lunes, 12 de septiembre de 2016

John Vermeulen: El jardín de las delicias

Idioma original: neerlandés
Título original: De tuin der lusten
Año de publicación: 2001
Traducción: Marta Arguilé Bernal
Valoración: está bien

Se cumple este año el quinto centenario de la muerte del eximio pintor Hyeronimus Bosch, "El Bosco" (no confundir con el personaje de Michael Connelly, por favor), con los previsibles y supongo que inevitables homenajes, publicaciones y exposiciones de sus obras (al menos en su ciudad natal y en Madrid, donde tengo entendido que el museo del Prado ha aprovechado para subir el precio de las entradas); parece oportuna, por tanto, la lectura de esta biografía novelada del artista, escrita por el belga John Vermeulen. 

Biografía novelada o  más bien novela basada en su biografía, pues es poco lo que se conoce a ciencia cierta sobre Jeroen van Aken -verdadero nombre de El Bosco- aparte de la fecha de su muerte, su ingreso en la hermandad de Nuestra Señora y algún que otro detalle de su familia... de hecho, incluso la autoría de muchas de sus supuestas obras ha sido puesta en entredicho en los últimos años. Así que Vermeulen, legítimamente, optó por imaginar una de las vidas posibles que podía haber tenido el pintor, centrándose, sobre todo en dos aspectos -aunque con una estrecha imbricación de uno con otro-: por una parte, la relación con los demás miembros de su familia y, sobre todo, con su díscola hermana Herberta -relación que Vermeulen elucubra poco fraterna o, más bien, fraterna en exceso...-; por otro lado, su ansia de libertad intelectual para plasmar en sus cuadros todas las visiones y creaciones que su vívida imaginación creaba, así como para conocer las múltiples formas de acceso a la sabiduría (alguna de las cuales sigue siendo bastante popular hoy en día), al margen de la restricitiva ortodoxia que imponían la Iglesia y las probas costumbres en aquel siglo XV; en efecto, en la novela tanto El Bosco como varios de sus familiares y amigos se las ven tiesas con la Inquisición, comandada además en esa ciudad de s'Hertogenbosch -o Bolduque, en español- por nada menos que el despiadado e implacable Jacob Sprenger, co-autor del célebre Malleus Maleficarum (sí, lo sé, ese libro que tanta gente tiene en su mesilla de noche), obra que sirvió para enviar a la hoguera a miles de personas acusadas de brujería, en aquellos tiempos tan jubilosos...

Por lo demás, la novela de Vermeulen resulta más que correcta e incluso amena, ofreciendo un abigarrado retrato de época  en el que encontramos tanto a burgueses y clérigos como hampones, prostitutas y artistas, alquimistas e inquisidores. Un panorama quizá demasiado ordenado y dirigido como para dar como resultado una novela memorable, pero sí lo suficientemente rico para darnos una idea de lo que pudo ser -ya que todo es una recreación aproximativa- un tiempo en el que la más mínima divergencia se consideraba inspirada por el propio demonio y, sin embargo, un pintor se atrevió a plasmar en sus obras todo tipo de imágenes insólitas y perturbadoras, incluso heréticas -según para quién- y no sólo salir indemne, sino acabar por ser considerado uno de los mayores, aunque tal vez el más enigmático, maestro de su arte. 

domingo, 11 de septiembre de 2016

Mathias Enard: Zona

Resultado de imagen de enard zona amazonIdioma original: francés
Título original: Zone
Año de publicación: 2008
Valoración: Muy recomendable


Mathias Enard es uno de esos testigos nacidos en la Europa del último tercio de siglo que no se conforman con enfocar su mirada hacia la zona –un Mediterráneo tórrido desde todos los puntos de vista– para tratar de entender algo, además se atreven a bucear en ella. Eso le dota de la credibilidad necesaria para invitar a sus lectores a seguirle. Porque enfrentarse a Zona es mucho más que “sumergirse en la lectura de”, un lugar común que, en este caso, se queda corto pues la novela no admite medias tintas: o buceamos, nosotros también, en lo más profundo de sus aguas, moviéndonos entre una frase y otra con la mayor concentración posible o resbalamos sin interés por ellas para abandonar enseguida por puro aburrimiento. Esto es así porque el esmerado flujo de conciencia del autor no solo nos enfrenta a una realidad complejísima, violenta y éticamente inasumible, no solo se embarca en un relato errático y con apenas signos de puntuación, es que aporta tal cantidad de datos sobre los asuntos que trata, de referencias culturales e históricas, nos sitúa en tantos focos distintos –cada uno con sus correspondientes sucesos y actores implicados– que haberlos recopilado, es más, haberlos condensado después, bien comprimidos, como una píldora minúscula compuesta por cientos de ingredientes supone un esfuerzo titánico y nos deja con la sensación de que la verdadera realidad está debajo y lo que se muestra no es más que la minúscula arista de un iceberg enorme.
Nada de lo que diga aquí puede aproximarse a lo que van a encontrar en Zone pero lo intentaré de todas formas. Adivinamos a un escritor que conoce el árabe y el persa, que ha contemplado cada escenario e interrogado a la cantidad y variedad de informantes que se mencionan en la nota final en ese viaje a ninguna parte –metáfora de los avances del siglo pasado– emprendido por el protagonista. Su persona encarna la dualidad que preside el texto: oriente versus occidente, paz frente a guerra, cristiandad frente a islam, palestinos frente a israelíes, croatas frente a serbios, odio y crueldad frente a amistad entrañable, insensibilidad frente a dolor, traición frente a idealismo, individualismo frente a conciencia de grupo… el ciudadano de origen franco-croata Francis Servain Mirkovic reconvertido en Yvan Deroy, en un intento, fallido o no, de abrazar otra identidad para incorporarse a un anonimato que, quizá le esté vedado ya, a esas alturas.
En esta evidente reivindicación de la memoria, tan adulterada por los poderes de turno como (paradójicamente) olvidada, y sin embargo imprescindible para no repetir los errores, se atisba una visión de la guerra como forma de dar sentido a la vida, sobre todo en el entrecortado relato sobre la desintegración de Yugoslavia, pero ahí tenemos a Argelia, Israel, Palestina, Siria, Líbano. Y, en el sur, en el norte, sobrevolando el relato, encontramos a los servicios de inteligencia atribuyéndose el papel de árbitros. Sus consecuencias son obvias: espionaje (doble o sencillo), bombardeos, asesinatos, saqueos, violaciones, brutalidad salvaje, propósito de lucro, ira, venganza. Y la culpa presidiéndolo todo, la de Mirkovic y la otra, más difusa pero presente en cada palabra, pues Enard no indulta a occidente, al contrario, le responsabiliza de intentar sacar tajada por todos los medios. No obstante, no toma partido, los hechos están ahí.
Me consta que el autor ha tenido muy presente a Homero. ¿Será Francis Servain el tercer Ulises, el Vaticano la nueva Ítaca, el tren una nave renovada, la rusa Sasha una improbable Penélope? Cada lector tiene su respuesta. Pero solo han pasado ocho años, puede que todavía sea pronto; como siempre, el tiempo hablará.


Otros libros de Mathias Enard reseñados en Un Libro Al DíaBrújula

sábado, 10 de septiembre de 2016

Ramón J. Sender: Réquiem por un campesino español

Idioma original: español
Año de publicación: 1.953
Valoración: Recomendable

La muerte como sublimación de la conciencia política o de clase, o de las pasiones humanas, es una constante en la literatura española de principios/mediados del siglo XX. Todo parece conducir a ella en un país y una época donde la ‘lucha a garrotazos’ es ya todo un tópico. Por su parte, el réquiem constituye la máxima solemnidad, no sólo vinculada al hecho mortuorio –más aún si ha mediado violencia- sino, sobre todo, a la figura del difunto, sus méritos y valores, su vida interrumpida, a todo lo cual se rinde homenaje a la vista del Altísimo. Es decir, escenificación y semblanza ajustados a las formalidades de la liturgia, con el cadáver todavía tibio. Lo que no está tan lejos de algunas costumbres recientemente importadas, cosa curiosa.

Pero lo decisivo es que el réquiem añade al deceso el componente religioso, fundamental en la cultura española hasta tiempos no lejanos, y asumido, manejado y presentado –con todas sus contradicciones- por la mayoría de autores. Si a la muerte le sumamos por tanto una figura clerical como catalizador, e insertamos todos los elementos en un ambiente rural, dominado por la desigualdad, el atraso y la pobreza, tenemos todos los ingredientes de 'Réquiem... '

Mientras Mosén Millán prepara la misa por el joven Paco el del Molino, el cura va hilvanando sus recuerdos sobre el difunto, de cuya vida completa fue espectador y también un poco protagonista. Paco era un joven campesino, desenvuelto y un punto arrogante, que pronto demostró cierta capacidad para pensar por sí mismo, y en los primeros años 30 (parece que con la llegada de la República, aunque el escenario temporal no termina de estar claro) pasó con toda naturalidad a convertirse en uno de los nuevos dirigentes locales, elegidos democráticamente. No seguiré para no incurrir en espoiler, pero todo huele enseguida a tragedia: los nuevos tiempos políticos vs. los poderes tradicionales, el pueblo inculto y tornadizo, el sacerdote pillado por la Historia en fuera de juego.

La figura del religioso y el entorno áspero de una perdida aldea española hacen pensar inmediatamente en 'San Manuel Bueno, mártir'las semejanzas no van más allá, aunque volvemos a detectar el gusto de muchos autores por poner a los curas en situaciones complicadas: Manuel Bueno tenía un problema de fé, y Mosén Millán lo tiene de conciencia. 

Tampoco vamos a negar que, como les ocurre a muchas otras obras, esta novela es un producto inseparable de su época. No diré que ha envejecido mal –que creo que no-, pero sí que, transcurrido cerca de un siglo desde el tiempo en que se sitúa, en esta etapa de internet y globalización resulta algo difícil identificarse con la situación que propone Sender. De forma que, dentro de lo escueto que es el libro, quizá nos cueste unas cuantas páginas hacernos con ese escenario que nos resulta tan ajeno -aunque puedan no serlo tanto los conflictos que se plantean.

Pero el relato está bien construido y facilita la tarea, manteniendo la apuesta por el realismo y la dialéctica social. Aunque de antemano conozcamos lo que ocurre al final, la narración no pierde el interés, va cambiando poco a poco de tono –del sombrío inicial al mucho más sombrío del final- y la prosa sobria y contundente de Sender no deja que nos alejemos del objetivo. Todo lo que se cuenta tiene un sentido, y no hay nada que sobre.

Y, por si fuera poco, el autor deja algunas imágenes excepcionales, como cuando relata cómo Paco, de chico, salía ‘de la Semana Santa como convaleciente de una enfermedad’. O esa extrañísima aparición de una mula dentro de la iglesia justo antes de la misa, algo que seguro habrá fascinado a otro aragonés ilustre como don Luis Buñuel.

Otras obras de Ramón J. Sender en ULAD: El bandido adolescente


viernes, 9 de septiembre de 2016

Bernardo Kucinski: Las tres muertes de K.

Idioma original: portugués
Titulo original: K
Año de publicación: 2012
Traducción: Teresa Matarranz
Valoración: muy recomendable

Debo advertir a quienes nos leen desde ciertos países de Sudamérica que la lectura de esta novela puede convertirse en una experiencia poco agradable. Muchas heridas continúan abiertas y la conclusión no es demasiado esperanzadora. Desde luego no es la primera novela que trata de los desaparecidos bajo las dictaduras, pero lo hace de una forma particularmente desoladora. Porque aquí no se incide en las torturas, en el maltrato físico, en las cifras y en las estadísticas, planteamientos todos ellos completamente necesarios y que complementan y rellenan todo hueco necesario. Aquí hablamos de ese terrorismo de estado, de ese bloque monolítico con el que la maquinaria represora se niega a sí misma. Y de impunidad, de silencio, de trabas y coacciones y crueldad infinita.

Porque la historia de K, padre de una desaparecida, profesora de Química en la Universidad de Sao Paulo, su búsqueda obsesiva y sin descanso (como solamente puede ser la búsqueda de un padre) es el nudo de esta novela. Sus palos de ciego, sus indagaciones estériles, sus escritos a los medios, su participación en manifestaciones y foros, su denuncia individual y colectiva, su lucha contra el paso del tiempo y contra sus efectos de olvido y relativización.

Porque ese aferramiento a la esperanza ya parte de unas posibilidades muy bajas. Al inicio de la novela la hija de K lleva unos días desaparecida, la depuración de activistas de izquierdas llevada a cabo por la Junta Militar brasileña funciona a pleno rendimiento. K, judío de ascendencia polaca, ya arrastra un pasado vinculado al horror como mecanismo del poder. La huida del nazismo de su familia, ese recuerdo, aporta un adicional de dramatismo a la situación, y nos presenta incluso un chocante planteamiento. Cómo se compara una matanza organizada y controlada burocrática y administrativamente como la del nazismo con lo que parece ser una destrucción descontrolada y caótica como la del régimen brasileño. Así que conforme avanzan los capítulos comprendemos y asumimos que la pérdida de la batalla en la que K se sumerge es irreversible, y que no solo se enfrenta a un muro de opacidad sino a una especie de perverso laberinto de confusión deliberada con la finalidad de hundirlo también a él. Los breves, pero impactantes y memorables, capítulos que se alternan y otorgan desde el punto de vista de "la parte contraria", a poco que se comprenda que ésa es la respuesta de una maquinaria estatal que, dicen, debe proteger a sus ciudadanos, entre otras cosas, de injusticia y arbitrariedad, resultan crueles y escalofriantes. Porque es normal que torturadores y militares mantengan esa actitud de protección corporativa, conscientes de lo criminal de sus actos. Pero su perversa influencia (por ejemplo, cuando una imprenta se niega a colaborar imprimiendo - bajo pago - unos impresos denunciando la situación) se nos manifiesta de forma que, por lejanos que sean los hechos, nos espeluzna. 
Sin ninguna duda esta es una obra de denuncia. Kucinski tuvo un familiar cercano en muy parecidas circunstancias. Él mismo tuvo que exiliarse y esta estupenda novela parece, en demasiados momentos, una adaptación de hechos reales con los cambios justos para no exponerse a la luz pública en demasía. Ello no es, para nada, un hándicap ni una falta de implicación, y las opiniones sobre la oportunidad de revisar estos hechos dependen, ya sabemos, muy a menudo, de la visión personal de cada uno.
Y añadid lo de leerlo en un país lleno de fosas en las cunetas.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Jean Echenoz: Capricho de la reina

Idioma original: Francés
Título original: Caprice de la reine
Traducción: Javier Albiñana
Año de publicación: 2014
Valoración:Decepcionante

Duda existencial: ¿Qué valoración otorgar a un libro que contiene siete relatos de los cuales tres te han gustado (en mayor o menor medida) y cuatro te han dejado bastante frío?

Por un lado, ya he leído varias obras de Echenoz, de su primera etapa ("Cherokee" o "El meridiano de Greenwich") y de su etapa más reciente ("Ravel", "Correr" o "14"), y es un autor que, en general, me gusta.

Por otro lado, y precisamente porque es un escritor que me gusta, el libro ... Va, me explico.

De los siete relatos que componen el libro, todos ellos recopilados para la ocasión de diferentes lugares y tiempos, me quedo con los tres siguientes:
  • "Nelson", que vendría a ser la versión breve y con un punto de guasa de "Ravel" o de "Correr" siendo el protagonista, en esta ocasión, el Almirante Nelson.
  • "En Babilonia", relato con el que Echenoz desmitifica alguno de los grandes nombres de la Historia (como ciencia).
  • "Ingeniería civil", el mejor y más largo de los relatos, cargado de ironía y humor negro, y que me ha recordado a sus libros de su primera etapa.
El resto de los relatos, "Capricho de la reina", "Nitrox", "20 mujeres en el Parque de Luxemburgo" y "Tres bocadillos en Le Bourget", me han parecido simples ejercicios de estilo del autor. Sí, Echenoz escribe bien, pero una panorámica de 360º de un paisaje de La Mayenne o una breve descripción de veinte estatuas de reinas, aristócratas y santas no es algo que, personalmente, busque en un libro de relatos. Espero algo que me sorprenda, que me conmueva, que me dé qué pensar. No eso.
Además, entre las virtudes de la escritura de Echenoz están la ironía o humor negro, y en estos relatos brillan por su ausencia.

Así que lo más apropiado me parece un "Decepcionante". Los tres relatos mencionados ("Nelson", "En Babilonia" e "Ingeniería civil") no compensan el fiasco que me he llevado con los demás.

Ay, vaya racha que llevo ultimamente con Anagrama. Y mira que me jode.

También de Jean Echenoz en ULAD: CorrerRelámpagosRavel14

miércoles, 7 de septiembre de 2016

José Javier Abasolo: Una decisión peligrosa

Idioma: castellano
Año de publicación: 2014
Valoración: está bien

Alguna vez he comentado en este blog (tampoco es que piense que alguien se va a acordar, pero nunca se sabe) que me pirran las ucronías. Y que a los cultivadores de esta subespecie literaria les suele pirrar todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial, el Tercer Reich o la Guerra Civil española. Es algo que podemos comprobar en novelas tan dispares , aunque excelentes, como son La conjura contra América, del gran Philip Roth, Patria, de Robert Harris o la más esquiva y fascinante de todas, El hombre en el castillo, del no menos esquivo y fascinante Dick. Son temas que siguen dando mucho de sí (y si no, échenle una ojeada al llamado Canal -ejem- Historia...) No podía faltar tampoco alguna versión autóctona del asunto y, en el caso vasco, aquí tenemos una ucronía pergeñada a la perfección por el escritor vizcaíno José Javier Abasolo, quien, al parecer, ya había jugado con la idea de una Euskadi independiente en El aniversario de la Independencia

Pero aquí va todavía más lejos -o más atrás- al presentarnos una realidad, en la que el reino de Navarra habría conseguido, de forma casi milagrosa, mantenerse independiente desde el siglo XVI (e incluso, por lo que parece, ampliar su territorio hasta lo que hoy en día se conoce como Euskal Herria), merced sobre todo a la conversión del Viejo reino a la religión protestante, a partir de la traducción del Evangelio al euskera por parte de Joannes de Leizarraga ("punto Jonbar" que sucedió realmente, por otro lado). Así, a las potencias protestantes del norte de Europa les habría interesado mantener un reino de la misma confesión, por pequeño que fuera, entre las dos grandes potencias católicas, Francia y España -España que, por su parte, se habría anexionado también Portugal-, lo que le hubiese permitido a Navarra sobrevivir, mal que bien, como estado libre e independiente a lo largo de los últimos cuatro siglos. Hasta que, en 1941, esa libertad se vería amenazada por la dictadura de Franco en España, por un lado, y por la ocupación alemana de Francia, por otro. El reino de Navarra, tradicionalmente amigo de los británicos, tendría entonces que decidir si mantener la neutralidad, con el riesgo de ser invadidos por España con alguna excusa provocada o entrar en la guerra y ser invadidos por Alemania, pero manteniendo ciertas opciones de independencia en caso de que la guerra la ganasen los aliados (aunque Estados Unidos aún no se contaba entre ellos). En esa coyuntura y con la presión añadida de un movimiento fascista autóctono, los llamados "Caballeros de Roncesvalles", aparece desnudo en la puerta de un burdel el cadáver del arzobispo de Iruñea, monseñor Argote, cabeza de la minoría católica navarra (minoría aún marginada en esa sociedad, como los judíos y los agotes). Podría ser la excusa perfecta para que el nacionalcatólico régimen español se decida a intervenir en Navarra, así que el viceministro de seguridad del Reino, Xabier Perurena, le encarga al comisario Da Silva -bilbaíno pero hijo de inmigrantes portugueses y por ende, católico- y al eibarrés subinspector Baskaran la resolución del caso. caso en el que se mezclarán intrigas políticas, espionaje y religión, además de otros elementos más morbosos, relacionados con las circunstancias del hallazgo del cadáver, claro...

La novela, ciertamente, resulta entretenida y del todo plausible: Abasolo sigue con lógica implacable las elucubraciones sobre lo que podría haber pasado en situaciones como las que se plantean. Ahora bien, quizás sea ese el flanco más débil de esta ucronía: aparte de la lógica histórica, una novela de estas características o género necesita también un punto o varios de sorpresa, de locura, incluso. Algo que resulte inesperado y que exija aún más complicidad por parte del lector. Y aquí, pese a lo divertida que pueda resultar la idea, por ejemplo, de una Euskal Herria independiente pero con una impronta navarra y no bizkaitarra, o incluir al padre Arrupe como misionero protestante en Japón, el caso es que todo, al final, resulta previsible, de tan correcto y casi rutinario, de tan bien pensado como está. Aún así, ya digo, una novela entretenida, aunque sea por su vertiente más policíaca y que creo que puede hacer bastante gracia a los lectores vascos y, sobre todo, navarros, que a lo mejor hasta se plantean si el pasado de su tierra ha sido el mejor que podía haber sido o no (para eso sirven las ucronías, después de todo). Eso sí, la cabra siempre tira al monte (dicho sea con cariño): a pesar de que en la realidad que ha inventado, Bilbao sólo es una pequeña ciudad de provincias frente a la gran metrópolis de Iruñea, Abasolo hace al Athletic campeón de la Liga no sé cuantos años seguidos... está claro que hay cosas con las que no se juega ; )

martes, 6 de septiembre de 2016

Elena Ferrante: Un mal nombre

Idioma original: italiano
Tïtulo original: Storia del nuovo cognome
Traductora: Celia Filipetto
Año de publicación: 2012
Valoración: Recomendable

Quien no conozca todavía a Elena Ferrante puede empezar por leer la reseña que hice hace unos meses del primer volumen de la serie Dos amigas: La amiga estupenda: autora de identidad desconocida, fenómeno editorial mundial, tetralogía de novelas traducidas a una decena de lenguas... Un mal nombre (una traducción otra vez inexacta, como en el primer volumen, del título original, "historia del nuevo nombre") continúa la historia de las dos amigas protagonistas, Elena 'Lenú' Greco y Raffaella 'Lila' o 'Lina' Cerullo, en el punto en el que se interrumpía el anterior volumen.

De hecho, el arco temporal de la novela (o de esta parte de la novela, si consideramos Dos amigas como un solo texto) está dominado por el cambio de nombre de Lina: casada con Stefano Carracci al final de la primera parte, pasa a ser la "señora Carracci" y a involucrarse en los negocios familiares: las charcuterías de los Carracci y la tienda de zapatos abierta con los Solara, sus anteriores archienemigos. Para el final del volumen, sin embargo, el matrimonio se ha deshecho y Lina recupera su anterior nombre, "señora Cerullo", simbolizando así una vuelta a la independencia (y a la pobreza).
No creo estar haciendo un gran spoiler al contar esto: quien haya leído la primera novela y se haya familiarizado mínimamente con los personajes, ya debe imaginar que el carácter rebelde de Lina no podía aguantar mucho tiempo atada a Stefano.

Además de la historia de este matrimonio fallido, Un mal nombre también es el volumen en el que las dos protagonistas llegan a la edad adulta, no solo porque cumplen dieciocho años, sino porque conocen por primera vez el sexo, la separación de la familia, el matrimonio o la maternidad. Es, sobre todo, el momento en el que toman cuenta de su destino y escogen el camino que deben seguir; es también el momento en el que, de forma imagino que definitiva, las vidas de Lenú y Lina se separan: Lenú comienza a cumplir las expectativas que estaban depositadas en ella, con una carrera universitaria y como escritora, mientras que Lina se ve enredada en la vida brutal del barrio, de palizas, celos, infidelidades y traiciones.

Como sucedía en La amiga genial, también en Un mal nombre impresiona la intensidad de la narración, la capacidad para construir un universo de personajes tridimensionales y con historias propias, y sobre todo la profundidad de la construcción de las dos protagonistas y su relación, llena de recovecos, cambiante y compleja. El motivo por el que le doy a este segundo volumen una nota algo inferior al anterior es porque ciertas situaciones y motivos me han resultado demasiado repetitivos: los amores y desamores de ambas con Stefano, Antonio, Nino o Enzo, la timidez de Lenú frente a la insolencia de Lina o las sucesivas huidas hacia delante de esta última, por dar algunos ejemplos. A veces también me parece que se hace trampas con el punto de vista de la narradora, que cuenta cosas sucedidas en Nápoles en el tiempo que ella estaba en Pisa con un detalle y una viveza que resultan inverosímiles (y no, los cuadernos que Lina le entrega con anotaciones tampoco sirven para justificarlo completamente).

Voy a seguir leyendo la serie, no tengo dudas. Me han hablado muy bien del tercer volumen, y no tanto del cuarto. En cualquier caso, está claro que Dos amigas, como conjunto, es una obra magna, aunque no sea necesariamente una obra muy de nuestro tiempo.