martes, 8 de enero de 2019

Amélie Nothomb: Ordeno y mando

Idioma original: Francés    
Título original: Le fait du prince 
Traductor: Sergi Pàmies 
Año de publicación: 2008
Valoración: Se deja leer (pero no vale la pena) 

Ordeno y mando empieza bien. Muy bien, de hecho. Os cuento: un desconocido entra en casa de Baptiste porque tiene que hacer una llamada telefónica. Entonces la palma. Allí mismo, en el salón. Y a nuestro protagonista se le va la pinza. Ve la oportunidad perfecta para cambiar de vida usurpando la del difunto y lo hace. Tal cual. Mola, ¿no es así? Por desgracia, una vez superadas las primeras páginas, el relato va perdiendo fuelle: su planteamiento se desinfla paulatinamente hasta aterrizar en una solución (que no es tal) la mar de anticlimática.

Encima, la intencionalidad de la historia descarrila. O puede que cambie de raíles tramposamente, no sé. El caso es que hay un cambio en el registro de la historia, y que este cambio es para peor. Eso seguro. Porque si Ordeno y mando empezaba como un pasatiempo intrascendente pero divertido y moderadamente refrescante, acaba por convertirse en una especie de fábula hueca y superficial cuyo mensaje se antoja pretencioso. De una narración con regusto a novela negra pasamos al moralismo más fútil. 

¿Por qué Nothomb no se quedaría en la tónica policial? O, ya puestos, si se le tiene que ir la flapa, ¿por qué no arriesgar más? Esta novela podría haber sido cualquiera de estas dos cosas: una apuesta vanguardista en la que se potencian el absurdo y la incongruencia (porque creedme, hay mucho absurdo en esta historia), o un relato de misterio convencional aunque sólido como ejercicio literario. En todo caso, Nothomb se muestra tímida, no acaba de decantarse por ninguna de las dos opciones, y al final las entremezcla en un desafortunado batiburrillo. Una lástima, porque esta combinación no funciona en absoluto y es incapaz de aprovechar al máximo la buena idea que es la premisa de Ordeno y mando

Por todo lo expuesto, el argumento de esta obra naufraga. Nothomb pierde el rumbo primero, y luego acaba por cerrar un planteamiento intrigante y original de la peor manera posible. El suspense alcanzado en los primeros compases de la novela se evapora; igual que la escasa coherencia que una lograda atmósfera de tintes surrealistas poseía; la trama queda deshilvanada; los misterios irresueltos; los personajes borrosos. Entiendo que muchos de estos efectos eran intencionados; por ejemplo, la autora quería que el protagonista estuviera algo desdibujado y no le daba prioridad al misterio. Pero eso no es excusa para quitarnos la cuchara de la boca después de ponernos la miel en los labios. O, ya puestos, no es excusa para tomarse a la ligera el oficio de escritor. 

En cuanto a la prosa de la novela, decir que es decente. Durante la mayoría de la historia es seca y descarnada. Y en esos momentos es altamente efectiva. Recuerda, incluso, a la de Patricia Highsmith, tan funcional pero no exenta de un soterrada ironía y alguna que otra reflexión brillante. Sin embargo, también hay veces en que la prosa adolece de arrebatos líricos extremadamente cursis y afectados. O en que se interrumpe por culpa de ideas que no vienen a cuento. Esto sucede, sobre todo, en la segunda mitad de la historia. Es entonces cuando la faceta pretenciosa de esta novela empieza a hacer aparición. 

El protagonista de Ordeno y mando es igualmente digno de mención. Se podría reconocer que, como personaje, ha sido mínimamente esbozado. Y que su caracterización es, hasta cierto punto, interesante: un antihéroe tan harto de su existencia que se aprovecha de la muerte de un desconocido para darle un giro de ciento noventa grados a su propia vida. El problema de Baptiste radica en que la atmósfera delirante de esta novela impele a Nothomb a tomarse algunas licencias demasiado extremas con él, extremas incluso dentro de una historia tan incoherente. También, no nos vamos a engañar, en que es repelente como él solo.

Así, lo mejor de esta novelita corta es su premisa, los ágiles diálogos que perpetran sus protagonistas y algún que otro fogonazo de humor bastante conseguido. Pero lo demás, por insípido, es indigno de vuestro tiempo. Da la impresión de que Nothomb empieza a escribir esta obra con entusiasmo, pero se cansa pronto y la termina de forma rutinaria: desarrollo nulo de la idea base, cabos sueltos, final completamente estúpido...

Resumiendo, se nota que Nothomb es incapaz de dar un cierre satisfactorio a sus historias. Y que su faceta novelística más alejada de la inspiración autobiográfica deja mucho que desear. Lo peor es que parece que una escritora con su talento e imaginación sería capaz de cambiar esto. Le tendría que dedicar muchas más horas a plantear sus historias, a escribirlas y a revisarlas, claro, pero entregaría trabajos de mayor calidad. Quizás lo que pasa es que Nothomb se ha cansado de escribir, pero no de vender. No descarto, tampoco, que con este y otros libros quiera reírse en nuestra cara. Allá ella, a ver cuánto le dura el numerito.

Otros que se pasan de la raya son los de Anagrama. Y es que la edición de este libro es atroz. La imagen de la cubierta, desinspirada y sin relación con el contenido de la obra que precede (bueno, miento, la mujer de la fotografía es la propia Nothomb). Un cosido endeble, para variar. Fuente tamaño XL con la que doblar la extensión de una nouvelle de apenas cien páginas. Eso sí, la traducción de Ordeno y mando, a cargo de Sergi Pàmies, no está nada mal. Todo hay que decirlo, ¿verdad?


Más reseñas de Amélie Nothomb en ULAD: Aquí

8 comentarios:

Carmen dijo...

Errata en el último párrafo: "raya", no "ralla".

Oriol dijo...

Corregido. Gracias, Carmen.

lupita dijo...

Hola:

Comienzo diciendo que estoy hartándome de la literatura del yo, de esa falta de pudor y de autocrítica que veo en gran parte de la literatura actual. Es cierto que todos los escritores realizan su obra en un tiempo y en una sociedad concretos, y con sus propias vivencias, pero, ¿qué XXXx pasa en la sociedad actual que nos creemos el ombligo del mundo? No es sólo en la novela, o en esa poesía pueril que tanto abunda ahora, sino en los medios de comunicación, en la propia convivencia..

Digo esto porque he leído mucho, pero muchísimo a A. Nothomb. La descubrí y me leí como una posesa casi todo lo que ha publicado, hasta que me harté, de ella y de Anagrama, que publica panfletos estúpidos de pocas páginas estirándolos con una letra de libro infantil. Al principio, me parecía poseedora de una voz propia, de un estilo particular (vale, un poco pedante)Empecé a leer sus desvaríos sobre Japón, las obras de tensión entre dos personajes (Cosmética del asesino, Estupor y temblores, etc..)y llegué a Antichrista y tuve que parar. Es un libro cargado de maldad, con un ambiente malsano, y ahí empecé a pensar que esta señora no está muy bien. Pasó un tiempo, y seguí con sus recuerdos sobre la anorexia, las metáforas de los tubos..y todo era repetitivo: yo, yo y yo. La prosa no está mal, su estilo es único, es irónica, mordaz y hábil con el lenguaje, pero ha llegado a ser una tomadura de pelo.
Riquete el del copete (último traducido) es una chorrada enorme, La nostalgia feliz no merece la pena, y Petronille directamente da vergüenza ajena.

Anagrama la anuncia como una autora que publica un libro al año desde 1992. Supongo que esperan eso de ella, y la exprimen, sacando al mercado lo que tenga.
Opino como Oriol: no merece la pena, ni por las ediciones, ni por sus historias, que no sabe concluir. Y, por cierto, sus historias son tan retorcidas que me produjeron pesadillas en varias ocasiones.

Saludos

Oriol dijo...

Saludos, Lupita.

Estoy de acuerdo contigo en que Anagrama exprime a Nothomb sin contemplaciones. Aunque claro, esta autora es una gallinita de los huevos de oro. He oído que escribe cuatro novelas al año, de las cuales "sólo" publica la mejor. Y vender, parece que vende. Así que entiendo por qué se la edita con tanta fruición.

En cuanto a la autora, debo decir que me apena ver cómo desaprovecha su talento. Igual que tu, creí intuir un estilo propio en sus obras; además, es innegable que la mujer tiene ideas originales. Por esto me parece tan insultante que publique cualquier cosa, sin trabajar ni pulir más sus textos.

En cuanto a lo de pesadillas, decirte que te tengo envidia. Ojalá pudiera un libro provocármelas...

¡Abrazo!

Beatriz Garza dijo...

Lupita y Oriol, solo puedo estar conforme con absolutamente todo lo que decís.

A mí también me apena esa productividad vacua de la autora a la que considero una escritora de alto nivel: por técnica, por estilo, por voz, por humor... pero sigue vendiendo y, por tanto, le siguen publicando. Y a mí también me molesta mucho esa letra tamaño 12.

Saludos.

Diego dijo...

Leí hace unos años Cosmética del enemigo y me entretuvo, pero no me llamó tanto la atención como para repetir con la autora.
Para cinismo me quedo con lo que hace Yasmina Reza; que mete el dedo en la herida con mayor profundidad, o eso me parece a mi.

Un saludo

Anónimo dijo...

Nothomb siempre sale en sus portadas y esperar su relación con el interior es más de no conocer a la autora.

Oriol dijo...

Anónimo, ya sé que Nothomb siempre precede a sus textos. Cuando matizo que la relación que existe entre la "imagen de la cubierta" y la novela es únicamente que "la mujer de la fotografía es la propia Nothomb" me estoy burlando, precisamente, de esta costumbre chorra de poner una foto random de la autora en las cubiertas de sus libros.