sábado, 14 de marzo de 2020

Pablo Silva Olazábal: Conversaciones con Mario Levrero

Idioma original: Español
Año de publicación: 2017
Valoración: Recomendable para interesados

Conversaciones con Mario Levrero reivindica la figura de Mario Levrero, escritor que, pese a la originalidad y calidad de su obra (o quizás debido a ello), sigue siendo bastante desconocido para el gran público. Así pues, este volumen hará las delicias de los admiradores del uruguayo. Algunas de las cosas que aglutina son: las conversaciones mantenidas por correo electrónico entre Pablo Silva Olazábal y Levrero, dos artículos sobre el autor y las últimas entrevistas que se le hicieron antes de que muriera en el 2004.

Cabe destacar las mentadas conversaciones, germen del libro. Levrero impartió talleres de escritura, tanto presenciales como virtuales. Con uno de sus alumnos de la segunda modalidad, Olazábal, mantuvieron un fructífero diálogo "online". Un diálogo que me gusta por su clima de respeto no exento de confrontación. Queda claro desde el vamos que el alumno admira al maestro (y viceversa), pero esta veneración no impide a Olazábal señalar las contradicciones del discurso de Levrero.

Amén de algunas opiniones bastante discutibles pero tremendamente ocurrentes, a Levrero hay que admirarle por defender (sin ensalzarlos en el proceso) los gustos perversos. Es decir, aquello que yo conozco como placeres culpables. A Levrero hay que admirarle, también, por su generosidad, por ejercer de guía en esto tan complicado que es la creación, por regalarnos sus valiosos consejos de veterano curtido en mil batallas. Qué diantres, a Levrero hay que admirable por haber escrito tan buena literatura. El lugar es fácilmente una de las mejores novelas que he leído nunca, por más que él diga que no le acaba de convencer. ¡Gracias por tanto, Jorge Mario Varlotta Levrero! Y gracias a ti, Olazábal, por contribuir a rescatar a este genio inimitable del olvido. De corazón te lo digo.


Obras de Mario Levrero reseñadas en ULAD: Trilogía involuntaria, La banda del Ciempiés

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola.
Soy demasiado fan de DOn Mario Levrero. Grande, eterno en mi memoria debido a "el lugar".
Lo recomiendo y, como un acuerdo con los amigos lectores, no lo conocen y preguntan si es autor italiano, francés o armenio.
Recomiendo sus cuentos.
Un saludo grande en estos tiempo virales.

1984 dijo...

De este escritor uruguayo leí "La ciudad", una extraña y opaca novela sobre un personaje marginal en un ambiente urbano sórdido y crecientemente angustioso, kafkiano. Un hombre anónimo sale a comprar algo. A partir de ese momento se pierde por completo, las calles son un laberinto indescifrable, dando comienzo lo irreal dentro de lo normal, si se puede decir así. Me recordó algunos cuentos y relatos de su compatriota Onetti. Lo más destacable de esta narrativa opresiva es que sus personajes son gente corriente, actúan con lógica, no hacen nada extravagante, pero acaban siendo arrastrados por un absurdo que los engulle sin remisión. Es la historia de Joseph K: un sueño, o pesadilla mejor, inexorable, y que tiene sus reglas que el protagonista desconoce. Al final a Joseph K lo mata el desaliento y hasta el aburrimiento que experimenta ante una maquinaria burocrática que sabe describir con detalle pero no entender. Analiza el mecanismo hasta la pedantería, pero la razón de ese mecanismo, el motivo de quien o quienes lo mueven, lo ignora completamente. A lo mejor no hay motivo, o el motivo es el absurdo, que para el caso es lo mismo. Siempre falta el por qué. Si se mantiene la tensión entre un personaje lucido, pero pasivo, y el ambiente onírico que lo acaba destruyendo y que tiene sus normas inaccesibles, la novela funciona. Pero la pesadilla tiene que ser más cotidiana que realmente fantástica para aterrorizar. Y la sinrazón es del entorno, de la ciudad en Levrero, nunca del personaje; el personaje razona, analiza y discute, no es un enajenado; es el mundo el que se ha vuelto loco, no el protagonista. De ahí brota la angustia, o la comedia (dicen que Kafka se reía a mandíbula batiente cuando leía sus manuscritos a los amigos). Además, un exceso de fantasía mata a este tipo de narrativa porque pierde su razón de ser: simbolizar cómo un mundo aparentemente amable y predecible puede volverse contra sus habitantes porque sí, sin ninguna razón al alcance del ciudadano anónimo, por razonable y obediente que sea este. De hecho, los más obedientes caen los primeros, como en el Holocausto. Regla kafkiana.

Oriol dijo...

1984, estoy muy de acuerdo con tu análisis de "La ciudad", novela inspirada, igual que las otras dos que componen la trilogía involuntaria de Levrero, por el genial Kafka.

Deja que te recomiende del escritor uruguayo "El lugar". Tanto esta como "París" son obras extraordinarias. Y, si me permites, niegan tu argumento de que las pesadillas kafkianas tienen que ser más cotidianas que fantásticas para aterrorizar. El balance entre fantasía y realidad es en ellas más equilibrado que en "La ciudad" y, pese a todo, funcionan de maravilla.

1984 dijo...

Muchas gracias Oriol. Por supuesto, todo depende de la pericia del escritor, que es quien mezcla los ingredientes. Si funcionan, funcionan. No hay que ser doctrinario en esto ni en nada. De igual que sea realismo fantástico que fantasía realista. Palabras. Lo importante es que la novela sea buena. Estoy plenamente de acuerdo contigo. Además, creo que tengo por casa Paris y me voy a poner a leerla. Si la encuentro, claro, je je. Y luego caerá El lugar. Me temo que vamos a tener tiempo más que suficiente para estar en casa😷