viernes, 12 de abril de 2024

Eduardo Mendoza: Tres enigmas para la Organización

Idioma: español

Año de publicación: 2024

Valoración: está bien

Vamos a reconocer de una vez que Eduardo Mendoza es el escritor español y puede que de todo el mundo más listo que hay. las pruebas: escribió hace ya casi cincuenta años una novela de pretigio, pese a su carácter bastante disfrutón, como se dice ahora o disfrutona pese a tener prestigio, si se prefiere). Repitió la jugada años después con otra no menos disfrutona y prestigiosa y entre medias, unas novelitas graciosetas, como para relajar la mano sin perder el pulso, que tuvieron igualmente gran predicamento, porque a todo el mundo le gusta echarse unas risas. Después multiplicó la jugada con una narración por entregas que acabó siendo un bombazo y el hombre lo vio claro... ¿Para qué preocuparse en escribir novelas más o menos serias, sin duda excelentes, pero que gozaban de menor favor del público lector? Después de todo, ya había demostrado (y demostraría aún en más de una ocasión) lo que era capaz de hacer y si el populacho quería jolgorio y cachondeo, pues eso le iba a dar, que ahí están los chines, después de todo. Así, Mendoza ha acabado convirtiéndose en el autor español de humor más reconocido, celebrado y, sobre todo, rico... quiero decir exitoso, que ya se sabe que los literatos no escriben para ganar dinero. 

En fin, que el señor Mendoza lleva ya años y lustros escribiendo novelas más o menos humorísticas, más o menos originales y más o menos conseguidas. De las que yo he leído (tampoco todo) de lo que va de siglo, destacaría, por ejemplo, El asombroso viaje de Pomponio Flato, cuyo título, simplemente, ya mueve a la sonrisa o Riña de gatos, que, en cambio, no es demasiado cómica, o lo es todo lo que puede serlo un asunto tan risueño como la Guerra Civil española (ninguna de las dos novelas reseñadas en el blog, por cierto... de momento). 

Su última creación, al menos publicada, es, cómo no, otra novela de humor, está Tres enigmas para la Organización, de la que es difícil hacer spoilers, porque ya su título lo dice todo: la citada Organización es una agencia española de ¿seguridad? ¿Inteligencia? ultrasecreta que se ocupa de resolver  relacionar casos que han quedado fuera del alcance del resto de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Con base en una oficina del Ensanche de Barcelona, la Organización es lo más parecido a la T.I.A. del añorado Ibáñez que podemos encontrar en el panorama literario y sus agentes no menos precarios y peculiares que los mismísimos Mortadelo y Filemón: camuflados (?) tras noms de guerre como Pocorrabo,  Buscabrega, Monososo, la Boni o la señora Grassiela, se afanarán en desentrañar tres misterios que si jefe -simplemente conocido como el Jefe- se ha empeñado en que deben guardar relación entre sí: el suicidio de un cliente de un hotel de las Ramblas, la desaparición del propietario de un lujoso yate amarrado en el puerto y el sorprendente manteniendo de precios bajos de la empresa Conservas Fernández. Pese a su apariencia inoperante, la troupe de la organización no se mueve mal en las labores detectivescas, un poco al estilo de los ocupantes de la Casa de la Ciénaga de Mick Herron o los poulets grillés de Sóphie Hénaff, y los tres casos, entre peripecia y trapisonda, se van desenredado a la vez que se imbrican entre sí, por paradójico que resulte...

Con estos huesos se puede hacer buen caldo y a don Eduardo no le sale mal, gracias a su proverbial socarronería, a su inventiva para los personajes extravagantes y a un lenguaje entre relamido y a la pata llana que resulta de lo más eficaz a efectos cómicos. Y, sobre todo,  merced a su gran oficio que le permite dotar a lo que escribe de un aire natural, hacer que sus libros se lean con facilidad sin resultar excesivamente sencillos y dando siempre la impresión de que el autor los ha escrito con la misma facilidad, y, sobre todo, pasándoselo pirata... Que luego resulten más o menos hilarantes es otra cosa; en es te caso, la novela sin duda, provoca una perenne sonrisa e incluso alguna que otra carcajada, pero quizá queda ya un poco lejos de otros títulos más gloriosamente cómicos de este escritor. Lo que, en todo caso, no está nada mal, habida cuenta que el señor Mendoza atesora ya más de ochenta primaveras, cosa que nadie podría adivinar leyendo este libro. Quizás para él y otra gente como él habría que acuñar un término opuesto al popular y expresivo "viejoven"... ¿Joviejo? ¿Joven, sin más? Lo que sea, pero por muchos años.

Tropollón de libros de Eduardo Mendoza reseñados: aquí

6 comentarios:

Yai dijo...

Ay, pues me la apunto! Mendoza me gusta más en su vertiente cómica que en la seria, que en mi parecer empezó maravillosamente pero no mantuvo el nivel.
En cualquier caso, totalmente de acuerdo: un autor inteligente y muy solvente.
Saludos!

Carlos Andia dijo...

Pues a mí me da un poco de pena que un autor con el talento que desde luego tiene Mendoza se dedique a escribir gracietas, no como diversión esporádica y/o alimenticia, sino con carácter casi monográfico. Que las pocas que conozco no están mal, pero me gustaría más verle haciendo otras cosas.

Juan G. B. dijo...

Es cierto, a mí también me hubiese gustado que siguiese por la senda de "La ciudad de los prodigios" o " El año del diluvio", que son maravillosas, pero sospecho que a estas alturas ya no lo va a hacer... ¿Que tomar esa decisión le ha reportado pingües beneficios pero a nosotros nos ha privado de leer novelas de más fuste y alcance? Pues que le vamos a hacer, es una elección personal del señor Mendoza... a la vejez, viruelas, supongo que pensará él.

María dijo...

Tres enigmas para la organización me parece uno de los mejores libros de Eduardo Mendoza, si no el mejor. Nos regala una historia divertida, ingeniosa, original y jocosa. Su prosa es irónica, inteligente y muy sesuda. Dando cabida a expresiones sesudas y reflexiones profundas. Mención especial la riqueza de vocabulario con la que nos ilustra el texto: Molicie, Pirindolo, Badulaque, Bazofia, Avizorado, Ignominia,Espichado, Intersticio, Pretil, Conturbado, Pispado, Concitar, Solaz, Mameluco, Hemoptisis, Expectora, Parangón, Ludibrio, Zarrapastroso, Capcioso, Palique, Vacuo, Postigo, Abrevar, Trecho, Sonsacar, Atribulado, Rumboso, Caladero, Macadam, Zoqueta, Fanfarrón, Derrengado, Farfolla, Recitativo, Añaganza, Atisbar, Probo, Rayana, Utillaje, Pasmarote, Conducente, Camela, Fachenda, Hechuras, Prolegómeno,Cuchitril, Inextricable Jarcias, Arboladura, Interludio,Extemporánea, Lacustre, Fetén, Inferencia, Preteza, Prepósito, Radas, Regüeldos, Renuencia, Emolumentos, Boñiga, Puñeflas, Atribuladas, Mocedades, Chaflán, Conspicuo, Adminículo, Trunca, Provecto, Onerosa, Vetusto, Cenobio, Correligionario, Adusta, Mequetrefe, Petulante, Soslayo, Añoso,Avenencia, Gallardete, Arredrar, Tanda, Asechanzas, Astracanada, Exógeno, Sima, Chupatintas, Chusquero, Esclavina, Trabuco, Atavismos, Ïnterin, Majareta, Tortuosa, Zapatetas, Chuzo, Paquebote, Adlátere, Lontananza, Patitieso, Caterva, Inextricable, Sufragáneo, Réprobo, Nadir, Transepto, Archimandrita, Salmodia, Alabarda, Egregio, Sedicente, Subrepticio, Delictual, Farruco, Confianzudo, Pifia, Gozque, Sentina, Desafuero, Hediondo, Cascajo, Cariacontecida, Alcorque, Cagarruta, Pizpireta.

el chico de la consuelo dijo...

Que Eduardo Mendoza es un sensacional escritor creo que nadie lo duda. Me he leído todo. Este no está mal, sobre todo tras la trilogía de Rufo Batalla que me gustó muyyyyy poco. Pero no es de los mejores de risas. Me gustan mas los del innombrado majareta.
Y ya puesto a escribir en este sitio de eruditos me la voy a dar de gafotas y os recomiendo Nueva York de Eduardo Mendoza, un libro suyo mucho menos conocido pero q es una delicia q os recomiendo.
Gracias por vuestras reseñas.

Anónimo dijo...

Mendoza es maravilloso. Este último libro me daba miedo por aquello de que ya me parecía forzar la maquina de lo cómico porque lo cómico cuando se estira en exceso, queda una sopa sin gusto alguno. Pero visto los comentarios, me animo. Yo también hecho en falta más obras como el caso Savolta, El año del diluvio .... Un grande, de cualquier forma.