Valoración: Bastante recomendable
En estos tiempos de "masculinidades deconstruidas" y cosas por el estilo, puede resultar sorprendente leer la autobiografía ficticia de un tipo anodino y corriente, entendiendo por esto último un varón blanco, heterosexual, clase media, trabajador por cuenta ajena, urbanita, etc. Ostras, ahora que lo pienso... ¿no será Ugarte una especie de Houellebecq "a la vasca"?.
No importa. El caso es que han pasado 26 años desde la publicación de este libro y desde que fuera finalista del Herralde de novela (no sé si ahora encajaría demasiado en su línea editorial, la verdad) y, aunque pueda parecer una eternidad o que el mundo ha cambiado mucho, creo que el libro sigue plenamente vigente y que muchos lectores, hombres y mujeres, se identificarán con el amigo Jorge.
Tres son los principales aspectos a destacar en este "Los cuerpos de las nadadoras": el primero tiene que ver con la estructura de la novela, el segundo con el personaje protagonista y el tercero con el propio autor.
En cuanto a la estructura, la novela se compone de 55 breves capítulos, ordenados cronológicamente, que recorren la vida de Jorge desde la infancia a la madurez y casi siempre girando alrededor de su relación con las mujeres (madre, tías, novias, esposa, etc). Pese a que los citados 55 capítulos no son otra cosa que "episodios aislados y claves de la vida de Jorge" y, como tal, pueden ser leídos como microrrelatos independientes, Ugarte consigue compactar las diferentes escenas y dotarlas de continuidad, lo que otorga unidad al texto.
Por otra parte, me parece magnífica la evolución psicológica del personaje. De niño y adolescente reservado y pusilánime, Jorge pasa a ser un adulto escéptico, desencantado, descreído y algo cínico. Esta evolución hace que los relatos abarquen un espectro que cubre desde el humor más "blanco" del comienzo a la observación irónica o al humor más agridulce de la segunda mitad del texto. Y aquí Jorge / Ugarte (algo ha de haber del autor en el personaje) reparte por todos lados: su ciudad y su carácter, las élites culturales, los giros copernicanos de la madurez, etc.
Por último, y esto es algo que ya lo he comentado en otras reseñas de libros de Pedro, me parece el perfecto narrador de la cotidianeidad. Sus personajes ya digo que son "anodinos y corrientes", en sus relatos "no pasa nada". O mejor dicho, en sus relatos no pasa otra cosa que la vida y de ahí es capaz de extraer el jugo y situarnos cara a cara con nuestros propios traumas y contradicciones.
Un único apunte en el lado menos bueno: una cierta tendencia a la sobreadjetivación, más patente, al menos para mí, hacia el final del libro. Quiero pensar que esto se pudo deber a un intento de adornarse, de escribir "más bonito", etc., pero no hubiera estado de más una pequeña poda porque en no pocas ocasiones los adjetivos no aportan demasiado al texto.
Pese a lo anterior, me quedo con lo bueno de un texto que nos pone frente a lo que muchos hemos sido, somos y, probablemente, seremos.
También de Pedro Ugarte en ULAD: El mundo de los cabezas vacías, Nuestra historia y El país del dinero
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