viernes, 29 de noviembre de 2019

Margaret Atwood: Los testamentos

Idioma original: inglés
Título original: The Testaments
Año de publicación: 2019
Valoración: Recomendable pero decepcionante



Montuenga. Confieso que Los testamentos me ha decepcionado un poco. Salvaría muchas cosas de ella, pero después de toda la expectación que se creó tras el anuncio de una secuela de la gran novela de moda, la verdad, me esperaba más, y me ha parecido lo más flojo que he leído de Atwood. Aunque no la considero una gran obra de arte, creo que El cuento de la criada es muy superior. La autora describía de forma bastante hermética un mundo que daba escalofríos, y no solo en relación con las mujeres. Esta, en cambio, me ha parecido una concesión a los lectores. Aunque, por otra parte, el hecho de que aparezca mucho más claro el proceso que desemboca en una sociedad totalitaria facilita la lectura a un público mucho más amplio.

Juan. En sentido general estoy de acuerdo (es decir, en este caso, está claro que "las intenciones" apuntan más alto que la novela), he de decir que a mí no me ha parecido tan mal... Por lo menos, las partes narradas por Tía Lydia y Agnes, sobre todo al principio, están a un nivel si no tan alto como la primera parte de "El cuento de la criada", sí al menos en esa línea. De la parte narrada por Daisy, mejor no hablemos, porque coincido en que es la más floja e incluso todo el personaje me resulta fuera de lugar.

M. Al menos ha intentado hacer la historia de Gilead más legible, analiza causas y consecuencias, amplía la perspectiva, podemos reconstruir el hilo argumental que dio lugar a Gilead y lo que Gilead construyó y destruyó, así como su influencia en el entorno. Pero, como dices, le queda bastante irregular y los personajes son poco creíbles. Es verdad que Daisy parece un robot desde el principio, pero Tía Lydia y Agnes se van convirtiendo en un estereotipo a medida que avanza la acción y la doble cara de la primera, en lugar de justificarse al final, me resulta completamente inverosímil.

 J. Lo que yo creo que le pasa a Margaret Atwoood, al menos en los libros que yo he leído de ella, es que es muy buena describiendo situaciones, digamos estáticas, en este caso de opresión, etc... pero cuando trata de hacer evolucionar esas situaciones o a sus personajes dentro de ellas, se mete en lo que llamaríamos la "peripecia" y ahí sufre un apreciable bajón del nivel literario.

 M. No se me había ocurrido verlo así, pero tienes razón. En este caso, como la foto casi fija que era El cuento de la criada tiene que evolucionar de alguna forma, acaba derivando, creo yo, en un thriller algo flojo y, sobre todo al final de la acción propiamente dicha, en novela de aventuras para jóvenes.

 J. No es que resulten novelas ilegibles, porque tiene oficio, pero sí acaban dejando una impresión decepcionante. Le ocurría también, que yo recuerde, en "Por último el corazón". En "El cuento de la criada" no tanto, porque el final es un poco "chapucero", si me permites la expresión, Lo cual hace que, justamente, haya tratado de arreglarlo en esta otra novela, supongo yo, y la cosa le ha quedado regulinchi.

 M. No solo no lo arregla. Es que este desenlace arqueológico es casi peor que el anterior. Una forma de eludir la responsabilidad inventándose un final que no le exige un progreso de la acción ni concede a los personajes un futuro coherente. Lo que hace es inventarse la manera de ofrecer datos dispersos y así no tiene que romperse la cabeza.

 J. Además, y de esto sabrás tú más que yo, supongo que ha querido darle voz a otras mujeres, no sólo a la "mujer-víctima" que representan las criadas.

 M. Yo creo que todos los personajes femeninos son víctimas de alguna forma, y en eso estoy de acuerdo con Atwood. Desde luego, toda esa trama de manipulación, confabulaciones, chantaje y chismorreo generalizados, como vehículo para hacer llegar un mensaje y al margen de sus valores literarios, está bastante bien, así como la escala jerárquica del sexo inferior: tías, marthas, esposas, econoesposas, criadas y perlas. El argumento es previsible y a la vez intrigante, aunque parezca contradictorio, y tiene una estructura muy atrayente: tres mujeres de diferentes edades alternándose como narradoras, una de ellas, Tía Lydia, cofundadora de Gilead y las otras, nacidas después del gran derrumbe; entre las jóvenes, Agnes, criada en Gilead y Daisy en un Canadá libre aunque muy influido por la proximidad del nuevo estado. Todo esto ofrece una perspectiva amplia,  ayuda a establecer comparaciones y nos empuja a leerla casi de un tirón a pesar de sus 500 páginas. Pero le encuentro muchos puntos débiles, por ejemplo, la falta de referencias espacio-temporales: se supone que Gilead abarca gran parte del antiguo Estados Unidos, sin embargo parece un pueblito donde todo el mundo se conoce.

 J. Y sabiendo las movidas que ha tenido en los últimos tiempos con algunos sectores del feminismo, sospecho que el personaje de Tía Lydia es un trasunto, en cierta manera de ella misma, (aunque quizás eso sea ir demasiado lejos en la especulación).

 M. No estoy al tanto de esas movidas, sí me consta que los medios suelen amplificarlas para desacreditar nuestras reivindicaciones. En cuanto a que Tía Lydia sea un trasunto de la autora, me parece mucho decir. Puede que su primera idea fuese esa, pero le ha quedado un personaje tan siniestro que no hay por donde cogerlo, por mucho que quiera arreglarlo al final. Su personalidad evoluciona de una manera que, como decía antes, no hay quién se lo compre. Lo que es evidente es que las mujeres hemos visto la necesidad de hablar claro, incluso las de su generación. O sobre todo ellas, que han sufrido las consecuencias de esa forma peculiar de ver las cosas, siempre en detrimento nuestro. No hace falta recordar que el velo islámico, el porno machista, los vientres de alquiler, los techos de cristal, las diferencias de salario, violaciones etc. siguen existiendo a día de hoy. La denuncia de Atwood consiste en colocarnos frente a un espejo deforme y dejarnos pensar. Tienes razón en que lo mejor de la novela son sus intenciones, pero se le ha ido un poco de las manos. Aunque reconozco que inspirarse en la iglesia y los totalitarismos, como hizo ya en su precuela, ha sido un gran acierto. Tampoco lo tenía nada fácil, supongo que no se le ha concedido todo el tiempo del mundo para escribirla, que obligatoriamente tenía que crear un best-seller y que la carta blanca de que disponía en los ochenta para opinar lo que le viniese en gana ya no existe. Todavía no hemos caído en el estadio involutivo que ella predijo, pero –a pesar de las apariencias– en libertad de expresión hemos perdido bastante, aquí en España, en Estados Unidos y creo que a escala universal. Así que ¡bien por Margaret Atwood! una escritora que a sus ochenta años sigue contando historias complejas y trabajando por la igualdad entre los sexos.

Montuenga y Juan G. B.


12 comentarios:

Gabriel Diz dijo...

Gracias por la reseña chicos. Discrepo con la idea de Montuenga sobre que Atwood no la tenía fácil. Siempre se puede decir que no a los lectores y la industria editorial. No tenía obligación de escribir esta secuela. El final feísimo del Cuento de la criada no preanunciaba nada bueno.

Saludos

Juan G. B. dijo...

De nada, Gabriel y gracias a ti por leerla. Bueno, yo quiero pensar que doña Margaret a escrito esta segunda parte no tanto por presiones o pir aprovechar el éxito del otro libr y de la serie, sino porque era consciente de que el final de "El cuento de la criada le había quedado un poco regulín, y llevaba desde entonces pensando cómo podía arreglarlo... Otra cosa es que lo haya conseguido, claro...
Un saludo.

El Puma dijo...

Me gustó mucho vuestra reseña a dos voces, Montuenga y Juan. Me resulta difícil opinar sobre El cuento de la criada, pues aunque he visto las tres temporadas de la serie (que va de mayor a menor, a mi entender) no leí la novela. El personaje de Tía Lydia en la serie es extraordinario (tal vez la performance de una gran actriz, Ann Dowd), y a diferencia de lo que expresa M, tiene un par de escenas memorables donde se muestra un ser frágil y empático con June.
Tal vez algún día me decida a leer ECDLC Y aborde entonces su secuela.
Y siguiendo con las obras de la señora Atwood llevadas a la televisión, recomiendo mucho Alias Grace. Una gran miniserie,

Juan G. B. dijo...

Hola, Puma:
Pues yo no pretendo darnos autobombo, pero recordad que tenemos un blog hermano (o hermanastro) llamado Una Serie Al Mes, en el que está reseñada esa serie por nuestra estimada Beatriz (además de la reseña de la novela rn ULAD, claro):
http://unaseriealmes.blogspot.com/2019/09/alias-grace-netflix.html?m=1

Montuenga dijo...

Bueno, vamos a ver.

Cuando digo que M.A. no lo tenía nada fácil no me refiero a que se vio obligada a escribir la novela, ya hablaré de eso después, pero lo que quiere decir mi frase -y probablemente no me expliqué bien pensando que se entendía por el contexto- es que no tenía nada fácil escribir la novela que hubiera querido, a fuego lento, sin presiones para que fuera facilona y por tanto otro bombazo editorial del que se pudiera sacar otra serie etc. No sitúo a esta escritora en la primera línea literaria, pero siempre ha sido honesta, no se ha plegado a los mandatos comerciales, lo ha hecho lo mejor que sabía, y si no lo hacía a sus treinta o cuarenta años, menos lo va a hacer ahora, a sus ochenta. Para escribir la novela que hubiera querido, M.A. hubiera necesitado, en primer lugar, todo el tiempo del mundo por delante, en segundo lugar, que la dejaran tranquila y no le dieran ideas. No creo que haya tenido ni lo uno ni lo otro. Me refiero a presiones de todo tipo, no solo de las editoriales, probablemente también de su propio círculo. Y luego está la presión de la biología, vuelvo a recordar que acaba de cumplir los 80 y, aparte de no saber cuánto tiempo le queda, no creo que esté en su momento de plenitud literaria. Todos sentimos esas presiones aunque no los reconozcamos, gente que avasalla, que te indica un camino y te sientes obligado a seguirlo quieras o no quieras. Obviamente, el aspecto económico, a esas alturas de su vida, y menos en una escritora que ha seguido un camino propio, no creo que haya influido en absoluto.

Esto en cuanto a la faceta comercial de Los testamentos. Por otra parte, estoy más que convencida de que lo que menos le apetecía a doña Margaret era meterse en este tinglado, así de repente. Aquí el discurso demagógico sería: "tienes la responsabilidad de dejar oír tu voz en estos tiempos, de poner tu granito de arena feminista, de ayudar a la causa" etc. No tenéis más que recordar la fecha en que se publicó El cuento de la criada: 1985. Ya ha llovido desde entonces ¿eh? Si no lo ha hecho hasta ahora es que consideraba que ya lo había dicho todo al respecto.
Pero, una cosa que creo haber apuntado en la reseña, el libro es un producto, sí, pero muy ameno y didáctico, y estará al alcance de mucha más gente que si se tratase de literatura estricta. Esto, a mí, en estos tiempos de indefinición, me parece un valor nada desdeñable.

Muchas gracias Gabriel, Juan y Puma. Os contesto a la vez porque lo que decís está tan relacionado que no podía separar.

Sobre la serie ECDLC, te diré, Puma, que no la he visto, después de leer el libro no quise decepcionarme. He oído que tienen bastantes diferencias. A la tía Lydia no la recuerdo en la novela, solo en Los testamentos, puede que sea un personaje exclusivo de la serie o simple olvido mío. Lo que sí me parece importante es no comparar Los testamentos-serie con El cuento de la criada-libro porque los guionistas hicieron su propia interpretación. Ojalá leas las dos novelas y puedas ver, tanto las diferencias entre una y otra como la impronta comercial de la serie ECDLC en la novela Los testamentos.

Saludos a todos

Anónimo dijo...

El "Cuento de la criada" era sin duda un libro importante. Pero importante no quiere decir bueno. Aquella especie de distopía feminista resultaba oscura, árida y extremadamente aburrida. Sin ninguna razón lógica, las señoras de EEUU se convertían en esclavas domésticas de un régimen totalitario machista con aires religiosos. Una hipótesis completamente absurda, la verdad. La historieta no funcionaba ni como alegoría porque las mujeres de clase media de los EEUU o Canadá no parecen estar precisamente amenazadas por ninguna fuerza oscuramente machista que pretenda recluirlas en un harén o privarlas de su autonomía personal. La novela no valía como denuncia satírica de un peligro real (como pasa con las grandes distopías) y hay empezaba el problema: el Cuento de la criada era un absurdo que denunciaba algo completamente inverosímil, además de literariamente torpe, porque la lectura del novelón se hacía soporífera por momentos. Personajes borrosos y desganados, atmósfera nada lograda, no lograba cuajar en pesadilla quedándose en ligeramente ridícula, y trama difusa y confusa. Las mujeres de Gilead eran confinadas dentro de una cofia roja y colgadas de vez en cuando si no obedecían las órdenes de una oligarquía machista. Así, sin mas. Vestales modernas. Pues bueno. Llegaba un momento en que el sufrido lector se preguntaba: ¿pero qué sarta de tonterías me está contando, y encima mal, la señora Atwood? Al parecer, la continuación es todavía peor. No me extraña. Atwood es un caso de manual de escritora sobrevalorada por motivos ideológicos.

Juan G. B. dijo...

Hola, anónimo:
Estoy casi seguro de que tu comentario es una simple provocación y no debería responderte, pero bueno, como fui yo quien reseñó "El cuento de la criada" me siento obligado a hacerlo. En fin...
Para empezar, el cómo se llegó a la situación que se vive en Gilead está más o menos explicado en ese libro y mucho más en "Los testamentos", por si te interesa leerlo. Por resumir: un grupo de fanáticos similares a los capullos que en España le han robado se buen nombre a ciertos diccionarios aprovechan una situación dr crisis para dar un golpe de Estado e implantar una dictadura de corte teocrático y ultramachista.
En cuanto al presunto aburrimiento que te produjo la novela, lo siento por ti, porque a mí y creo que a la mayoría de sus lectores, me mantuvo pegada a sus páginas y conteniendo la respiración, al menos durante toda su primera mitad. Seré un lector sólo preparado para las novelas torpes, supongo.
Ah, y FUCK VOX, que no sé si viene a cuento pero me apetecía ponerlo.

Gabriel Diz dijo...

Me gustó la respuesta Juan. Con el último párrafo me arrancaste una sonrisa.

Saludos

Montuenga dijo...

De acuerdo en todo, Juan. Y añado:
El hecho de que El cuento de la criada se haya vuelto a poner de actualidad, haya suscitado tanto interés, dado lugar a una serie, provocado una secuela etc. NO ES CASUAL, Es que ahora, en pleno siglo XXI, están sucediendo cosas muy parecidas a lo que contaba Atwood en 1985. Entonces podia parecer una ida de olla que nunca podría pasar, pero mira por donde, ahora lo tenemos encima. Debidamente maquillado y con un aspecto moderno, pero hay 3 o 4 realidades que parecen calcadas de la novela. Claro que para reconocerlas se necesita un mínimo de empatía que a muchos les falta.

Juan G. B. dijo...

Que conste que no me refiero a los entrañables diccionarios...bueno, sólo al de latín, de infausto recuerdo ; )

lupita dijo...

Hola:
Aunque nadie me haya dado vela en este entierro, me apetece intervenir porque hay un argumento reiterativo que es indignante. Me refiero a que lo que entra en el universo femenino, o visto desde el punto de vista de la mujer, es secundario. Los hombres conversan y las mujeres están de cháchara, los hombres hablan de grandes temas y las mujeres de "sus cosas". Parece que lo que han hecho las mujeres durante siglos "en la trastienda": cuidar a los hijos, mantener la higiene, proporcionar alimentos a la familia, y un largo etcétera, es menos importantes que los grandes temas tradicionalmente masculinos. Digo esto porque un tema vital (y nunca mejor dicho) como es la maternidad, y la forma en que esta modifica o condiciona la vida de las mujeres, es aburrido o "femenino". Sin embargo, un tema repetido hasta la saciedad, como es la guerra, que ha traído destrucción y penurias sin fin a la humanidad, sí es trascendente.
El último anónimo dice que este libro ha triunfado por su ideología, sin tener en cuenta que hay libros malísimos ligados a una ideología preponderante en un momento y que no tienen éxito. Algo más tendrá este libro; a mí me pareció audaz, muy valiente y mil cosas más, aun teniendo sus defectos. También comenta que no es creíble; toda distopía tiene una parte de anticipación que se puede cumplir, pero una gran dosis de ficción también.
En cuanto al argumento de la obra: está claro que hay sectores de la sociedad que están viviendo una involución a dogmatismos religiosos muy fuertes, que la forma de vivir la maternidad está ligada al modo de vida de cada sociedad. Mientras que en las sociedades llamadas occidentales las mujeres tienen menos hijos y retrasan la edad de ser madres por motivos de bienestar, realización personal o laborales, en otras sociedades más empobrecidas, las mujeres siguen siendo madres muy jóvenes, sin posibilidad de elección, ni acceso a medios de contracepción. Y además, con los índices de natalidad tan bajos que se tienen en los países europeos, ya se está viendo que el relevo generacional acabarán haciéndolo los hijos de esas mujeres empobrecidas. Sólo el tiempo dirá si las mujeres pobres acabarán teniendo los hijos de toda la humanidad.

En fin, un debate muy interesante. La próxima distopía será sobre el resurgimiento del nazismo en Europa. Creo yo. Ya están avisando: los neonazis estaban escondidos, sólo estaban esperando. Ahora la gente que les apoya ya no tiene miedo a hablar.

Saludos

Montuenga dijo...

Toda la razón, Lupita. La maternidad es un tema menor, o lo era hasta ahora, porque según decían afecta a la biología. Pero no hay asunto más biológico que la muerte y es uno de los grandes temas filosóficos, poéticos, literarios y hasta pictóricos.
Sobre las distopias, algunas se han escrito como reflexión, sin imaginar que alguna vez podían materializarse. Por ejemplo El cuento de la criada. Pero hay otra referida al pasado y que tiene que ver con los totalitarismos, la escribió Philip Roth hará unos 10 años, se llama La conjura contra América y está reseñada en ULAD. Cuenta lo que podría haber ocurrido si Alemania hubiese ganado la guerra. Cuando la escribió era como un suspiro de alivio: "Uf! de la que nos hemos librado", y ahora mira, los tenemos encima otra vez.
O no tanto. Espero que hayamos aprendido la lección y seamos optimistas.