viernes, 8 de diciembre de 2017

Serguey Dovlátov: El compromiso

Idioma original: ruso
Título original: Компромисс (Kompromiss)
Año de publicación: 1981
Traducción: Miquel Cabal Guarro (al catalán); Moisés Ramírez Trapero y Anna Alcorta Pita (al castellano)
Valoración: muy recomendable

Hasta hace poco ni siquiera sabía quién era este Serguey Dovlátov (sí, ya sé que ha sido reseñado en Un Libro Al Día... pero uno no siempre hace los deberes), pero ahora ya puedo decir, tras haber leído dos de sus libros -vale que son más bien finitos-, La maleta y este El compromiso, que sin duda es uno de los escritores con los que más me podría identificar... si ese verbo no llevara aparejado cierta presunción por mi parte. Digamos entonces que es uno de los escritores con los que más hermanado me siento, uno de esos autores y, en este caso, personajes, a los que no cabe sino calificar como "uno de los nuestros"... ¿Qué quienes son los nuestros? Pues me temo que todos aquellos en las que las intenciones son siempre mejores que las realizaciones. Los dispersos, los disolutos, los procrastinadores, los contradictorios, los dipsómanos (aunque sea poco, para el estándar soviético) y los desastrosos en general. También, hay que decirlo, aquéllos que tratan de hacer las cosas bien pero las circunstancias, que son muy suyas, se retuercen para que no quede otra que hacerlas de la mejor manera posible, o sea, como se puede, que no siempre es lo mejor...

La maleta, ya reseñada en ULAD, consiste en una suerte de crónica, estupenda, sobre la vida del autor en la Unión Soviética, tomando como partida las prendas de ropa que se llevó de allí cuando emigró a los EEUU, en 1978. El compromiso sigue un esquema parecido, en cierto modo, sólo que aquí el elemento que da pie a las remembranzas es una serie de artículos periodísticos escritos por Dovlátov mientras trabajaba en el periódico Estonia Soviética, de Tallinn, justo en los años precedentes. El "compromiso" al que hace referencia el título es, pues, el compromiso con la verdad y la transmisión de esta a los lectores u oyentes -hay también alguna historia de la radio- que deben, en teoría, cumplir todos los que se dedican al periodismo. pero, como bien sabe cualquiera que haya leído a este autor, la ironía es inherente a todo lo que escribió: divide el libro en doce capítulos, doce "compromisos", en los que, digamos, esa máxima de informar con veracidad y honestidad no se cumple o lo hace -lo intenta, al menos- por medio de caminos bien torcidos. ¿Qué puedes hacer, después de todo, si tienes que cubrir el reencuentro anual de los veteranos de los campos de prisioneros alemanes... antes de serlo de los soviéticos? ¿O esperar el nacimiento del ciudadano 400000 de Tallinn, pero cuidando de que el recién nacido se adecue a las expectativas del buen ciudadano socialista? ¿O te toca cubrir el entierro de un directivo de la televisión y acabas haciéndole la corbata y portando el ataúd? ¿O si una conocida te pide que le busques un instructor en materia sexual, puesto que parece que su marido no es muy ducho en el tema? Dovlátov se mueve por estas y otras peripecias con el aire perplejo del hombre justo  pero batido por la fuerza de las circunstancias, que no siempre lo son, y te animan a tomar derroteros poco virtuosos. Coadyuvado por sus aún menos ortodoxos compañeros: el borrachín fotógrafo Jbánkov, el amoral Xablinski o el inclasificable y feroz individualista Busch. De todos modos, la naturaleza del libro no consiste en una simple crónica pícara o canallesca al uso; la del autor es, sobre todo, una mirada profundamente tolerante, aunque sea por resignación, sobre las debilidades y desventuras humanas. Compasiva, si se quiere, aunque sea porque Dovlátov no se sabe mejor -o no pretende serlo- que los personajes que retrata.

Por último, quizá quien contemple con cierta condescendencia o incluso conmiseración el desventurado ejercicio de la profesión periodística en un estado donde impere el socialismo real (también llamado desde otras perspectivas "capitalismo de Estado", algo que queda muy bien reflejado en este libro), debería echar un vistazo a las vicisitudes de los periodistas en algún país que se desarrolle dentro del sistema capitalista de libre consumo (y con libertad de expresión, se entiende) en este siglo XXI... como por ejemplo España. No obstante, no seré yo quien haga una comparativa, y hay que admitir que la labor periodística y el transcurrir de la vida ciudadana, en general, en la URSS de Brézhnev tenía sus peculiaridades propias. Con permiso reproduzco un párrafo del libro harto significativo -también del estilo y la actitud de Dovlátov-:

"En el mundo periodístico, a cada uno se le permitía hacer una sola cosa, transgredir los principios de la moral socialista en un solo aspecto. es decir, a uno de le permitía beber. A otro hacer el sinvergüenza. A un tercero, contar chistes políticos. Al cuarto, ser judío. Al quinto, no ser del partido, Al sexto, llevar una vida sin moral. Etcétera. pero a cada uno, repito, le dejan pasar nada más que una cosa. No se puede ser un borracho y judío, entonces. O un sinvergüenza sin ser del Partido.
Yo era perniciosamente polifacético. Es decir, me permitía un poco de todo."

¿Como no sentirse  hermanado con él?


Otros títulos de Serguey Dovlátov reseñados en Un Libro Al Día: La maleta, La zona, Retiro, La extranjera

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