jueves, 4 de julio de 2019

Semana de la arquitectura y el urbanismo #4: Arte y postfordismo, de Octavi Comeron

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2007
Valoración: Muy interesante (pero solo para interesados en el tema)

Un par de aclaraciones previas. Primera: Notas desde la Fábrica Transparente, ojo al subtítulo, porque representa el núcleo sobre el que gira esta interesante exposición de Octavi Comeron, una versión resumida de su tesis doctoral, que se puede examinar completa aquí. La segunda aclaración necesaria es qué demonios es eso de la Fábrica Transparente. Bien, pues es un edificio construido por Volkswagen en Dresde (2001) para albergar el proceso de montaje de su modelo Phaeton, el más alto de la gama (por cierto, un coche que no creo haber visto en mi vida). Se trata de una construcción efectivamente transparente, diseñada para hacer posible la contemplación de todo el proceso productivo, que por lo visto es a su vez algo por completo alejado de la cadena industrial de montaje que podemos imaginar. Cristal en el cerramiento exterior, suelos de arce canadiense, operarios de blanco inmaculado, orden, silencio, limpieza y coordinación es lo que se ofrece al observador, como se puede ver con más detalle en esta página, por si alguien tiene curiosidad.

Al margen de sus características técnicas o de la organización del proceso desde el punto de vista industrial, la Fábrica es el elemento clave que utiliza Comeron para adentrarse en distintos aspectos de la cultura asociada a las formas de producción postfordistas o del capitalismo tardío. Empezando por lo más obvio, la transparencia, tenemos que no es tan sólo un concepto físico: los movimientos de los operarios y los trenes de montaje son visibles desde el exterior, claro, pero son además objeto de visitas guiadas para turistas que podríamos decir van en busca de la excelencia alemana 2.0 (aunque esto no lo dice Comeron, que es bastante más serio que nosotros). De forma que entramos de lleno en la teatralización del trabajo y consiguiente fusión de los roles: trabajador-actor en fábrica-escenario mostrándose ante el espectador-consumidor, que controla la fabricación del producto-obra de arte. A su vez la transparencia, junto con la ubicación del edifico en el centro histórico, permite su integración en la ciudad, ante la que exhibe su producto mientras los edificios del entorno se reflejan en las fachadas acristaladas. De esta forma, la propia fábrica es la que publicita la marca: 

'Un espacio incomparable de experiencias, bañado de una atmósfera tecnológica, responsabilidad medioambiental y bienestar laboral'

Esta sería la cuestión más básica que presenta el libro, aunque hay mucho más –y más complejo. A partir de aquí, Comeron se adentra en la posición del artista y la obra de arte, explorando por ejemplo la componente productiva de la actividad artística o la hibridación entre fábricas y museos; la importancia creciente de la cooperación en el mundo del trabajo, también extensiva a la creación artística en el último medio siglo (dúos, colectivos, plataformas artístico-activistas); la aceleración que en las últimas décadas afecta por igual a la economía y al arte; o una incursión (no sencilla, la verdad) en la diferenciación que Hannah Arendt hace entre los conceptos de labor, trabajo y acción, que a su vez sirve de nexo para posteriores elaboraciones teóricas. 

Hay que admitir, y no me importa subrayarlo con insistencia, que el libro no es fácil. No tiene en absoluto carácter divulgativo y, aunque imagino que para su publicación (por cierto, moderna y elegante edición de la Fundación Arte y Derecho) se habrá recurrido a las partes más asequibles de la tesis, a ratos siente uno que el autor se le marcha, que si seguimos profundizando por ahí vamos a tener dificultades. Afortunadamente, el texto se compone de capítulos bastante breves, y rápidamente se recobrar el pulso y se despierta de nuevo el interés. Porque el libro es sumamente interesante, con cada variante del tema tomando como punto de partida uno o varios ejemplos de expresiones artísticas recientes, está escrito con sobriedad, sin adorno ni pedantería, y aporta reflexiones de calado, siempre partiendo (o circulando alrededor) de la Fábrica Transparente, pero llegando a veces bastante lejos:

'La transparencia (…) ha devorado el mundo hasta hacerlo opaco a sus habitantes. La opacidad no está ya en ‘las cosas’ sino en nuestra capacidad de ver, o en los límites que surgen en nuestra conciencia saturada por el modo constante con el que las cosas invaden nuestra visión'

Un texto muy notable, cuya relativa densidad queda compensada por su extensión escasa, que obliga a leer despacio y a pensar. Lo cual quizá reportará poco a quienes no tengan ninguna inquietud sobre este tipo de asuntos, pero resultará muy enriquecedor para los que sí.

10 comentarios:

Juan G. B. dijo...

Hola, compañero:
Si me lo permites, aunque no tenga realmente que ver con el tema de esta semana, yo sí que he visto algún VW Phaeton, aunque es cierto que se fabricaron pocos. Y como antiguo y recurrente espectador del programa "Top Gear" te puedo decir que fue un proyecto, hace 20 años del entonces presidente de VAG, que se planteó la fabricación de una gran berlina o sedán de lujo que cumpliese con las máximas exigencias técnicas, el coche top del grupo. Pero claro, como era y es el grupo Volkswagen, el coche tenía que ser de esa marca y yo creo que por eso se vendió muy poco, al menos por estos pagos, puesto que a la hora de gastarse una morterada, quien podía hacerlo (recordemos que era la época de la "bonanza económica") prefería comprarse, por ejemplo, un Audi A8, por mencionar otra marca del grupo VAG, que todo el mundo sabía que costaba un riñón, por lo que no había que explicar lo bueno que era el coche para hacer ostentación de él, como pasaba con el Phaeton.
En cuanto al tema del libro, como antiguo, aunque no muy recurrente, trabajador en diversas naves industriales, puedo asegurar que lo importante, en mi opinión, es que haya una buena ventilación si no aire acondicionado (que no lo suele haber en los talleres y fábricas, claro), sobre todo cuando los trabajadores tienen que llevar algún tipo de indumentaria especial, o cascos y botas de seguridad, por ejemplo. Lo de la fábrica transparente parece más postureo que otra cosa...

Carlos Andia dijo...

Desde luego, Juan, el formato del edificio no tiene como finalidad (al menos, directa) el bienestar de los trabajadores, aunque eso se venda como parte del lote. La intención es sobre todo mostrar un cambio de paradigma, pasar pantalla del viejo sistema de cadena productiva y ofrecer el nuevo modelo productivo (pulcro, eficiente, preciso) como espectáculo para el cliente potencial. Es una forma, obviamente muy espectacular y muy cara, de publicitar algo totalmente diferente y exponer no ya las virtudes del producto final sino la excelencia de todo el proceso: no compra usted solamente el cochazo cojonudo, sino también todo un sistema perfecto, limpio y sin errores, que además puede usted supervisar personalmente.

Así que ya sabes, vayamos jubilando nuestras viejas chatarras, que ya es hora.

Saludos!

Diego dijo...

Es curioso que la empresa que provocó el dieselgate sea la misma promotora que la de la "fábrica transparente".
Sin duda la cita que haces del autor adquiere relevancia si tenemos en cuenta que después de semejante escándalo sobre su falta de responsabilidad y ética, la empresa aumentó sus ventas en Europa.
Sin duda la opacidad está en nuestra capacidad para ver.

Beatriz Garza dijo...

Carlos, da la sensación de que con este edificio y todo lo que se le presuponía se hizo uno de los primeros intentos por crear eso que está ahora tan de moda, el "brand" o la "marca". Aunque quizá se pasaron de ambiciosos.

Carlos Andia dijo...

Pues efectivamente, la intención era que el edificio representase la propia marca, o más bien el modelo concreto, encarnase todas sus virtudes y sirviese de escaparate para ver el proceso en tiempo real. Además, claro está, de su supuesta integración en la trama de la ciudad y todas esas cosas. El libro, sin llegar a extenderse mucho en todos estos aspectos, los expone con mucha claridad, y me parece que es un trabajo muy interesante.

Saludos, compañera.

Pablo GP dijo...

Ja, Ja, Diego, muy bueno el comentario.

Yo también vi algún que otro Phaeton, pero, como dice Juan, para ostentar (que es lo que hace la mayoría que compra un coche caro) es mejor un A8.

A mí esto de la fábrica transparente me parece una chorrada. Seguro que se le habrá ocurrido a algún creativo de la empresa.

Carlos Andia dijo...

Joder, Pablo, yo esforzándome en hablar de postfordismo, duplicidad de roles e integración urbanística y tú me lo desmontas todo llamándolo 'chorrada'. Me has hundido, colega... aunque reconozco que ha tenido gracia.

Saludos, y gracias a pesar de todo ;-)

Pablo GP dijo...

Vaya, no era mi ánimo hundirte, Carlos. Elogio la reseña y el esfuerzo que te ha supuesto.
Lo de chorrada me salió espontáneamente y quizá no fue muy reflexivo por mi parte.

Después de haber leído el link, me quedo con la impresión de que VW se ha gastado un montón de dinero en una fábrica supuestamente eficiente y que de paso hace las funciones de museo, con 250 visitas diarias. También resaltan en todo momento la exclusividad del proceso y un tratamiento especial a clientes VIP (los que han adquirido un Phaeton).

Pero como dice Juan, parece más un postureo..
Dicho esto ya le puedes meter caña a tu colega de blog :-)
Saludos

Carlos Andia dijo...

Realmente, no se puede negar que esto tiene mucho de marketing, quizá revestido por pretensiones conceptuales más o menos discutibles. Pero lo fundamental, y por lo que traje esta reseña a la semana monográfica, es que todo ese montaje (chorrada, postureo, fantasmada, da igual) se materializa a través de un edificio de características singulares, y el trabajo de Comeron analiza muy bien el asunto. Otra cosa es que interese más o menos.

Gracias por vuestros comentarios.

Amantes de la Cocina dijo...

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