viernes, 2 de septiembre de 2022

Vicente Montalbá: Anunnaki

 Idioma: español

Año de publicación: 2020

Valoración: recomendable

Imaginemos (bueno, vosotros, que yo he leído el cómic) un cruce entre los mitos fundacionales de la cosmología sumeria, las teorías chifladas de los años 70 (aunque siguen teniendo gran predicamento) sobre la construcción de pirámides por extraterrestres y la mítica serie V, que recordará quien ya tenga más años que un bosque... Pues si lo aderezáis con un culebrón -y nunca mejor dicho- político, familiar e incluso amoroso, ya tendríais, más o menos, el argumento de este cómic, novela despiporre gráfico o como queráis llamarlo. Siempre que , eso sí, le añadamos un sentido del humor siempre presente y que no por sutil, a veces, deja de ser descacharrante...

El propósito de todo este des-ídem fue, según comenta su autor en el prólogo, crear su propia mitología de la creación del mundo, echando mano de, como se ve, variopintos ingredientes. Para empezar, el que da título al cómic, puesto que los anunnakis, en la mitología mesopotámica, eran un tipo de dioses menores, divididos en dos tipos con diferentes tareas asignadas: anunnas e igigis, que vivían con el dios del cielo Anu. pero los igigis se rebelaron y un hijo de Anu,  Enki, tuvo que crear a la Humanidad para que asumiera las tareas que los igigis no querían hacer (lo que se dice una subcontrata, vaya). En el libro de Vicente Montalbá viven todos en el planeta Nibiru, que se acerca cada miles de años a la Tierra -para ellos, Azul- y están divididos en serpientos y lagartos, todos bajo el mandato del inmortal dios Anu -serpiento-; estos "reptilianos" desarrollan un plan para llenar de pirámides Azul, que les transmitan energía para el funcionamiento de su planeta. Para ello deciden implantar allí... o sea, aquí, a una especie inferior que se encargue de construirlas bajo su dirección, labor encomendada a los hijos de Anu, el serpiento Enki y el lagarto Enlil y a
la bella -es un decir- doctora Ninlil. 


En principio, todo debería marchar sobre ruedas, pero resulta que los habitantes de Nibiru parecen más humanos que los propios humanos y enseguida los celos, las rencillas, las chapuzas o, inevitablemente, los imponderables imprevistos ponen en dificultades el proyecto una y otra vez... Precisamente, es ese toque "humano", incluso "pedestre", el que aporta el toque de humor que impregna toda la historia y  hace que se lea sin que nos abandone la sonrisa. A ello contribuye también, en buena media, el estilo gráfico de Montalbá (otro dibujante de la fértil cantera valenciana, por cierto), enraizado en el estilo del cómic underground, aunque en este caso, mas que a Robert Crumb, a mí me recuerda a Nazario... En todo caso, hay que agradecerle este libro, que cumple una doble función: no sólo entretiene, sino que, en caso de que vuelvan otra vez los reptilianos, ya sabemos lo que tenemos que decirles. ¡TE ADORAMOS, OH, ANU, NUESTRO DIOS INMORTAL!

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