miércoles, 3 de diciembre de 2025

Semana de la Poesía: Paisaje con grano de arena de Wisława Szymborska


Idioma original: polaco

Título original: Widok z ziarnkiem piasku

Año de publicación: en diversos volúmenes, entre 1957 y 1993. Como antología, 1995.

Traducción: Jerzy Sławomirski y Ana María Moix

Valoración: muy recomendable (por no decir imprescindible)

Primera antología -de cien poemas- publicada en castellano de la poeta (lo de "poetisa" ya no se lleva, me parece) polaca Wisława Szymborska, que recibiría el premio Nobel al año siguiente, en 1996. Esto, lo del premio, no tendría demasiada importancia aparte de que, hasta donde yo sé, todo el mundo coincide en que esa vez estuvo muy bien concedido... Como cabe deducir, los libros de los que se han extraído los poemas para esta selección son anteriores a la obtención del premio y en concreto se trata de Llamando al Yeti (1957), Sal (1962), ¡Qué monada! (1967), Acaso (1972), El gran número (1976), Hombres en el puente (1986) y Fin y principio (1993). Como en este blog ya han sido reseñados otros tres libros de poemas de esta autora, posteriores a esta fecha, creo que podemos considerar que, en conjunto, estamos mostrando un panorama suficientemente completo de su obra.

Imposible innovar a estas alturas sobre la maravilla que es la poesía de esta autora (si cesta reseña consigue, en todo caso, descubrírsela a quien no la conozca, me doy por más que satisfecho); en todas las críticas, reseñas y semblanzas que leáis sobre ella se destacan ciertos aspectos de su obra que no puedo sino corroborar: la atención a las pequeñas cosas -incluso humildes-: una piedra, un escarabajo muerto, una cebolla, una gota de lluvia, el prospecto de un medicamento... a los acontecimientos colaterales de aquéllos que se suele tener más en cuenta o a aspectos insólitos de la realidad -o la irrealidad- en los que no solemos pensar; el destino final de un currículum, lo que se dice en un entierro; lo que piensa un gato cuando muere su dueño, los milagros corrientes de cada día... También, que se centra en el individuo/a como eje de la experiencia con la que apreciar el mundo, pero no con una perspectiva egoísta o egocéntrica, sino profundamente humanista, como en Fin y principio o La realidad exige -sobre quien paga las consecuencias de las guerras-, o las más metafísicas Nada es regalo, Una versión de los acontecimientos, Es una gran suerte...  Por último, el rasgo más distintivo de la obra de esta gran poeta: la ironía -y el humor en su más amplia acepción-, que impregna toda su poesía, desde los poemas donde se aprecia más claramente, como en Primera fotografía de Hitler -huelga cualquier explicación-, la superpoblación del Hades en A orillas del Estigio, el gusto de los ángeles en Gags o la sorprendente Thomas Mann hasta otros en que aparece de forma más sutil (casi todas). En fin, cualquiera de los poemas recogidos en esta antología puede ser leído bajo alguna de estos prismas y todos denotan una calidad sobresaliente, aunque yo, personalmente, prefiero los escritos a partir de 1973, los que aparecen en Acaso, El gran número, Hombres en el puente y Fin y principio.

En todo caso, no es Szymborska una poeta hermética, cuyas crípticas metáforas haga falta descifrar al cabo de un aprendizaje iniciático. Al contrario y quizás ésta sea su mayor cualidad, resulta de una tremenda cercanía, de forma que si alguna de sus imágenes o referencias no nos resulta entendible, es simplemente porque no conocemos la referencia, ya sea ésta un cuadro de Brueghel o de Hiroshige Utagawa o algún escritor polaco del que por aquí no tenemos mucha idea (pero en Polonia, obviamente, sí). Su lírica, incluso en los casos en que prima la forma sobre el contenido, que también podemos encontrar alguno, se nos presenta como algo familiar, natural, reconocible como reflejo de nuestra propia experiencia y, sobre todo, de una gracia y una belleza cautivadoras. Lo mejor, sin embargo, es que os decidáis a leerla, quien no lo hay hecho antes y lo comprobéis por vosotros/as mismas.

Para finalizar la reseña, permitidme que transcriba algunos fragmentos de un poema de doña Wisława titulado El odio, que, en verdad, no es el mejor de los suyos, pero sí parece hecho ex profeso para los tiempos que vivimos (igual que lo estaba para 1993, cuando se publicó):

                                          Ved cuán activo está

                                                    y qué bien se conserva

                                                    el odio en nuestro siglo. 

                                                    Con qué ligereza salva obstáculos,

                                                    y qué fácil le resulta saltar sobre su

                                                    presa...

                                                    No es como los otros sentimientos.

                                                    Más viejo y, a la vez, más joven.

                                                    Por sí mismo genera la causa

                                                    de su despertar a la vida.

                                                    Duerme a veces, pero jamás con un

                                                    sueño eterno.

                                                    Y el insomnio no le resta fuerzas, se las

                                                    da.

                                                    (...)

                                                    ¡Qué anemia y apatía 

                                                    la de los otros sentimientos!

                                                    ¿Desde cuándo la fraternidad 

                                                    arrastra multitudes?

                                                    ¿Ha llegado alguna vez la compasión

                                                     primera a la meta?

                                                    ¿A cuántos voluntarios seduce la duda?

                                                    El odio sí seduce, ¡y cómo!, es perro

                                                    viejo.

                                                    (...)

                                                    Siempre dispuesto a nuevas tareas.

                                                    Si es necesario esperar, espera.

                                                    Dicen que es ciego. ¿Ciego?

                                                    Tiene los ojos de lince del francotirador

                                                    y mira el futuro con denuedo.

                                                    Él, sólo él.


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