lunes, 1 de junio de 2020

Iván Ledesma, Miguel Ángel Parra y Jandro González: La vampira de Barcelona

Idioma: español
Año de publicación: 2017
Valoración: recomendable

Para quien no lo sepa, la crónica negra española también tiene sus peculiares personajes, con asesinos quizás no tan célebres como Jack el Destripador o Landrú, pero igual de perturbadores y sanguinarios (también un poco más montaraces): desde Romasanta, el hombre-lobo gallego, al alavés Sacamantecas, pasando por Enriqueta Martí, la conocida como "Vampira de Barcelona" o "del Raval" (en aquella época, hace más de un siglo, los términos "vampiro" o "vampira", en este caso, se empleaba no sólo para designar a los monstruos chupasangres, sino a los asesinos en serie más o menos truculentos); acusada en 1912 de secuestro y asesinato de niños, a los que, se decía, extraía la grasa para fabricar ungüentos... En verdad, fue detenida primero por el secuestro de la niña Teresita Guitart y, a partir de este caso, se fueron encontrando restos y otros indicios de otros crímenes que habría cometido esta mujer, y en los cuales podrían haber estado envueltas altas personalidades de la sociedad barcelonesa de la época.

Esta macabra historia, en su momento muy conocida en todos los rincones el país, merced, sobre todo, a la llamada "literatura de cordel", se perdió luego en la bruma de un pasado a olvidar, como ocurrió con otros hechos de la misma naturaleza luctuosa; sin embargo, en estos 10 ó 15 años, la historia de la Vampira de Barcelona ha despertado el interés de varios escritores, que han ido escribiendo diversos libros sobre ella (como recuerda en uno de los epílogos el autor de uno de ellos, Marc Pastor, y a los que yo añado el escrito por Jordi Corominas i Julián). En esta tendencia de recuperación de la crónica negra autóctona, encontramos también este cómic, con guión de Iván Ledesma y Miguel Ángel Parra e ilustraciones de Jandro González, que, al parecer, sigue con bastante fidelidad las investigaciones llevaadas a cabo por el juez Fernando de Prat, que se nos presenta como el protagonista investigador de la narración. Un magistrado preocupado por encontrar la verdad en medio de la mucha turbiedad del caso y quizás demasiado íntegro para que se lo permitiera la hipocresía social y política de aquel momento. Ahora bien, pese a que, según parece, en este libro se cuida bastante presentar con rigor los distintos pasos de la investigación judicial, también da cierta impresión, al menos, de que se han eliminado algunos de ellos (los más rutinarios y tediosos, supongo), en aras de dotar a la narración de una mayor concreción y dinamismo, amén de no sobrepasar un determinado número de páginas -la historieta en sí vienen a ser unas cien-; eso causa que en algún momento haya un cierto decalaje entre los hechos narrados, o que al menos el lector tenga la sensación de haberse perdido algo, aunque siempre pueda seguir el hilo de la historia.

Por otro lado, la parte gráfica del libro es magnífica, en mi opinión: se trata de un cómic con un dibujo de un trazo excelente y un color administrado con sabiduría y buen gusto; el detalle con el que está recreada la barcelona de aquel momento es exquisito, además. Por ponerle algún pero a las ilustraciones, quizás en algún momento les hubiese venido bien un punto más de dureza, un carácter m´ñas expresionista, por decirlo así, dada la naturaleza truculenta de la historia que cuentan, pero, en fin, no deja de ser una apreciación subjetiva. Cuestión de gustos.


Nota: He leído esta novela gráfica o cómic durante el confinamiento por la pandemia del COVID-19, gracias a la generosidad, en este caso, de la editorial Norma, que lo ha puesto on-line  y gratuitamente a disposición del público. Eso mismo han hecho otras editoriales y autores con sus obras, lo que en un principio parecía una iniciativa loable, aunque pronto encontró la oposición de otros agentes del mundo libresco -sobre todo librerías y pequeñas editoriales-, que consideranq ue es una forma de devaluar aún más el trabajo, ya bastante precario y poco valorado, del sector cultural, en este caso del literario... Yo aún no tengo claro lo que pienso al respecto, pero dejo aquí constancia de este debate para quien quiera reflexionar sobre ello.

3 comentarios:

1984 dijo...

Qué buena pinta tiene ese cómic Juan. Es verdad que los asesinos españoles tienen un cierto aire primitivo y carpetovetónico, nada sofisticado: paletos peligrosos, pero zafios. La historia de la infanticida Enriqueta Martí, sacamantecas urbana de la Barcelona de 1912, es horrible, pero sugestiva. Esta elementa era una asesina en serie moderna al estilo Petiot, Landrú o Christie. Barcelona era una ciudad industrial ya por aquella época y su criminalidad nada pueblerina. No todo van a ser martillazos bajo el alcornoque y el bulto a los cerdos. No obstante, en el crimen la sofisticación es más horrorosa que el arrebato sanguinolento e ireflexivo. Aunque Enriqueta tenía también, al parecer, sus inquietudes brujeriles, como la Celestina, formando parte de una tradición muy española, mediterránea, de hechiceras urbanas, perfumistas, elaboradoras de filtros amorosos o envenenadoras. Menuda vampira de la Barcelona modernista.

Lupita dijo...

Hola, Juan:
Hago un comentario tipo "resumen resumido"; no me gusta la novela negra, aunque he leído cosillas y lo intento, incluso comencé a leer el magnífico Blacksad integral, pero.. no, se me atraganta. Sin embargo, como adoro el cómic, me alegra mucho tu reseña y conocer lo nuevo del mercado. En cuanto al tema "detallazo cuarentena vs polémica", pues me pongo del lado menos agradable para el lector, pero la cultura no puede ser gratis, como no lo es ningún otro trabajo. Sería largo de explicar y quizás no tenga la capacidad expositiva necesaria, pero eso es a lo que he llegado después de mucho tiempo. Ahora lo queremos todo y ya, y está bien que siga costando.

Por suerte, hay dos bibliotecas muy surtidas de cómics en Pamplona.
Saludos

Juan G. B. dijo...

Hola a los dos y gracias por los comentarios.
Sobrw el tema que tratamos, Lupita, ya digo que no tengo una opinión concluyente. Pir una parte, creo que el ofrecimiwnto de libros gratis durante la pandemia se hizo con la mejor voluntad (también me consta que ha habido editoriales que han enviado libros a los hoteles donde se aloja personal sanitario), pero al mismo tiempi, me parece crucial datle a las obras culturales, literarias en este caso, el valor que se merecen y que sus artífices puedan, si puede ser, vivir de ello, o al menos ver recompensada su labor no sólo con aplausos y reseñas en blogs... Aunque, bueno, si son en Un Libro Al Día, entiendo que cualquier autor se dé pir bien pagado...; )