lunes, 7 de abril de 2025

Henry James: La muerte del león

Idioma original: inglés

Título original: The Death of the Lion

Traducción: Eduardo Lago

Año de publicación: 1894

Valoración: Se deja leer


Supongo que mis colegas del blog estarán de acuerdo, pero quizá es algo que a nuestros lectores se les puede escapar: a veces no apetece reseñar un libro. Ocurre, o al menos me ocurre a mí, cuando el libro es ni fu ni fa, no despreciable pero tampoco ha dejado una huella importante (ahí encajaría a la perfección una expresión tan usual como ‘poco reseñable’), o cuando uno, por alguna razón, no encuentra demasiadas cosas que contar aparte de hacer una vulgar sinopsis. Pero esta especie de ligero malestar se me hace más patente cuando leo a un autor considerado más o menos clásico, que está en los cánones y por tanto debería aportarme cosas interesantes, pero al que no termino de encontrarle el punto atractivo. Todo esto podría muy bien ser la conclusión de la reseña, pero es obligado contar algo más, y a ver si así termino descubriendo el porqué de mi tibieza, indiferencia, decepción.

La muerte del león ('león' tiene en el mundo anglosajón la acepción coloquial de celebridad, o algo así) relata la relación entre un joven periodista y un escritor admirado aunque todavía algo lejos del éxito. Al primero se le ha encomendado entrevistar al autor, pero le es vetada su intención de hacer un reportaje de corte más personal que literario. El joven, presa de la admiración por el artista, se dedicará a intentar protegerle y preservar sus valores y su personalidad cuando se da cuenta de que hay gente que intenta convertirle en un personaje de la vida social, el típico famosillo que da lustre a fiestas y reuniones. De alguna manera, es la disociación entre lo público y lo privado, el escritor y la persona que está detrás.

Todo esto que he contado, que es un poco lo que da de sí esta novela corta, le lleva a James bastantes páginas, en las que hace gala de una prosa alambicada con la que intenta a cada paso profundizar en la psicología de los personajes, más en sus reflexiones que en sus acciones, que son más bien pocas, y obliga al lector a pararse en cada frase para entender y relacionar. No creo que James sea de esos autores que escriben para sí mismos, lo que suele ser motivo de ilegibilidad, pero al igual que el escritor, el artista en sentido amplio, tiene todo el derecho a esperar un esfuerzo de su público, éste tiene el mismo derecho a negarse a hacerlo. Queda por tanto ahí el aviso de que, si no nos apetece mucho entrar en ese juego, la lectura, al menos a la vista del libro al que me refiero, puede resultar poco o nada gratificante.

El ejemplar que manejo se completa con El rincón feliz, un relato que parece menor aunque a mí me ha resultado más atrayente. Con algunos tintes góticos, James presenta a un individuo que visita periódicamente la vieja casa familiar hasta que empieza a sospechar que aloja una extraña presencia. Sombras inexplicables, sonidos sutiles y puertas que se dejaron cerradas y aparecen abiertas dan paso a un crescendo de terror psicológico en el que se reúnen tenues recuerdos con una confusa sensación de desdoblamiento de personalidad. 

Todo lo cual tiene a su vez origen en la experiencia del propio James, norteamericano afincado en Europa y más adelante nacionalizado británico, que traslada al personaje la experiencia dual de dos mundos que considera muy diferentes. Cuando su protagonista regresa a Nueva York, se plantea la clásica duda sobre lo no vivido: qué hubiera sido de no haber emigrado, o bien de no haber regresado. Incluso si al abandonar una tierra (podríamos incluir cualquier otra circunstancia, el fin de una relación, por ejemplo) algo de nosotros permanece en el lugar de origen, ese reflejo de lo que quedó quizá en la casa familiar. Todo bajo una atmósfera bien conseguida cuando el autor se despoja, aunque sea parcialmente, del lenguaje moroso y algo barroco que tanto pesa en el relato anterior. Seguramente es por este camino por el que James consiguió evitar esa desconexión con el lector que he creído detectar en el primero de los relatos, y así parece que se aprecia en algunas de sus otras obras reseñadas en este blog, y que se pueden consultar aquí abajo.

Todas las reseñas sobre Henry James en ULAD: aquí


domingo, 6 de abril de 2025

Rachel Cusk: Un trabajo para toda la vida

Idioma original: inglés.
Título original: A Life's Work.
Traducción: Catalina Martínez Muñoz.
Año de publicación: 2001-2007.
Valoración: se deja leer


Rachel Cusk escribió Un trabajo para toda la vida en el 2001. Quiero suponer que, entonces, era una escritora con poca repercusión y que necesitó, de alguna manera, compartir sus experiencias. Siguiendo con las suposiciones, cuando alguna de su obra posterior (alguna reseñada aquí) obtiene un reconocimiento más o menos generalizado (dentro de este liliputiense mundillo), se opera el consabido proceso de progresiva curiosidad del público por la obra anterior, la recuperación – previas cuestiones legales o burocráticas – de ésta, etc. Cuestión esta que es una cierta especialidad de Libros del Asteroide, notable editorial que suele presentar autores poco conocidos (actuales y no tanto) . En el marco de este proceder, recuperar esta obra más de dos décadas después de su primera publicación responde a esta lógica. Lo que no me ha cuadrado tanto es que la autora incorporara, ya en 2007, dos textos introductorios, que en esta edición se han incluido.

Porque estas dos introducciones desvirtúan la obra, parecen pretender justificarla y casi excusarse por su contenido, y hasta cierto punto condicionan su lectura, como si la autora renegara parcialmente de su escrito original, o necesitase explicar sus intenciones ante eventuales malas interpretaciones. Que parece ser que las hubo, en su momento. No había que esperar a que Elon Musk se hiciera con Twitter para destapar el odio, al parecer. Lo siento, pero mi opinión es que esto ni era necesario en 2007, y en 2025 ya es francamente prescindible.

Básicamente, Un trabajo para toda la vida es como un dietario algo desordenado de experiencias y reflexiones relacionadas tanto con las últimas fases del embarazo como con el parto y los primeros años de cuidado del niño. Está escrito, por lo tanto, en una obstinada primera persona, que es como suelen escribirse estos libros. Pero es que esas sensaciones que se manifiestan, desde las consecuencias físicas, inevitables, hasta el proceso mental, que me temo que también depara muchos lugares comunes, no me han aportado novedad alguna sobre lo que es una sensación universalmente experimentada y universalmente aceptada. Bueno: quizás no tan universalmente. No tantas madres desempeñan una profesión o una situación económica como la de Cusk, que les puede permitir disponer de canguros y cuidadoras (algo tendencioso, por cierto, el episodio del incidente con la cuidadora española). Entonces si esa percepción de la situación personal ocasiona esas sensaciones, si esa reflexión induce a sentimientos poco convencionales – el rechazo, el hastío, el agobio –pero esas circunstancias no los convierten en reprobables, sino en manifiestamente lógicos, Cusk inunda su corriente de conciencia de tópicos que, a pesar de su honestidad y sinceridad, parecen extraídos de una versión algo erudita y desganada de un diario de Bridget Jones, madre. Todo lo cual reduce el atractivo del texto.

Otros libros de Rachel Cusk reseñados en ULAD: aquí

sábado, 5 de abril de 2025

Karel Čapek: La fábrica de Absoluto

Idioma original: Checo
Título original: Továrna na absolutno
Año de publicación: 1922
Traducción: Rafael R. Ortega
Valoración: Recomendable

Imaginaos que existe una máquina revolucionaria llamada Karburátor, capaz de producir energía ilimitada combustionando sólo un poco de materia. Dicha máquina destruye la materia que la alimenta al completo, sin dejar residuo tangible alguno. Resultado de esto es que Dios, o el Absoluto, que se encuentra confinado en todas las cosas, queda liberado por el mundo, provocando exaltación mística, milagros de todo tipo y el colapso de la civilización tal y como la entendemos («el mundo se sacudía bajo el estruendo de los ejércitos, (...) las fronteras de los estados se retorcían como lombrices en la tierra, y todo se desmoronaba en ruinas», pg. 203).

Esta es la premisa de La fábrica de Absoluto, un clásico de la ciencia ficción con un interesantísimo concepto de base, grandes dosis de crítica social y generosas paletadas de humor. Sin duda, esta sátira se encuentra a la altura de otras de Karel Čapek, su autor, como la también genial La guerra de las salamandras.

Al igual que la mentada La guerra de las salamandras, por cierto, La fábrica de Absoluto es capaz de exprimir al máximo su premisa. También, al igual que la otra obra mencionada, ofrece una admirable visión panorámica del mundo en el que transcurre, porque, en ella, un cronista nos muestra cómo el Absoluto afecta a la gente, a la industria, a la religión, a la Iglesia, a la economía, a la medicina, a la causa proletaria, a distintos países, etc... Y lo hace a través de un puñado de personajes recurrentes, mostrando viñetas secundarias, describiendo «eventos aparentemente locales» (de los que «se puede extraer un gran caudal de acontecimientos históricos», pg. 191) o citando la opinión de varios intelectuales con respecto al Absoluto.

Semejante argumento permite a Čapek arrojar ideas de un ingenio asombroso en torno a Dios, la religión y la fe. Por ejemplo, sobre la relación entre los técnicos y Dios expresa lo siguiente de boca del ingeniero Rudolf Marek, inventor del Karburátor: «Yo no creo en nada. (...) No quiero creer. Siempre he sido ateo. He creído en la materia, en el progreso, y en nada más. Soy un hombre de ciencia (...); y la ciencia no puede aceptar la existencia de Dios. / (...) Es un caso de Él o la ciencia. No afirmo que Dios no exista; solo digo que no debería exitir o, al menos, que no debería mostrarse. Creo que la ciencia lo está desplazando poco a poco, o en todo caso impidiendo que se manifieste; y considero que esa es la misión importante de la ciencia.» (pg. 29)

Por su parte, G. H. Bondy, director de la Metallo-Electric Company, sirve a Čapek para entregar una perspectiva más permisiva sobre este tema: «Desde el punto de vista empresarial (...), es una cuestión indiferente. Si quiere existir (...), que exista. No somos mutuamente excluyentes.» (pg. 29)

Otra idea muy sugerente la dedica Čapek a la Iglesia. El obispo Linda afirma lo siguiente: «Señores, no se engañen pensando que la Iglesia trae a Dios al mundo. La Iglesia lo encierra, lo controla.» (pg. 46)

El elenco protagónico de La fábrica de Absoluto no es particularmente memorable. Esto, sin embargo, no molesta, pues ya hemos aclarado que esta es una novela de ideas, y que prioriza la construción de su mundo a la de sus personajes («Abandonemos el intento de psicologizar a los grandes hombres», dice el cronista en la pg. 180).

Sin embargo, hay que admitir que Bondy, quizá lo más parecido a un protagonista en esta obra, tiene cierta complejidad. Čapek lo usa para mostrar a un ser humano promedio (es decir, egoísta y plagado de defectos) rodeado de santos. 

Bondy explica a la que fuera su prometida: «Nunca podría casarme con una mujer capaz de leer mis pensamientos. Podría ser religiosa hasta el extremo, caritativa sin límites con los pobres; yo puedo permitírmelo, y además, eso me da buena publicidad. Soportaría incluso la virtud, Ellen, por amor a ti. Soportaría cualquier cosa. (...) Pero Ellen, ni los negocios ni la vida en sociedad son posibles sin pensamientos privados. Y el matrimonio, sobre todas las cosas, es inconcebible sin esos pensamientos ocultos.» (pg. 84)

El propio Bondy es eventualmente afectado por el Absoluto. A Marek le comenta al respecto: «Lo he superado, Rudy, lo he vencido. (...) Cuando me invadió, fue el momento más feliz de mi vida.» A continuación describe los síntomas: «Amor por el prójimo. (...) Estaba frenético de amor. Jamás hubiera creído que podía sentir algo así. (...) / Lo he expulsado. Como un zorro que se arranca una pata para liberarse de una trampa.» (pg. 122-123)

Ah, Bondy. Ya en el clímax de la novela (muy redondo, por cierto), afirma a alguien tan «independiente y experimentado» como él: el Absoluto «es el verdadero Dios. (...) pero (...) este verdadero Dios es demasiado grande. / (...) Es infinito. Ahí está el problema. Cada quien se apropia de una pequeña parte de Él y luego cree que posee el todo. (...) Para convencerse de que Dios les pertenece por completo, tienen que eliminar a cualquiera que piense lo contrario.» (pg. 200)

Poco más que añadir. Sólo reiterar que La fábrica de Absoluto es un clásico de la ciencia ficción que presenta y desarrolla un concepto interesante, que ostenta un cierre perfectamente redondo y que derrocha ideas y humor de una agudeza sorprendentes. Čapek en su máximo esplendor, señores.


También de Karel Čapek en ULAD: Aquí

viernes, 4 de abril de 2025

Laura Pérez: Nocturnos

Idioma: español

Año de publicación: 2024

Valoración:  entre recomendable y está bien

La noche, por definición, está llena de oscuridad y misterio, de insomnes y pesadillas, de monstruos y revelaciones. La noche representa el reino de lo irracional, del subconsciente, de aquello que está más allá de la realidad aparente. La noche es el territorio de lo que no podemos entender, sólo intuir. Y la noche, en este libro de Laura Pérez es el momento en que suceden las historias más extrañas o, si se quiere, cuando el extrañamiento del mundo nos alcanza. El espacio de los seres nocturnos, como reza el título, el de las deserciones y los encuentros inesperados, el de las presencias inquietantes -hay un par de episodios en el libro que, de hecho, son verdaderos relatos de terror- y el reconocimiento espiritual en el silencio, con, a menudo, los animales actuando de psicopompos. Como los ciervos y zorros, las arañas o esa lechuza que actúa de enlace entre los personajes  del libro, entre las vivencias de unos y los descubrimientos de otros. 

Tercera novela gráfica de esta autora que leo (estas si que no me atrevo a llamarlas cómics), en la que confirmo las impresiones que me dejaron las dos anteriores, Ocultos y Tótem, tanto en sus elementos más positivos como en los que no me lo parecen tanto. Igual que en los otros, las ilustraciones muestran una magnífica factura, con un estilo muy reconocible, hierático y oscuro, y una línea narrativa pausada que ayuda a crear el ambiente misterioso y trascendente que caracteriza también a las obras de esta autora. Por otro lado, las escenas resultan quizás demasiado estáticas, con apenas diálogos y los que hay, muy escuetos, lo que puede llegar a desesperar a lectores/as acostumbrados a un estilo más dinámico. Las transiciones entre las distintas escenas o relatos (quizá sea excesivo denominarlos así) están bien conseguidos y fluyen con naturalidad, aunque tal vez el recurso a la lechuza se haga un tanto reiterativo. 

De todos modos, son éstas pegas menores a un libro que, en general, consigue su objetivo de crear un ambiente entre enigmático y, cómo no, onírico, con una forma de narrar diferente a la vorágine de estímulos a que suele bombardearnos, sobre todo desde lo audiovisual o las redes sociales, pero también, a veces, de lo literario y gráfico. Se agradece, por tanto, un poco de mesura a este respecto, ya que no de sosiego, pues precisamente lo que consigue Laura Pérez es inquietarnos, extrañarnos, desvelarnos, incluso, para convertirnos, a nosotros también, en criaturas nocturnas.


Otros libros de Laura Pérez resañados en este blog: Ocultos, Tótem

jueves, 3 de abril de 2025

Charles Bukowski: Música de cañerías

Idioma original: Inglés

Título original: Hot water music

Traducción:  Jorge Berlanga

Año de publicación: 1984

Valoración: Muy recomendable


Muchos dicen que Bukowski era misógino; lo cierto es que fue muchas cosas: alcohólico, violento, depresivo, misógino… pero, desde luego, nunca un comunista. Lo que no podemos negar es que era también profundamente hilarante.

Este fue el primer libro que leí del buen Chinaski, cuando yo tenía 18 años, y por supuesto que me encantó. Aún hoy, al releerlo, sigue siendo de los pocos que logran arrancarme una carcajada. Probablemente Bukowski era una persona insufrible, con la que resultaría imposible convivir, pero Chinaski, su alter ego, es un tipazo: ocurrente, espontáneo, carismático, alguien con quien habría querido tomarme unas cervezas.

Los relatos de este libro presentan a protagonistas entrañables: poetas decadentes, mujeres apasionadas, borrachos, gigolós cínicos, exhibicionistas, etc. Son historias muy breves, de apenas unas páginas, que parten de premisas simples. Bukowski no necesita demasiadas palabras para conseguir resultados extraordinarios: a veces a través de un giro inesperado y, otras, simplemente por medio de una ocurrencia ingeniosa. Además, no se molesta en adornar las frases ni recargar las descripciones; todo es directo, con diálogos escuetos. El punto fuerte, tal como he mencionado, es el humor y las frases mordaces que pueblan estos cuentos.

Entre mis favoritos, hay historias de lo más disparatadas: un hombre que se lacera el pene con un florero con el que pretendía tener coito; otro que no soporta los celos al ver a su pareja bailar como poseída con otros; un tipo obligado a lidiar con todo lo que conlleva la muerte de su padre cuando, en realidad, lo que menos le importa es su padre; e incluso una pareja que decide solucionar la escasez de alimentos recurriendo a la carne humana. Como pueden ver, los temas son tan variados como inverosímiles.

Sin embargo, más allá del aparente nihilismo con el que la mayoría de los protagonistas afrontan sus experiencias, estos escenarios retratan la vida de gente que vive al límite, marginada, decadente y, al mismo tiempo, tan humana como cualquiera.

miércoles, 2 de abril de 2025

Solvej Balle: El volumen del tiempo II

Idioma original: danés
Título original: Om Udregning af Rumfang, II
Traducción: Maria Rosich en catalán y Victoria Alonso en castellano, para Anagrama
Año de publicación: 2020
Valoración: recomendable


Siempre es complicado reseñar un libro publicado por entregas. Porque, además, en este caso, la historia es continua, es decir, no se producen saltos temporales relevantes (más allá de lo que supone una historia centrada argumentalmente en la repetición de un mismo día a lo largo del tiempo). Así que, en primer lugar, ¡ALERTA SPOILERS! porque al ser el segundo volumen, partiré de lo que sucede en el primero.

En este segundo volumen del prometedor relato de Solvej Balle, Tara Selter sigue protagonizando la narración de manera casi absoluta. De esta manera, la estructura, el ritmo y el argumento tienen una línea claramente continuista con el anterior volumen, aunque, como la propia protagonista experimenta en su vida, hay ciertas alteraciones, no ya de manera argumental sino de enfoque. 

El relato empieza con una confesión que esconde una aceptación cuando Tara es plenamente consciente que «ahora que el dieciocho de noviembre se ha cronificado, mis días son simples, me muevo por calles conocidas, pero no formo parte de ellas». Ella, después de un año viviendo en una especie de limbo temporal, sabe que pocos cambios puede esperar en sus días, así que, ya que el tiempo avanza en su día a día, una vez transcurrido un año desde el suceso, decide incidir ella en el tiempo, adaptarlo a su vida, forzar en él el paso de las estaciones y buscar las fechas señaladas, los días especiales del calendario. Tara no piensa permitir vivir estancada en un día concreto, donde el tiempo siempre es el mismo, donde no hay fiestas ni celebraciones, donde cada día es igual; hay que romper la monotonía y adaptar el no-paso de los días en su vida, hay que recuperar y romper la consecuencia de ese accidente temporal, recobrar el pulso del tiempo y su paso, establecer vínculos con “su” tiempo y encontrar y festejar esos días especiales: aniversarios, fiestas o Navidades porque «las tradiciones no tienen por qué ser armoniosas; simplemente, tienen que existir. Tienen que existir como una especie de red de seguridad, para que tengas dónde radicar. Cuando el mundo se estropea. Cuando el tiempo se rompe.»

Cabe reconocer el mérito de Balle es este segundo volumen, pues la tarea que tenía la autora en este segundo libro no era fácil: cómo conseguir mantener el interés lector en una trama que, por concepto, se repite constantemente. Y lo resuelve de manera muy lograda: reenfocando en este volumen su manera de acercarse a la historia, volcándola en la asimilación de la situación y en cómo sacar partido de ella, nutriendo el relato de historia y experiencias y, ya que el tiempo permanece inmóvil, será la protagonista quien se desplace en busca de aprendizajes, conocimientos o simplemente formas de entretener un tiempo que parece anclado para todos menos para ella misma.

También de Solvej Balle en ULAD: El volumen del tiempo I

martes, 1 de abril de 2025

William T. Vollmann: La camisa de hielo

Idioma original:
Inglés
Título original: The ice-shirt
Año de publicación: 1990
Traducción: José Luis Amores
Valoración: Bastante recomendable

A estas alturas, ya deberíamos saber que William T. Vollmann es un autor "peculiar". Por lo tanto, a nadie debería sorprender que una novela (más o menos) histórica escrita por el californiano se parezca poco a nada a la inmensa mayoría de novelas históricas.

En palabras del propio Vollmann, mi objetivo en "Siete sueños" ha sido crear una historia simbólica, o séase, un relato de orígenes y metamorfosis a menudo falso, comparado con los hechos reales tal como los conocemos, pero cuyas inexactitudes no hacen sino ahondar en la verdad. ¡¡¡¡TOMA YA!!!!

Primera parte de la septología Seven dreams sobre el choque entre los colonizadores europeos y los nativos americanos, La camisa de hielo sería la "prehistoria" de esa colonización bajo la forma de reescritura de las sagas nórdicas (¿sabéis a quién le encantaban las sagas nórdicas? Sí, a Jorge Luis Borges, sí). De hecho, prácticamente la mitad del libro es una larga introducción, salpicada de algún que otro inciso que nos lleva a los años 80 del siglo XX, acerca de leyendas, violencias y tensiones entre distintos reyes y personajes del más variado pelaje hasta llegar a Erik el Rojo y sus descendientes.

Esta primera mitad del texto semeja más una colección de microrrelatos en los que, si bien se establecen conexiones, queda la impresión de cierta falta de profundidad. Eso sí, hay historias verdaderamente magníficas (me encanta la del rey Harald, que conquistó todo Noruega como prueba de amor), realismo mágico a cascoporro y una poética de lo más sugerente.
(...)aquel viento temible que, aunque no veían que fuera blanco, barría tal cantidad de nieve contra ellos que casi les asfixiaba; tampoco era negro, aunque había tal negrura en su interior que veían lo mismo con los ojos abiertos que cerrados; arrancó las puntas de los icebergs, desprendiendo hielo de hielo y haciendo que de las hendiduras manara nieve que corría por las laderas de los acantilados como sangre blanca y espumeante; y el cielo chilló por cada fisura que encontraba o abría hasta que el océano, pese a estar congelado, crujió y restalló, rompiendo contra el oleaje de aquel otro mar de viento

Más interesante me resulta la segunda parte de la novela, la que pone el foco en Freydis, descendiente de Erik el Rojo que parte hacia Vinlandia (actual Terranova, Labrador, etc), en la rivalidad que se desata con otros colonos y en el choque con los nativos. Sin dejar de lado ese elemento mítico que recorre todo el texto (profecías, sueños premonitorios, hechiceros...), creo que los personajes se muestran en toda su complejidad, que es mayor la profundización en las relaciones entre ellos, que se ahonda en los motivos que los mueven, etc. 

Todo esto sin olvidar los que creo que son los principales puntos fuerte del texto: descripción de paisajes, metáforas y símbolos, en los que se combinan ficción y no ficción, mito y realidad, Historia e "historias".

En resumen, una novela complicadita (sí, tetes, es Vollmann) que nos habla del presente, ahora que cierto tipejo de color naranja pretende apropiarse de Groenlandia, a través de la revisión de leyendas y mitos de un pasado no tan lejano como pudiera parecernos.

P.S.: Preciosa edición la de Pálido Fuego. Tipografía, ilustraciones, cubierta, papel... Un lujo, vaya.

También de Vollmann en ULAD: Historias del Arco IrisLa familia real y El atlas

lunes, 31 de marzo de 2025

Edogawa Rampo: La bestia entre las sombras

Idioma original: Japonés
Título original: 影の中の獣
Traducción (al catalán): Mei Gutiérrez
Año de publicación: 1928
Valoración: Recomendable (sobre todo para incondicionales de Edogawa Rampo y amantes de la literatura detectivesca)

He leído mucho al escritor japonés Edogawa Rampo. También he criticado (y bastante) varias de sus obras. Nunca lo hago con dureza, porque en el fondo me parecen extremadamente entretenidas y hay una enternecedora ingenuidad en ellas, pero me es imposible negar que a menudo obligan a suspender la incredulidad en demasía, o que apuestan por elementos argumentales inverosímiles.

Pues bien, La bestia entre las sombras es una expeción. Y es que esta novela corta es puro Rampo, pero sin los excesos algo pasados de rosca a los que el autor nos tiene acostumbrados en obras de inclinación "pulp" como La bestia ciega o El Lagarto Negro.

Hay un argumento enrevesado y muchos giros de tuerca en La bestia entre las sombras, cierto, pero en ningún momento pierden credibilidad. El erotismo permea la obra, de acuerdo, pero aunque es decadente, morboso y hasta me atrevería a decir que perverso, nunca llega a extremos ridículos y caricaturescos.

A esto hay que sumarle otros tres apartados en los que La bestia entre las sombras se antoja particularmente inspirada: su estructura (capaz de progresar la historia de manera orgánica y cerrar capítulos con suculentos "cliffhangers"), sus personajes (simples pero efectivos) y determinadas escenas en el clímax (pienso sobre todo en una potentísima, que recontextualiza por enésima vez la obra y deja una sensación de incertidumbre que roza la genialidad).

Poco más que añadir; sólo insistir en que La bestia entre las sombras me ha sorprendido, porque si bien mantiene la impronta autoral de Rampo y el encanto genuino de su literatura, refina la fórmula del autor. Y es que entrega una ficción pulida, verosímil y bien estructurada, un argumento y unos personajes plausibles, un misterio atractivamente sugerente, un romance exquisitamente oblicuo (y, visto en retrospectiva, sumamente trágico) y una visión del erotismo y la perversión madura y realista, aun si todo esto es en detrimento del toque "pulp" y "eroguro" que caracterizaba otras obras del nipón. 

De modo que recomiendo entusiastamente esta novela corta de Rampo, especialmente a los amantes de la literatura detectivesca. Y a quienes vayáis a leerla os doy un consejo: acudid a ella sin que nadie os destripe su argumento, pues merece la pena dejarse sorprender por sus constantes zarandeos. Eso sí, permitid que os obra el apetito con una pequeña sinopsis: 

Un escritor de novelas detectivescas soltero, cuya obra es «considerada (...) la más intelectual del género», conoce a una hermosa mujer llamada Shizuko, con quien entabla cierta amistad. Un día, Shizuko recurre a él en busca de ayuda. Y es que un antiguo amante despechado, Hirata, la ha encontrado y está decidido a vengarse. Para ello, le infundirá miedo mediante cartas obsesivas y se declara dispuesto al acoso e incluso al asesinato. Shizuko, que no puede acudir a su adinerado marido porque éste descubriría que su esposa no era virgen cuando se casaron, tiene que confiar entonces en el narrador de la historia. Y él aceptará el caso, por un lado porque quiere ayudar a su amiga, pero también porque Hirata resulta ser el hombre tras el pseudónimo de Shundei Õe, escritor de novelas detectivescas «sangrientas, astutas y malvadas» con quien siempre sintió cierta rivalidad literaria.


También de Edogawa Rampo en ULAD: Aquí

domingo, 30 de marzo de 2025

Xita Rubert: Mis días con los Kopp

 

Idioma original: español
Año de publicación: 2022.
Valoración: está bien.

Una cosa es evitar ser tendencioso al hilar argumentos sobre sagas, relaciones de amistad, recomendaciones, etcétera y otra es que a uno, incauto, confiado, benevolente, lo tomen por lo que no es. Las notas de contratapa sobre Xita Rubert son, las tres, de escritores más o menos reputados. Las tres son elogiosas (qué otra cosa cabría esperar) y las tres abarcan un restringido (pero potente) espectro que magnifica la expectativa sobre esta novela. Hablan de debut , aunque despojan a la autora de la condición de debutante, y usan algún que otro concepto que libera a la novela de esa algo trémula cualidad de ópera prima que a veces puede suscitar algún recelo. Es decir, parece que la contratapa pretenda completar o matizar la experiencia lectora y ponernos en contexto.

Todo lo cual, habida cuenta de que, al margen de notas de prensa o reseñas, la contratapa es otro elemento promocional – con el factor añadido de que si la estás leyendo ya es bastante posible que esté sosteniendo en tus manos el objeto – me ha acabado pareciendo algo ligeramente magnificado de lo que es esta novela. Mis días con los Kopp – título de regusto europeízante – recoge una situación a través de unas pocas escenas. Entonces, diríamos, esta es una novela corta, marcada por sus omisiones, esbozada en unos pocos trazos. Virginia es una joven que acude con su padre a visitar a los Kopp, que pasan por ser un matrimonio de intelectuales de izquierdas, en el cual Andrew va a ser premiado de forma oficial, y parece que su espíritu diletante le empuja a dinamitar, de alguna manera y como respuesta al establishment, el acto en que será premiado. Todo ello de manera ligeramente grotesca, como si más que un acto reivindicativo fuese a protagonizar una travesura, la clásica performance hipotéticamente transgresora que suele perdonarse a las viejas glorias dentro de ciertos ámbitos. Esa es una sub-trama de la novela: el espíritu contestatario atribuido a cierta generación y su previsible anestesia. En las visitas, entre diálogos de escasa enjundia y un cierto juego de engaños, surge la presencia de Bertrand, del que los Kopp dicen ser padres, un individuo extraño, afectado de alguna condición mental que se ha intentado reconducir presentándolo como un performer (perdonad tanto anglicismo) y, por tanto, las manifestaciones de su condición ya no son tanto éstas como obras en que su extraña personalidad se da a conocer. Virginia resulta quedar fascinada por el personaje en cuestión, en un titubeo que es la base de la narración, por cuanto el comportamiento de Bertrand es errático e imprevisible, y la ambigüedad de la relación en sus progresivos encuentros es la espina dorsal narrativa.
¿Es esto suficiente? Aparte de un estilo correcto, de una ambientación ligeramente hippie-chic, de una tensión algo incómoda en su escasa resolución, la novela de Rubert me ha parecido más un esbozo, un relato extendido hasta no dar más de sí, que esa rutilante obra de debut que se han empeñado en presentarnos

sábado, 29 de marzo de 2025

Carlos Castilla del Pino: Pretérito imperfecto

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1997

Valoración: Recomendable


Para ser sincero reconozco que, en un tic de lector perezoso, quizá pasado un tercio del libro miraba con ojos golosos esos volúmenes de lomo finito que esperan en la estantería. Muy mal, ya lo sé, pero este semi-tocho de quinientas páginas largas de tipografía más bien escueta se me hizo un poco cuesta arriba en algunos momentos, y eso que las memorias del psiquiatra Carlos Castilla del Pino solo alcanzan hasta sus veintisiete añitos (después escribiría una segunda parte titulada Casa del Olivo, de longitud similar).

Y es que el autor resulta seguramente excesivo en los detalles, lo valora y disecciona todo, cada situación, cada personaje (y son decenas, quizá cientos), relata con la precisión de algo que hubiera ocurrido ayer, no en vano parece ser que guarda un número ingente de documentos, notas colegiales y universitarias, recortes de prensa, cartas, nombramientos, papeles en los que apoya su memoria o con los que indaga en cada circunstancia como forzado a defender su argumentación ante un tribunal. Se diría que, más que contar su vida, lo que intenta es reconstruirla punto por punto para que, una vez impresa, quede fijada para siempre.

Pero, claro, la cuestión es que lo que cuenta es casi siempre interesante, desde la infancia en una familia conservadora y acomodada (relaciones complicadas con sus padres y hermanas, el grupo de amigos del pueblo, el odioso internado en los salesianos) hasta el inicio de la Guerra civil cuando, envuelto en su ambiente más cercano, se alista en el Requeté siendo un adolescente y asiste al asesinato de varios familiares por parte de los milicianos. En esa etapa empiezan a fraguarse el anticlericalismo y el antimilitarismo de los que Castilla hace gala a lo largo del libro, tendencias que se irían acentuando y consolidando hasta terminar en su militancia comunista muchos años después, lo que queda ya fuera del libro.

Situado entonces, por origen y educación, en el campo del tradicionalismo católico, el joven Castilla ve nacer el profundo desprecio hacia la brutalidad y la incultura falangistas, y descubrimos así esa pugna entre dos de los pilares del franquismo, tradicionalistas en principio monárquicos vs. falangistas, enfrentamiento quizá más moral o intelectual que político, que siempre se quiso ocultar y que perduraría en gran medida durante toda la vida del Régimen. 

Castilla, tan joven, muestra una voracidad incontenible de saber, es lector insaciable, y tiene muy clara su vocación médica, hasta el punto de que, los tiempos lo permiten, asiste con frecuencia a autopsias en edad aún adolescente. Pero lo más interesante de esta etapa es que, desde una posición cultural indudablemente elevada, se va fraguando su repulsa hacia un sistema que, solo en base a la sospecha o la desafección, sustituye a investigadores y catedráticos de gran valía por amiguetes, pelotas o voceros del bando vencedor. El autor no puede soportar ese triunfo de la mediocridad y el servilismo, y en pocos años una postura inicialmente tibia y mediatizada por el origen familiar pasa primero a una etapa de rebeldía algo inconsciente, hasta desembocar en una oposición cada vez más firme al cutrerío dominante en las esferas oficiales.

Castilla no es (todavía) un rojo en el sentido ideológico sino que, como él mismo refiere, esto requirió una evolución ‘desde el mero intelectualismo antifranquista (anticlerical y antimilitarista) a una auténtica conciencia de izquierda’, proceso en el que tuvo mucho que ver el azañista Vicente Lizarraga. Interesante concepto el de ‘intelectualismo antifranquista’ porque en esa época, años 40-50, con los republicanos derrotados y represaliados, asesinados o en el exilio sus dirigentes, el de los intelectuales fue quizá uno de los reductos donde empezó a germinar una oposición que todavía tendría que esperar para adquirir alguna solidez. 

Hay naturalmente mucho más, desde confesiones sobre amores adolescentes y juveniles hasta detallados relatos sobre la etapa universitaria, la práctica de la medicina en un manicomio o las temporadas en la milicia universitaria, donde se vuelca todo el desprecio hacia la vida militar, sus rutinas, su liturgia y su pobretería intelectual. Por supuesto tiene también el atractivo de ver desfilar a gran cantidad de nombres significativos de la época, como Laín Entralgo, el polémico López Ibor (que fue superior de Castilla en una larga etapa), Jaime de Mora, Ortega, Gregorio Marañón, Luis Martín Santos, Martínez Bordiú, Baroja, Torrente Ballester. Todo un elenco de personajes que, junto con otros muchos que nos serán desconocidos, componen una fotografía muy directa de esa etapa oscura y aplastante, de tal mediocridad que se entiende muy bien lo difícil que debió ser, por supuesto para cualquier ciudadano, pero muy en particular para aquellos con una mínima inquietud por la cultura y la razón. 


viernes, 28 de marzo de 2025

Mauro Entrialgo: Malismo

Idioma: español

Año de publicación: 2024

Valoración: recomendable

Ahí va la definición del palabro, antes que nada: "malismo" es un término acuñado por el autor de este libro, el dibujante de cómics (además de músico, guionista y autor teatral, tertuliano radiofónico, pero de los que molan, y pertinaz tuitero bluitero) Mauro Entrialgo, en oposición al manido "buenismo", tan del gusto de ciertos sectores políticos. Dicho de otra forma, como reza el subtítulo del libro, malismo sería la ostentación del mal como propaganda. O, por decirlo de una manera más completa -también es una definición del autor, no mía-  el mecanismo propagandístico que consiste en la ostentación pública de acciones o deseos tradicionalmente reprobables con la finalidad de conseguir un beneficio social, electoral o comercial (yo lo hubiera llamado directamente "hijoputismo", pero está claro que Mauro Entrialgo es mejor persona que éste que escribe).

Con un estilo de lo más ameno y que oscila entre la cuidadosa corrección sintáctica y semántica, y la utilización de expresiones y términos más a pie de calle, por decirlo así, Entrialgo nos va desgranando la visión que tiene él de esta insólita circunstancia: el hecho de que, hoy en día, las actitudes y acciones  consideradas, no hace mucho tiempo, como dañinas y hasta execrables no sólo no sean condenadas, sino que susciten el aplauso y la adhesión de una buena cantidad de público, ya sean ciudadanos/as que votan, seguidores de tal o cual artista o incluso clientes que se dejan los dineros en determinados establecimientos o empresas aunque les traten como el culo con excesiva confianza, que, como dice el refrán, da asco... 

El libro está dividido en capítulos bastante cortos que estudian, con profusión de ejemplos e incluso anécdotas personales, diferentes aspectos de este fenómeno; desde los más inocuos, como la moda de ponerle a los locales de hostelería nombres malotes que antes estarían reservados a los garitos más infectos (y sólo como apodos), a los más graves para la sociedad, como resulta ser la manga ancha que se tiene con políticos e incluso gobiernos que no sólo hacen, permiten y promueven actos perniciosos para la ciudadanía, sino que presumen de ello, incluso cuando se trata de auténticos genocidios -verbi gratia, lo que hace el Estado de Israel-, sabedores de que no sólo no les pasará factura alguna, sino que siempre habrá quien les aplauda.  Entre medias, ejemplos de distinta gravedad y alcance, como usar el nombre de un conocido terrorista como eslogan electoral contra el adversario político, alardear de los delitos cometidos, ya sea en redes sociales o en presentaciones de libros entre amiguetes, o convocar manifestaciones contra el sentido común y la salud pública en plena pandemia mundial. Por cierto que el capítulo que a mí me ha resultado más divertido (también preocupante, claro) es el dedicado a ese cruce contemporáneo entre la extrema derecha más malista (valga la redundancia) y los conspiranoicos, antivacunas y magufos de todo tipo; es decir, lo que el autor, en otro de sus hallazgos terminológicos llama los "nazis del misterio".

Dejando aparte los temas de otros capítulos como el auge de los personajes malistas en los productos audiovisuales de ficción o la exhibición impúdica de actitudes poco edificantes, en el ámbito religioso, tanto dentro de la Iglesia católica como en los expansivos cultos pentecostales carismáticos (conocidos comúnmente por evangélicos), el meollo del libro se centra en la evolución que ha sufrido la comunicación, política y de todo tipo, y la sociedad, en general, para, en el transcurso de apenas una década, estos comportamientos y actitudes hayan pasado de ser ocultados o, cuando menos, objeto de disculpas, a ser reivindicados sin vergüenza alguna e incluso con orgullo... Y tampoco es que Mauro Entrialgo sea un tiquismiquis al respecto; de hecho, es fundador de la ya legendaria revista gasteiztarra de humor TMEO, que no se caracteriza, precisamente, por un humor fino y diplomático y, además, creador de un personaje bastante "malista" (aunque palidece en comparación con los estándares actuales), el reportero Herminio Bolaextra. Precisamente, el epílogo del libro lo dedica a explicar porqué ha decidido dejar de dibujar a este personaje).

Por concluir, podemos decir que el libro, si no un ensayo muy sesudo -el propio autor lo denomina opúsculo-, sí que es una buena aproximación a un fenómeno en auge, por desgracia, en esta época. Es cierto que los muchos ejemplos que aparecen se refieren sobre todo a personajes y sucesos ocurridos en España, lo que puede dificultar la comprensión para quien lea el libro desde otras latitudes, si es que se da el caso, pero también aparecen, cómo no, pintorescos representantes internacionales del malismo, como Bolsonaro, Milei o su epítome en este siglo XXI, Donald Trump... (con permiso, claro está de su amo y señor Sauron, a.k.a. Putin).

jueves, 27 de marzo de 2025

Gustavo Faverón Patriau: Mínimosca

Idioma original: Español  

Año de publicación: 2024

Valoración: Imprescindible 

¿Cómo hablar, en apenas media docena de párrafos, de lo que supone un texto como Minimosca? ¿Qué decir, que no se haya dicho ya, sobre una de las novelas de año 2024? Preguntas que surgen frente a la página (más bien hoja de Word) en blanco, dudas que atormentan a este pobre reseñista frente a una obra tan vasta, tan compleja, tan exigente, tan putaobramaestra, tan 2666 de este segundo cuarto del siglo XXI.

Vaya, ya salió Bolaño. Era inevitable pues el parentesco es innegable. También debe citarse a Borges, a Cartarescu, a Sabato, a Faulkner (why not?), a Lautreaumont (por esto y por lo otro), a Macedonio Fernández (creo que Faverón y Macedonio vienen del mismo planeta)... aunque con un puntito de humor que lo separa ligeramente de los anteriores. La lista podría ser eterna, como el Museo de la (susodicha) novela, pero ya paro.

Y es que en Minimosca hay grietas, fantasmas, fisuras, senderos que se bifurcan, cantos de sirena, paradojas temporales, desdoblamientos y sotneimalbodsed, máscaras, metempsicosis, casualidades, guiños a la realidad histórica, realismo casi sucio, realismo mágico, guiños a la ciencia ficción, novela psico(i)lógica, exploraciones sobre el dolor y la violencia... Podría seguir, pero ya paro. 

Puedo hacer un campo de concentración donde solo quepa un prisionero y que el prisionero sea el guardia (p. 309)

Hay personas que nacen dos veces y son la misma y hay personas que nacen una vez pero son dos (p.523) 

Según el momento en que la recuerde, tres imágenes me vienen a la cabeza: 

  1. La de las matrioshkas, por sus historias dentro de la historia dentro de la historia dentro de la historia y así hasta el infinito (y más allá, que diría aquel)
  2. La de un cuadro cubista, por su fragmentación de líneas y superficies para representar la totalidad de la vida en un solo plano.
  3. La de un altar barroco, recargado de figuras, pero con Arturo Valladares y Mónica Buchenwald ocupando el lugar central.
Cada una de ellas es incompleta por separado (la primera porque no refleja la interconexión de todas las historias, la segunda porque elude el detalle que sí encontramos en la novela y la tercera porque a veces no tengo claro quién está en el centro del meollo), pero si cogemos un poco de aquí y un poco de allá, nos podemos hacer una buena idea.

Como ya habréis podido imaginar, Minimosca es una novela extremadamente ambiciosa en la cabe todo (desde disquisiciones filosóficas sobre arte y literatura hasta sádicos del más variado pelaje, desde "guest starrings" como la de Stephen King o Duchamp hasta Allen Gisnberg) y en la que el lector corre el riesgo de perderse con tanta referencia circular. Pero si nos dejamos llevar por el ritmo que Faverón imprime a las historias y nos sumergimos en la belleza de las metáforas que adornan el texto - formaban como una autobiografía en añicos, hecha de imágenes rotas, como son las biografías de la gente que en un momento se rompe y sus partes caen cada una en un hueco diferente -, encontraremos una novela que tendrá que formar parte, sí o sí, del canon literario del siglo XXI. ¡Lo diga Harold Bloom o no!

También de Gustavo Faverón Patriau en ULAD: Vivir abajo

miércoles, 26 de marzo de 2025

Hermann Hesse: El juego de los abalorios

Idioma original: Alemán

Título original: Das Glasperlenspiel. Versuch einer Lebensbeschreibung des Magister Ludi Josef Knecht samt Knechts hinterlassenen Schriften

Traducción: Mariano S. Luque

Año de publicación: 1943

Valoración: Imprescindible

Este es un libro al que siempre regreso. Lo he leído cerca de diez veces y, en cada relectura, me conmueve de una manera distinta. Eso es lo asombroso de las buenas novelas de formación: podemos identificarnos con el personaje en diferentes momentos de nuestra vida y, al mismo tiempo, conservar cierta nostalgia por las etapas pasadas.

En esta novela, Hesse condensa muchas de las ideas que ya había planteado en obras anteriores: la crisis espiritual de Occidente, el misticismo oriental, el teatro mágico, el autodescubrimiento y el despertar de la conciencia. Además de ser una novela de formación, bien podría considerarse una quasi-distopía: se sitúa unos siglos en el futuro, después de una era de guerras y decadencia espiritual, la llamada “era folletinesca” (identificada con nuestro presente). En ese nuevo mundo, un reducido grupo de sabios, religiosos y científicos funda una orden, casi sectaria, destinada a conservar y a unificar los más elevados conocimientos de la humanidad, dotándolos de un marco tanto espiritual como histórico. Así nace Castalia, una sociedad aislada donde el arte y el saber humano se han cristalizado y se perpetúan mediante la repetición (por ejemplo, de piezas musicales) y la investigación de documentos antiguos. Sin embargo, no se crea nada nuevo: únicamente se estudian y se celebran las grandes obras del pasado (de aquí los 'repetidores'). Bajo ese espíritu, se concibe también el tesoro de la orden: el Juego de los Abalorios, un sistema que permite fusionar las distintas disciplinas, manipular sus principios y recrearse en sus infinitas conexiones.

El eje principal de la novela es Josef Knecht, un niño seleccionado para ser educado en una escuela de la orden. Se distingue por ser un estudiante carismático e inteligente, y progresa de forma destacada en las disciplinas académicas de rigor (matemáticas, latín, música, entre otras) hasta llegar a convertirse en un verdadero maestro del Juego. En el transcurso de su aprendizaje, además, entabla contacto con diversos personajes que le ofrecen perspectivas distintas del mundo y de la espiritualidad, como un ermitaño chino o un padre dominico. Su inusual educación y férrea disciplina lo conducen a los rangos más elevados de Castalia. A partir de ahí, y como suele suceder en las historias de Hesse, Joseph atraviesa varias crisis, experimenta descubrimientos y enfrenta dudas trascendentales que lo empujan a cuestionar no solo su lugar dentro de la orden, sino también el sentido de esta en el mundo.

Si bien la trama se desarrolla de manera fluida y atractiva, lo verdaderamente memorable en esta obra es la idea misma del Juego de los Abalorios. Hesse no ofrece descripciones exhaustivas sobre sus reglas ni detalla con precisión en qué consiste; en vez de ello, aporta indicios y compara el Juego con actividades artísticas o científicas ya conocidas. Esa indefinición resulta especialmente estimulante para la imaginación del lector, cualidad imprescindible en la buena literatura de ficción.

En el libro, el Juego de los Abalorios aparece como una sutil metáfora de la aspiración humana por encontrar un lenguaje universal que unifique todas las disciplinas del conocimiento y las artes. Hesse nos habla de una estructura casi musical que integra matemáticas, filosofía, ciencia y literatura. Los jugadores, auténticos eruditos, establecen conexiones simbólicas entre conceptos de orígenes tan dispares como la armonía de una fuga barroca y la lógica de una demostración geométrica. Esta naturaleza abstracta y dinámica del Juego lo convierte en una herramienta para trascender la mera acumulación de información, acercándose a la dimensión espiritual e intuitiva del saber. De este modo, el Juego de los Abalorios no solo refuerza la cohesión de la comunidad de Castalia, sino que encarna la búsqueda incesante de un conocimiento total que, si acaso, principalmente creado para la meditación y la contemplación pura. Es una idea realmente estimulante.

Leer El juego de los abalorios es adentrarse en una reflexión sobre el conflicto entre la búsqueda intelectual y la necesidad de involucrarse con la realidad que nos rodea. Para Hesse, el saber y la espiritualidad no son fines en sí mismos, sino medios para alcanzar un mayor entendimiento de nosotros mismos y de nuestro mundo.

Otras obras de Hermann Hesse en ULAD: El lobo esteparioDemianBajo las ruedas

martes, 25 de marzo de 2025

Barbara Cassin: La nostalgia

 

Idioma original: francés
Título original: La Nostalgie. Quand donc est-on chez soi?
Traducción: Alicia Martorell Linares .
Año de publicación: 2013.
Valoración: casi irreseñable

Tras leerlo dos veces en el término de unos seis meses, he de decir que libros como éste hacen que uno, casi,  tire la toalla. Por una parte, porque su puro postulado es algo con lo que uno no puede ni estar ni no estar de acuerdo: la nostalgia como un poderoso argumento sobre el que especular y divagar. Su explicación, no exenta de la polémica más simplista (asociémosla al término nostálgico como retrógrado o anclado en el pasado) o incluso apelando al más venerable sentimiento humano - la añoranza de aquello que ya no tenemos, desde lugares hasta personas hasta puras sensaciones. Su puro desarrollo, en las tres partes que apelan a tres puntales de la cultura (eso sí, occidental) como son Ulises, Eneas y Arendt, revelador del trabajo intelectual, del análisis y profundo conocimiento de la autora. Quién puede discutir eso.

La cuestión, pues, ya que el libro ha sido objeto de encendidos elogios en medios no tan profundamente intelectualizados, es si, para un tema tan objetivamente universal, necesitamos un análisis de tanto calado. Llamadme prosaico, pero en el mundo presuroso y frívolo de hoy, la cuestión puede reducirse dramáticamente. Nostalgia, como evocación puntual de otro momento, sí, claro, pero no como planteamiento vital. Muchos estarían de acuerdo, pero el desarrollo se haría interminable. Cassin, insisto, analiza la figura de la añoranza de otro lugar, de otro momento, desde esa triple perspectiva. Mística, sentimental, etimológica. 

 Y yo no es que reniegue de ejercicios de este tipo, y desde luego la profundidad del análisis, la capacidad de Cassin de proyectarse por encima de mitos literarios y filosóficos está por encima de cualquier duda. Y no voy a romper una lanza por “rebajar” el tono intelectual de ciertos escritos simplemente para ampliar el rango de sus potenciales lectores, pero quizás hubiera disfrutado más de esta lectura si los ejemplos usados fueran más cercanos en el tiempo, más asimilables con el devenir de la vida moderna, y sé que habrá (con razón ) quien piense que en los clásicos está todo, están todas las figuras retóricas, los sentimientos humanos y las situaciones que alimentan la cultura. Pero esa algo irritante ostentación erudita aleja el tratamiento de un tema universal de una perspectiva, siglos más tarde, forzosamente diferente.



lunes, 24 de marzo de 2025

Marina Garcés: La pasión de los extraños

Idioma original: catalán y castellano
Título original: La passió dels estranys / La pasión de los extraños
Año de publicación: 2025
Valoración: entre recomendable y muy recomendable


A lo largo de mi vida siempre he tenido un marcado interés en aquellos ámbitos relacionados con el conocimiento de uno mismo pero también sobre el mundo que nos rodea, siendo la filosofía una disciplina que cubre marcadamente estos objetivos acercándose a ellos de manera racional. Pero claro, la profundidad que a menudo encontramos en los textos de este campo puede suponer un escollo a quién pretenda aproximarse a ellos. Por suerte, Marina Garcés sabe encajar su vocación didáctica con los amplios conocimientos que otorga y el resultado es un libro accesible en su mayor parte a la vez que sumamente interesante.

A pesar de un título que puede llevar a cierta confusión, el ensayo trata sobre la amistad, desde su significado desde tiempos pretéritos hasta su concepción actual. Ya en el prólogo la autora confiesa cierto recelo del típico concepto de amistad afirmando que «la confianza y el confort con el que mucha gente se refiere a sus amigos me despierta una alarma que no sé si es una señal de sospecha o de envidia». Un recelo que se basa en su percepción de que «la amistad es un espacio de relaciones tan inquietante como temible, afectado por un deseo y un miedo que escapan a lo que podemos llegar a denominar: el deseo de ser amados porque sí y el miedo de no serlo». Con ello, afirma la autora que «este libro se propone recorrer los márgenes de la escritura sobre la amistad, recorriendo sus hilos conceptuales, pero también adentrándose en sus vacíos».

En su análisis sobre la amistad, Garcés afirma que se está reduciendo la amistad a la «condición de remedio terapéutico: salvavidas de una vida huérfana y refugio de una vida amenazada. Después de años dando todas las vueltas posibles al amor, la pareja y las relaciones sexuales, la amistad aparece en los medios de comunicación, los apartados de psicología de los periódicos, a las páginas web de autoayuda y en investigaciones académicas como la poción mágica que puede curar todos los males de este tiempo en que vivimos: la soledad y el malestar» y esto va en contra de la naturaleza genuina de la amistad, pues «los amigos y las amigas no existen como un medio para un fin, sino que son, precisamente, aquellos seres únicos que amamos por ellos mismos. No responden a ninguna capacidad productiva ni reproductiva que los justifique» de manera que las relaciones de amistad no están asociadas a ninguna función ni están subordinada a ninguna finalidad, «la amistad es un bien muy preciado precisamente porque lo que nos importa de ella no se reduce a su utilidad ni a los beneficios que nos puedan proporcionar los amigos». Por ello, reincide en esta premisa básica e innegociable: «si la amistad es definida como aquella relación afectiva que no puede tener ningún otro fin que ella misma, si es un amor que debe mantenerse libre de cualquier forma de necesidad, solo aquellos que pueden considerarse libres en este sentido pueden aspirar a ser perfectamente amigos». Por ello, «todas las relaciones que implican dependencia, emocional o material, son enemigas de la amistad porque ponen en duda tanto la libertad en la que se basa el ejercicio de la virtud como la reciprocidad entre iguales. La amistad, y esta es la tercera constante, es el amor a la libertad del otro. Es compromiso, pero no obligación».

La autora traza así un marcado terreno para su ensayo y despliega sus reflexiones de manera diáfana y con vocación expositiva. De todos modos, como ocurre en todo ensayo, hay partes más interesantes que otras, así como hay momentos más accesibles que otros y debo reconocer que el libro pierde parte su atractivo cuando abandona la idea de la amistad que comúnmente podemos tener para explicar su evolución a través de la historia y de su significado a través de la religión o la filosofía. Ahí entra en un terreno más complejo que por concepto o por creencia (o falta de) se vuelve más pantanoso y encallado; son párrafos en los que Garcés habla sobre la amistad exhibiendo su amplio bagaje intelectual y profundiza verticalmente en su significado a través de las tesis de San Tomás de Aquino, Agustín de Hipona, Hannah Arendt, Thomas Hobbes, Carl Schmitt o Aristóteles. De todos modos, superado ese ligero “bache” por el análisis histórico, la autora se centra en cómo la amistad nos influye como personas, como las relaciones que tenemos nos afectan y nos hacen tomar consciencia de nuestra manera de ser así como de ellas mismas en contextos diferentes a los de la individualidad de la relación cerrada que puntualmente suponen. Así, parte de los recelos indicados al principio, se fundamentan al lanzar la siguiente reflexión: «¿cuántas veces hemos podido sentir que los nuevos amigos de nuestros parientes, o incluso de nuestros amigos, ejercen algún tipo de hechizo sobre ellos que no nos deja tranquilos o, incluso, del cual llegamos a sospechar? De la misma manera, puede resultar violento ver el comportamiento de un amigo o amiga con otras amistades porque se nos aparece como un extraño. No solo imita otros gestos sociales, hábitos o maneras de hablar que nos distancian. Lo que es inquietante es que vemos aparecer otra persona en alguien que creíamos conocer».

Afirma la autora que «la pasión por el amigo o amiga, la pasión entre amigos, no es el deseo de lo que es el otro, sino la inclinación por su manera de estar en el mundo»; quizá es por eso por lo que los amamos a la vez que nos causan cierta envidia y porque también, en el fondo, nos sirven de contrapunto y de espejo a través del cual (auto)cuestionarnos. Por ello, asevera que «nos conocemos y desconocemos a través de los amigos» y no puedo estar más de acuerdo con ella: es a través de las conversaciones y las relaciones con nuestros amigos donde (re)conocemos nuestra personalidad, nuestras afinidades y temores, pero también los pilares y estructuras mentales y emocionales que sustentan nuestro ser. Es en esas relaciones donde nos sentimos seguros a veces y en otras notamos que zozobramos pues siempre hay en ellas cierto terreno inexplorado; de todos modos, y a pesar de ello, es en esas contadas amistades y la atracción que generan donde buscamos un armonioso equilibrio entre el confort de lo conocido y la desconfianza de lo extraño.

También de Marina Garcés en ULAD: El tiempo de la promesa

domingo, 23 de marzo de 2025

Padres de libro: "Irene y el aire" de Alberto Olmos

Idioma original:
español
Año de publicación: 2020
Valoración: no está bien
 
Empiezo por un disclaimer: Alberto Olmos (o quizás debería decir: la "persona" pública de Alberto Olmos, construida a través de artículos, redes sociales, entrevistas, etc.) me cae mal. Siempre ha sido un escritor/articulista que ha jugado a ir de malote, de irreverente, de intelectual librepensador que dice lo que le da la gana - siendo que lo que le da la gana decir muchas veces incluye machistadas y boutades propias de lo que ha venido a conocerse irónicamente como "extremo centro". Tengo la sensación de que en los últimos años la cosa ha ido a más, con artículos que parecen escritos únicamente para provocar indignación y conseguir que se vuelvan virales, así que oír hablar de "Alberto Olmos" implica, para mí, torcer la boca inmediatamente y prepararme para leer algo que me indigna.

Sin embargo, como el tema de este libro me interesaba, decidí darle una oportunidad, y empecé a leerlo con ganas de que me gustase, para poder hacer honor a ese meme que dice "Heartbreaking: The worst person you know just made a great point". De hecho, uno de los escritores españoles con una "persona" pública más arisca ("Yo he venido aquí a hablar de mi libro"), Francisco Umbral, escribió uno de los más delicados y dolorosos libros sobre la paternidad, Mortal y rosa... Quizás podía volver a pasar... Infelizmente (para mí y para Olmos), no ha sido así...
 
Pero vayamos por partes, como diría Jack el Destripador.
 
El libro se divide en dos partes diferentes muy diferentes, que se sitúan, ambas, cronológicamente antes del momento del nacimiento de su hija. La primera parte son un conjunto de anotaciones autobiográficas o ensayísticas sobre el embarazo de la mujer del narrador, Eugenia. Esta primera parte me ha resultado bastante desagradable, porque en ella podemos ver al Alberto Olmos articulista, que intenta ser gracioso o provocador y acaba dando todo el cringe, como dice la chavalada. Por dar un ejemplo, en el primer capítulo describe cómo él y su mujer embarazada van a una fiesta, y nos explica que ante una mujer embarazada todos los hombres piensan que "alguien se le ha corrido dentro" o "Esa ha follado sin condón". Pues no, querido Alberto, eso lo debes pensar tú, no generalices. Por lo menos, el autor parece ser consciente de que está generalizando a partir de su propia forma de pensar, porque afirma: "Quizá era mi propia impresión del pasado frente a las embarazadas, proyectada en los demás varones ahora que yo había cruzado la línea". Efestiviwonder, Alberto.
 
El resto de capítulos de esta primera parte mantienen el tono de quien pretende ser el más listo de la clase, el más graciosillo, y acaba sonando pedante y antipático. El libro está lleno de frases que subrayaría, pero para indicar que son sentencias supuestamente profundas pero vacías, como por ejemplo  "No tener un hijo es el único fracaso definitivo" o "La paternidad siempre implica que alguien tiene que morir" (?). La escena en la que describe la primera visita al IKEA me resultó igualmente ridícula, como si estuviera descubriendo el secreto mejor guardado del capitalismo por hacer algo que la mayoría de nosotros hemos hecho sin tanto drama desde hace quince o veinte años (desde que IKEA llegó a España, vamos, que no sé exactamente cuándo fue y me da pereza ir a buscarlo a Google o preguntarle a ChatGPT para que se invente una fecha aleatoria).
 
La segunda parte del libro mejora (lo que no era difícil); de hecho, si todo el libro hubiera sido como esta segunda parte, la valoración habría sido más alta. En ella, el Alberto Olmos canallita parece cederle el mando a un Alberto Olmos escritor, que ya no se preocupa por dictar sentencia sobre lo que TODOS LOS HOMBRES (TM) sentimos al encontrarnos con una mujer embarazada, sino que narra, con un suspense digno de una novela, película o serie de acción, las horas inmediatamente anteriores al parto, a partir de las anotaciones que escribieron, tres o cuatro semanas después de los hechos, tanto él como su mujer (o al menos eso dice el narrador, pero puede ser un simple recurso retórico, el tópico del manuscrito encontrado). 
 
Después de un breve capítulo introductorio, esta segunda parte comienza cuando, en medio de la noche, Eugenia, que ese día sale de cuentas, nota que está sangrando y despierta a su marido. A partir de ahí, se narra con detalle y precisión el angustioso proceso de intentar llegar al hospital correcto, a las urgencias correctas, encontrar alguien que los acoja y les explique las cosas, que los tranquilice, que los acompañe durante el resto del proceso. En definitiva, que les ayude a tener un hijo vivo y saludable. Escrita con capítulos cortos (lo que contribuye para la sensación de urgencia), esta segunda parte consigue transmitir muy eficientemente la ansiedad, el miedo y la incertidumbre del matrimonio protagonista en los momentos inmediatamente anteriores al nacimiento de su hija. 
 
Aunque pueda haber algo tramposo también en esta segunda parte, porque el narrador constantemente juega a insinuar que su hija va a morir en el parto, transmitiendo (y quizás exagerando) las angustias de un padre primerizo, lo cierto es que esta parte del libro funciona muy bien, es mucho más humana y cercana, e incluso aquellos detalles más o menos escabrosos, como el hecho de que la madre se cague encima durante el parto, forman parte de una descripción realista y sin mitificaciones de un proceso natural, maravilloso y terrible al mismo tiempo.
 
Resumiendo: hay dos almas en este libro, como parece haber dos almas en Alberto Olmos: la del articulista canallita de extremo-centro, que parece escribir la primera parte; y la del escritor de ficción, que parece apropiarse de la segunda (aunque trabaje a partir de materiales de no ficción). Ojalá el segundo hubiera escrito la totalidad del libro, porque entonces podría haber empezado esta reseña diciendo: "Alberto Olmos no me cae bien, pero ha escrito un gran libro". Infelizmente, la sensación desagradable provocada por toda la primera mitad hace que la sensación general del libro sea de incomodidad, de rechazo. Una pena.

sábado, 22 de marzo de 2025

Padres de libro: Crisálida de Fernando Navarro

Idioma original: Español
Año de publicación: 2025
Valoración: Recomendable

Crisálida es la primera novela de Fernando Navarro. Su éxito inmediato (creo que el primer mes de su publicación ya iba por la segunda reimpresión) me recuerda mucho al de Carcoma, de Layla Martínez. Ciertos rasgos de su factura también, en cierto modo.

Está narrada desde el punto de vista de una niña internada en un sanatorio, quien cuenta cómo su padre paranoico, alcohólico y drogadicto (apodado el Capitán) obligó a su madre, sus cuatro hermanos y ella a abandonar Granada para irse a vivir en las profundidades del bosque. Allí, el frío, el hambre, el miedo y quizá incluso cierto elemento sobrenatural llevan a toda la familia a la locura, la depravación y la violencia.

Los capítulos de Crisálida son contundentes y breves (pocos superan las tres páginas y, si no recuerdo mal, apenas tres rebasan las cinco). En todos hay, comprimida, mucha información, y aunque a ratos puede parecer que reiteran en demasía algún detalle, aportan siempre, pues logran que el argumento avance, los personajes ganen consistencia, el tono de la novela se defina y los temas barajados se desarrollen.

La prosa es magnífica. En primer lugar, porque por lo general resulta verosímil al fundirse con la edad, personalidad y registro oral de la narradora en primera persona. También porque es, como no podría ser de otra manera en una historia como esta, cruda, descarnada, feroz incluso, pero al mismo tiempo sensible, bella y lírica. A continuación adjunto un pasaje que lo demuestra (y a quienes conocemos el contexto nos impactará el doble): 

«El cielo está negro negrísimo y se llena de estrellas que se mueven como los cometas de un lado a otro. Las estrellas son luces muertas, vasos de leche cósmica derramada en un mantel, nos dijo el Capitán. / Mis hermanos son igual que eso, estrellitas, gotas, fragmentos. / Mis hermanos duermen enrollaos como gatitos. Abandonados por la madre gata que vete a saber dónde anda. Metidos en una bolsa de plástico verde lanzada al río, con el nombre de un supermercado superdescuento. Cinco animales con el pelo sucio y hambre, apretujaos los unos contra los otros pa darse con la calor en la corriente que no se detiene.» (pg. 194).

Todos los personajes de Crisálida tienen rasgos reconocibles, aunque el Capitán es probablemente el más detallado, complejo y magnético. No es de extrañar, pues, que la protagonista sienta una particular fascinación por él. A mí me ha cautivado que sea tan odioso como tragicómico, tan creíble como literario.

Hay un elemento sobrenatural en Crisálida. Al principio desdibujado, apenas una insinuación, un toque enrarecido, hostil, inquientante, lo justo para espesar el tono y la atmósfera de la historia. Pero poco a poco va cogiendo cuerpo, y aunque de vez en cuando recurre a ciertos clichés (una mujer decrépita con garras, luces que parpadean...), nunca se llega a sentir formulaico. Además, en el clímax justifica un par de las mejores escenas de todo el libro.

Las únicas pegas que le pondría a Crisálida son dos. La primera es que la novela es un pelín más larga de lo que la historia requeriría. Pese a esto, en ningún momento me aburrió ni me pareció pesada, y la antes mencionada brevedad de sus capítulos permite que la lectura sea generalmente intensa y satisfactoria. El segundo defectillo que le encuentro a la obra de Navarro es que su estilo, aunque a todas luces efectivo y expresivo, no siempre es consistente. Y es que tanto la puntuación como el habla granadina de Nada se toman de vez en cuando licencias a mi juicio arbitrarias.

Sea como fuere, Crisálida es un estupendo "bildungsroman" en el que el horror no viene de los bosques ominosos y de las criaturas que en ellos moran, sino del hombre, del padre, de aquel que supuestamente debe protegerte y acompañarte en tu crecimiento pero que hace todo lo contrario.

Ah, la edición de esta novela es exquisita, incluso para los ya de por sí elevados estándares de Impedimenta. Tapa dura, cubierta con acabados, encuadernación en cartoné... Una delicia de objeto, vamos; una bella crisálida para una historia tan terrible como hermosa, tan fascinante como perturbadora.