Idioma original: polaco
Año de publicación: 1987
Valoración: Muy recomendable
En las novelas de Stanislaw Lem, lo de menos es el género. Su mayor acierto, y a pesar del enorme entramado que construye a veces, radica en la verosimilitud, independientemente de si encaja o no en las coordenadas del mundo real tal como lo conocemos, porque es la coherencia entre elementos lo que le hace literariamente creíble. En este caso además, aunque se trate de ciencia ficción, el comportamiento de los personajes recuerda tristemente al de los terrícolas de todos los tiempos.
El argumento gira en torno a tres ingredientes: saltos temporales, dilemas éticos y especulaciones científicas. La acción comienza en siglo XXII, en Titán, satélite de Saturno –aunque enseguida se produce una fractura de casi dos siglos para continuar en un cohete, el Eurídice y, más tarde, en un apéndice de este, el Hermes– y atañe a campos científicos diversos. Se describe la estructura de las naves, la personalidad de los ordenadores que las gestionan, en particular del denominado irónicamente DEUS, bajo cuya responsabilidad se encuentra la tripulación, y cuyos procesos mentales, y hasta emotivos, se acercan tanto a los humanos que da miedo. A medio camino entre filosofía y ciencia, se muestran las similitudes y diferencias entre hombre y máquina:
“La única diferencia real entre un hombre nacido de un padre y una madre y una máquina perfectamente humanizada sería el material de que estaban hechos: vivo y no vivo. El autómata humanizado sería tan listo –pero también tan inseguro, tan falible, tan esclavo de sus emociones– como un hombre”(*)
Sin olvidar las descripciones de la ruta del Hermes, su funcionamiento, las decisiones del capitán y los técnicos basándose en complicados razonamientos futuristas, las deducciones sobre el tipo de civilización del planeta Quinta y la fase técnica en que se encuentra, las persecuciones y batallas que tienen lugar en el espacio, la destrucción de su luna, o la detallada (pero críptica) imagen que uno de los pilotos ve al aterrizar.
Un curioso procedimiento para añadir realismo al conjunto consiste en enumerar errores humanos, indecisión, consecuencias no previstas, confusiones, rectificaciones, olvidos, fallos técnicos. Se diría que en el género estos no existiesen, que el futuro se presentase como un todo perfecto donde los aparatos no se estropean y nadie se equivoca jamás. Pero, sabemos por experiencia que eso no sucederá nunca. Poco a poco, nos vemos envueltos en una red de explicaciones que demuestran la sólida formación del autor, tanto en el campo de la física como de otras muchas disciplinas. La imaginación más calenturienta se alía con ellas de tal forma que resulta imposible separar una de otras salvo que uno sea también científico.
En lo que respecta a los avances médicos, podemos ver cómo se criogeniza y posteriormente se resucita a algunos personajes; en otros se induce el sueño para que puedan sobrevivir a velocidades que superan la del sonido. Lem lo explica así:
"Los técnicos del Eurídice, con los biólogos Davis y Vahradian, estaban ya durmiendo a la tripulación del Hermes –su sueño duraría muchos años– pero sin congelación ni hibernación. Se les sometía a embrionización, un proceso en el cual la persona regresaba a la forma de vida anterior al nacimiento, a una existencia fetal, o por lo menos asombrosamente parecida a ésta: sin respiración, bajo el agua." (*)
El protagonista, llegado de siglos atrás, ha de adaptarse a unos compañeros y a un tiempo que no le corresponden. En un principio, se siente ajeno a todo, solo cuando le es encomendada una misión importante consigue sentirse útil e integrarse. Este es el argumento utilizado por Parvis/Tempe para convencer al capitán de que debe formar parte de la expedición que se dirigirá a Quinta: “Al parecer a mí me gusta el peligro. De no ser así, llevaría unos doscientos años debajo de una lápida en la Tierra, porque habría muerto en la cama rodeado de una apenada familia”. (*). La combinación de cuestiones filosóficas y psicológicas, produce paradojas así.
Se multiplican los conflictos éticos bajo la atenta mirada del sacerdote. Este ha de adoptar un rol algo incómodo: velar porque se adopten las decisiones correctas manteniéndose neutral a la vez. Sin ir más lejos, la elección entre dos resurrecciones posibles, pero, fundamentalmente, su fallido intento de mediación en el angustioso proceso durante el cual los tripulantes del Hermes van eliminando los escrúpulos iniciales para dar prioridad a su testarudo propósito de conocer de primera mano la hermética civilización de Quinta. A pesar de la radical negativa de esta y arrastrados por la fuerza de los acontecimientos, se valen de las tretas necesarias para imponerse a ella, incluyendo la progresiva escalada de violencia, durante la cual, no solo los protagonistas, ni siquiera el lector logra calibrar la tremenda injusticia que se está cometiendo con los quintanos. Hasta el enigmático e inesperado desenlace, que justifica perfectamente el título.
(*) Traductora: Maribel de Juan
3 comentarios:
Gracias por la reseña. Un autor muy interesante. Los entendidos apuntan a "Diarios de las estrellas" como su mejor obra. Un saludo
Pues muchas gracias, si la encuentro, la leeré pronto.
Un poco de análisis de lo que a mi me llamó la atención de Fiasco:
DEUS: me maravilla como Lem logró reflexionar e inventar la máquina final. Más allá no pudo ir la humanidad. Como él mismo decía: una computadora de última generación. Las leyes de la física no podían ir más lejos.
Nakamura: el científico que intuye algo más de los/as quintanos que el resto (incluso que DEUS). Su cultura japonesa y el teatro de máscaras le permitieron superar los límites intelectuales, estableciendo una analogía basada en la empatía ¿Si hubiese aterrizado el en Quinta en lugar de Tempe, que hubiese sucedido?
El padre Arago: otra vela en el desierto, pero debido a su moral cristiana (aunque sospecho que es absolutamente ateo). Tal vez sus consejos hubiesen impedido el resultado final.
Tempe: el humano por excelencia, capaz de sugerir abandonar la misión al intuir que acabaría en un absoluto desastre y paradójicamente ser el causante de la destrucción. Un crítica abierta sobre la imposibilidad de que la ética y la moral logren contener los impulsos primitivos humanos.
He leído a Albert Camus y seguido una poco su pensamiento, esas son mis nociones. ¿Lem es existencialista? No me atrevo a afirmarlo ni negarlo, pero encuentro similitudes en el pesimismo de L'Étranger, en Fiasco.
He leído de Lem:
Fabulas de robots/Ciberíada/La voz de su amo/El invencible/Solaris/Golem XIV/Paz en la tierra/Congreso de futurología/Diario de las estrellas/Máscara/Provocación/El hospital de la transfiguración/Regreso a Entia.
Destaco sobre todos: Fiasco y Ciberíada. La voz de su amo y Solaris, no se quedan muy atrás.
Creo que para disfrutar de Lem, es indispensable hacer una lectura analítica y reflexiva (exceptuando las historias satíricascomo las de Ijon Tichy). Con ese espíritu, cuando se intente leer otras obras de ciencia-ficción tal vez os resulten pueriles.
Fiasco me resulta fascinante. Jamás disfruté más de ninguna novela.
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