Valoración: Desmesurado
Podemos empezar esta reseña hablando del Ulises o del Finnegan´s wake de James Joyce, la más clara influencia de LARVA, pero nos quedamos cortos porque en LARVA también están El Quijote, el Locus Solus de Raymond Roussel, el Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández o los jueguecitos de palarvas de la atroupellada troupe de Oulipo.
Podemos entonces hablar del "argumento" de esta rompedora, al menos con los cánones en la narrativa española del momento, (anti)novela, del batiburrillo carnovelesco que sucede durante un baile de máscaras en una noche de San Juan o de la digresión permanente disfrazada de farsa o de comedia bufa, pero también nos quedamos cortos porque tan importante como el "argumento" (o más aún) es la estructura del texto.
Así que hablemos de una estructura que podemos dividir en tres partes, aunque estas no funcionen en niveles separados: las páginas de la derecha vendrían a ser el cuerpo principal de la (anti)novela, las de la izquierda serían anotaciones de las anteriores y las finales "Notas de la almohada" serían el complemento más narrativo de ambas, con el cual Ríos demuestra que podría ser un narrador "convencional" de primer orden y que si no lo es, es porque su opción estilística es otra. Pero con esto también nos quedamos cortos porque tanto (o mucho más) importante que la estructura es la "forma" del texto.
Hablemos, por tanto, de un texto basado en dos pilares fundamentales, el humor y los juegos de palarvas, ya preludiados por la "Nota supernumeraria para adorno de la solapa". En cuanto al humor de LARVA, este va de lo culto a lo chabacano, de la sonrisa sardónica a la carcajada más estruendosa, del puro chiste fónico a las más elaboradas imágenes del absurdo. En lo que respecta a los juegos de palarvas, estos muestran la desbordante imaginación y el larvrutal dominio del slanguaje por parte del autor: anagramas, palíndromos, aliteraciones, doblestriplescuádruples sentidos... en una desmesurada larvacanal de lenguas. Mención especial merece, en este aspecto, el capítulo titulado Algarabía, escrito en su gran mayoría con palabras de origen árabe.
Todo lo anterior hace de LARVA un texto infinito, polisémico, políglota, una lectura pantagruélica, gargantuesca (¿o será gargantuélica?) por la que uno avanza entre el larvasombro y en enerlarvamiento ya que las tropencientasmil referencias o los diferentes idiomas que se mezclan, el continuo "izquierda-izquierda-derecha-derecha-adelante-detrás-1,2,3" hacen que uno sienta perdido en muchas ocasiones y que el ritmo de lectura se resienta, tanto es así que creo que una segunda, tercera, cuarta lectura (¿cuándo?) "favorecerían" a la novela.
Lo ando reescribiendo, voy acabando.
Dicho esto, ¿recomendaría LARVA? Sin dudarlo, sí. Está claro que es un texto muy muy exegexigente (ya digo que en muchos momentos uno está, cuanto menos, desubicado) disparatado, excesivo y desmesurado, pero hay muchas páginas absolutamente brillantes que compensan con creces esas otras en las que uno se pierde. Pero también la vida es así y aquí seguimos, intentando disfrutar (y a veces hasta consiguiéndolo) aunque a veces no entendamos un carajo. ¿O no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario