Título original: At the Mountains of Madness
Año de publicación: 1936 (por entregas)
Traducción (al catalán): Edgar Cotes Argelich
Valoración: Imprescindible para interesados. Para el resto, recomendable
Septiembre de 1930. Los integrantes de una expedición a la Antártida descubren verdades tan antiguas como pavorosas. El geólogo William Dyer, uno de los pocos supervivientes, relatará lo sucedido.
Esta vendría a ser la premisa de En las montañas de la locura, clásico del terror y la ciencia ficción tremendamente adictivo. Se cuenta entre las obras más conocidas de H. P. Lovecraft y tiene la particularidad de ser una narración larga salida de una pluma proclive al formato breve.
A mi juicio, la novela baraja magistralmente los elementos que caracterizan al horror cósmico:
- Atmósferas ominosas.
- Misterios que nos quedan grandes a los meros mortales.
- Protagonistas pasivos que sólo pueden enloquecer frente a aquello que se despliega a su alrededor.
- Un final que deja claro que poco puede hacer la Humanidad contra lo que mora en el gélido silencio del espacio.
Por contra, en el lado menos positivo destacaría que:
- La prosa se antoja, en ocasiones, flojilla, pues abunda en descripciones sobredimensionadas, incontinencia de adjetivos, detalles anecdóticos...
- Las escenas se alargan más de lo estrictamente necesario (sobre todo teniendo en cuenta que la acción de este relato es prácticamente nula).
Resumiendo: En las montañas de la locura puede hacerse largo, pesado, por momentos repetitivo. Aun así, creo sinceramente que es una aportación literaria impagable. Vale la pena leerlo, seas un admirador del autor o no, un entusiasta del género o no. Actualmente no me gusta tanto como cuando era adolescente, pero sigue pareciéndome una experiencia increíble. «¡Tekeli-li!», amigos míos, «¡Tekeli-li!».
También de H. P. Lovecraft en ULAD: Aquí
2 comentarios:
Estoy muy de acuerdo en que Lovecraft resiste bien una lectura más madura, no es solo un escritor para adolescentes o fanáticos del género. La fuerza que tenía para levantar atmósferas oníricas y palpitantes de seres reptantes, amorfos y tentaculares es prodigiosa. De acuerdo que su estilo era un tanto recargado y a veces el motor narrativo de sus relatos se para y la historia queda petrificada como un vagón en vía muerta. Escribía apresuradamente para revistas pulp, que son a la literatura lo que las pelis de serie b al cine. Lovecraft será serie b, pero una serie b extraordinaria. Por supuesto que chirrían las divagaciones innecesarias, el deseo infantil de impresionar, la hinchazón retórica, el tremendismo o las fórmulas que se repiten una y otra vez: caballero intelectual que descubre un viejo manuscrito (¡siempre son los mismos títulos!), o recibe una herencia, o emprende un viaje presuntamente científico a regiones insondables y pretéritas etc etc. Investigar el porqué del misterio es caer de cabeza en el corazón del horror. Usaba mil latiguillos, pero Lovecraft inventó un mundo único en la literatura fantástica. Una cosmogonía monstruosa que está más allá del espacio-tiempo y que ignora o destruye al hombre (una criaturilla de nada al que el deseo de saber aniquila o transforma en otra cosa). De vez en cuando, releo algunos de sus cuentos y me siguen gustando tanto como cuando los leí por primera vez.
Estupenda síntesis del interés que suscita la obra de Lovecraft, Alberto. Coincido contigo al 85%.
En mi caso, la lectura de este autor sí que se resiente ahora, que bordeo la treintena, en comparación a cuando lo amaba incondicionalmente de adolescente. Aun así, sigo apreciando sus múltiples virtudes, y me parece improbable que llegue a dejarle de lado del todo en un futuro. Algo parecido me pasa con Bukowski, a quien lea sin tanto entusiasmo, pero todavía me gusta y me parece reivindicable.
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