sábado, 16 de marzo de 2024

Raimon Casellas: Las cañadas indómitas

Idioma original: Catalán
Título original: Els sots feréstecs
Año de publicación (por entregas): 1899
Año de publicación (íntegra): 1901
Valoración: Está bien

Raimon Casellas (1855-1910) fue crítico de arte, periodista y narrador. Els sots feréstecs, su única novela, es la primera en aplicar los preceptos estéticos del modernismo catalán. 

Sigue los pasos del padre Llàtzer, un capellán exiliado a una iglesia de la zona del Figueró y Montmany por las autoridades católicas. Su pecado: «la dèria de fer reviure un savi dels segles morts, (...) furgar la sepultura dels seus llibres, (...) dir que la veritat del món era allí dins, (...) voler d'un hertge fer-ne un sant» (pg. 159). 

Llàtzer, hombre idealista, intentará redimir a los lugareños, gente pobre y  taciturna embrutecida por su mísera existencia. Sin embargo, el ambiente claustrofóbico de su nuevo entorno, la hostilidad de su parroquia y la llegada de una prostituta llamada La Rodasoques provocarán al religioso una crisis de valores e incluso un fatídico desenlace.

Clásico catalán por antonomasia, traducido incluso al español e inglés, Els sots feréstecs supone a la postre una lectura deliciosa, sobre todo para interesados. Sin embargo, presenta múltiples defectos, debido a que originalmente se publicó por entregas, a que supuso la primera (y última, recordemos) incursión de Casellas en la narrativa larga y a que la estética modernista ha quedado totalmente desfasada a día de hoy.

Listemos brevemente los defectos antes mencionados:

  • Su prosa es lenta, espesa y excesivamente descriptiva.
  • Su argumento es tan lineal como esquemáticos los conflictos que lo salpican. La lucha entre el bien y el mal, el individuo y la multitud o el hombre y la naturaleza se suelen explorar actualmente con mayor grisalla.
  • Los personajes representados acusan cierto maniqueísmo y obran de manera exagerada (por ejemplo, el padre Llàtzer es dado a emitir parlamentos).
  • El conjunto se antoja repetitivo. Entiendo que Casellas quiera que calen sus ideas, y que la narrativa de entonces era más enfática que la contemporánea. Sin embargo, tanto volver constantemente sobre los mismos acontecimientos o reflexiones llega a abrumar al lector e incluso provoca que pasajes genuinamente potentes pierdan efectividad.
  • Hay episodios que no aportan gran cosa a la trama, pese al foco engañoso que les dan algunos capítulos enteramente dedicados a ellos. Sucede con el pasado de los criados del rector, con la caída del porquero de l'Ensulcida y, sobre todo, con la introducción de l’Aleix de les Tòfones. 
  • Los personajes antes mentados son bastante superfluos e incluso, en algunos casos, contraintuitivos. L'Aleix, de hecho, tras el primer capítulo, desaparece y no vuelve a hacer acto de presencia hasta prácticamente el clímax, donde emerge de forma esporádica. ¿Acaso hacía falta para encarnar el embrutecimiento de su gente? Entiendo que la Rodasoques, la prostituta que llega a la zona y consigue influenciar a los lugareños, sea diferenciada del resto; sin embargo, que l'Aleix se distinga de una masa que Casellas trata de representar como homogénea me chirría sobremanera.

Por otro lado, las virtudes que le he encontrado a Els sots feréstecs serían las siguientes: 

  • Resulta un documento valiosísimo en lo que a la literatura modernista catalana respecta, dado que se puede considerar una obra fundacional.
  • Pese a su factura totalmente añeja y su desalentadora repetitividad, una vez se le coje el truco se lee en una sentada.
  • Pese a que emplea un léxico completamente anticuado («cabòria», «bosquerols», «rònega», «pollancre», «bagassa»...), además de onomatopeyas y ruralismos varios, resulta fácil de comprender gracias al contexto que dan las oraciones.
  • Su simbolismo es bastante nítido. La naturaleza funciona como telón de fondo a la par que ilustra los diversos temas de la novela. Por otra parte, La Rodasoques es retratada adecuadamente como una amenaza a la salvación espiritual de la parroquia de Llàtzer.
  • La plasticidad de sus imágenes es asombrosa. Me gustan, por ejemplo, aquéllas empleadas para retratar paisajes, atmósferas o fenómenos meteorológicos. Aunque mis favoritas, por su creatividad y precisión, se limitan a describir colores. Cito un par de ellas: «La pols, la humitat, la terra, que ho cobrien tot, donaven a les imatges i als trofeus el to descolorit i fastigós de les coses enterrades... Les retorçades columnes, esculturades de raïms i de caps d’àngel, que un dia foren tot d’or, ara ensenyaven un pam de floridura, com malaltes d’un mal lleig.» (pg. 46) / «Quasi tots duien uns trajos balders, fets d’una roba de vellut obscura, fosca, però destenyida pel frec de la brossa i dels terrossos, així… com d’un to dubtós, que primer hagués sigut negre i després s’hagués tornat d’ala de mosca i hagués acabat per ser de color de gos quan fuig…» (pg. 52)

En resumen: vale la pena descubrir Els sots feréstecs en tanto que obra fundacional del modernismo catalán. Ciertamente, no es el clásico de la época que mejor ha envejecido, pero afrontarlo tampoco supone un tormento. Creo que incluso lo hubiera disfrutado de joven, de haberlo tenido como lectura obligatoria en la asignatura de Lengua y Literatura.

Ah, sabed que la edición que yo he catado, de Lapislàtzuli, tiene una ilustración de cubierta estupenda. Aunque me sorprende que en ella aparezca l’Aleix, personaje que, como he comentado antes, me parece bastante prescindible.

1 comentario:

Guille dijo...

Me gustó mucho tu reseña y la enumeración de pros y contras de un libro bastante denso.. hace poco encontré un libro de Ramón Sender llamado "La mirada inmóvil" que me dejó un buen sabor de boca, pero un tanto confundido a la hora de valorarlo en general.. busqué por todo internet y no hay absolutamente nada sobre ése libro.. una reseña como ésta me hubiera venido genial después de su lectura.. aprovecho para proponerlo a ULAD para una futura reseña!! Saludos y muchas gracias por su gran trabajo todos éstos años!