lunes, 20 de febrero de 2017

Siegfried Lenz: Lección de alemán

Idioma original: alemán
Título original: Deutschstunde
Año de publicación: 1968
Valoración: está bien


Cuando uno empieza un libro de 500 páginas y ya en su inicio ve que el autor dedica media página en explicar cómo se dan la mano unos a otros en una reunión cualquiera, ve claramente que terminar el libro no será una tarea fácil. Aún así, la fama que precedía al libro y las buenas críticas oídas alentaban los deseos de leerlo y, además, predisponían a que gustara.

La novela se inicia con Siggi Jepsen, un joven internado en un centro correccional para jóvenes inadaptados al que le ponen como deberes una redacción sobre «Las alegrías del deber». El joven se vuelca con la tarea encomendada y no sólo cumple con el propósito de realizarla sino que pone especial esmero en hacerla, y en hacerla bien, cumpliendo así con el título de la propia redacción. El relato que el protagonista desarrolla sirve como pretexto para narrar una historia acontecida años atrás cuando su padre, policía local, recibe el encargo de notificar a un pintor vecino y amigo de la familia la prohibición de pintar basada en la supuesta peligrosidad de las ideas que podría plasmar sobre lienzo. A partir de ahí, el libro nos cuenta las estratagemas empleadas por el artista para seguir ejerciendo su oficio a pesar del veto, el empeño del policía en que se cumpla el decreto y la posición incómoda del joven Siggi al encontrarse en medio de un conflicto entre su padre y la amistad que tiene con el pintor. Esta situación causa múltiples tiranteces a lo largo de la historia que son explicadas desde el punto de vista del joven. Asimismo, se añade a este conflicto la aparición de un personaje del entorno familiar buscado por la policía por traición y fuga al que se intenta ocultar para evitar su captura. Éste es el escenario planteado por el autor, en resumidas cuentas.

De esta manera, se nos expone el argumento nuclear que el libro pretende tratar: el deber. Y lo hace a partir de tres puntos de vista: la prohibición al pintor, la necesidad de cumplir con sus obligaciones del padre y la posición intermedia del hijo a quien el padre le pide que haga de delator mientras el pintor le pide que le guarde las obras para evitar que sean destruidas. Con este planteamiento el autor nos relata una metáfora sobre lo sucedido en la época del dominio nazi. ¿Hasta qué punto debemos cuestionar la corrección de las acciones si ejecutarlas es lo que se espera de nosotros? ¿Debe prevalecer el cumplimiento de nuestras obligaciones cuando son más que cuestionables? ¿Debemos realizar aquello a lo que estamos obligados sin reparar en si es lo adecuado? El desarrollo de «las alegrías del deber» planea sobre toda la historia narrada al cuestionar si debemos ejecutar las tareas que se esperan de nosotros únicamente por sernos encomendadas, sin realizar un análisis, sin cuestionar la idoneidad sobre si llevarlas a cabo es nuestro deber. Ésta es la idea que planea a lo largo de la historia y sobre la cuál gira toda la narración. Así, el libro es un ejemplo de la censura, el miedo, las estratagemas y las fricciones entre libertades y prohibiciones.

En cuanto al estilo de la narración, cabe decir que no es fácil entrar en la lectura de este libro. Altamente descriptivo, con un desarrollo muy lento con párrafos donde la acción no avanza y donde el propio autor se dedica, no sólo a describir, sino también a hacer evidente que nos está detallando la acción. A medida que uno progresa en la lectura, tiene la sensación de irse apartando de la misma, perdiendo implicación. Esta sensación se mantiene durante gran parte del libro y, desgraciadamente, uno tiene que esperar hasta llegar a su último tercio para que finalmente la narración coja algo de impulso. Y es que hasta llegar a este punto, más allá de una historia con un buen planteamiento y trama, hay mucho texto, mucha descripción pero realmente poca acción, pasando por muchas páginas de idas y venidas y cierta reiteración en la idea principal. Afortunadamente, al llegar a la última parte, el libro aumenta su interés y mejora considerablemente.

La cuestión final, como lectores, más allá de la moralidad de lo planteado, es si el libro cumple con su cometido. Mi respuesta es que a medias. Para mí no es necesaria tanta prosa para tratar una idea simple en exposición pero compleja en justificación. Demasiado texto, excesiva descripción y desmesura en elementos sobrante para hacernos partícipes de tal planteamiento. Probablemente, alguien coetáneo al autor como, por ejemplo, Thomas Bernhard lo hubiera resuelto mejor y sin tanta palabrería. Aun así, es un libro que nos plantea un conflicto interesante y que, más allá de su ritmo lento, está escrito con gran habilidad utilizando una prosa que permite que su lectura sea fluida y del agrado de quienes busquen un libro bien escrito sin necesidad de que tenga un alto ritmo de narración.

También de Siegfred Lenz en ULAD: El desertor

9 comentarios:

Montuenga dijo...

Supongo que intenta transmitir la misma idea que Anna Arendt en Eichmann en Jerusalén. En aquella época fue un escándalo porque sus ideas libraban de responsabilidad a mucha gente del entorno nazi, pero ya están aceptadas. Arendt utilizó argumentos filosóficos, dada su formación, y también dijo muchas cosas, todas muy sustanciosas. Después de ella, cualquiera que use ese argumento saldrá perdiendo porque su tesis es inmejorable.

Marc Peig dijo...

Hola Montuenga,
sin duda tienes razón en tus apuntes, ya que el tema central del libro es la autojustificación de las acciones sustentadas por la excusa de ser un mero cumplimiento del deber. Éste se pone por encima de las moralidad, y los copartícipes de las atrocidades se escudan en ello para evitar cuestionar las acciones que cada uno llevó a cabo.
Respecto a Hannah Arendt, estoy en proceso de lectura de "Los orígenes del totalitarismo" y, tal y como indicas, su análisis sobre lo sucedido es realmente interesante.
Gracias por tus comentarios.
Marc

Anna dijo...

En mi opinión, la mejor obra de ficción sobre este tema (la de no-ficción es sin duda la obra de Arendt) es 'La calle sin puertas' de Wolfgang Borchert, un texto teatral algo experimental pero que se deja leer mucho más que bien. Vertiginoso.

Marc Peig dijo...

Muchas gracias Anna. Diría que no es fácil de encontrar pero lo intentaré. Tomo nota.
Gracias por colaborar.m
Saludos
Marc

Anónimo dijo...

Creo que no ha captado la novela, con todo respeto.
El valor de la literatura de Siegfried Lenz reside precisamente en que no hay acción. No pretende tenerla. No escribe best-sellers, aunque muchas de sus obras fueron best-sellers en Alemania (incluida la penúltima, "minuto de silencio").
El valor de Lenz precisamente reside en esas descripciones del paisaje que hace a modo de descripción de un cuadro (desdoble del protagonista Siggi Jepsen, experto en describir cuadros). Es uno de los temas del libro: la creación artística, la fuerza de lo estético, el proceso creativo liberador a través de la pintura (pintor Nelsen) y la escritura (Siggi Jepsen y su cuaderno).
Otro valor es precisamente la "frialdad" que usted comenta: la ausencia de pathos. Es uno de los avlores estéticos que destacan los críticos internacionales: Lenz no cae en la típica descripción del ambiente nazi con perros ladrando y sargentos de policía malísimos. En ningún momento nenciona la palabra nazi (se dice "ellos", "vosotros"), sin diálogos forzados o inverosímiles. No usa el díalogo. No le interesa. Es otra de las características de las novelas largas de Lenz.Los personajes se describen a través de sus actos, no de sus ideas. El autor no es omnisciente, no puede saber qué piensan los personajes. Los observa actuar, los describe, y el lector infiere el resto. Es más difícil para el lector. Más inteligente.
Otro valor de la literatura de Lenz es que detrás de su "inacción" se esconden niveles muy complejos. En concreto, esta novela no es solo sobre el nazismo, sino una reflexión sobre la creación artística, sobre su papel de resistencia ante la dictadura, sobre el sufrimiento de los inocentes (Siggi Jepsen, etc). Todos los personajes de Lenz son personas jóvenes, buenas, sensibles, que son víctimas de un mundo injusto y violento. Es el arte quien les redime, quien les pone a un nivel por encima de sus perseguidores.
He leído mucho (y no best-sellers precisamente). Leí por primera vez a Tolstoi con quince años; a Kazuo Ishiguro con catorce (actual premio Nobel de Literatura). Y le aseguro que Lenz está entre los grandes.

Anónimo dijo...

.... Y sí, Lenz tarda media página en describir cómo se dan la mano. Su arte reside en describir a los personajes sin necesidad de diálogos artificiosos ni acciones inverosímiles. Le basta para "pintarlo" mostrándolo al lector en pequeños detalles: en este caso, muestra la tozudez del policía Ole Jepsen en el modo en cómo da la mano, cómo mastica los arenques (a mitad de la novela), en el ahínco con el que pedalea la bicicleta con el viento en contra (primer capítulo), etc. Un modo nuevo y original de describir los personajes sin tópicos manidos. Va pintando cuadros de pequeños detalles (característica de Lenz: el amor a lo pequeño y cotidiano). Y el lector se hace una vívida reconstrucción del personaje. Evita artificios: "el personaje pensó que...", diálogos a modo de disertación "yo opino que...", etc.
A Lenz hay que leerlo con una taza de infusión en la mano, luz indirecta y agradable, y sin prisas. Todo es humanidad y humor en él.
Por cierto, la parquedad de diálogos hace que el lector ejercite la imaginación y se reconstruya un ambiente opresivo de un pequeño pueblo, en el que todo está sobreentendido, todos se conocen y todos juzgan inútil añadir más palabras.
En cualquier caso, gracias por traernos a colación "Lección de Alemán". Es Literatura con mayúscula.

Marc Peig dijo...

Hola Anónimo, gracias por su extenso comentario que enriquece la entrada, y más teniendo en cuenta que usted sí ha disfrutado del libro. Tal y como apunta, el escritor sugiere más que narra; bueno, de hecho sí narra, pero no la acción sino que dispone los elementos que componen la escena a modo de paleta de pintor (como lo haría el protagonista) para esbozar a partir de ahí la historia sobre el lienzo que representa la trama principal. Lamentablemente, no he disfrutado de la novela tanto como usted, porque sin dudar de su calidad literaria no se trata del tipo de libro que uno espera. Tampoco esperaba de él una novela de acción trepidante, pero sí algo más de agilidad que me permitiera disfrutar de su lectura y me animara a seguir sin tener que esperar que algo trascendental sucediera en algún momento.
En cualquier caso, bienvenido sea si sirve para generar debate y, a pesar que yo no lo haya disfrutado, me alegra saber que hay quién sí lo ha hecho. No todos los libros están hechos para todas las personas, por suerte, pues nos permite recrearnos en su análisis y valoraciones.
Gracias por comentar la entrada
Marc

Manuel dijo...

Interesante y gracias por la explicación.

No soy partidario de la literatura extensa y algo repetitiva como dejas ver en tu artículo, pero como considero que cada persona "es un libro" y en sí, la trama me parece interesante, lo leeré para poder opinar desde un punto de vista más personal.

Si les gusta la literatura alemana, aquí les dejo un libro que para mi está en mi ranking de 10. Una lectura muy detallada, culta y a la vez enriquecedora(como siempre opinión personal).
A mi me ha ayudado y siempre lo recomiendo. De echo, si hay una segunda parte, lo compraré, ya que el autor deja "la puerta abierta" a una continuación.

(en amazón.de) "Meine ganz persönliche Erfahrung".

Espero que les guste.

Marc Peig dijo...

Hola, Manuel. Muchas gracias por el comentario y la recomendación.
Tengo curiosidad por conocer tu opinión sobre el libro, pues me consta que hay lectores con gran bagaje a quienes les ha gustado el libro (incluso diría que entusiasmado). Espero que, una vez lo leas, compartas la opinión con nosotros.
Gracias por comentar, y feliz año.
Saludos
Marc