Fecha de publicación: 1995
Valoración: Muy recomendable
Cogí este libro de la biblioteca por dos motivos: porque su argumento me pareció interesante (duras vivencias de una niña alemana durante la Segunda Guerra Mundial relatadas por la que las padeció) y porque no era demasiado extenso, con lo que me pareció una lectura perfecta para compaginar con la gruesa trilogía que tenía y sigo teniendo entre manos.
Pero en cuanto comencé a leer esta obra de Helga Schneider, una alemana que escribe en italiano ya que se instaló en Bolonia desde bien joven, me di cuenta de que no merece ser tratada como un "refresco" entre lecturas más largas. Su contenido, textura y estilo no lo merecen. Porque lo que narra la autora en No hay cielo sobre Berlín me parece difícil de olvidar aunque a estas alturas ya haya leído muchos libros en los que víctimas de toda clase de guerras y conflictos regalan al lector sus recuerdos.
Supongo que los factores que rodean la sobrecogedora historia de la pequeña Helga (la novela tiene lugar cuando la cría tiene entre cuatro y diez años) es lo que la hace tan dura y especial: su madre les abandona a ella, a su padre y a su hermano pequeño para entregarse en cuerpo y alma al Régimen nazi; luego su padre también les deja a ella y a su hermano para dedicarse a la guerra, y la joven y bella madrastra que les cuida en su ausencia, siente una irracional antipatía por ella mientras que adora a su hermano.
Helga Schneider cuenta, sólo cuenta, lo que vio, sintió y sufrió, como si se hubiera comprometido tozudamente a no tratar de dar pena a nadie y no salpicar el libro con pinceladas de sus reflexiones sobre lo que significaron el nazismo y la guerra para su país. Pero con sólo saber cómo sobrevivió a la vida en un sótano/refugio situado bajo su inmueble y rodeada de vecinos de todo tipo, suciedad, sangre y miseria; al Hambre que la torturaba en todo momento; a los desprecios y maltratos de su madrastra, y a la angustia de ver a su pobre hermanito menor languidecer poco a poco, ya basta: no se necesita nada más para cerrar este libro con amargura y respeto.
Por cierto. En mi opinión, el momento magistral del libro es aquél en el que la pequeña Helga "disfruta" de una visita del mismísimo Hitler al búnker donde está refugiada temporalmente. La descripción que hace de él y de este encuentro es impagable...
También de Helga Schneider en ULAD: Déjame ir, madre
3 comentarios:
Impresionante. Durísimo, pero me ha encantado!
Me impresionó mucho ese libro. Hay un error en la reseña: fue Helga la que visitó el búnker de Hitler con un grupo de niños escogidos, y no al revés. Allí les atiborraron de comida en unos días de miseria y hambre para el pueblo alemán.
Un saludo.
Hola, estoy leyéndome este libro y justo ahora estoy de vacaciones en Berlín pero no tengo el libro aquí. Me está gustando tanto elnlibro que me encantaría visitar la calle donde estaba el sótano donde se refugiaron durante la guerra, pero no me acuerdo del nombre... sería tan amable de decirme el nombre de la calle? Muchas gracias y enhorabuena por tu blog.
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