Idioma original: Alemán
Título original: Ornament und Verbrechen
Año de publicación: 1908
"Ornamento y delito" es un artículo de apenas cinco páginas. Pese a su falta de rigor, los prejuicios de que hace gala y su redundancia, resulta clave para entender la arquitectura del siglo XX en Occidente.
Lo escribió el austriaco Adolf Loos. Simpatizante de las vanguardias artísticas y precursor del racionalismo arquitectónico, Loos repudió el modernismo propuesto por los miembros de la Secesión de Viena, además de la ornamentación y los elementos historicistas en los edificios.
En "Ornamento y delito", Loos se ceba, como se puede colegir gracias a un título más que revelador, con la ornamentación. La tesis general del texto («La evolución cultural equivale a la eliminación del ornamento del objeto usual») es interesante. Para Loos, la austeridad no era solamente un estilo deseable, una propuesta estética y cultural, sino un síntoma de sus tiempos, una necesidad moral y económica que la Humanidad y el Estado deben abrazar.
Esta tesis se apuntala con algunos argumentos que, de ser explorados en una profundidad que la extensión de este formato no permite, hubieran prometido. Sin embargo, las limitaciones intrínsecas del artículo acaban por hundir cualquier conato de autoridad que éste pudiera esgrimir. Tampoco ayuda, en este sentido, el tufillo sensacionalista que supuran estas páginas. La dramatización a la que sucumben ciertos pasajes y el uso signos exclamativos restan a "Ornamento y delito" la seriedad intelectual por la que podría haber optado.
No es que Loos quisiera ser tomado muy en serio. A fin de cuentas, era un provocador que lo único que perseguía era agitar la opinión pública. Y es gracias al afán gamberro que sobrevuela este escrito, de hecho, que su lectura es una experiencia sumamente gratificante.
Ya he adelantado que Loos fue un provocador, y no creo que se me pueda llevar la contraria si cito algunas de sus frases. Por ejemplo: «Los tatuados que no están detenidos son criminales latentes o aristócratas degenerados. Si un tatuado muere en libertad, esto quiere decir que ha muerto antes de cometer un asesinato.» O: «Se puede medir el grado de civilización de un país atendiendo a la cantidad de garabatos que aparezcan en las paredes de sus letrinas.»
Efectivamente, estas no son sentencias que pertenezcan a un artículo académico. Ni falta que hace. "Ornamento y delito" no es otra cosa que un texto incendiario, uno que supura una mala leche de lo más simpática, y que a su modo ha profetizado, al menos en parte, el devenir de la arquitectura moderna. Recomendable para interesados en la materia, pues.
Título original: Ornament und Verbrechen
Año de publicación: 1908
Valoración: Recomendable para interesados
"Ornamento y delito" es un artículo de apenas cinco páginas. Pese a su falta de rigor, los prejuicios de que hace gala y su redundancia, resulta clave para entender la arquitectura del siglo XX en Occidente.
Lo escribió el austriaco Adolf Loos. Simpatizante de las vanguardias artísticas y precursor del racionalismo arquitectónico, Loos repudió el modernismo propuesto por los miembros de la Secesión de Viena, además de la ornamentación y los elementos historicistas en los edificios.
En "Ornamento y delito", Loos se ceba, como se puede colegir gracias a un título más que revelador, con la ornamentación. La tesis general del texto («La evolución cultural equivale a la eliminación del ornamento del objeto usual») es interesante. Para Loos, la austeridad no era solamente un estilo deseable, una propuesta estética y cultural, sino un síntoma de sus tiempos, una necesidad moral y económica que la Humanidad y el Estado deben abrazar.
Esta tesis se apuntala con algunos argumentos que, de ser explorados en una profundidad que la extensión de este formato no permite, hubieran prometido. Sin embargo, las limitaciones intrínsecas del artículo acaban por hundir cualquier conato de autoridad que éste pudiera esgrimir. Tampoco ayuda, en este sentido, el tufillo sensacionalista que supuran estas páginas. La dramatización a la que sucumben ciertos pasajes y el uso signos exclamativos restan a "Ornamento y delito" la seriedad intelectual por la que podría haber optado.
No es que Loos quisiera ser tomado muy en serio. A fin de cuentas, era un provocador que lo único que perseguía era agitar la opinión pública. Y es gracias al afán gamberro que sobrevuela este escrito, de hecho, que su lectura es una experiencia sumamente gratificante.
Ya he adelantado que Loos fue un provocador, y no creo que se me pueda llevar la contraria si cito algunas de sus frases. Por ejemplo: «Los tatuados que no están detenidos son criminales latentes o aristócratas degenerados. Si un tatuado muere en libertad, esto quiere decir que ha muerto antes de cometer un asesinato.» O: «Se puede medir el grado de civilización de un país atendiendo a la cantidad de garabatos que aparezcan en las paredes de sus letrinas.»
Efectivamente, estas no son sentencias que pertenezcan a un artículo académico. Ni falta que hace. "Ornamento y delito" no es otra cosa que un texto incendiario, uno que supura una mala leche de lo más simpática, y que a su modo ha profetizado, al menos en parte, el devenir de la arquitectura moderna. Recomendable para interesados en la materia, pues.
2 comentarios:
Si no estoy muy equivocado, creo que Loos ha tenido mucha influencia en la arquitectura de las siguientes generaciones, con esto de las líneas puras y el desprecio al ornamento, no es así, Oriol?
Así es, Carlos. Loos fue uno de los visionarios que anticiparon el racionalismo, movimiento que, como bien dices, tanto influenciaría a la arquitectura occidental durante el siglo XX.
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