Título original: The Odd Woman and the City
Traducción: Raquel Vicedo
Año de publicación: 2015
Valoración: bastante recomendable
De manera similar a como hizo en «Apegos feroces», Vivian Gornick parte de su propia experiencia para trasmitirnos, no únicamente pasajes de su pasado, sino también una serie de reflexiones, perfectamente hilvanadas, sobre diversos aspectos de la vida, no únicamente de la suya, sino de los aspectos globales que, en mayor o menor medida, todos podemos observar en nuestro entorno y nuestras propias vidas.
Así, la autora despliega su inmensa capacidad narrativa partiendo del Bronx de su infancia, de aquellos recuerdos de cuando vivía en esa parte de la ciudad que suponía todo su mundo, hasta que descubrió Manhattan, un mundo nuevo, diferente, inmenso en posibilidades, y con un contraste abismal respecto "su" realidad. De esta manera inicia su viaje introspectivo al pasado, partiendo de esa edad donde todo sorprende, y sirviéndose de las excursiones que hacía desde su piso en el Bronx hacia la ciudad que era el centro del mundo: Manhattan. En el hábil estilo que acostumbra a destilar la obra de la autora, nos cuenta estos pequeños viajes haciendo un símil indicando que la única diferencia entre ella y alguien de Arkansas es que alguien de Arkansas hace el salto del inmigrante una sola vez y para siempre, mientras que ella hizo este salto, en modo de pequeñas incursiones a la ciudad, repetidas veces volviendo siempre a casa donde encontraba seguridad, aburrimiento y espera hasta que volvía a salir en busca de la gran oportunidad. Así, cada noche volvía a casa, donde esperaba que la vida empezara. Paseando por el West End soñaba con que algún día viviría allí, sería la señal que se había salido con la suya.
En este libro autobiográfico, Gornick nos habla de los temas que engloban la vida de una persona. Así, nos habla del pasado, de los hombres y la relación con ellos, de su supuesta aceptación de las relaciones desiguales y con cierta tendencia a la predisposición de quedar a la merced de ellos, sin poder objetar las condiciones de la relación. Este modelo de relación que tenía la autora, muy arraigado en su interior, cambió de forma abrupta un día en concreto, cuando la presionaron para hacer algo que no quería y, aunque no fue eso en sí lo que la cambió, sí lo fue la forma de presionarla al decirle que ella no sabía lo que quería. Este momento marcó un punto de inflexión en la autora, y comprendió que los hombres eran para ella una especie ajena (tal es así, que incluso en declaraciones recientes indica que «el feminismo avanza poco porque las mujeres duermen con el enemigo»). Este hecho marcó su vida y provocó, a partir de él, que Gornick hiciera un cambio de mentalidad en su relación con los hombres, alejándose de ese segundo plano al que las mujeres parecían ubicadas.
De esta manera, las relaciones humanas son un elemento característico en la obra de la autora y, en este caso, se sirve a menudo de las conversaciones mantenidas con su amigo Leonard, así como también de las pequeñas anécdotas cotidianas surgidas de sus paseos por la ciudad (siempre presente en el relato, siempre palpable en sus libros) y los encuentros con otras personas, para hablar sobre todo aquello que conforma la vida: el matrimonio, la relación entre hombres y mujeres, las amistades, la amabilidad entre personas en el trato cotidiano. Con su mirada crítica habitual, Gornick nos traza un camino introspectivo para cuestionar las opiniones creadas sobre las amistades y su durabilidad, sobre las relaciones sustentadas muchas veces por una atracción, de tiempo limitado, con fecha de caducidad no anunciada ni establecida de antemano, pero que existe y actúa sin posibilidad de evadirla.
Asimismo, y como no puede ser de otra manera, otro aspecto fundamental del libro es la relación de la autora con New York, que adquiere la importancia suficiente para ser tratada como un personaje más. Y es que este libro autobiográfico de Gornick también es un homenaje a la gran manzana, a la ciudad que nunca descansa, a sus ciudadanos variopintos de vidas ajetreadas y algo enloquecidas o caóticas. El reconocimiento a la disparidad de una ciudad donde el bullicio del centro y el anonimato de su gente contrasta con la vida más tranquila de los barrios más alejados como el Bronx, en los que la familiaridad se impone; nos habla también de sus paseos por Staten Island, por el East side o sus visitas al Carnegie Hall, y casi nos invita a realizarlos con ella, pues están cargados de un aire de intimidad que consigue transportarte hasta esos días, sintiendo ese mismo ambiente que tan hábilmente transmite la autora.
El resultado de esta obra es más que una mera distracción o un conjuro de reflexiones, es una lección de vida de alguien que la vive y la aprecia, que la quiere y la valora, que la observa y la disgrega para profundizar en su significado. Y, por encima de todo, es un libro para disfrutar de la calidad de la prosa de Gornick, de sus análisis interesantes y reflexiones que permanecen mucho tiempo después de haber terminado el libro.
También de Vivian Gornick en ULAD: Apegos feroces, Escribir narrativa personal, Mirarse de frente, Cuentas pendientes
Así, la autora despliega su inmensa capacidad narrativa partiendo del Bronx de su infancia, de aquellos recuerdos de cuando vivía en esa parte de la ciudad que suponía todo su mundo, hasta que descubrió Manhattan, un mundo nuevo, diferente, inmenso en posibilidades, y con un contraste abismal respecto "su" realidad. De esta manera inicia su viaje introspectivo al pasado, partiendo de esa edad donde todo sorprende, y sirviéndose de las excursiones que hacía desde su piso en el Bronx hacia la ciudad que era el centro del mundo: Manhattan. En el hábil estilo que acostumbra a destilar la obra de la autora, nos cuenta estos pequeños viajes haciendo un símil indicando que la única diferencia entre ella y alguien de Arkansas es que alguien de Arkansas hace el salto del inmigrante una sola vez y para siempre, mientras que ella hizo este salto, en modo de pequeñas incursiones a la ciudad, repetidas veces volviendo siempre a casa donde encontraba seguridad, aburrimiento y espera hasta que volvía a salir en busca de la gran oportunidad. Así, cada noche volvía a casa, donde esperaba que la vida empezara. Paseando por el West End soñaba con que algún día viviría allí, sería la señal que se había salido con la suya.
En este libro autobiográfico, Gornick nos habla de los temas que engloban la vida de una persona. Así, nos habla del pasado, de los hombres y la relación con ellos, de su supuesta aceptación de las relaciones desiguales y con cierta tendencia a la predisposición de quedar a la merced de ellos, sin poder objetar las condiciones de la relación. Este modelo de relación que tenía la autora, muy arraigado en su interior, cambió de forma abrupta un día en concreto, cuando la presionaron para hacer algo que no quería y, aunque no fue eso en sí lo que la cambió, sí lo fue la forma de presionarla al decirle que ella no sabía lo que quería. Este momento marcó un punto de inflexión en la autora, y comprendió que los hombres eran para ella una especie ajena (tal es así, que incluso en declaraciones recientes indica que «el feminismo avanza poco porque las mujeres duermen con el enemigo»). Este hecho marcó su vida y provocó, a partir de él, que Gornick hiciera un cambio de mentalidad en su relación con los hombres, alejándose de ese segundo plano al que las mujeres parecían ubicadas.
De esta manera, las relaciones humanas son un elemento característico en la obra de la autora y, en este caso, se sirve a menudo de las conversaciones mantenidas con su amigo Leonard, así como también de las pequeñas anécdotas cotidianas surgidas de sus paseos por la ciudad (siempre presente en el relato, siempre palpable en sus libros) y los encuentros con otras personas, para hablar sobre todo aquello que conforma la vida: el matrimonio, la relación entre hombres y mujeres, las amistades, la amabilidad entre personas en el trato cotidiano. Con su mirada crítica habitual, Gornick nos traza un camino introspectivo para cuestionar las opiniones creadas sobre las amistades y su durabilidad, sobre las relaciones sustentadas muchas veces por una atracción, de tiempo limitado, con fecha de caducidad no anunciada ni establecida de antemano, pero que existe y actúa sin posibilidad de evadirla.
Asimismo, y como no puede ser de otra manera, otro aspecto fundamental del libro es la relación de la autora con New York, que adquiere la importancia suficiente para ser tratada como un personaje más. Y es que este libro autobiográfico de Gornick también es un homenaje a la gran manzana, a la ciudad que nunca descansa, a sus ciudadanos variopintos de vidas ajetreadas y algo enloquecidas o caóticas. El reconocimiento a la disparidad de una ciudad donde el bullicio del centro y el anonimato de su gente contrasta con la vida más tranquila de los barrios más alejados como el Bronx, en los que la familiaridad se impone; nos habla también de sus paseos por Staten Island, por el East side o sus visitas al Carnegie Hall, y casi nos invita a realizarlos con ella, pues están cargados de un aire de intimidad que consigue transportarte hasta esos días, sintiendo ese mismo ambiente que tan hábilmente transmite la autora.
El resultado de esta obra es más que una mera distracción o un conjuro de reflexiones, es una lección de vida de alguien que la vive y la aprecia, que la quiere y la valora, que la observa y la disgrega para profundizar en su significado. Y, por encima de todo, es un libro para disfrutar de la calidad de la prosa de Gornick, de sus análisis interesantes y reflexiones que permanecen mucho tiempo después de haber terminado el libro.
También de Vivian Gornick en ULAD: Apegos feroces, Escribir narrativa personal, Mirarse de frente, Cuentas pendientes
2 comentarios:
Me gustó mucho "Apegos feroces" y espero leer pronto este segundo libro autobiográfico. La autora sabe sacar partido a su vida y nos sumerge en su mundo feminista.
Besos
Hola, Marga. Completamente de acuerdo, Gornick es una de las voces a tener en cuenta en la narrativa actual y sus aportaciones literarias en clave feminista son muy interesantes. Si te gustó «Apegos feroces» seguro que te gustará también este; quizá no tiene momentos tan destacados (como esa primera mitad de libro espectacular de «Apegos feroces»), pero es más regular a lo largo de todo el relato. Si te animas a leerlo, espero tus impresiones para contrastar opiniones,
Saludos, y gracias por comentar la entrada.
Marc
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