores, pero seguro a los que no lo son. Aunque dicho todo esto en un blog sobre libros quede fatal. Pero no sé, ustedes dirán.

16 comentarios:

Lupita dijo...

Hola, Carlos:

Parece un libro escrito desde el apasionamiento; yo pienso lo mismo, no hay nada como leer: el placer inmenso de vivir más, de tener siempre un amigo que te habla, poner tus conocimientos a prueba, dialogar con el pasado, aprender, aprender y aprehender. Eso es lo que pienso yo, que soy lectora feroz desde siempre y que me dedico al fomento de la lectura. Pero visto desde fuera, no tiene porqué ser mejor que cualquier otra afición.. o no; sin duda, leer- y leer libros no digamos ya- es más fácil, barato, completo y enriquecedor que muchas actividades. Para mí, la felicidad más absoluta es una tarde entera y un libro.

¿Por qué leer? Porque nos hace felices, porque mola y porque sí.
Saludos

Diego dijo...

Muy de acuerdo contigo.

Anoche miraba Bob Esponja, con mi hija. En el capítulo, Bob llevaba a Patricio por primera vez a una biblioteca. Este último no comprendía para qué sirven los libros hasta que se maravilla con las posibilidades infinitas que despierta un "Había una vez..." A partir de ahí lee tanto que cuando quiere salir de la biblio no puede porque su cerebro es demasiado grande para pasar por la puerta. Los héroes lo solucionan mirando la TV.

Claro que me encanta que siga existiendo un fomento de la lectura y que se reconozcan sus ventajas.
Pasatiempos ambos, nunca pueden tener la misma consecuencia para un cerebro el hecho de leer o mirar publicidad.
Pero estoy de acuerdo contigo y creo que todo lector comprende un día que no es dueño de la verdad ni que su opción de ocio lo hace más que nada comparado a otro con otras opciones.
En mi caso particular, todas las personas con las que tengo trato leen menos que yo. ¿Son peores personas? No. ¿Son menos felices? Seguro que no.
No dudo de que el hecho de ser lector promueva esta reflexión y esto sea otro regalo derivado de la lectura. Agradecido a ella no cambiaría de pasatiempo pero tampoco juzgaría a los demás por este único factor.

"Nietzsche y Kafka te volvieron un amargado y te jodieron la vida"

La frase es de mi ex esposa y me es imposible quitarle toda la razón.

Un saludo

Carlos Andia dijo...

Hola a los dos. Como tengo un día bastante complicado, me permitís que sea simple espectador y de momento me limite a leer vuestros comentarios.

Muchas gracias, amigos.

ToniLV dijo...

Has condensado en los dos últimos párrafos de la reseña mi actitud con la lectura.

Me ocurre como a lupita, un momento de felicidad (imaginario porque nunca se dan las condiciones) sería un lugar con vistas, por la tarde, sin gente alrededor, sin ruido, con un buen libro, una copa ... y nada mejpr que hacer que leer ...

Salud y gracias poe el blog.

Marc Peig dijo...

Interesante entrada, compañero. Y buena reseña.
Coincido con ToniLV, dame un buen libro, un bonito paisaje, buen tiempo, ausencia total de ruido y horas por delante. Seguramente sería mi momento perfecto de ocio.
Y para contrastar lo referente a Proust, y ánimas de paso a Koldo ;-) citaré a nuestro amado Cartarescu cuando, en Solenoide, afirma:

«Tal vegada no llegim més que per tornar a l’edat aquella, quan podíem plorar amb un llibre entre els braços, entre la infantesa i l’adolescència, dins el dolç instant que era la nostra vida.» (aunque esté en catalán, creo que se entiende).

¿Y sí realmente leemos para dejar de lado nuestras preocupaciones y dedicarnos, aunque sea por un rato, a ser simplemente felices?
Saludos
Marc

Koldo CF dijo...

No te lo perdonaré jamás, compañero!
Y ya en serio, creo que es conveniente una cierta desacralización de la lectura.
En mi caso, coincido con el último párrafo de Marc: leo porque simplemente (que no es poco) me hace feliz.

Abrazo!

Anónimo dijo...

Estupendo Carlos grN reseña una pregunta sigue siendo independiente siruela o es de una gran editorial mayor Thompson

Lupita dijo...

Queridos todos:
Permitidme una divagación de fanática de la lectura; para mí la lectura no es un pasatiempo, es una forma de vida. Esto tan pedante es una realidad vital, porque mi vida transcurre entre libros: hago mercadillos de intercambio, llevo un club de lectura, compro y vendo libros de segunda mano, etc..Sin embargo, algo que para mí es como respirar, no es un don inspirado por las musas que me hacen reconocer la lectura edificante para cada edad ni la que va a hacer que el intelecto de un niño se potencie exponencialmente.

Desde el ámbito escolar y formativo, la lectura es primordial por todo lo que tiene de desarrollar la comprensión, la concentración y mil cosas más, pero difícilmente le gustará a un niño leer si se lo imponemos y le ofrecemos materiales aburridos. Hay ideas imaginativas mil: unos amigos juegan a hacer bibliotecas en casa con cojines y se pasan luego la mañana leyendo, a mí siempre me ha funcionado ir a la biblioteca y a librerías , y buscar el libro más tonto o cutre y reírnos mucho.

Y luego ya en lo puramente personal, es que es tan divertido leer, es hasta más fácil que el mecanismo del fornicio. Abres al libro en canal, te metes a saco dentro ( son muy fáciles, ninguno me ha dicho que no) y el placer onanista lector te da unos orgasmos mentales que ni se ven si se oyen. Y en cualquier sitio, oiga. Yo el otro día esperando el turno en la carnicería, sin ir más lejos.

Desacralización toda, total, leer mola, esa es la respuesta que damos a los padres que nos preguntan qué hacer para que su hijo lea. Leer tiene que molar, deja libros por casa y dile que no los puede leer, déjale que lea el marca o Gerónimo Stilton, si ya ve el telediario contigo, y no te preocupas ,¿ te preocupas por eso?
Y sí, yo también leí las 50 sombras de Grey, y mucha literatura medieval. No soy ni mejor ni peor que nadie, pero tengo millones de amigos esperando a hablar conmigo que no necesitan ni ropa especial,ni electricidad ni actualizaciones constantes.

Por cierto, Diego, me encanta Bob Esponja , el filósofo de fondo de Bikini.

Feliz fin de semana y perdón por la exaltación.
Besos

Diego dijo...

Muy divertido tu comentario, Lupita.
Es curioso que la entrada no tenga ya 30 comentarios, ya sabéis: el batallón de anónimos criticando que en este blog se habla de política a expensas de la literatura.
En fin. Bob Esponja es muy bueno y, en parte, la entrada de Carlos habla de que los lectores no seamos tan Calamardos.

De todas formas y, a diferencia de varios, a mí me cuesta relacionar lectura con felicidad. Creo que leo más como un ejercicio necesario, un deber autoimpuesto o porque es la lógica elección de la mejor herramienta que conozco para...
¿Para qué? Quizás para sostener lo que me queda de Sapiens y no darlo todo a este Homo-faber.

Sí, veo que en torno a la lectura hay oxitocina y felicidad; esto es: encontrar aquel descatalogado que hace mil llevas en la lista, coincidir con un desconocido sobre la apreciación de un libro, que mi hijo diga en su canal de youtube que todos los libros que hay a su espalda son de su papá; que un reseñista te agradezca el comentario de manera sincera. Creo que todo esto me hace feliz mientras que veo la lectura como una opción casi dolorosa.

En contra de la teoría escapista, yo considero que la lectura es la mejor herramienta que tenemos para "poner los pies en la Tierra". O sea, por mí parte sean dichosos los que vuelan leyendo o absteniéndose de leer, pero que conste en acta que leer también sirve para aterrizar aunque el castañazo sea doloroso. La gravedad no es una opción cuando es ley.

Marc Peig dijo...

Buen apunte, Diego. Porque me hace pensar que debo matizar mi comentario: para mí, la felicidad que me aporta la lectura tiene dos vertientes: una, la de puro divertimento, ese libro del que gozas con cada palabra por la belleza y calidad literaria que atesora. Ese sería el libro amable. Por otra parte, también encuentro felicidad en los libros duros, ensayos, críticos, etc. en ese caso la felicidad la encuentro en que con la lectura amplío mi conocimiento, abro mi estrechez de miras, mi concepción del mundo. Esa felicidad se aleja de la diversión, pero también es felicidad, por poder crecer como persona y ampliarme.
No siempre los libros son alegres (de hecho, normalmente creo que escojo más bien los “duros”), pero sí sé que, sí son buenos, me aportan felicidad en un sentido u otro.
Saludos
Marc

Montuenga dijo...

Lo bueno del "batallón" es que suele ser uno solo, y aunque lleve pilas Duracell, que duran y duran, siempre acaban agotándose. ¿Por qué? Pues porque todo lo que no se disfruta acaba resultando tedioso. Y comentar libros viene a ser como leerlos: una forma de ejercitar la mente y de liberar nuestro espíritu crítico, todo lo cual nos hace más humanos.

Anónimo dijo...

Me parecéis unas grandes personas mil gracias por este blog. Kempes 19

ChuangTzu dijo...

Por alusiones.

Yo hice un comentario sobre lo mucho que se habla de política en este blog. No soy consciente de pertenecer a ningún batallón, y tampoco soy anónimo. Me llamo Eduardo Rodríguez. Escogí este alias porque encajaba con el primer comentario que hice. En Internet es algo normal.

No he insistido porque no le veo sentido. Yo creo que el mensaje llegó. Sólo conseguiría ser pesado. Eso no quiere decir que no siga pensando lo mismo.

No veo la relación con esta entrada.

Aprovecho para decir que he tenido desde siempre una opinión similar a la de Carlos. Para mí, la lectura es un placer, no una obligación. A las personas que no lo sienten les diría que ellas se lo pierden, pero igual es mejor que dediquen su tiempo a otras actividades que les satisfagan más.

Siempre me ha parecido curiosa la palabra letraherido. La palabra en sí y el hecho de que exista.

Diego dijo...

Lupita: No me gustó nada leerme ahora y decir únicamente que tu comentario era divertido. Obviamente me refería a tus orgasmos en la carnicería. Todo el resto de lo que cuentas es admirable. Hace semanas o meses volvíamos a enfrentar filantropía y misantropía hablando del problema de la falta de lectura. Básicamente, tú te preocupabas y trabajabas por los futuros lectores y yo decía que se jodan. En fin, ese día no agregué que agradezco mucho que el fomento de la literatura esté a cargo de gente como tú o los reseñistas de Ulad y no de gente como yo. Admirable tu trabajo y, sí, yo también creo que es una forma de vivir.

Montuenga: Creo que entendiste la ironía y yo no sé si es uno o un batallón. Da igual. Siempre estaremos de acuerdo en que el espíritu crítico es el gran super poder que extraemos de esto. Cuando veo en la tele que el CIS hizo una encuesta sobre las preocupaciones de los españoles y siempre sale el paro, lo territorial, el clima o el nuevo técnico del barsa, yo me pregunto por qué a mí nunca me preguntan así respondo que lo más preocupante es la falta de espíritu crítico y reflexión. Yo creo que si tuviéramos más de eso echábamos a volar varios pájaros de un tiro y empezábamos a hablar de solucionar las cosas.

Marc: se agradece tu matización aunque los que conocemos lo que lees sabemos con qué preocupaciones andas. Supongo que nuestra diferencia ahora está en el uso de la palabra felicidad y poco más.
En mi caso, algunas lecturas me dijeron que hoy "Ser feliz" era una especie de obligación y entonces trato de justificar opciones escapando de esa norma.

ChuangTzu: Mi ironía no tiene relación directa con esta entrada. La explico: como asiduo al blog leo en varias reseñas que se termina hablando de política. Que terminamos hablando de política. Pero son las menos. Entonces alguien aparece y lo hace ver. Yo me quedo pensando que tienen algo de razón, que gente como yo desvirtúa el lugar ya que sus carencias perjudican al sitio y que tengo que ubicarme más. Pasa el tiempo y Carlos trae una propuesta como la de hoy y pienso: ¡qué buena oportunidad para los indignados amantes de la literatura: hablar sobre libros sin que la política estropee las cosas!
Pero veo que la lluvia de gente no aparece. Es más, me resulta gracioso que para evitar hablar de política se usen los comentarios únicamente cuando se habla de política.
Por ahí iba mi ironía pero seguro que yo, y creo que también Montuenga, cuando decimos Anónimo no nos referimos a ChuangTzu.

Antonieta dijo...

Me ha gustado mucho tu cierre de comentario: "Siempre me ha parecido...", es como un cuento.

Lupita dijo...

Hola de nuevo Diego:
Me refugio en el sentido del humor para no amargarme porque lo que nos rodea ya de por sí me hace mucho daño; qué curioso lo de las encuestas de las preocupaciones, yo pienso lo mismo. La falta de espíritu crítico hace que la noticia de moda conduzca nuestras preocupaciones y desde los medios de comunicación dirijan nuestro pensamiento; es por ello que me enfada enormemente que los espacios informativos no separen la opinión de la información puramente imparcial ( si tal cosa existe) o den una imagen distorsionada de la sociedad. Te pongo un ejemplo: las imágenes que nos llegan de África nos muestran niños famélicos, gente pobre y casi analfabeta, sólo miseria y pobreza, como si no tuvieran cultura, familias estructuradas, música, arte o mil cosas más. Esta imagen consigue generar un efecto paternalista en nosotros y una paralización en los intentos de hacer algo; ya está asumido que es así, el mundo es así, como las guerras.
A la falta de espíritu crítico yo le uniría la violencia y el egocentrismo.
Vivimos en una sociedad hedonista y utilitarista, donde el placer y la comodidad reinan sobre todo lo demás; por ello, no he hablado de las bondades de la lectura desde el utilitarismo, que me harta, pues todo medido en su utilidad acaba deshumanizando nuestra vida. Leer un libro empieza a tener algo de anticuado y disidente, y como me encanta ser disidente del sistema, tiene eso de añadido; ir a una biblioteca, buscar, andar, tocar, que cueste.

Por otra parte, la felicidad está sobrevalorada, yo más bien hablaría de vivir en plenitud, de dejar que todo te pase, de ser fieramente humano. Yo gozo leyendo porque aprendo, dialogo con los antepasados, conozco otras formas de pensar y me pongo a prueba. Hace años tuve que preparar una sesión sobre "Voces de Chernobyl" de Alexievich y documentarme; fue sobrecogedor y aprendí mucho, pero no he sido capaz de ver la serie aún. Hay lecturas que me superan y me lo hacen pasar mal, porque presentan la maldad del mundo de un modo tan atroz que no puedo.Me dijeron que es exceso de empatía. Me gusta leer y "las lecturas duras" también, pero hasta cierto punto; hace poco estuve leyendo sobre la guerra de Ruanda y no pude seguir, recordaba las imágenes de la guerra, y me sentía una observadora morbosa. Ese es mi límite, el de las atrocidades humanas; está bien conocer, pero si eso te impide tener una vida normal hay que buscar el equilibrio.

Por último, respecto a lo del trabajo del fomento de la lectura, muchas gracias; es un trabajo desinteresado porque mi vida laboral va por otros terrenos. Lo hago con mucho entusiasmo y buenos amigos, y me lo paso muy bien, como supongo que los amigos de ULAD hacen. De lo que más orgullosa me siento es de que mis hijas lean, esa cosa boba que tenemos de lucimiento personal. Me preguntan cómo lo hago, qué hemos hecho..no sé, se puede vivir sin leer, pero qué vida más gris.

Feliz fin de semana