domingo, 18 de noviembre de 2018

Noelia Lorenzo Pino: Corazones negros


Idioma: español
Año de publicación: 2018
Valoración: entre recomendable y está bien


Ya los hemos visto de todos los colores: verde de la Guardia Civil y azul de la Policía Nacional, de la la Gendarmerie o del NYPD. Negro carabinieri o del departamento de policía de Los Ángeles. Marrón o kaki de montones de sheriffs de EEUU; fosfi y azul marino de los bobbies británicos. Y del color que sea que lleven los polis suecos, rusos, japoneses o mongoles. Por no hablar del despliegue multicolor de los cientos de detectives privados, abogados, periodistas y hasta asesinos que protagonizan las cientos, las miles de novelas negras o policíacas que en el mundo se han escrito, se escriben o se escribirán...

Pues ahora le toca el turno al rojo encendido de la Ertzaintza vasca, policía pinturera donde las haya... vale, ya sé que ahora no van siempre de rojo -y que la policía Foral de Navarra, en cambio, sí- y que tampoco es esta la primera novela protagonizada por tan proteico cuerpo policial, pero ya nos entendemos... (y no me hagáis reescribir el prólogo, concho, con lo bien que me había quedado). En este libro, lo es por los miembros de la Unidad de Investigación Criminal de la comisaria de Oiartzun Eider Chasserau y Jon Ander Macua. Tampoco es la primera novela  en la que podemos encontrar a la pareja de Eider y Jon, aunque sí la más reciente: la escritora irundarra Noelia Lorenzo ya ha publicado otras dos, y además, otra con diferentes protagonistas.

En Corazones negros, esta pareja de policías se ve metida de hoz y coz en una trama criminal y de corrupción policial que se desarrolla a lo largo de varios escenarios de Euskadi: desde las calles de Irún, Donostia y Bilbao a lugares tan típicos con el consabido caserío vasco o bares de txikiteros... Pero tranquilos los posibles lectores de otras latitudes: tampoco es que el color local empalague esta novela; en realidad, los acontecimientos que se narran bien podrían suceder, por desgracia, en cualquier otro lugar del mundo, sobre todo en los países más ricos, ya que el tema de fondo de esta historia es la explotación sexual de mujeres, provenientes en muchos casos de los países más pobres. Algo recurrente no sólo en las noticias de sucesos, sino en la vida que sucede a nuestro alrededor, a poco que nos fijemos.

La novela, a la que hay que aplaudir una trama impecable y una ambientación de los más verosímil, sin estridencias hardboiled, se beneficia de una gran virtud, aunque en ocasiones también puede ser un cierto lastre: la naturalidad. Naturalidad en la composición de los personajes, que son no solamente creíbles, sino reconocibles; en los diálogos, para nada impostados y, sobre todo, naturalidad en el estilo literario, que es ante todo eficaz y eficiente, sin detenerse apenas en florituras o extravagancias. Eso permite a la novela avanzar con una agilidad envidiable y que, por consiguiente, su lectura sea de lo más fluida y absorbente.

He escrito que puede ser un lastre porque la naturalidad y la verosimilitud son virtudes a la hora de escribir una novela de este tipo, por supuesto, pero para que esta sea memorable, creo que conviene combinarlas con un toque, mayor o menor, de todo lo contrario: la originalidad, la exageración o incluso la extravagancia. Quizás sea eso lo único que le falta a esta escritora: ser un poco más ausarta, más atrevida a la hora de transgredir las normas del género. Porque oficio, ya ha demostrado de sobra que lo tiene.

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