Idioma original: inglés
Título original : The Ghost Writer
Año de publicación: 1979
Traducción: Ramón Buenaventura
Valoración: muy recomendable
Porque Roth inició aquí su serie protagonizada por su alter-ego Zuckerman y qué manera de iniciarla.
Título original : The Ghost Writer
Año de publicación: 1979
Traducción: Ramón Buenaventura
Valoración: muy recomendable
He de confesar que, en mi doble desempeño de reseñador amateur y contador profesional, he desarrollado cierta manía desde que me incorporé al proyecto ULAD. Estar pendiente de una manera constante del porcentaje de la lectura en curso.
Sí, luego me encontré que en Goodreads había una especie de indicador de progresión de la lectura, en tanto por ciento, y pensé que mi manía no era demasiado original.
Sí, luego me encontré que en Goodreads había una especie de indicador de progresión de la lectura, en tanto por ciento, y pensé que mi manía no era demasiado original.
Pues bien: cuando me di cuenta de que ya había leído la mitad de esta novela (página 70 o así), no me sentí demasiado bien. No pensé "ya he superado el cincuenta por ciento y en un par de horas estaré sentado ante el ordenador opinando sobre la novela", sino "vaya, con lo que estoy disfrutando y ya es menos lo que queda por delante que lo que he dejado atrás".
Bueno, no dije "vaya", sino "mierda".
Porque Roth inició aquí su serie protagonizada por su alter-ego Zuckerman y qué manera de iniciarla.
En un giro para el que habría que buscar un nuevo término más allá de lo metaliterario, Nathan Zuckerman, joven escritor novel judío (el orden de importancia de los factores en esta definición varía en función del párrafo del libro al que nos enfrentemos) visita a un escritor al que admira. El maestro. La visita transcurre por los pasajes tópicos de admiración y curiosidad, y solamente pequeñas incidentes parecen perturbarla. El escritor trata fatal a su mujer, y una joven refugiada que se halla de visita en la casa parece tener algo que ver en ese deterioro de la relación conyugal. Cuando finalmente (tras una especie de negociación particularmente deliciosa en la que Zuckerman se muestra reticente a aceptar aquello que desea con todas sus fuerzas) se queda a dormir, Zuckerman se encuentra durmiendo en la habitación que el escritor usa para trabajar, y bajo la habitación en que duerme la misteriosa visitante (por la que se ha sentido atraído de forma instántanea). La noche es larga y él se debate ahí entre los impulsos de su libido y las rememoraciones de algunos hechos que le han llevado ahí. Como cuando cierto juez, prohombre de la comunidad judía, lo incluyó en su lista anual de recomendaciones de ingreso para una prestigiosa universidad. Y ahora Zuckerman tiene un relato de cuarenta páginas que representa una enorme ofensa para sus iguales y sus padres están detrás de ciertas cartas para que el relato no se publique. Y Zuckerman, como Roth, como Quim Monzó, no va a ser peor miembro de su comunidad por detectar aspectos patéticos o reprobables y hacerlos resaltar.
Roth transmite seguridad, y solo flaquea cuando desplaza la narración y especula, aunque estoy seguro de que aquí ya surge el escritor ínclito y provocador de libros como El lamento de Portnoy, con iconos como Anna Frank (nada menos que Roth la coloca aquí como sobreviviente que se ha ocultado de la luz pública mientras el mundo se ha quedado fascinado con su diario) y, en general, todo el argumentario endogámico del pueblo judío. Cumpliendo con la norma no escrita de que nadie mejor que uno para burlarse de sí mismo, Roth ya apunta ese tono irreverente, esa seguridad ligeramente fanfarrona de quien escribe consciente de que va a haber semejantes que se echen las manos a la cabeza. Si "desenterrar" y "resucitar" a Anna Frank no es tocar un icono, si hacerlo no es una enorme osadía para un escritor judío, a ver qué va a serlo.
Por cierto, la edición leída se encuadra dentro de un tomo en que Seix Barral publicó tres novelas con Nathan Zuckerman como protagonista bajo el título Zuckerman encadenado. Loable iniciativa, aunque creo que La visita al maestro tiene entidad más que suficiente por sí misma. Por cierto, portentosa traducción, aunque no acabó de entender el porqué del cambio de la traducción lógica del título, The ghost writer, por este título, quizás oportuno e incluso acertado, pero diferente del que su autor concibió.
3 comentarios:
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Debo haber leído la mitad de las novelas escritas por Roth. Casi todas las más recientes (su trilogía americana, Elegía, Indignación), y entre ellas lo que sería la segunda parte de esta que se reseña, Sale el espectro (Exit Ghost, un título original que rinde homenaje al título original que Francesc resalta, The ghost writer). No así La visita al maestro.
Leer a Roth es una actividad altamente adictiva, por lo que hace ya algunos años decidí hacer una pausa que me permitiese disfrutar de otros autores. Sin embargo, me parece que ya es hora de volver a él. No se si a través de su última novela, Nemesis, o por alguna de las primeras.
Solo se que, cualquiera sea la decisión, no me sentiré defraudado. Pocos autores me han hecho reir, llorar, reflexionar, sufrir, divagar, disfrutar como Philip Roth.
Pues Roth es uno de esos autores de los cuales acumulo libros en casa (media docena o más) consciente de que uno a uno irán cayendo. Pero la experiencia con este en concreto ha resultado de lo más gratificante, así que no creo que tarde mucho en atacar las siguientes partes de esta trilogía. Gracias por los comentarios.
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