miércoles, 13 de septiembre de 2017

Ian McEwan: Cáscara de nuez

Resultado de imagen de cascara de nuez ian mcewan amazonIdioma original: inglés
Título original: Nutshell
Año de publicación: 2016
Valoración: Se deja leer





Vaya por delante que acabar esta novela me ha costado un triunfo. Los días pasaban y el marca-páginas no se movía gran cosa. Leía un par de líneas y me ponía a pensar en lo que fuese, avanzaba otro renglón y se me volvía a ir la cabeza, cualquier palabra servía para enganchar ideas que desviaban mi atención. Si he conseguido acabarla se debe a un esfuerzo ímprobo, no al disfrute, la intriga ni a ninguno de los elementos que sirven para fidelizar al lector. ¿Ustedes no se sentirían molestos si piensan que les están engañando palabra por palabra?
Cómo supondrán, lo de la nuez es una metáfora. No puedo desvelar a qué alude pues les mostraría la clave de la novela, su máxima originalidad y gran hallazgo. (Eso, al menos, es lo que debió pensar McEwan). 
Lo habitual, cuando se comenta una obra de ficción, es hablar sin tapujos de lo que aparece en las primeras páginas ya que nadie lo considera un misterio. Pero este caso me parece especial, así que tendré cuidado en no mostrar la carta por la que ha apostado el novelista y les recomiendo que procuren no leer sinopsis previas.
Es el momento de aclarar que es, precisamente, esa carta oculta –en mi opinión el colmo de lo inverosímil– lo que me disgustó tanto, me impidió disfrutar de la lectura y la alargó mucho más de lo deseable para una obra de poco más de doscientas páginas sin ninguna dificultad, al contrario, demasiado lineal para mi gusto. Y aquí aparecen otros obstáculos que también dificultaron mi labor: personajes tópicos y predecibles, un argumento calcado de novelas bien conocidas, nula complejidad de una acción que podría haberse resuelto en cuatro o cinco páginas, desenlace que no es más que un sencillo fuego de artificio, pues no solo es abierto es que además se refugia en lo obvio.
Nada nuevo bajo el sol: marido, amante, asesinato, testigo, decadencia. ¿A alguien le suenan estos ingredientes? Efectivamente, con dos enfoques muy distintos podemos encontrarlos en Thérèse Raquin (1868), de Zola y en El cartero siempre llama dos veces (1934), de James M. Cain, nada menos.
Pero lo principal, la famosa carta –que, como digo, McEwan se guarda en la manga muy poco tiempo, ya que solo hay que abrir el libro y leer la primera línea para que quede boca arriba– no es otra que la identidad del narrador, lo que se suele denominar punto de vista. Si la he definido –y lo mantengo –como el colmo de lo inverosímil es, simplemente, porque su pensamiento y opiniones, así como su carácter observador, están en abierta contradicción con su idiosincrasia. Yo la veo como una de esas ideas que parecen geniales a primera vista y que no tardan en desecharse por no resistir una segunda ojeada, me parece un recurso que no se puede permitir ni un principiante, mucho menos un escritor tan justamente reputado como este. En casos así, suelo atribuir los errores a la presión editorial, que quizá no deja tiempo a los autores para plantearse construcciones más sólidas. Pero vaya usted a saber, tampoco hay que disculpar al que escribe solo porque su obra, en general, pueda calificarse de magnífica.
Un pequeñísimo botón de muestra:
“… Sobre la esperanza: he sabido de las últimas matanzas como consecuencia de la búsqueda de sueños de la otra vida. Caos en este mundo, felicidad en el otro. Jóvenes de barba reciente, hermosa tez y largas armas de fuego en el Boulevard Voltaire, mirando a los ojos incrédulos y hermosos de su propia generación. No fue el odio lo que mató a los inocentes, sino la fe, ese fantasma famélico, todavía venerado, incluso en barrios más tranquilos. Hace mucho tiempo alguien sentenció que la certeza infundada era una virtud. Ahora lo dice la gente más educada…” *
¡Venga ya! ¿Alguien duda de que esto lo ha escrito (dicho, pensado) una persona educada y culta, de nacionalidad británica, o al menos de mentalidad  occidental, con personalidad moldeada en el ámbito universitario y más de seis décadas a cuestas? Ian McEwan sin ir más lejos ¿no? Desde luego, es obvio que se trata de la crónica de un escritor en su última fase vital y del resumen de todo un siglo efectuado por uno de sus influencers. Si lo que deseaba era hacer algo así –un proyecto tan legítimo como plausible– debería haber tomado otro camino, creo yo. Nada de novela negra fallida ni de narrador absolutamente improbable que, además, constituyen un lastre para ese testimonio vital en potencia.

(*)Traducción de Jaime Zulaika

También de McEwan: aquí

17 comentarios:

Cris dijo...

Totalmente de acuerdo con la reseña. En mi opinión, la peor novela de McEwan con diferencia.
Se me hizo muy larga a pesar de sus escasas 200 páginas. Qué lejos queda de su obra maestra "Expiación"
Felicidades por vuestro blog. Saludos

Montuenga dijo...

Hola Cris. Me alegra comprobar que alguien coincide conmigo. Las opiniones que he leído son todas entusiastas o con una crítica muy tibia. Muchas parecen un calco de otras, lo que me induce a pensar que no todos los reseñistas han leído la novela.
Saludos

Beatriz Garza dijo...

Hola, Montuenga. Esperaba impaciente esta reseña :D
No voy a leer "Cáscara de nuez". Entre lo que tú expones y las primeras páginas que leí en la muestra que me bajé de Amazon, me temo que vamos en la misma línea:
"...personajes tópicos y predecibles, un argumento calcado de novelas bien conocidas, nula complejidad de una acción que podría haberse resuelto en cuatro o cinco páginas, desenlace que no es más que un sencillo fuego de artificio, pues no solo es abierto es que además se refugia en lo obvio"
Ese fue el riesgo que me pareció vislumbrar en aquella incipiente lectura. Y se ha cumplido, a pesar de mi confianza en el genio. Porque sostengo que Ian McEwan es un genio, uno de los mejores escritores vivos del momento. En mi opinión, "Expiación" es sólida, emotiva, comprometida, audaz, "Chesil Beach" es una curiosísima filigrana de excelente factura, un experimento redondo. Pero también he empezado a leer otras obras suyas y he desistido. Es un genio irregular, o un genio que produce más rápido de lo que las musas le susurran.
Solo discrepo en un asunto: lo que tú llamas "la carta", yo lo llamo "el gancho". Creo que, entre la portada y las especificaciones de la contraportada, no se trata de un golpe de efecto (que se mantiene guardado hasta bien entrada la narración) si no el recurso para despertar el interés del lector (conmigo funcionó). Yo lo hubiera mencionado sin escrúpulo alguno.
Esta reseña me ha hecho pensar en la de Carlos A. de hace un par de días sobre la obra "El mercurio". En los comentarios se suscitaba la cuestión de la literatura experimental versus la literatura no experimental. Y aquí McEwan ha intentado hacer novela experimental que también sea comercial. Pero está claro que no se puede tener todo.
Felicidades por la reseña.
Saludos

Unknown dijo...

De este autor solo he leido Expiación y tengo pendiente a la espera Solar, Sábado y Cáscara de nuez. Por la crítica de esta última creo que me voy a decidir por las otras dos. Ahora mismo estoy ocupado con 4321 de Auster.

Interlunio dijo...

No tengo nada que decir sobre el escritor en cuestión. Nunca lo he leído. Aunque tu reseña me deja la sensación de que un lector menos experimentado podría llegar a cautivarse. Hace años, no recuerdo porqué, me interesé por "Ámsterdam", luego encontré en un mercadillo de segunda "Sábado", y decidí que mientras no lo leyera, McEwan ya tenía un lugar en la biblioteca y podría esperar.
Pero claro, las colas de libros pendientes nunca son justas para ellos. Siempre aparece alguno que llega de última hora y deja a los McEwan sin acercarse.

Lo que quería comentar, es eso que piensas de que hay gente que reseña libros sin habérselos leído. Yo también he pensado lo mismo varias veces. Si uno piensa en cómo somos, me refiero al homo sapiens, y cómo nos mostramos en las redes, esta es una hipótesis con muchas posibilidades de dejar de serlo, por más incoherente que parezca.

Si hacemos de la almohada y el espejo cómplices, más que amigos o enemigos, el solitario se vuelve un juego sin reglas. Ergo, sin trampas tampoco.
Perdonad mi misantropia.

Un saludo.

Reve Llyn dijo...

Pues que queréis que os diga, yo la leí en dos tardes y me pareció divertida;
personajes tópicos para una situación típica, si se me permite el juego de términos, pero lo de la nuez o " la carta oculta", que no es ningún truco, misterio ni fuego de artificio pues queda revelado nada más abrir el libro, es lo divertido del asunto por su precisamente ¿podríamos llamarla personalidad?
¿Por que no? Si se trata de ficción y allí todo debe tener cabida.

...claro que yo no esperaba de la novela nada mas allá de un rato de distracción.

Gabriel Diz dijo...

Hola,
La verdad me parece una exageración calificar a McEwan de genio. He leído de él Niños en el tiempo que me pareció una buena novela y Sábado: una novela correcta y no mucho más....Tengo pendiente Expiación que por lo que acabo de leer es su obra máxima.
Creo que un genio es aquel que marca una época por potencia narrativa o innovación en el estilo......

Saludos

Montuenga dijo...

Beatriz,
Me alegra que te haya gustado la reseña y gracias por tu confianza.
Da igual que le llamemos "carta" o "gancho", es el recurso que utiliza para ganar la partida (carta) enganchando a los lectores (gancho), aunque a mí solo me ha producido rechazo.
Y está oculto hasta que abrimos el libro: en la primera línea lo desvela.
En cuanto a la portada, yo no me fijé en lo que era hasta después. ¿Has visto esos dibujos que según los mires parece un pescador en una barca o la cara de una chica? Pues si lo miras de arriba a abajo, como sería lo normal, y sin fijarte mucho parece otra cosa.
No se me hubiera ocurrido llamar experimental a esta novela, aunque tienes parte de razón. Cuando se habla de experimentalismo se suele aludir a la forma y esto sería más bien un experimento de argumental. En todo caso, un experimento fallido. Seguro que podría funcionar (personajes mucho más raros se han visto) pero respetando los códigos y no tomándose tantas libertades para no romper la verosimilitud.
Saludos y gracias.

Montuenga dijo...

Hola José Angel. A mí Expiación me gustó mucho pero, como ha apuntado alguien, lo que a mí tanto me molesta puede maravillar a otros lectores. Sigue indagando sobre Cáscara de nuez porque te puedes llevar una sorpresa.
Interlunio, a mí Amsterdam también me gustó, aunque no tanto como Expiación, y me decepcionó un poco el final. Sobre los reseñistas que no se leen los libros, creo que no me he explicado bien: quiero decir que lo que escriben se basa en la lectura del libro, por supuesto que sí, pero no en SU lectura, sino en la de otros. Se nota que son refritos porque todos dicen lo mismo con ligerísimas variantes. Que si Hamlet por aquí, Hamlet por allá. Yo a Hamlet no lo he visto en esta novela, aunque el autor lo considere una referencia y haya tomado un par de nombres de la obra. No hay un rey ni hay un hijo en el sentido estricto de la palabra pero, eso sí, Shakespeare viste un montón. En cambio, me ha recordado a las dos novelas que nombro, que no tienen por qué haberle inspirado, es solo una asociación personal mía.
Pues sí, Reve, si te lo tomas como simple entretenimiento podría pasar, pero yo no he podido evitar la sensación de que me estaba tomando el pelo todo el rato.
Hola Gabriel, como verás lo de genio está dicho con (muchos) matices. Genio es quien tiene posibilidades, que las aproveche o no es otra cosa. De McEwan no sabría decirte, pero conozco a un par de novelistas en lengua española que podrían dar un mil por cien más de lo que dan: son genios echándose la siesta :)

Beatriz Garza dijo...

Hola, Gabriel. Si te interesa la obra de Ian McEwan, te animo a leer "Expiación".
Pero tampoco me hagas mucho caso que yo "a veces veo genios" ;D
Un saludo.

Beatriz Garza dijo...

Saludos, Montuenga. Yo lo de la "carta" no puedo evitar relacionarlo con el "as en la manga" y por eso sigue sin cuadrarme. Pero lo importante es que ese golpe de efecto es precisamente, como tú dices, lo que alimenta la decepción.
En cuanto a lo experimental, sí, se quedó en la intencion! :D
Seguimos!

El Puma dijo...

Buenas tardes. He leído varias novelas de Ian McEwan (Expiación, El inocente, Chesil Beach, Solar y La ley del menor). Coincido con Gabriel Diz en que Mc Ewan no es un genio. Sí lo creo un extraordinario escritor. De lo mejor que ha dado la literatura inglesa en los últimos 20 años, en mi humilde opinión (el no haber leído a Julian Barnes me quita perspectiva, pero lo ubico al nivel de Banville, inclusive algo por encima).

Expiación es la mejor a mi modo de ver, por precisión e intensidad. El inocente es angustiante, Solar muy divertida y Chesil Beach una preciosa obra de cámara. Para el final dejo la que leí más recientemente, la ley del menor, a la que considero una joyita.

Gracias por tu sincera reseña, Montuenga. Un placer leerte.

Marcela dijo...

Hola Hola! Leí Expíación y la encontré muy interesante amena y con trama histórico. Me animè a leer Solar y me dejó indiferente. Pero hace un mes leí Jardín de Cemento y creo que es el más malo que he leído en mi vida..
Montuenga, coincido contigo. ¡Saludos!

Sol Elarien dijo...

Coincido bastante en la valoración, aunque yo lo consideraría como un libro prescindible. Aunque lo más original de la novela es la idea del narrador, resulta que no difiere de cualquier otro narrador, salvo las referencias a su incómoda posición y al planteamiento sobre su futuro, pero no hay nada indicativo de su naturaleza, más bien al contrario, de hecho a veces parece que el autor aprovecha para poner reflexiones propias en su boca. La trama es como la de muchas otras novelas policiacas sin demasiado interés.
Besos.

Anónimo dijo...

Vamos a ver, resulta que el narrador es improbable de acuerdo a una óptica realista; entonces, ¿por qué narices cree usted que el problema principal de esta novela es que la voz del narrador no se ajuste a sus características? ¿Cómo se supone que debería hablar este narrador? Por favor, cuénteselo inmediatamente a McEwan y a nosotros, de paso. A lo mejor, digo, a lo mejor, el hecho de escoger a este narrador precisamente es lo que permite al autor desarrollar la voz narrativa con absoluta libertad.
No sé, tal vez el Coloquio de los Perros de Cervantes o las Opiniones del Gato Murr de Hoffman (por citar tan solo a dos autores principiantes) sean otras tantas obras fallidas.

Sol Elarien dijo...

Estimado Anónimo: No tengo claro si el tono de su comentario lo hace merecedor de una respuesta, pero por respeto a este blog y el trabajo de sus autores me arriesgaré a contestarle. Si Montuenga no explica más es por no revelar demasiado de la trama, aunque basta con leer la contraportada para desvelar esa parte del misterio. El narrador debería ser una criatura inocente con poco o nulo conocimiento del mundo y no un individuo que expresa opiniones fruto de la experiencia y de una cierta madurez.
Un saludo: Sol

Montuenga dijo...

Siento el retraso, más aún con los planteamientos tan interesantes que habéis hecho, pero no he podido responder hasta ahora.
Hola Puma, en relación a Banville discrepamos, a mí me parece soso, sin sangre. He leído varias suyas (con su verdadero nombre y con el que usa para el género policíaco) y no pienso volver a probar suerte. Pero, ya sabes, las preferencias son muy subjetivas.
Gracias, Marcela, estoy tan de acuerdo contigo que no pienso ni acercarme a esa novela, en serio :)
¿Qué tal Anónimo? Ya he dicho que, por mi parte, no voy a desvelar la identidad de esa voz. Pero esa identidad es lo de menos, el fallo -siempre en mi opinión- es lo que el autor hace con ella. Los escritores de ficción tienen que establecer unos parámetros para que lo narrado resulte verosímil, es decir, coherente según estos, lo que en ningún caso quiere decir realista. Por supuesto que un perro puede hablar, Peter Pan volar, Mary Poppins desplazarse enganchada a un paraguas y Alicia trasladarse al otro lado del espejo, dentro del marco establecido previamente por sus respectivos autores. Lo que no me parece posible es que dos personas debatan sobre un texto si una lo ha leído y la otra no. Espero que, mientras tanto, haya tenido la oportunidad de acabar la novela. De paso, si le parece, eche un vistazo a la reseña de hoy, 27/07. Después seguiremos discrepando (o puede que no haga falta).
Eso decía yo, Sol. Quien habla es McEwan, clarísimamente. Y McEwan tiene una trayectoria que le ha convertido en lo que es. Teniendo en cuenta que se trata de una novela realista, esa nuez no hay quien se la trague. Por cierto, muchas gracias.