Idioma original: inglés
Título original: Three Men in a Boat
Fecha de publicación: 1889
Valoración: Muy recomendable
Hace no demasiado fui agraciado con cierta beca académica y laboral que me llevó a pasar unos meses en Walsall, un curioso pueblo industrial de las llamadas West Midlands, en el corazón de Inglaterra. Si tienen ocasión de visitar este pequeño lugar situado al noroeste de Birmingham, háganlo: allí nada es lo que parece. Su planificación urbanísitica es terrible, sí (apunte: un maligno crítico de arte estadounidense lo bautizó como "El pueblo más feo del mundo"), pero, entre otras cosas buenas, cuenta con una magnífica galería de arte donde uno puede encontrar desde dibujos de Van Gogh hasta obras de Degas o Modigliani. Ahí queda eso...
Y bueno, yendo ya al grano: recién llegado allí, sabedores de mi amor por la literatura, sus amabilísimo habitantes (me veo tentado a mandarles un saludo desde aquí, como si esto fuera un programa de radio provinciano, pero me contendré) me recomendaron que visitara la casa de Jerome K. Jerome, autor lugareño que hasta entonces no conocía. "¡Es el que escribió, a finales del XIX, Tres hombres en una barca!", me explicaron mis amigos wallsianos entusiasmados. Y yo guardé silencio avergonzado: tampoco sabía nada de ese título...
Ya de vuelta a casa, en mi país, fue mi madre la que me avisó de que el dichoso libro del dichoso autor ¡andaba por casa desde hacía tiempo! Así que lo busqué, lo leí y..., y reí y reí hasta la saciedad, porque Tres hombres en una barca es uno de los libros más graciosos que he leído en mi vida, con permiso de Tom Sharpe y sus Becas flacas.
Jerome K. Jerome, escritor de vida dificultosa (huérfano a los trece, actor pobre hasta los 21, chico para todo en toda clase de empleos mal remunerados) cuenta en esta novela las aventuras de tres amigos que deciden coger una barca e irse de excursión por el Támesis acompañados de un perro llamado Montmorency, casi, el personaje más sensato de la historia... Y la narración de este viaje de estos tres quejicas urbanitas hace que el lector se ría con ganas gracias a las anécdotas descacharrantes y las buenas reflexiones y los graciosos flash-backs que la nutren. El escritor utiliza un admirable tono coloquial de vez en cuando enriquecido por descripciones y texturas más bien serias, casi poéticas e incluso existenciales.
Contada en primera persona por Jerome (quien es uno de los tres hombres, of course), hay que apuntar que para tejer esta historia el escritor se inspiró en su propia luna de miel, ya que su viaje de novios consistió en ir en barca por el Támesis. Pero para el libro cambió a su esposa por sus dos mejores amigos.
En resumen: buena lectura y el mejor humor. Además, hubo una película, una serie de TV, y creo que hasta un serial radiofónico.
Y una terrible confesión para terminar: jamás visité la casa de Jerome en Walsall...
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