Año
de publicación: 1999
Valoración:
Recomendable (para intercalar con otras lecturas)
Contra lo que pueda parecer, la llave del frasco de las esencias casi nunca está en manos de autores mediáticos o superventas. Estos son, desde luego, los que hacen más ruido, depende también de gustos. Pero a quien busque paladear una prosa excelente, enfrentarse a conclusiones menos trilladas que de costumbre, reflexión serena, temáticas que no están precisamente de moda, le aconsejaría investigar un poco.
Andrés Trapiello posee una
curiosa obra que alterna autobiografía, ensayo, poesía y ficción. No creo que
sea un autor para todos los gustos, pero hace falta descubrirle antes de emitir
un veredicto.
Él mismo, con su peculiar forma
de ver las cosas marca distintiva de la casa, cataloga a El azul relativo como “solitarios de un hombre solitario”. Y doy fe
de que es así. Al aire ligeramente taciturno del narrador y alter ego –que no
tiene por qué ser el suyo propio– debemos añadirle una personalidad, tan
observadora como introspectiva, capaz de arrastrar al lector por los vericuetos
más insospechados para que descubra a través de su mirada nuevas facetas de la desgastada
realidad.
El título procede de una
anécdota que quizá hubiese merecido un desarrollo más amplio. En el primer
artículo se nos muestra a un ratero pillado in fraganti que intenta
justificarse argumentando que la expresión “el cielo es azul”, como su propio
hurto, no es una afirmación indiscutible. Es evidente que le va como anillo al
dedo a un texto y a un autor que se caracterizan por su tendencia a ponerlo
casi todo en tela de juicio y me ha recordado otra frase hecha (“tan cierto
como que nos tenemos que morir”) utilizada hace tiempo para convencer a un
adversario igual de testarudo. La respuesta –más demagógica que escéptica– fue que
eso no está probado, que corre el rumor de que algunos personajes célebres no
han muerto nunca y que siglos más tarde quizá sigan viviendo de incógnito.
En esta cincuentena de piezas
breves se parte de una anécdota, reflexión o noticia, cualquier pretexto es
bueno para divagar libremente. O esa es nuestra primera impresión, pues
Trapiello sabe bien adónde quiere conducirnos, incluso si algunos finales tienen
poco que ver con su planteamiento. Lo que importa es el trayecto mental, tan
vertiginoso como breve –cada uno de apenas dos páginas– que nos vemos obligados
a hacer. Da igual que se pregunte sobre el futuro (Cuando los coches vuelen) para acabar lamentándose de la “tiranía
del progreso” o que añore la tranquilidad de otras épocas con el pretexto de un
supuesto Viaje a Italia.
En Cáscaras de altramuces nos enfrentamos al estado de cosas de aquel 1999.
Lo que sorprende no es solo lo extenso del camino recorrido, sino que,
paradójicamente, no haya cambiado gran cosa. Año tras año, las ferias nos traen
unos Caballitos de madera, tan
idénticos a sí mismos que, se diría, todo sigue exactamente igual. En cambio
otras veces, como en Cuando fumar era
bueno o Internautas de viejo, se
evidencia que el retroceso es imposible. Como parece afirmar en Gnómica: la mitad de todo, puede que la
simplicidad de otras épocas tenga más encanto que los actuales progresos
técnicos, pero lo bello permanece, y una clara Invitación a la vida aletea constantemente en sus páginas.
Son textos para degustar
despacio que muestran idéntica postura: defensa de la profundo frente a la
superficie, de lo sencillo y silencioso, añoranza de épocas más pausadas,
empatía con los débiles.
7 comentarios:
Lo tendré en cuenta, sobretodo, porque soy muy de intercalar lecturas :)
¡Buena reseña!
Hola! Nos gustaría ofrecerte una propuesta de colaboración en nuestro blog www.rincondelcomecocos.com. Nos gustaría que te pusieras en contacto con nosotros. Un saludo.
Gracias José Antonio. Espero que disfrutes esas píldoras tan personales, por mi parte me propongo profundizar en la obra de Trapiello. Y, por supuesto, contarlo aquí.
Gracias por la entrada. Me sorprende (sin ánimo de criticar este fantástico blog) que no haya más libros de Trapiello reseñados. Sería muy interesante que nos dierais vuestra opinión sobre "El salón de los pasos perdidos"
Gracias a ti por leer y comentar. Particularmente, opino lo mismo que tú y alguna vez me gustaría reseñar uno de los 18 tomos de El salón pero de momento no lo tengo previsto.
Es cierto que se echan (echamos) de menos obras concretas y hasta autores. Pero -como muy bien apuntó Santi en un borgiano comentario a otra reseña- "la biblioteca de Babel es infinita". Es difícil hacerse a la idea de la infinitud del universo literario pero piensa que si ahora mismo, después de 6 años y medio largos a reseña diaria y rondando los 2500 post, nos parece que faltan este o aquel libro, con 5000 pensaríamos exactamente lo mismo y si alcanzásemos el triple igual.
Querido Montuenga,
Conozco vuestro problema pues sufro notables ataques de ansiedad cuando asumo que seré incapaz de leer todo lo que me gustaría, habida cuenta de la finitud de nuestro periplo vital. No entiendas mi comentario como una crítica, sino como una sugerencia. Seguire consultándoos y por supuesto me alegraré si algún día, sea cuando sea, nos das tu opinión sobre El Salón.
Más que problema, es una pasión común. Pero hay que concentrarse en el disfrute lector y no sucumbir a las ganas de leérselo todo porque el tiempo no es de chicle.
Por otra parte, -y ya no me refiero a ti sino que hablo en general- una lectura pausada, para paladear y asimilar como es debido, es más que preferible a esos apresuramientos absurdos, que intentan batir no sé qué records, promovidos por algún interesado avalista del lucro y la transacción comercial.
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