Título original: The lie and how we told it
Año de publicación: 2019 Traducción: Santiago García
Valoración: Recomendable
Tommi Parrish debutó en novela gráfica con esta obra que fue nominada en cuatro categorías de los Premios Ignatz 2018: mejor artista, mejor novela gráfica, mejor nuevo talento y mejor historia. Para hacerse una idea del nivel de este galardón no hay más que mencionar la obra ganadora de 2017, ni más ni menos que Lo que más me gusta son los monstruos de Emil Ferris.
Resumen resumido: Clear y Tim se reencuentran accidentalmente en un supermercado años después de haber dejado el instituto y deciden ir a tomar algo para ponerse al día. Será una velada en la que corroborarán lo muy deshilachada que se encuentra su amistad forjada en la adolescencia y donde lo poco que se digan obligará a Tim a lanzar una mirada incómoda hacia su interior que sacudirá sus propios torbellinos.
La mentira y cómo la contamos es una apuesta muy personal, sobre todo en lo estético, a la vez que esgrime una trama de novela psicológica que deja el final un poco en el aire para que sea el propio lector el que reflexione al respecto. Todo ello la convierte en una obra singular, compleja y también ambiciosa. Qué elementos la hacen tan destacable:
- Una temática controvertida: las dificultades para encajar en el canon de lo que se considera «la vida adulta» en general y en el de «la masculinidad normativa» en particular. Desorientación, auto represión y auto engaño que solo generan dolor enquistado. El hecho de que Clear haya reconocido su propia identidad sexual y tenga unas perspectivas vitales sencillas pero honestas con ella misma hace que Tim se sienta incómodo con la máscara que se ha construido para lidiar con sus propias frustraciones.
- Una atmósfera de desencanto irremediable que sumerge al lector en una especie de «universo de los perdedores» en el que ni tan siquiera la evocación de la adolescencia resulta gloriosa si no patética. Ni los personajes, ni los lugares que visitan, ni las personas que los rodean emiten nada que pueda identificarse con el éxito, la belleza o la paz mental; Tommi Parrish sumerge al lector, con toda la intención, en un paraje desolador y desprovisto del brilli-brilli y del postureo que rige la vida moderna actual. ¿Cuál es el objetivo? En mi opinión, obligarnos a poner el foco únicamente en lo que sienten y piensan los personajes, y democratizar sus miserias: Clear y Tim no son especiales ni tan solo por parecer más o menos «perdedores» porque su situación es intrínseca a la propia naturaleza humana.
- Los silencios y los gestos que sustentan el verdadero curso de los conflictos que nutren la narración. La información escrita es la mínima necesaria para que el lector no pierda el hilo, lo que denota una habilidad y control narrativo considerables. Este recurso es propio de un buen artefacto narrativo en general e imprescindible en la novela psicológica en particular.
- El estilo gráfico. Sin duda el elemento que más llama la atención a primera vista, con ese agolpamiento de colores planos, saturados y poco contrastados, entre los que el blanco del papel apenas aflora, y sobre los que se superponen trazos rápidos y en cierto modo aleatorios, que igual definen detalles importantes del rostro o la gestualidad, como remarcan la cremallera de una mochila que, por lo demás, no se distingue de la espalda que la lleva. Y lo que más sorprende, la formalización de los protagonistas y su entorno: humanoides de cabeza diminuta y cuerpo elefantiásico en el que a menudo resulta imposible percibir rasgo alguno de género y mucho menos de estereotipos de raza o belleza. Una apuesta estética totalmente intencionada que tiene mucho que ver con el punto siguiente.
- La ambigüedad como concepto que se introduce en la obra de manera omnipresente: en la actitud de los personajes, en su aspecto, en sus conflictos y en el ambiente general que se transpira. La mentira y cómo la contamos transmite un mensaje muy claro que es el de romper con los estereotipos y la normatividad en pos de una diversidad que promete ser liberadora. Pero Tommi Parrish sabe que la diversidad como tal solo existe idealmente; cuando la diversidad se materializa resulta ambigua y la ambigüedad es incómoda porque nos genera inseguridad.
Y para acabar de afianzar todos los esos elementos, la historia integra otra historia en su interior que podría funcionar de manera independiente.
Se trata de una especie de fanzine que Clear encuentra en un momento dado y que lee en dos momentos que se queda a solas. La historia se titula Un paso al interior no significa que lo entiendas y expone en toda su desnudez y crudeza el mensaje que mencionaba antes. Solo que a pesar de lo aparentemente sórdido de la historia, en este caso se vislumbra la esperanza ya que no deja de ser un singular canto al reconocimiento y estima de la propia identidad por poco normativa y ambigua que esta pueda resultar.
En este caso, el estilo gráfico parte del mismo modelo que en la obra matriz solo que el tratamiento posterior pone el énfasis precisamente en todo lo contrario: trazo negro fino definido sobre fondo totalmente blanco. Al fin y al cabo se trata de una historia ideal.
Así que, como poco, Recomendable porque aunque el tema tal vez no sea para cualquier paladar, lo cierto es que la calidad y coherencia de la historia con el modo en el que está narrada es más que remarcable. Y porque no deja de ser una obra valiente y transgresora que apunta con inteligencia y sensibilidad algunas de las flaquezas más vergonzosas de nuestra sociedad y nuestra condición humana
Posdata: leer dos veces.
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