miércoles, 18 de marzo de 2020

Tuli Márquez: La mida dels nans

Idioma original: catalán
Año de publicación: 2019
Valoración: muy recomendable

La mida dels nans, traduzco libremente como La medida de los enanos, podría situarse en unas cuantas disciplinas, si uno, no es mi caso, fuera un obseso de las etiquetas o de los géneros, dudaría entre el thriller político, el género negro, la novela psicológica, y quizás me inventaría alguna etiqueta con la que dar el pistoletazo a mi condición de influencer literario.
Márquez da en esta novela una vuelta de tuerca a la ya muy estimulante L'endemà respecto a la cual La mida dels nans es una especie de complemento, de secuencia lógica. El conflicto generacional queda en un relativo segundo plano y los escenarios no son tan visibles. La novela se ubica en lugares que no se nombran y sus personajes están en dos planos de cercanía, como si se situaran en círculos concéntricos respecto a Marc, el protagonista: Algunos tienen nombres: Marta, Robert, André, y los siguientes ya se desvanecen bajo apariencias más difusas: la madre, el perfumista, el viejo profesor. Una muestra, quizás me equivoque, de que la novela es meditada y planificada, de hecho el autor habla de un proyecto retomado y activado una vez se toma perspectiva y se afronta el reto de revelar la malsana relación entre medios de comunicación y entorno político en que estos se desenvuelven. Una cuestión que ya tuve ocasión de percibir en El director, otro libro, curiosamente, lleno, quizás por exigencias de la prudencia, de personajes ocultos bajo definiciones, y que aquí se muestra en situaciones sugeridas pero reconocibles.
La novela irrumpe como una exhalación sin preámbulo alguno. Escena inicial de obvia inspiración visual: tres tipos entran en casa de Marc, redactor de un medio que ha molestado a varios sectores relacionados con el poder: emparejado con Marta, antigua compañera de estudios e hija de político ambicioso, revelando cuitas que salpican a mandatarios y a comisionistas. Los tres tipos se ensañan con Marc, y Márquez no necesita recrearse en detalles para que veamos el mazo atravesar el aire y destrozar rodillas y manos de Marc, para que lo veamos recibir renqueante, exhausto, el mensaje a través del celular puesto al lado de su oreja. Una voz manipulada se apunta el ajuste de cuentas.
Entonces entramos en la fase estática: Marc en la habitación del hospital presenciando entre calmantes el desfile de personajes que acuden en su ayuda y que especulan sobre lo sucedido. Son tres días en que el misterio de los hechos cede ante el escenario que lo ha generado, y entonces captamos la esencia de la novela como pretexto para una denuncia que trasciende lo personal y toma perspectiva de lo social, casi de lo coyuntural. Políticos corruptos (lamentablemente hay demasiados candidatos para asociar personajes con alguien en particular), comisionistas de adjudicaciones, ,la degradación del periodismo al servicio de los intereses de las empresas que poseen los medios, la decadencia de una familia, la de Marc, que fue ejemplar hasta que se desmoronó de forma espectacular, con un padre que vio sus negocios hundirse con estrépito (¿la crisis del 2008?) en medio de engaños y mentiras, una madre que, cuando el padre muere, cuando toda su vida se evapora, se va a vivir a un barrio modesto, intenta conservar la dignidad de quien tuvo y no ve cómo retener. El hermano que ha triunfado en el mundo de la noche, al frente de un club propiedad de su pareja, un francés al que engaña sin reparo.
A pesar de un final algo confuso, no niego que quizás deliberadamente en estos tiempos de fake news y post-verdad Márquez recorre esa sociedad (suponemos, la barcelonesa de los últimos lustros) con destreza poco habitual para una segunda novela, con una convicción y un conocimiento delatadores. Es un texto maduro, rico en vocabulario, audaz en su expresión, que combina vocablos poco habituales en el catalán coloquial con expresiones de total actualidad, con diálogos directos, creíbles, alejados de lo escenificado y con un contundente aplomo, con una confianza que casi me indigna: Zanón, por ejemplo, escritor de escenarios reminiscentes, debería reverenciar a Márquez y, en cambio (y quizás por escribir en castellano y no en catalán) es Zanón el conocido, Zanón el ensalzado.

8 comentarios:

Tuli Márquez dijo...

Joder! Doncs, merci, que quiere decir gracias, por todo. En realidad, el título en castellano hubiera sido "La estatura de los gnomos" como un homenaje (en otra versión salía) a mi admirado Syd Barrett.
Un saludo,

Anónimo dijo...

¿Está traducido al castellano?
Gracias

Tuli Márquez dijo...

no. La llevé a Random House pero no la quisieron. Dicen que los autores catalanes no vendemos traducidos al castellano. Habrá que esperar, porque un día u otro caerá. Si algún lector, editor quiere traducirla y publicarla, por mí, encantado.

Anónimo dijo...

Eso que dices me parece increíble. Que no interese un libro por el sitio donde ha nacido quien lo escribe, es el colmo de la idiotez. Y parece que pasa en el otro lado algo parecido. Hace poco oí a un crítico de arte catalán quejarse de que los catalanes compraban prácticamente sólo obras de artistas catalanes.
Catetismo simétrico.
La puta guerra esta de banderitas que ha montado la derecha de uno y otro lado.

Juan G. B. dijo...

Si se me permite intervenir, yo no sé si el tema tiene tanto que ver con banderas como con que a las editoriales parece que les gusta más trabajar con "nichos de mercado" o como se diga, cerrados o al menos bien definidos. De hecho, en la mayoría de los casos, los escritores de países hispanoamericanos, pese a escribir todos en castellano, no suelen ser conocidos en los otros países de habla hispana, salvo un puñado de casos, y lo mismo ocurre con los escritores españoles en América. Lo mismo ocurre con el encasillamiento en diferentes géneros, de forma cada vez más acusada, me parece a mí... Por desgracia, añado.

Anónimo dijo...

Puede ser, pero no sé si a un escritor que escriba en gallego Random House le diría lo mismo.

Juan G. B. dijo...

No lo sé, pero la sede para España (y creo que para Hispanoamérica) está en Barcelona, así que no creo qye sea por prejuicios culturales. Aún pensando yo también que si un libro funciona en catalán, no sé por qué no puede hacerlo en castellano, pero ellos sabrán...

Anónimo dijo...

No, no, creo que no me he explicado bien. Mi crítica no era contra los editores. Ellos son una empresa que como tal, piensan sobre todo en vender. Ése sería otro debate.
Me refería al prejuicio que puede tener la gente y que hace que a la editorial no le interes publicarlo.