domingo, 14 de julio de 2019

Lola Mascarell: Un vaso de agua



Idioma original: Castellano
Año de publicación: 2018
Valoración: Muy recomendable

Andaba trasteando por las páginas de una revista literaria, distraído, escéptico, como quien no quiere, cuando de repente me di de bruces con un poema, En suspensión, que me hizo tropezar en estos versos:

 Delante de nosotros, / como esta mariposa indiferente / que azul revolotea en la mañana, / va siempre nuestra duda. / Dudar es mantenerse / suspendido en el aire. / Dudar es esta casa en la intemperie / que llamamos camino.

Verán. Para uno que se sabe y se tiene por veleta, que duda sin duda hasta de su sombra, que a estas alturas todavía no sabe si abrazar al libertario o al reformista, aplaudir a Irene o a Íñigo, aparcarse en el sur del norte o, por el contrario, en el norte del sur, abstenerse en el segundo o en el tercer gin tónic, o que cuando debe dar una respuesta de lo único que tiene certeza es de que será incorrecta, o inoportuna, o inconveniente o manifiestamente mejorable, cuando uno lleva en su cabeza desde la infancia semejante guirigay, créanme, toparse con unos versos como esos resulta una bendición.

Así que se me disparó de oficio el GPoeSía que me condujo hasta Lola Mascarell (Valencia, 1979). Me encuentro con tres poemarios publicados, el más reciente Un vaso de agua, que contiene una cuarentena de poemas, breves, esenciales, despojados de ornamento, absolutamente fascinantes. Hay en ellos una mano, una voz, que habla de conseguir estar razonablemente satisfecho y a gusto con uno mismo, con nuestra condición y circunstancias y, asumiendo lo precario y frágil de los equilibrios humanos, reconocerlo, celebrarlo y compartirlo en la medida de lo posible, es decir, sin aspavientos, ni grandilocuencia, ni soberbia.

Por entre los versos de Un vaso de agua corren un puñado de ideas, de imágenes, de verbos, de entre los que selecciono tres. En primer lugar, la montaña, como origen y como destino, que se nos muestra como el horizonte azulado, una silueta al amanecer, que nos interpela –¿de qué rincón salvaje de nosotros nos habla la montaña?- y nos retrata: Un hombre está perdido / si deja que se escape / su idea de montaña. En segundo lugar, la presencia del camino que es, en efecto, el discurrir de la vida, la sinrazón del tiempo que nos lleva, el breve equilibrio de la ola o un listado infinito de cosas que ocurren desde siempre; la luz, su sencillez, el aroma del hinojo, el pentagrama que las aves escriben en el cielo, la poderosa fugacidad y sutileza de una piernas, de una espalda, arqueándose antes de dormir…

Y, en fin, agosto o, lo mismo es, el verano. El trasluz del amanecer filtrándose en las contraventanas, la plenitud de todo a medio hacer, sin prisa, en demorada rutina, los instantes vacíos en que no pasa nada, la piel iluminada por el sol / y mi brazo pasando por tu brazo. Convendrán conmigo que, por más vueltas que le demos, ¿qué podemos encontrar más sencillo, apropiado, grato, necesario, idóneo, humilde, benéfico, restaurador, universal, discreto, económico, honesto y hermoso que un vaso de agua? Además de sus poemas fijados en tinta a papel, Lola Mascarell tiene disponibles y accesibles unas cuantas narraciones breves. Cuando miro a mí alrededor y casi todo lo que veo son pantallitas táctiles de las que pende su respectivo ser humano, uno agradece estos textos en los que quizás lo que nos salva / son los raros momentos / en que no pasa nada. Donde se le encuentra todo el sentido a ocupaciones como coser, o silbar, o -añado de mi cosecha- pescar, o mecerse en un balancín… O leer. Incluso dejándose, somos levedad, acompañar por una canción de Manolo García.

7 comentarios:

Lupita dijo...

Hola, Carlos:
Mil gracias por dar a conocer a esta poeta. Me ha gustado tanto lo que has escrito (y los versos extraídos del libro) que he buscado poemas suyos y me ha sorprendido muchísimo, para bien. Es de lo mejor que he leído de poesía en los últimos años; he visto belleza, relación con el entorno, capacidad de transmitir la emoción de un momento parado en el tiempo, y gusto por el detalle, elección de palabras, trabajo y trabajo. Echo de menos en la poesía actual trabajo, juegos de palabras currados, y me sobra banalidad, palabras vacías elegidas por su sonoridad y, esto sobre todo, egocentrismo.
Destacaría esta poeta junto a Regina Salcedo y Elena Medel en los últimos 4-5 años.
Por cierto, yo también encuentro el gusto en las pequeñas cosas y en “perder “el tiempo en no hacer nada.Incluso aún escribo con pluma..
Saludos

carlos ciprés dijo...

Hola Lupita, coincido contigo, a mucha de la poesía actual le sobra pirotecnia y le falta "cocción" y "respiración". Que es como decir trabajo y tiempo, como bien apuntas. Por supuesto, iré tras tus sugerencias. Como bien sabes, enormemente agradecido por tu presencia y tu aportación. Que disfrutes del domingo veraniego.

Rama dijo...

Gran reseña de mi reseñista favorito del blog!

carlos ciprés dijo...

El reñista aludido / agradece el piropo compungido.
(Perdón por el ripio).

Gabriel Diz dijo...

Hola Carlos: te felicito. Has escrito magnificamente la reseña. Buscaré los relatos de LM.

Saludos

carlos ciprés dijo...

Hola Gabriel, no sé si definirlos como relatos exactamente, pero valen la pena. Gracias por estar siempre por aquí.

Anónimo dijo...

Me ha encantado. Aplausos