martes, 10 de septiembre de 2024

Karen Russell: Donantes de sueño

Idioma original: inglés

Título original: Sleep Donation

Año de publicación: 2020 (como libro en papel; 2014 como e-book)

Traducción: Rubén Martín Giráldez

Valoración: entre recomendable y está bien

Vamos allá con otra distopía, que sé que es in género que os gusta mucho y del que no estáis hartos7as no nada... Bueno, tranqui todo el mundo, que no estamos ante la enésima versión de El cuento de la criada o Neuromante (ni siquiera de El edificio), sino ante la enésima versión de... ¡tachán!, La peste de Camus... por decir un título emblemático del género o subgénero, no sé de epidemias, pandemias y demás infecciones contagiosas, incluyendo los mordiscos de los zombies.

En este caso, la epidemia en cuestión resulta bastante original, porque se trata de una oleada de insomnio que asola los Estados Unidos (where else?) y que provoca la muerte de los afectados al cabo de no demasiados días sin dormir -menos de los que yo habría supuesto, aunque no dudo de la veracidad del dato-; ante tan peliaguda situación y, sobre todo, la dificultad de encontrar una cura o vacuna la solución pasa por hacer "transfusiones de sueño" a los afectados, de lo cual se encarga una organización sin ánimo de lucro, las Brigadas Duermevela. Éstas se encargan de reclutar donantes, obtener horas de sueño por medio de una sofisticada e imaginativa tecnología y distribuirlas entre quienes las necesitan. Así, la protagonista/narradora es Trish, una voluntaria captadora de donaciones de sueño especialmente eficaz debido a  es la hermana de Dori Edgewater, una de las primeras y más célebres víctimas de la epidemia. Además, Trish es quien consiguió la donación de la milagrosa Bebé A, cuyo sueño resulta no sólo ser de tipo universal, compatible con todos los enfermos de insomnio, sino incluso curativo en muchos casos.

La trama de la historia gira, pues, entorno a esta bebé y también de su antítesis, el Donante Y, pero se centra sobre todo en el conflicto interior de Trish, que se debate entre su intención de ayudar y los sentimientos de culpa que le causan tanto la utilización del fantasma de su hermana muerta como la manipulación de una inocente bebé y sus padres. De esta forma, la novela presenta más momentos reflexivos e incluso intimistas de lo que cabría suponer leyendo simplemente su sinopsis, lo cual, unido a los destellos casi líricos -o sin casi- del estilo que emplea Trish/Karen Russell para contarnos su historia,  provoca que la impresión que deja su lectura sea bien diferente a la que cabría suponer en un primer momento.

Por otro lado, es fácil suponer que esta novela no es sino la mera traslación , que apenas llega a metáfora, de la pandemia de coronavirus, más aún cuando fue publicada en 2020, si Russell se dio prisa en escribirla -la novela no es demasiado larga-, le dio tiempo... Ahora bien, resulta que  Donantes de sueño tuvo una vida anterior al papel como e-book, luego esta teoría se desmorona: no está basada en la pandemia del 2020. además, en realidad podría ser una alegoría de cualquier tipo de epidemia, incluso la del fentanilo, la del universo digital o del populismo de extrema derecha. O incluso -sería una interpretación traída por los pelos, pero no me diréis que no es más estimulante-, se trataría de una historia vampírica, pero vista desde el lado de los chupasangres... -chupasueños, aquí- ¿por qué no? Pues porque todas estas elucubraciones dan un poco igual: la idea de una epidemia de insomnio, del traspaso de sueños -y pesadillas  de unos donantes a los enfermos, la especulación sobre toda la subcultura de que se crea alrededor de esta letal falta de sueño es suficientemente potente y fascinante como para necesitar significar otra cosa. Y es perfecto que así sea.

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