Primero no leía, sino que me leían. Este es un dato importante, ya que mi formación lectora le debe mucho a mis padres, ese matrimonio joven que tanto amor por la lectura inculcó a su primogénito. Es cierto que papá y mamá dejaron de leer (y que ni siquiera lograron que mis hermanos pequeños se viciaran a la palabra escrita), pero insisto en que yo no sería la rata de biblioteca que soy sin ellos.
Luego llegaron los cómics, los libros de Geronimo Stilton y sus sucedáneos, la adicción al manga y el hallazgo de Stephen King. De King habré leído, como mínimo, cuarenta títulos. Casi todos cuando contaba con apenas dieciocho años. Mi amor por el terror nace en esa época, y aunque a día de hoy se ha disipado un poco, sigo viviéndolo con una intensidad rayana a lo enfermizo. A King también le debo que me fidelizara no ya al género al que tan a menudo se le adscribe, que también, sino al placer de la lectura.
Un día, creo que a los diecinueve años, acudí a una serie de conferencias impartidas en Badalona. Allí se me dio a conocer a ocho narradores clave del siglo XX. García Márquez, Lessing, Moravia, McCullers, Duras, Matute... Estos autores fueron mi puerta de acceso a la Literatura con mayúsculas. Ya había coqueteado previamente con ella (¡leí La divina comedia en el recreo del instituto!), pero fue entonces cuando me rendí a sus pies de forma definitiva. Lo cual no quiere decir que diera la espalda a la literatura popular. De hecho, el "pulp" se ha convertido en una de mis fuentes de entretenimiento favoritas en la actualidad.
Por todo lo dicho, me considero un lector ecléctico. Evidentemente, tengo mis sesgos y lagunas, mis filias y fobias, como cualquier hijo del vecino. Prefiero la ficción narrativa al resto de formatos. Prefiero, por lo general, las obras escritas en la segunda mitad de siglo XX a las de cualquier otro periodo de la Historia. Sin embargo, y perdón por repetirme, me considero un lector bastante ecléctico.
También soy más abierto de mente de lo que algunas personas creen. Mi trayectoria lectora está completamente influenciada por mi interés por la crítica literaria, y algunas de las reseñas que he escrito para este blog demuestran que no todo el mundo ve con buenos ojos mi criterio, este conato de objetividad que persigo. Sinceramente, no entiendo por qué. Que yo analice una obra, que resalte lo que para mí son sus debilidades, no significa que no me haya gustado, o que vaya a despreciar a alguien que la disfrute.
Y ya que hablo de reseñas, dejad que termine esta suerte de biografía indicando que lo que más me gusta de ser lector es, además del acto de leer, de aprender y de analizar, prescribir. Una temporada trabajando primero en una biblioteca y luego en una librería, amén de la dinamización de un club de lectura, así lo ameritan. Por si no lo hacía ya el hecho de que estuviera dedicando mi juventud a esta maravillosa iniciativa llamada Un libro al día.
PD: El título de esta entrada hace referencia a la que hasta la fecha es mi novela favorita, Memorias del subsuelo, de Fiódor M. Dostoievski. Lo remarco porque seguramente no se ha entendido el chiste.
Luego llegaron los cómics, los libros de Geronimo Stilton y sus sucedáneos, la adicción al manga y el hallazgo de Stephen King. De King habré leído, como mínimo, cuarenta títulos. Casi todos cuando contaba con apenas dieciocho años. Mi amor por el terror nace en esa época, y aunque a día de hoy se ha disipado un poco, sigo viviéndolo con una intensidad rayana a lo enfermizo. A King también le debo que me fidelizara no ya al género al que tan a menudo se le adscribe, que también, sino al placer de la lectura.
Un día, creo que a los diecinueve años, acudí a una serie de conferencias impartidas en Badalona. Allí se me dio a conocer a ocho narradores clave del siglo XX. García Márquez, Lessing, Moravia, McCullers, Duras, Matute... Estos autores fueron mi puerta de acceso a la Literatura con mayúsculas. Ya había coqueteado previamente con ella (¡leí La divina comedia en el recreo del instituto!), pero fue entonces cuando me rendí a sus pies de forma definitiva. Lo cual no quiere decir que diera la espalda a la literatura popular. De hecho, el "pulp" se ha convertido en una de mis fuentes de entretenimiento favoritas en la actualidad.
Por todo lo dicho, me considero un lector ecléctico. Evidentemente, tengo mis sesgos y lagunas, mis filias y fobias, como cualquier hijo del vecino. Prefiero la ficción narrativa al resto de formatos. Prefiero, por lo general, las obras escritas en la segunda mitad de siglo XX a las de cualquier otro periodo de la Historia. Sin embargo, y perdón por repetirme, me considero un lector bastante ecléctico.
También soy más abierto de mente de lo que algunas personas creen. Mi trayectoria lectora está completamente influenciada por mi interés por la crítica literaria, y algunas de las reseñas que he escrito para este blog demuestran que no todo el mundo ve con buenos ojos mi criterio, este conato de objetividad que persigo. Sinceramente, no entiendo por qué. Que yo analice una obra, que resalte lo que para mí son sus debilidades, no significa que no me haya gustado, o que vaya a despreciar a alguien que la disfrute.
Y ya que hablo de reseñas, dejad que termine esta suerte de biografía indicando que lo que más me gusta de ser lector es, además del acto de leer, de aprender y de analizar, prescribir. Una temporada trabajando primero en una biblioteca y luego en una librería, amén de la dinamización de un club de lectura, así lo ameritan. Por si no lo hacía ya el hecho de que estuviera dedicando mi juventud a esta maravillosa iniciativa llamada Un libro al día.
13 comentarios:
¡Qué millenial ni qué millenial! ¿Dónde están entonces los libros de la saga Crepúsculo o de Los juegos del hambre, eh? ¿Y Defreds? ¡Quita la foto de ese pobre chaval que has robado de Instagram y pon la tuya auténtica si te atreves, que sabemos que eres un boomer de ésos! Millenial, dice...
La gente que no sonríe en las fotos esconde crimenes sangrientos.
Felicidades por los autores. Muy grandes todos.. aunque Lesding me dejó un poco ploff
Creo que para muchos de los nacidos en torno al 2000 hay un título (en realidad varios libros, creo que son 7) que los acercó a la lectura, y es la saga de Harry Potter, de J. K. Rowling. Tengo una hija que en su adolescencia leyó varias veces estos libros. E incluso cuando salía una nueva entrega compraba los libros en inglés para devorarlos de inmediato, porque en España la editorial Salamandra tardaba varios meses en sacarlos traducidos. Este fenómeno afectó a muchos jóvenes: lo de mi hija no era un caso aislado. Y para mí es bastante inexplicable, pues alguna vez intenté hincarle el diente a alguno de esos libros y me aburrió soberanamente. Así que no sé dónde estará el misterio. Lo que sí me consta es que muchos jóvenes se aficionaron a leer gracias a esos títulos, y eso, de alguna forma, sí es una clase de magia del mago Potter.
Nunca se sabe: uno puede empezar con mal pie en esto de la lectura, y luego ir mejorando algo. Lo importante es consolidar un criterio propio, que podrá estar equivocado o no, pero que por lo menos es sincero por personal y sirve de brújula (dudosa). También hay que estar abierto a las sugerencias ajenas, pero no siempre, porque en este vicio solitario que es la lectura la subjetividad, el momento, la curiosidad, la edad y hasta la arbitrariedad suelen ser la norma. En mi caso, lo primero que leí con cierto entendimiento cuando era pequeño, ingenuo e inexperto (lo sigo siendo, menos pequeño), obviando “El pirata garrapata” o “Fray Perico y su borrico”, que son lecturas infantiles para aprender a leer, o a deletrear, fueron nada menos que una colección de fascículos de don Ricardo de La Cierva, encuadernados en varios tomos y titulados “La Historia se confiesa.” Eran unos tomos negros, franquistas, con una mancha dorada de un ojo monstruoso en la portada. Eran horribles en el fondo y en la forma. Daban miedo. Sin embargo, me gustaron en su momento. Fueron la puerta, estrecha, para aficionarme a leer otros libros de historia. Ya se sabe que el acierto está en saber elegir; en mi caso, escoger torpemente libros malos me ha servido para depurar un poco el gusto. Algunos dicen que no existen libros malos sino malos lectores. No es cierto. Los libros malos son infinitos. Pero no existe libro, por malo que sea, del que no se aprenda algo. Por lo menos, a distinguir lo bueno de lo malo. Así que al franquista don Ricardo lo recuerdo con cierto afecto por despertarme el gusto por libros mejores que los suyos. En la novela, de adolescente me leí a Simenon y Conan Doyle a granel. Me siguen pareciendo buenísimos. No todo en esta vida ha de ser Proust o Joyce. Con los autores experimentales suelo experimentar desconcierto o mala leche. Al final, si se despierta la inquietud de leer, un libro lleva a otro, y a otro, y a otro....Los libros son como las cerezas, que tiras de una y las demás salen en racimo. Un universo de libre elección al alcance de todos. De chaval, me tragaba el racimo de libros. Más tarde llegó el criterio. Criterio tan falible como cualquier otro, se entiende. La lectura es el reino del azar, la libertad y la falta de prejuicios. No deben existir escrúpulos en cerrar el libro que resulta pesado; están aguardando otro millón de ellos. También hay libros para releer; creo que son pocos: dicen algo muy importante a quien los leyó, pero no tienen que ser obligatoriamente los “mejores” libros. La mayoría de los libros se leen y se olvidan. Sirven para pasar el rato, para llenar unas horas vacías, nada más (y menos). Los primeros libros, buenos o malos, suelen ser inolvidables. Cuando se pierde la pasión lectora se gana en criterio y comprensión, alguien dirá que en sabiduría, pero también se pierde algo, seguramente la juventud. La magia de la primera lectura no vuelve, como tampoco lo hacen los años perdidos.
Buena reseña Oriol. Y agradecer a 1984 su comentario, con el que me identifico en subtotalidad. Salud y libros.
Qué joven eres, Oriol. ¡Qué jovencísimos sois todos los de ULAD!
Juan, ¿cómo osas cuestionar mi identidad millenial? Os monto una semana temática de Libros de Youtubers, ¿eh? Que estoy muy loco. Que no soy un millenial, dice...
Anónimo, me has pillado. Si algo oculto, son crímenes sangrientos. Pero, ¿quién no? Ah, que soy el único. Ups. Bueno, ¿qué esperabais de alguien que gusta de literatura tan turbia como yo?
Sandra, yo no me enganché a la lectura con Harry Potter. De pequeño, esta heptalogía ya me parecía sobrevalorada, y eso que no le veía ni la mitad de defectos que en la actualidad. Ni siquiera pude terminar con las últimas novelas, por aburridas. Es bien sabido por estos lares mi desdén "snob" hacia la saga de J. K. Rowling. A fin de cuentas, la he vapuleado en varias ocasiones. Fíjate tú, la propia Rowling recibió de mi parte el premio ¡NOOO! BEL. Dejo el enlace aquí.
1984, igual que ToniLV, comparto al 100% tu comentario. Hay libros buenos y libros malos (lo cual no impide que se puedan disfrutar estos últimos). El criterio suele ir en detrimento del placer lector, pues acota las posibilidades de goce. Pero hay que perseguirlo activamente, y hasta me atrevería a decir que se desarrolla por inercia si uno lee mucho aplicando un mínimo sentido crítico.
Gracias Oriol... Kempes 19
Yo tampoco miraba a la cámara directamente, casi nunca...
Gracias por tu historia. Me encantó leer el recuerdo que tienes de tus viejos leyéndote. Interés propio: hace varios años que mi hija lee cuando le leo. Cuando leemos.
Ya lo he dicho en otras oportunidades, se te ven muchísimas herramientas para ser un gran crítico literario. Enhorabuena.
Me tentaba escribir parte de mi historia lectora ya que Harry Haller y las drogas han aparecido poco en las vuestras, juas! pero mejor voy a dejar que Borges sea mi cierre de comentarios a esta semana que nos regalaron tú y tus compañeros:
"A lo largo del tiempo, nuestra memoria va formando una biblioteca dispar, hecha de libros, o de páginas, cuya lectura fue una dicha para nosotros y que nos gustaría compartir [...] Que otros se jácten de los libros que les ha sido dado escribir; yo me jacto de aquellos que me fue dado leer."
(J.L.Borges)
Hola, Oriol:
Me encanta lo autocrítico que eres, siempre cuestionándote e intentando aprender de todo. Te haces algunas preguntas en la biografía a las que he encontrado mi propia respuesta con los años: hay personas que no quieren replantearse nada, porque les supone romper esquemas mentales arraigados y hacer el esfuerzo de pensar. Vamos, que es más fácil aferrarse a una única visión que abrir la mente a nuevas ideas que nos desestabilicen. La libertad siempre es más difícil.
He visto tu listado de reseñas y no he leído casi ninguno, porque tienes una gran variedad de libros reseñados y unos gustos como poco curiosos. Esto es muy bueno, si no fuera por haber leído tus reseñas a lo mejor no llego a conocer nunca el eroguro, a youtubers rarísimos y demás cosas totalmente incomprensibles para mí, que me han hecho darme cuenta de que la mente tan abierta tampoco tengo:
En cuanto a la propia biografía lectora, hacerte unos comentarios:
- Prefieres la ficción narrativa de la segunda mitad del siglo XX a las demás, pero tu novela preferida es del XIX, novela que sigo sin leer.
- El manga y el anime llegaron a España en mi adolescencia, y el acceso a los materiales era muy difícil, por lo que conozco poco de esa época y luego tuve otras prioridades. Sin embargo, me sigue gustando mucho, y veo películas de anime habitualmente.Mi hija y yo estamos viendo Sailor Moon entera.
-Lo de prescribir libros dice mucho de ti, de que tu afición lectora es más una forma de vida que un modo de matar el tiempo.
- Harry Potter en mi casa es Dios. No voy ni a opinar. Viva Harry Potter y viva Hermione.
Millenial eres total, sólo hay que verte. Dejo a Juan la crítica constructiva.
Saludo
Épica entrada. Gracias por ella, Oriol.
Diego, gracias por los halagos. No es nada fácil tener un criterio coherente, y todavía forcejeo con mis propios sesgos y contradicciones, pero se hace lo que se puede.
Lupita, en realidad nunca me ha gustado que me etiqueten según la generación a la que pertenezco por fecha de nacimiento. Sin embargo, abrazo el término "millenial" en este blog porque ya es una broma interna. Ah, y ya sabes que te respeto mucho, aunque seas una "sucia potterhead", jejeje.
Oriol:
Ya entiendo yo vuestras bromillas, que nos vamos conociendo XD. No me voy a ofender por lo de "sucia Potterhead", porque, en todo caso, soy una aliada. Eso sí, nunca, jamás, te metas con Doraemon.
Saludos millenials
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