Título original: Mutter Courage und ihre Kinder
Traducción: (Yo la he leído en portugués, en traducción de Geir Campos; en español existe una versión de Buero Vallejo que seguro que es interesante)
Valoración: Imprescindible
Nota inicial: si me hubiera acordado antes, esta entrada podría haber formado parte de la serie de "Ilustres olvidados" que publicaron mis colegas de blog. Que a estas alturas, más de trece años después, solo hubiéramos reseñado los 'Poemas y canciones' de Brecht (con todo lo valiosos que son), y en cambio nada de su teatro, era un fallo que había que corregir cuanto antes. Vamos a ello...
Todos hemos oído infinidad de veces la expresión "Madre Coraje". "Belén Esteban es una auténtica Madre Coraje", dicen en Sálvame (o también, para que nadie se enfade: "La Campanario es una auténtica Madre Coraje"). Con ello se quiere decir que son madres valientes, capaces de hacer cualquier cosa por sus hijos y de colocarlos por delante o por encima de cualquier otra cosa, incluido su propio bienestar. Obviamente, quien usa esa expresión en la mayoría de las ocasiones desconoce la obra de Bertolt Brecht que le dio origen; de hecho a estas alturas la expresión ha ganado ya vida propia con su nuevo significado, y andar diciendo que es "errónea" es más un ejercicio pedante que otra cosa...
Pero ¿quién es, realmente, Madre Coraje en la obra de Brecht? Pues Anna Fierling, madre de tres hijos (o dos hijos y una hija) de padres diferentes, que ganó su sobrenombre por arrastrar su carromato cargado de mercancías bajo el fuego de artillería en Riga, para conseguir vender un cargamento de pan antes de que se lo acabase de comer el moho. Madre Coraje es una parásita de la guerra, abomina la paz porque arruinaría sus negocios; quiere a sus hijos e intenta protegerlos del peligro, pero no tanto como para no calcular el precio que valen sus vidas... Una mujer capaz de regatear por unas camisas, mientras a su alrededor los campesinos son masacrados por los soldados. No es, sin duda, un modelo con el que a (casi) ninguna madre le gustaría identificarse...
Y ese es, precisamente, el objetivo: Madre coraje y sus hijos responde a la idea brechtiana (aunque ya planteada anteriormente por Erwin Piscator) del "teatro épico": un tipo de teatro que no provoca en el espectador la famosa "catarsis aristotélica" (una purificación emocional derivada de la identificación con el sufrimiento de los personajes), sino un proceso de reflexión crítica y de participación activa - e, idealmente, un deseo de cambio también en el mundo real, fuera del teatro. Para conseguir este efecto, Brecht proponía usar técnicas de "distanciamiento" o "extrañamiento", tales como la proyección de textos e imágenes, iluminación brillante, escenarios minimalistas, actuaciones histriónicas, rupturas de la cuarta pared, canciones que interrumpen y comentan la acción... La propia ubicación de la acción en geografías o momentos históricos diferentes del actual (la acción de Madre Coraje se sitúa en la Guerra de los Treinta Años) pretende facilitar esta lectura distanciada de la acción.
En Madre coraje (y en sus sucesivas y numerosas escenificaciones) estas técnicas se usan, precisamente, para que el espectador pueda ver el sufrimiento de Madre Coraje (a quien desde el inicio de la obra se le pronostica que va a perder a sus tres hijos) sin sentir compasión por ella, o al menos mezclando esa compasión con un cierto rechazo a sus comportamientos egoístas y mezquinos. Los otros dos hijos varones, brutalizados por la guerra y por la vida picaresca, producen la misma incomodidad de su madre: quizás sean víctimas de la guerra, pero también son sus cómplices por haber querido aprovecharse de ella y de otros seres humanos en beneficio propio. El único personaje por el que cabe sentir simpatía pura es, de hecho, su hija Kattrin (o Catalina), muda, victimizada por unos y por otros, golpeada, violada, siempre dispuesta a ponerse en riesgo para salvar a los más débiles.
En la primera escena de la obra, un Recrutador y un Sargento se lamentan: la paz es algo terrible, un caos, hace blandos a los hombres y multiplica su número. Solo la guerra permite que todo esté contado y controlado: cada soldado, cada bala, cada rebanada de pan y la mantequilla que se extiende sobre ella. En el contexto pre-bélico de 1939 resultan chocantes y dolorosos estos lamentos contra la paz, que Madre Coraje reproduce y repite al principio y al final de la obra, incluso después de haber sufrido todas las desgracias imaginables. Exigen, por lo tanto, del lector/espectador una interpretación irónica: "la guerra destruye, aniquila, humilla, se alimenta de los de abajo, no hagáis caso a quien la ensalza porque se aprovecha de ella. Evaluad criticamente, tanto en esta obra como fuera del teatro, las voces belicistas que hablan de heroicidad".
En otras palabras, y tal como el propio Bertolt Brecht expresa en su "Canción de la rueda hidráulica":
Se embisten brutalmente,
pelean por el botín.
Los demás, para ellos, son tipos avariciosos
y a sí mismos se consideran buena gente.
Sin cesar los vemos enfurecerse
y combatirse entre sí. Tan sólo
cuando ya no queremos seguir alimentándolos
se ponen de pronto de acuerdo
Bertolt Brecht escribió esta obra en 1939, cuando los tambores de la guerra ya sonaban en el horizonte, en apenas un mes y sin necesitar apenas de correcciones, como poseído por la urgencia del mensaje que quería transmitir. Desgraciadamete, leer (o ver representado) a Bertolt Brecht en 2022 es tan necesario como lo era en 1939. Y esta Madre coraje y sus hijos es sin duda una obra de plena relevancia para el momento actual.
Otras obras de Bertolt Brecht en ULAD: La ópera de cuatro cuartos, Poemas y canciones
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