miércoles, 6 de enero de 2021

Guadalupe Nettel: La hija única

Idioma original:
español
Año de publicación: 2020
Valoración: Muy recomendable
 
Por motivos profesionales / académicos (va, para escribir un artículo sobre Las madres no, de Katixa Agirre), he entrado recientemente en el mundo de las narrativas y reflexiones sobre la maternidad: un corpus que ya tenía precedentes notables como, por ejemplo, El nudo materno de Jane Lazarre o Nacemos de mujer de Adrienne Rich, pero que en los últimos años ha crecido con un número notable de novelas sobre este tema, algunos de ellos en el mundo español o hispanoamericano: la de Katixa Agirre, por ejemplo, pero también Casas vacías de Brenda Navarro, La mejor madre del mundo de Nuria Labarri o la más reciente, esta de Guadalupe Nettel, publicada el pasado (y aciago) año de 2020. (De varias de ellas #HabráReseña en este mismo blog dentro de poco).
 
Muchas de estas narrativas y reflexiones tiene un objetivo común y necesario: el de cuestionar y deconstruir la versión estereotípica de la madre abnegada, sumisa, sufriente, a la que no se permite ni la duda ni la queja ni la fragilidad, ya sea dedicándose en cuerpo y alma a sus hijos, o simultaneando la crianza con una vida profesional exitosa, multiplicándose en varias personas al mismo tiempo. Guadalupe Nettel, que también parte de una visión absolutamente alejada de este estereotípico de la madre perfecta, acaba sin embargo por añadir otra perspectiva u otra capa a esta cuestión.

La narradora (no exactamente la protagonista) de La hija única es Laura, una mujer que desde joven decide que no quiere tener hijos, y que de hecho se liga las trompas para evitar tentaciones, debilidades o accidentes. A lo largo de la novela, Laura es testigo y partícipe de la vida y la historia de otras dos mujeres, estas sí, madres: Alina, que debe enfrentarse al terrible trance de enterarse durante el embarazo de que su hija tiene una malformación cerebral de origen genético; y Doris, la vecina de la narradora, que convive con los estallidos de violencia de su hijo, reflejo o herencia de los malos tratos a los que los sometió el padre, ya fallecido. La historia de ambas mujeres (cuya alternancia a veces parece un poco forzada, como si se le vieran los andamiajes a la novela) se completa con retazos de la relación de la narradora con su propia madre, o incluso con la aparición de una pareja de palomas que anidan en el balcón de la narradora.

Con estos ejes esenciales (enfermedad, malos tratos, miedo, dolor), se podría esperar que La hija única fuera una novela dura y desasosegante, como lo es, por ejemplo, Casas vacías. Y hay un momento en hacia el final de la primera parte en que parece que es hacia ahí hacia donde Guadalupe Nettel nos quiere llevar. Sin embargo, la segunda parte de la novela da un giro al introducir un elemento nuevo, y que estaba prácticamente ausente de la novela de Brenda Navarro: me refiero a la empatía, la solidaridad, la ayuda mutua y, sí, digamos esa dirty word, el feminismo. Lo que en la primera parte eran una serie inconexa de mujeres desasosegadas por sus fantasmas y aplastadas por el peso excesivo de una maternidad dolorosa, en la segunda se transforman en una red de apoyo femenino que si no soluciona los problemas (la enfermedad sigue siendo enfermedad, los malos tratos no desaparecen ni se olvidan de un día para otro) al menos contribuye a sobrellevarlos y a soportarlos. Se trata de un viaje "del yo al nosotras", como el que, en otro contexto, proponía o descubría también Aixa de la Cruz en Cambiar de idea.

Habrá quien encuentre problemática esta visión esperanzadora, quien hubiera preferido una novela más oscura o más dura ("más realista", dirán algunos), pero tengo que decir que, aunque suelo ser bastante escéptico con las historias de salvación o los finales esperanzadores, en este caso creo que funciona muy bien. Y quiero decir que funciona tanto a nivel narrativo y emotivo (y me he emocionado en varios momentos de la novela, tanto en las partes "oscuras" como en las "luminosas"), como a nivel político, porque esa evolución de la historia y de los personajes refleja una especie de despertar colectivo, un auge global del feminismo que si bien tiene raíces y una genealogía de al menos un siglo, en los últimos años parece haberse precipitado, como un alud, desde las manifestaciones del 8-M a los movimientos para la despenalización del aborto en Irlanda o Argentina, o las protestas contra los feminicidios en México, país de origen de Guadalupe Nettel y donde se sitúa la narración. 

Así, como decía al principio, La hija única propone no solo la abolición de la perniciosa imagen de la madre-que-todo-lo-sacrifica-por-sus-hijos-sin-quejarse-nunca, sino su sustitución por un concepto de comunidad (la "aldea" que hace falta para criar a un niño, como dice el conocido proverbio africano), que entronca no solo con el feminismo al que ya he hecho referencia, sino también con la necesidad de recuperar un cierto concepto de lo común en un mundo de individualismo. En definitiva, una gran lectura para comenzar el año, para reflexionar y también para enfrentar estos tiempos difíciles que vivimos, y que todavía viviremos, desde un nosotros (o nosotras) renacido.

Nota anecdótica: esto no tiene demasiado que ver con el tema del libro ni con esta reseña, pero sabiendo que el libro se había publicado en 2020, y aunque obviamente el libro se escribió antes de eso, me ha resultado algo extraño leer una narración ubicada en una realidad pre-pandémica. Nada de mascarillas ni distancia social, abrazos y besos por doquier, hospitales en los que se tratan todo tipo de enfermedades y dolencias - pero no la covid-19... Me pregunto si esta especie de shock post-traumático se nos pasará si/cuando vuelva la "normalidad", o si se quedará con nosotros para el resto de nuestras vidas...


23 comentarios:

Carmen dijo...

Santi, para reflexionar también sobre la no-maternidad, te recomiendo mucho el de "El vientre vacío", de Noemí López Trujillo.

Santi dijo...

¡Muchas gracias, Carmen! He oído hablar del título de Noemí López Trujillo, pero en este "repaso" reciente se me había pasado. Lo añado a la lista de pendientes :)

el chico de la consuelo dijo...

Sobre maternidad me gustó Un amor de Alejandro Palomas.
Abrazos

Roberto Balbastro dijo...

Por las últimas dos entradas diría que este blog (que leo todos los dias) empezó el nuevo año haciendo publireseñas de obras que forman parte del catálogo reciente de aquella editorial por todos conocida:)
Saludos.

Laura dijo...

Santi, ¿te consideras un baizuo?

Santi dijo...

Pues es pura casualidad que hayan salido dos reseñas de Anagrama, la verdad; yo tengo cinco o seis libros sobre m/paternidad en la mesilla de cabecera, y escogí este como podía haber escogido cualquier otro para empezar...

Y en cuanto a la pregunta de Laura, la verdad es que no conocía el término "baizuo" hasta hoy, así que no podía considerarme como tal. Pero no sé, ¿lo soy? ¿Qué quieres decir al preguntarlo?

Ah, y gracias por las sugerencias de más lecturas sobre el tema, la verdad es que se está publicando mucho últimamente sobre este tema o temas relacionados...

Juan G. B. dijo...

Oye, Santi, que si los de Anagrama os han untado, decidles que pueden contar conmigo, eh?, que no se fijen en las cosas que he rscrito sobre los libros de Marta Sanz y Sara Mesa... Me retracto de todo, si hace falta y me azoto con el cargador del móvil...PENITENZIAGITE!

Julio dijo...

Jajaja, lo que hay que leer! No es por defender al blog pero por lo que yo sé no se caracteriza por hacer el caldo gordo a las editoriales. Bastaría fijarse , por fijarnos en un parámetro, en la cantidad de libros reseñados que están directamente descatalogados, a no ser que pensemos que forman parte de un contubernio con las librerías de libro antiguo. Doy por hecho que será casualidad que haya dos de anagrama en estos 6 primeros días. Y si decidieran que en este mes fueran todas de Anagrama? No hay que buscarle tres píes al gato, que tiene cuatro ( y el rabo salvo que el Mochuelo se lo haya cortado!).

ChuangTzu dijo...

¿En una serie de miles de elementos han identificado un patrón de DOS elementos? Que no digo yo que no les pague Anagrama, quién sabe, pero como evidencia, es patética.

Roberto Balbastro dijo...

Feliz nuevo año para la policía uladiana. También hacen ameno y divertido este blog.

Chandler dijo...

Por esa regla de tres un sujeto que no sepa lo que significa el término "estulto" no se consideraría como tal porque desconoce el término, ¿no?

Santi dijo...

Pues seguro que no, como mucho ser consideraría tonto, y probablemente ni eso 😊

Chandler dijo...

O torpe de entendimiento ��

Vicente dijo...

¿No os habéis planteado que además del tema de la maternidad la autora también trata (de soslayo) el tema de la posición del hombre en la vida? La función de macho que sostiene a la familia y le procura seguridad está en menoscabo desde que la mujer accedió a la formación y puede mantenerse a sí misma; la función reproductora no es la finalidad de la pareja y la mujer puede desestimarla por sus intereses profesionales o porque no le apetece; para proporcionar placer tampoco el hombre es imprescindible. Y, además, el hombre en muchas ocasiones causa sufrimiento a la mujer y a sus retoños.
Me apoyo en esta tesis en los siguientes hechos: el único médico que acierta con Inés y entiende su caso es la dra. Salazar (mujer); el comportamiento del niño de su vecina es consecuencia directa del maltrato del padre; de pasada se comentan los inaceptables feminicidios que ocurren en México; al final del libro se insinúa la posible relación amorosa entre ambas vecinas.
Yo también opino que es un buen trabajo, delicado, pleno de realidad y actualidad. Las mujeres deciden sobre su maternidad y los hombres deben abandonar viejos roles y asumir otros (¿algún libro que trate de ello?) y sumarse al futuro, con lo que se evitará el maltrato femenino e infantil y se podrán alcanzar cuotas de felicidad por ambas partes que, hoy por hoy, están lejos de alcanzarse, no nos engañemos.

Maite dijo...

El neoliberalismo se muestra con rostro progresista convirtiendo el feminismo en una mercancía llena de lugares comunes (''los hombres son ogros y las mujeres heroínas''), asociando las luchas a una ideología elitista, neoliberal y fragmentaria, fomentado la industria cultural con literatura auto-referencial y alejándolo de las coordenadas de la lucha de clases y de la equidad entre géneros. El capitalismo actual, financiero, es problemático por la presión que ejerce sobre la reproducción social y la desaparición de lo público. Por un lado, necesita que las mujeres en general trabajen con un empleo a jornada completa, y a veces más que una jornada completa, con más de un trabajo, para llegar a fin de mes. Bajo mi punto de vista, la crítica fundamental debería establecerse en un mapeo del paradigma socio-económico actual, en un análisis de la progresiva inserción de la mujer como fuerza productiva en el mercado laboral, en analizar la evolución de la relación entre familia / clase / estatus y hacer hincapié en cómo la fábrica de deseos capitalista moldea las subjetividades y las actitudes mentales de los individuos -entre ellas la irrupción del satysfier como epítome de la soledad y la atomización contemporáneas. Es curioso, como dice Nancy Fraser, que ''en el neoliberalismo, las mujeres se encuentran en la primera línea del activismo social'', pero pocas desafían el orden capitalista. Tal vez el futuro pasa por ahí, de lo contrario seguiremos inmersos en la cacofonía discursiva y sometidos a las mismas enfermedades sociales que arrastramos desde hace décadas...

Susana dijo...

Vaya desvarío, que estamos comentando un libro, a ver si nos centramos. Si os parece comentamos también aquí el asalto al Capitolio, ya puestos.











Maite dijo...

Ironía censora modo ON. ¿En qué nos tenemos que centrar concretamente? No es tan dificil de entender: cualquier obra literaria está situada dentro de un marco histórico ¿Te ha molestado algo concretamente? Muéstranos el camino, Susana ¿Qué tal por el Capitolio? ¿Había mapaches?

Susana dijo...

No, no, nada más lejos. Puedes seguir hablando del marco histórico, faltaría más. De esta novela o de cualquiera otro libro, uno al día desde hace un porrón de años. Buenas noches.

Maite dijo...

Ya, ya, el blog va de eso, ¿no? Jeje... Gracias por darnos permiso para expresarnos, es todo un detalle. Me quedo más tranquila. Buenos días.

Lupita dijo...

Hola:

Ma atraen el libro y la autora. Muchas gracias, Santi.

En cuanto al ambiente en los comentarios estos últimos días:¡cuánta crispación! Que cada uno escriba lo que quiera, mejor siempre de "buen rollo".

Besos a todos.

P.D: ejerciendo mi libertad de expresión, digo que me encanta ser madre, es lo mejor y eso que me enfado todos los días, pero, vamos, esto comparado con más viajes, etc, etc.. no hay color. Para mí. Lo digo porque ya varias veces me he sentido forzada a reconocer que me arrepentía. ¿De qué? Qué no, que hay madres arrepentidas, superadas, horribles, y también las hay felices.




Susana dijo...

Black Lives Matter , ya puestas

Santi dijo...

Muchas gracias a todos y todas por los comentarios, y por las diferentes opiniones no solo sobre el libro sino sobre los temas que plantea. Con calma y con respeto, no hay problema en que cada uno/a exponga lo que piensa.

Dicho esto, estoy de acuerdo con Maite en que cierto feminismo (no todo, ojo) puede ser solo un parche en el sistema neoliberal (el "feminismo liberal" sería exactamente eso, de hecho), pero hay muchos feminismos, sobre todo entre lo que se suele denominar como "feminismo radical", que plantean precisamente eso, que la subordinación de las mujeres por el patriarcado está íntimamente unida al sistema capitalista neoliberal, y que todas las opresiones se entrelazan y deben ser combatidas conjuntamente. Creo que de hecho el feminismo de Guadalupe Nettel, y esa propuesta de la comunidad como respuesta, va un poco en esa línea, de no suponer que cada mujer tiene que ser la heroína que se salve a sí misma, sino romper con los esquemas del individualismo neoliberal para encontrar otras soluciones a los problemas de las mujeres y, en un sentido más amplio, a los problemas de nuestro mundo.

Muchas gracias también a Lupita por el comentario. Creo que la clave de muchas de estas narrativas y reflexiones contemporáneas sobre la maternidad es la ambivalencia: la idea de que la maternidad (y también la paternidad, y aquí hablo por experiencia) tiene aspectos maravillosos, incomparables, sublimes, y luego otros aspectos (de los que hasta hace poco casi no se hablaba) que lo son menos: el cansancio, el aburrimiento, el miedo, y en el caso de las madres además el dolor y los cambios físicos, los retrocesos laborales, la presión psicológica añadida... Es decir, que no creo que muchas de estas madres se arrepientan de serlo (yo no me arrepiento de ser padre en absoluto, que conste), pero sí que asumen y aceptan que también ha supuesto renuncias y que en ciertos momentos les provoca ciertos sentimientos y pensamientos negativos, que no hay que reprimir sino asumir.

Una de las próximas lecturas que voy a hacer va a ser El nudo materno, que fue precisamente pionero en plantear esas cuestiones. #HabráReseña en breve, espero...

¡Gracias otra vez!

Melina Baliani dijo...

Muy buena reseña. El final esperanzador no lo esperaba, pero coincido en que en esta novela es muy acertado