Título original: The Dark Chamber
Traducción: Santiago García
Año de publicación: 1927
Valoración: Recomendable
La estancia oscura es una novela de terror excelente, ideal para amantes del género, de la literatura psicológica y del decadentismo. Tiene una factura impecable, un tono lúgubre, una ambientación espeluznante, personajes repletos de aristas oscuras y un manejo temático tan ambicioso como nítido.
H. P. Lovecraft dijo de ella en su celebrado ensayo El horror sobrenatural en la literatura: «De gran altura artística es la novela La estancia oscura (1927), del difunto Leonard Cline. Se trata de la historia de un hombre que –con la ambición característica del héroe malvado gótico o byroniano– trata de desafiar a la naturaleza y recuperar cada uno de los momentos de su vida pasada mediante el estímulo anormal de la memoria. Para ello utiliza interminables notas, escritos, objetos evocadores y retratos, y después olores, música y drogas exóticas. Por último, su ambición va más allá de su vida y llega hasta los negros abismos de la memoria hereditaria..., alcanzando incluso los tiempos prehumanos de las ciénagas del periodo carbonífero, y las inimaginables profundidades de los tiempos y seres primordiales... hasta que su gran perro empieza a sentir miedo de él...»
En La estancia oscura, Oscar Fitzalan, un joven músico de origen humilde, es contratado por Richard Pride para llevar a cabo unos misteriosos experimentos en torno a la memoria. Fitzalan se aloja en la mansión de Pride, Mordance Hall, un lugar decadente y oscuro rodeado de montañas y bosques. Allí conoce a Miriam y Janet Pride, esposa e hija de su anfitrión respectivamente, y a Wilfred Hough, el secretario de éste. Pronto descubrirá las dinámicas tóxicas que hay entre todos ellos, y se verá inmerso en su degradación psicológica, moral y física.
Un escritor menor que dispusiera de la misma premisa que Cline hubiera fabricado una novela más convencional: una que no mantuviese con acierto el equilibrio entre lo realista y lo fantástico, dejando a opinión del lector determinar de qué pie cojea; una en la que el argumento, en vez de refinar lo folletinesco, cayera de lleno en sus peores tropos; una que se centrara en los intereantes experimentos de Richard Pride (que a todas luces influyeron a Lovecraft y Clark Ashton Smith), pero que descuidara en el proceso tantas otras vetas argumentales igual de sugerentes.
En fin, quienes se animen a leer La estancia oscura recuerden que no se trata de una obra de terror al uso y que éste se manifiesta de forma extremadamente sutil.
También de Leonard Cline en ULAD: El dios de piedra

No hay comentarios:
Publicar un comentario