viernes, 6 de septiembre de 2024

Eduardo Sáenz de Cabezón: Inteligencia matemática

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2016

Valoración: recomendable, si te atreves

 

Tengo que confesar que conocí a Eduardo Sáenz de Cabezón por Tiktok, donde cuenta cosas en torno a las matemáticas, que es lo suyo. Es un tipo con buena capacidad para comunicar, y creo que también tiene, o tenía, un programa sobre asuntos científicos en la televisión. Hay en los medios unos cuantos divulgadores que se dedican, con mayor o menor fortuna, a acercar a la gente al ignoto mundo de las matemáticas y, claro, es difícil resistirse a la tentación de intentarlo una vez más, de buscar otro camino para alcanzar aquello que se escapaba entre los dedos cuando se acercaban los exámenes. Así que lo intentamos con este simpático señor, a ver si hay suerte.

Dice Sáenz de Cabezón que todos llevamos un matemático dentro, aunque muchas veces esté dormido o vencido por la pereza, incluso atrofiado por la inactividad, o también, añadiría yo, desaparecido sin dejar huella. Se trata por tanto de removerlo de su reducto y seducirle para que se ponga a funcionar. Una vez activado, parece ser, la propia práctica irá haciéndole crecer y volverse ágil. Al menos en teoría. Por eso el autor se esfuerza en proponer juegos, pasatiempos, pequeños ejercicios para desperezar al matemático oculto. Juro que he hecho algunos (dos) y he dedicado algunos minutos a algún otro (digamos otros dos), pero considero que he fracasado, porque mi matemático no ha hecho acto de presencia.

La verdad es que da un poco de rabia sentirse incapaz de razonamientos que, en palabras del divulgador de turno, parecen tan sencillos. En realidad solo habría que pensar un poco para desentrañar algunas de las cuestiones, al menos las más sencillas. Pongamos un ejemplo, que creo que es idéntico al que aparece en el libro:

Creo que la pregunta es cuál de las superficies, círculo o cuadrado, es más grande. Vamos trabajando sobre radios y lados, sacamos triángulos y deducimos semejanzas, obtenemos áreas, diferencias… y resulta que no hay uno, sino varios procedimientos válidos para obtener la respuesta correcta. Es fácil cuando vemos el video donde el profesor explica con rotuladores azules y rojos, nombra un segmento como X y aplica fórmulas (que debieron ser) aprendidas en Primaria. Pero cuando uno ve la imagen en blanco y tiene que ponerse a ello, la cosa no pinta tan bien. Lo mismo que pasaba en el examen.

Critica el libro un sistema educativo incapaz de hacer mínimamente atractivo el aprendizaje de las matemáticas, en el que solo se acumula el conocimiento de técnicas cuya utilidad el alumno, naturalmente, no entiende. Y como estas técnicas se van encadenando una tras otra, basta que uno de los eslabones falle para que el proceso quede bloqueado y el estudiante se pase de inmediato al latín, no porque le despierte especial interés la lengua de Virgilio, sino por mera supervivencia. Ofrece Sáenz de Cabezón algunas ideas para mejorar en la enseñanza de estas materias, aunque me permito dudar del éxito frente a un problema al que nadie parece haber encontrado solución, al menos en España, que yo sepa.

En las matemáticas se manejan cosas como la lógica y cierta capacidad para la generalización y la abstracción, cualidades que no todo el mundo posee (o que están ocultas, no sé), y en el sistema educativo se explican mecanismos y técnicas, que son sobre lo que se examina, pero que no funcionan sin aquellos presupuestos básicos, que sería por tanto lo que habría que despertar en los alumnos.

Lo intenta el autor lanzando cuestiones muy sencillas con las que seducir al profano, y también presentando otras (hipótesis y conjeturas sin resolver) que ilustran el trabajo de los matemáticos. E igualmente expone el carácter auxiliar de las matemáticas, cuyos descubrimientos sirven para resolver cuestiones pendientes en otras ciencias o abren nuevos caminos dentro de las distintas áreas de este campo. Asuntos en general bien explicados, en un tono quizá excesivamente coloquial, más adecuado para los medios audiovisuales donde se desenvuelve Sáenz de Cabezón, y no tanto, o eso me parece, para un libro.

Pero bien, simpático y con la loable intención de atraernos hacia esas materias que a algunos nos hicieron sudar tanto y con las que me temo que, por mucho que le pongamos buena voluntad, difícilmente nos vamos a congraciar. Pero en todo caso se agradece el intento.



4 comentarios:

beatrizrodriguezsoto dijo...

Hola, Carlos, a veces parece que intuyes mis apetencias. Hace dos o tres meses pensé que al empezar el curso escolar buscaría un profesor de matemáticas porque no sé nada y las necesito para comprender un poco mejor el Universo. La proporción, la simetría en la naturaleza, cómo se mide la altura de una pirámide, porqué las celdas de las abejas son hexagonales...Creo que la matemática ha sido maltratada en los planes de enseñanza: unas cuantas fórmulas de memoria, impartidas por profesores que no las entendían (en mi infancia de colegio de monjas).
Gracias por tus estupendas reseñas.
Un saludo

Carlos Andia dijo...

Pues con este libro me temo que no vas a tener toda esa información que necesitas, pero a lo mejor te despierta la curiosidad y, en todo caso, igual pasas un buen rato.

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Ha quedado claro que las monjas enseñaban mal las matemáticas

Carlos Andia dijo...

Esa parece que es la opinión mayoritaria, no solo respecto de las monjas, claro. Pero a mí no me queda tan claro que sea un problema de incapacidad para enseñar, para empezar porque parece que nadie hasta ahora ha conseguido cambiar esa tendencia. A los que ya dominan la materia todo les parece muy interesante, pero igual hay que asumir que las matemáticas son algo complicado y poco atractivo, y es difícil hacerlo seductor para unos chavales que luego tienen que pasar por un examen. Pero bueno, reconozco que la mía es una opinión muy sesgada.