viernes, 31 de enero de 2020

Semana del cine #5: ¡Me cago en Godard!, de Pedro Vallín

Idioma original: Español
Año de publicación: 2019
Valoración: Recomendable

"¡Me cago en Godard! Por qué deberías adorar el cine americano (y desconfiar del cine de autor) si eres culto y progre" es el título completo de este provocador y heterodoxo ensayo con el que el periodista Pedro Vallín trata de combatir el dogma que atribuye un sesgo conservador a la producción cinematográfica estadounidense y reivindicar el componente esencialmente progresista y emancipador del cine procedente del país de barras y estrellas frente al carácter burgués, elitista, ensimismado y autocomplaciente del cine europeo. ¡(Joder, casi me ahogo leyendo la frasecita de marras!)

Para ello, Vallín analiza en primer lugar el origen del dogma, el cual se sitúa en el Romanticismo y en su mitificación del Artista (así, con mayúsculas) por encima del artesano, lo que da origen a la diferenciación, meramente clasista y jerárquica, entre la Alta Cultura (también con mayúsculas) y la cultura de masas.

A continuación, el autor refuta el marxismo como herramienta de análisis cultural (no así en lo que concierne a lo político-económico) y reclama el papel del cine estadounidense como exaltador de la libertad individual y como mecanismo de una emancipación personal que acaba por redimir a la comunidad. Al mismo tiempo y con el fin de reivindicar el papel de Hollywood como "mosca cojonera" de los poderes conservadores, nos recuerda las diferentes persecuciones de las que los cineastas han sido objeto y el carácter liberal, activista, subversivo y hedonista de Hollywood.

La parte más "centrada en el cine" se abre con el análisis del discurso político que subyace en el cine estadounidense y en el europeo y se cierra con un extenso muestrario de arquetipos y discursos políticos hollywoodienses.  Así, sirviéndose de Walter Benjamin y de Fernando Savater y de la separación entre cuento/ relato/ narración y novela, Vallín asocia al cine estadounidense con un ansia de aventura, redención o mejora colectiva ligada estrechamente al mito y a su génesis nacional y al cine europeo (Bergman, Buñuel, Dreyer, Godard...) con cuitas existencialistas vinculadas al masoquismo judeocristiano y al prestigio intelectual del pesimismo.

En cuanto a los ya citados arquetipos, el recorrido se inicia en los vagabundos de principios del siglo XX (Chaplin, Keaton, Lloyd...), personajes quijotescos de inocencia rousseaunina caracterizados por su ansia de justicia social y su estupor ante la aceleración de la Historia, y continúa con los personajes ambiguos y atormentados del cine negro, con los diferentes modelos de mujeres que abrieron camino a la emancipación femenina y al empoderamiento sexual (pese a la visión patriarcal que ha seguido primando, ojo), con los pistoleros del western, héroes míticos que pese a que pueden ser leídos en ocasiones como idealizaciones del nacionalismo más rancio también pueden y deben ser leídos como ejemplo de la democracia más radical y de la justicia social (El jinete pálido, Border Patrol, hasta que llegó su hora, etc), con la actualización de mitos y leyendas de todo los tiempos que son los superhéroes, con los héroes cotidianos, los teenagers de los 80 y su revisión del paraíso perdido, la Ci-Fi y  el terror con su proyección de nuestros miedos y esperanzas y la carga política que estos llevan encima, etc.

Dicho todo esto, y pese a no estar de acuerdo con algunos de los planteamientos y conclusiones del autor (o quizá precisamente por eso), ¡Me cago en Godard! en un libro más que interesante por varios motivos:
  • Su antiacadémicismo. Pese a la profusión de datos y referencias, se trata de un libro ágil y entretenido.
  • Su antidogmatismo. Vallín tienen claras sus opiniones, las argumenta y las defiende, pero también es consciente de no ser poseedor de una verdad absoluta (y menos en esto del cine, la literatura, etc). En ningún momento se duda de la excelencia del cine de Bergman, Truffaut y compañía, sino de su discurso político. Por otra parte, Vallín desmonta en el libro otro mitos de signo contrario. Hay palos para todos (aunque para unos más que para otros). 
  • Su humor. Esa imagen inicial de Lex Luthor como alcalde valenciano del PP con altura de miras y afición por las pelucas es solo el inicio de una serie de pullitas a cual más divertida.
  • Su defensa del cine (y de la cultura en general) como gozo, que lleva en sí un elemento desmitificador muy necesario.
En el lado no tan bueno, creo que el autor se excede en la generalización y que ignora interesadamente a una parte muy importante del cine de los últimos tiempos. Y se excede en la generalización más por el lado europeo que por el lado estadounidense. En el lado de allá, aunque se obvia (o minimiza) el papel propagandístico de buena parte de las producciones estadounidenses de la Guerra Fría, sí que se admiten lecturas "rancias" en algunos western y el tufo reaganista de parte del cine de los 80. En el lado de acá, puedo estar de acuerdo con Vallín en el carácter burgués y/o en el altísimo componente de "masoquismo judeocrstiano" del cine de Bergman, Dreyer, Pasolini, Antonioni, Haneke, pero también de ahí se puede desprender una profunda crítica a esos mismos valores (o ni siquiera una crítica, sino simplemente poner sobre la mesa su "existencia" y que cada uno piense lo que le de gana). Además, aunque sí se nombra a Loach, Tavernier o los Dardenne, se ignoran movimientos europeos completamente alejados del "individualismo burgués" (en mi opinión), como el neorrealismo italiano y sus "descendientes", el free cinema inglés, alemanes como Fassbinder o Herzog, el noir francés, etc.

Ya lo dejo. Creo que lo dicho es más que suficiente para que os hagáis una idea. Y si no lo es, pues os esperáis hasta que salga la película

16 comentarios:

Juan G. B. dijo...

Hola, Koldo:
Gran reseña y gran pinta la del libro, aunque tampoco sé si yo estaría de acuerdo con todo lo que plantea (pero eso es porque nosotros semos unos interectuales esnós, claro). Ahora bien, pese a su evidente sesgo ideológico, yo siempre he defendido las virtudes del cine norteamericano... Aún teniendo en cuenta que, por ejemplo, han conseguido que el resto del mundo piense que fueron ellos los que vencieron a los nazis (lo de "Malditos bastardos", por ejemplo, ya es de traca), y nos los rusos, esa visión negativa del nazismo/fascismo que presentan las pelis de Hollywood es de las pocas armas que tenemos ante el avance actual de sus "nostálgicos", tanto en Europa como en América...
Y en inmortales palabraas de uno de lnuestros grandes líderes: ¡viva el vino!

Koldo CF dijo...

En ese sentido, es curiosa la diferencia entre las películas sobre la IIGM y las películas sobre la guerra de Vietnam, pese a que en ambas la "otredad" (cuando uno es un intelectual, lo es hasta el final) no existe o es algo más malo que el sebo.
Y en cuanto a las virtudes del cine de Hollywood, creo que la principal es el haber sido capaces de hacer cine entretenido, comprometido (o como quieras llamarlo) y de calidad al mismo tiempo, cosa que en Europa parece que cuesta mucho más.

Ah, y no hablo de Sharknado!

José L. Solé dijo...

¡Viva el vino y las femmes fatales, cántala entera, Juan!

El título es provocador de la hostia, y es que supongo que cada lector acabará defecando en un director en particular sea del lado que sea del charco... pero puede ser una lectura interesante, sí. Salut!

Lupita dijo...

Disiento. El cine estadounidense más comercial o conocido cae muchas veces en la vergüenza ajena. A mí me repatea el humor ese basado en la mezcla de comentario absurdo y violencia brutal (tipo Tarantino)
Vale, odio el cine de Tarantino.
Ahí dejo eso.

Juan G. B. dijo...

Quien estoy pensando dudo que dijese lo de las femmes fatales, Krust...

Juan G. B. dijo...

Yo me refería a que seguro que hay gente que crea de verdad que a Hitler lo mató un comando americano liderado por Brad Pitt (y perdón por el spoiler)...

Lupita dijo...

Juan:
No puedo con el cine bélico, soy tan pedante que sólo veo documentales de historia y Saber y Ganar.
Ahora en serio, seguir justificando de cualquier modo lo de las bombas atómicas les deslegitima automáticamente para erigirse en jueces morales de nada.. como.. bueno, vale, como todos al final.

Pero, ¿yo para qué me meto? Si a mí me gusta Doraemon.
Feliz finde a todos

Montuenga dijo...

Hola Koldo.
La innovación formal también puede servir de crítica a lo establecido. Vi una peli de Godard muy polémica, pero es verdad que inaguantable. Tanto que no he repetido.
Otro rarito al que, creo, no se le puede negar su voluntad de poner todo patas arriba es Von Trier, y se le entiende mejor. Si no se le menciona, me parece que deberían.
Los hombres y los bocatas de queso también están muy ricos, que conste.

1984 dijo...

Todo depende qué entendamos como valores conservadores o progresistas, porque EEUU es un país formado ex novo por gentes que escapaban de las rancias tradiciones de Europa, empezando por la intolerancia religiosa. Los primeros norteamericanos que no llevaban plumas eran disidentes políticos y religiosos que mezclaban la fe cristiana no vinculada a las iglesias estatales con el gusto por la libertad individual. Esta base moral es el cimiento de la cultura cívica norteamericana, con su liberalismo, individualismo y gusto por el progreso individual más que social. Esta fe americana se manifiesta en su cine, desde el western al cine negro, de terror o ciencia ficción. Lo que pasa es que no es lo mismo Frank Capra o John Ford que Chuck Norris. El que las películas americanas sean ante todo comerciales quizá tenga algo que ver con el antiintelectualismo de la sociedad americana. No quieren experimentos y detestan el elitismo a la europea.

Diego dijo...

Pues yo me recontra cago en Vallín desde el subtítulo mismo.
Y no voy a entrar en si el nihilismo protestante es un cáncer mejor que el látigo católico. Tampoco en si un periodista es capaz de desmontar a un filósofo sin despeinarse.

No. Me cago en Vallín porque vivo en un país donde no se distribuye la última obra de Terrence Mallick. Me cago en Vallín por reivindicar el gozo como si no tuviéramos a toda la cultura trabajando para éste. Me cago en Vallín porque vivo en un pueblo de 10.000 habitantes cercano a una ciudad con 200.000 y las ofertas que esa ciudad me ofrece para ir al cine no piensan más que en el gozo. No tengo la opción de ir al cine a ver algo de autor. No la tengo.

Me cago en Vallín porque Chuc Norris me mintió toda la infancia.

Juan G. B. dijo...

Hola Lupita:
Perdona que insista pero permíteme una precisión: yo no afirmo que los norteamericanos sean los jueces morales de nada; simplemente digo que, teniendo en cuenta la que tenemos últimamente con ciwrtos partidos, como el que le ha robado su honesto nombre a los diccionarios (y ayer mismo, sin irmás lejos, sus concejales en Valencia dejaron claras sus afinidades: https://www.eldiario.es/cv/Vox-declaracion-institucional-Valencia-Auschwitz_0_990401608.html), me parece de perlas que en las pelis de Indiana Jones o de superhéroes los nazis aparezcan como malvados villanos, por no decir algo más malsonante... Y se lo agradezco al cine made in USA.
Saludinhos.

Koldo CF dijo...

Sí, a eso me refiero. Que Von Trier o Haneke o cualquiera de estos puede ser unos pedantes de la hostia, sí, pero que le dan palos bestiales al estilo de vida "occidental" en algunas de sus películas, también. Y esa segunda parte es la que olvida el autor. En lo que coincido con él es una cierta "incapacidad" de hacer un tipo de cine más accesible al "gran público". (ME TOMABA AHORA UN BOCATA DE QUESO CON UN VINO...)

En cuanto a lo que comenta Lupita, me refería, por poner un ejemplo, a las películas de periodistas tipo Spotlight, Todos los hombres del Presidente, etc. Películas con "mensaje" pero que tienen ritmo, tensión, etc.

Joder, 1984. Esa es básicamente la tesis del libro!!

Diego: Ojo que el autor no habla del valor "artístico" de esos cineastas sino del discurso político que emana (o él interpreta que emana) de sus películas. Y claro está, y el propio autor lo reconoce, que hay mucho cine estadounidense que apesta a rancio, pero algo de cierto hay en un rechazo apriorístico posiblemente injustificado hacia el cine de Hollywood. En mi caso, y pese a no estar de acuerdo con algunos aspectos del libro, me ha hecho replantearme algunas cuestiones.

Gracias a todos por los comentarios. Esto sí que son debates y no lo de la TV!

Diego dijo...

Claro que sí, Koldo, seguro que el libro plantea cosas interesantes. Yo respondo ofuscado pero es solo por mi forma de ser. Esta noche voy a descorchar un vino para celebrar el no pertenecer al mismo club que los británicos (así de enfermo soy).

En cuanto al rechazo a Hollywood, yo creo que solo es una pequeña parte dentro de un gran rechazo general a los Estados Unidos. Distinto que el del resto de América, el de Europa se parece al del viejo que piensa: "yo que le enseñé todo a este mocoso y en un siglo me ha superado".
De todas formas, sea uno o sea otro, son rechazos dignos de profundización ya que parece que todos aspiramos a ser como ese al que rechazamos.
Creo que por ahí viene mi mal juicio a este señor que subtitula que hay que recibir a Hollywood de manera subjetiva y a el cine de autor de manera racional.
No creo que Europa deba imitar más de lo que ya imita a esa sociedad. En nada. No creo que esa apertura de la cultura a las masas haya servido de mucho cuando hoy tienen el presidente que tienen, siempre han tenido las desigualdades que tienen, y donde esas masas culturizadas no saben ni dónde quedan el resto de países del mundo.
Creo que el ideal "todo por la pasta" también es una ideología.
Pero sí, hay cine de Hollywood y hay cine de Hollywood.

A propósito, la gala de este año de los Goya empezó con un musical que alababa literalmente al cine norteamericano, continuó con el director de la academia celebrando el magnífico año para el cine español por haber hecho caja, y acabó con Almodóvar criticando al director por decir eso cuando el cine de autor cada vez lo tiene más difícil.
Pareciera que el debate que trae este libro está patente en la industria también. Otro punto a su favor.

Diego dijo...

...claro que si yo fuera el presidente de la Academia le respondería a Pedrito desde mi asiento: Sí, yo me tengo que preocupar por hacer caja ya que para eso me ficharon porque resulta que a vosotros además de hacer bodrios ideológicos, como dice Vox, os gusta vivir bien. Por lo tanto, Don Pedro Almodóvar, para ayudar al cine de autor podés empezar por no llevarte la pasta a Panamá.

Eso hubiera estado de lujo.

Lo que dice Juan es verdad, y tú agregas de manera muy acertada que Hollywood nunca dio el mismo trato a la segunda guerra que a Vietnam. Ahora, yo creo que esto se explica pronto sabiendo que el empresariado judío siempre fue importantísimo en USA. Que a los judíos les den igual los comunistas vietnamitas o su "body count" ya es distinto pero sigue siendo política.

Antes dije que Norris me mintió y pensaba en Vietnam. Claro, también salió de Hollywood el gran Oliver Stone a contarme que Norris mentía.
Recuerdo haber leído hace tiempo que el bueno de Oliver no acabó muy bien con la industria. También recuerdo que desde que Roger Waters se negó a ir a tocar a Israel, Netflix, norteamericana, sacó su The wall del sitio en un plis...
Si a esto le sumo que el mejor cine norteamericano que ha existido casi siempre ha sido "de autor" "independiente", y miro cómo la industria transformó al Arofnosky de Pi en esa cosa de Noé. O al Nolan de Memento en eso de Dunkerque... Ojo, Dunkerque con el Brexit a la vuelta de la esquina y resulta que desde Reagan que Hollywood no vende ideología... pues, no, no puedo dejar de pensar: No me jodas, Pedro Vallín!

Lupita dijo...

Hola de nuevo:
Ya podéis estar contentos en ULAD con lo que nos hacéis pensar y debatir, y sin que la gente se insulte.

Os voy a contar una historia: yo no he sido muy cinéfila, y de esas grandes películas consagradas o vistas por la mayoría no he visto casi ninguna. Y es que he tenido y tengo grandes prejuicios hacia el cine de Hollywood, pero básicamente porque es el que monopoliza la oferta en los lugares donde se puede ver de forma "legal", aspecto que para mí es muy importante, porque la cultura se paga e importa. Soy de cine español, me gusta, lo siento más cercano, me gustan su costumbrismo, la comedia absurda, incluso no me molestan las películas de la guerra civil. También me gusta el cine de otros países, si puede ser en versión original siempre. La suma de todo esto hace que sea la rara que va sola al cine un jueves a las 4 de la tarde, y superfeliz. No creo ser una pedante, porque no se lo cuento a nadie, ni le pido a nadie que venga conmigo, sólo quiero ver cosas distintas, igual que leo libros de todo tipo y procedencia.

Me cuesta mucho hacer una lectura "política" del cine, porque no me veo capacitada para ello, no encuentro nación en el mundo que se pueda considerar víctima sin haber sido verdugo de nadie, y no estoy yo en posición de tirar la primera piedra tampoco. Lo que no entiendo es cómo se denosta así al cine español, criticando aspectos suyos que en las películas de Hollywood no molestan. El cine español gusta cuanto más se parece a las grandes superproducciones del "otro lado del charco", cuando se dice eso de "no parece española". Pues a mí me gusta que parezca española, que las películas mexicanas o coreanas o nigerianas parezcan de allí.

Soltado este rollo sobre la colonización cultural, queda el eterno debate entre la forma y el fondo, si el entretenimiento hueco de forma sistemática nos convierte en seres abúlicos, acríticos y atontados. Pues yo creo que sí, que hay que exigirse un poco más, abrirse la mente, ver otras cosas, leer, ver, mirar, sobre todo hacia el sur, que nos separan 14 kms de África y nos la suda que el continente se vaya a la mierda.
Por último, aunque supongo que conocerá el poema, dejo estos versos de Gabriel Celaya para Diego, porque leyéndole estos días me han venido varias veces a la cabeza.

LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO
[...]
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
[...]

Saludos a todos y gracias por este espacio donde compartir ideas

Diego dijo...

Vos siempre tan generosa. No conocía el poema pero me gustó mucho. Gracias.

Yo no detesto el cine de Hollywood ni me parece siempre malo. Para nada. También entiendo que tiene grandes virtudes aunque para mí la mayor de ellas es el saber promocionarse. Los yanquis son unos grandes publicistas y han sabido vender su modo de vida de manera estupenda. Pero, si hay algo de lo que yo creo cabe desconfiar, es de la publicidad, no de autores que quieren contar algo que no es vendible al gran público.

Luego, los grandes valores del liberalismo están muy bien. Libertad, placer, individualismo. Yo creo que en el primer mundo tenemos bastante de eso y podemos empezar a valorar otras cosas.

Para terminar, está la subjetividad del entretenimiento. Si a Vallín y a los adolescentes de 30 años les entretiene Crepúsculo, bien por ellos. Tienen a todas las salas de cine proyectando lo que a ellos les gusta. Pero yo tengo derecho a decir que me entretiene Déjame entrar y no por eso me hago el intelectualoide ni marco soberbia.

Un abrazo y gracias, a ti por leer y a los colaboradores por prestarme el espacio.